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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 1610-1611

TIENDA

(heb. ’ó·hel; gr. ske·né).

Refugio hecho de telas o pieles apoyado sobre postes y que puede desarmarse y armarse de nuevo. Las tiendas se cuentan entre los primeros tipos de morada hechos por el hombre (Gén. 4:20; 9:21) y eran los que comúnmente usaban los pueblos nómadas del Oriente Medio. (Gén. 9:27; Sal. 83:6.)

La Biblia suministra algunos detalles sobre el diseño de las tiendas y su uso. Por lo que se sabe de las tiendas utilizadas por los árabes en tiempos más recientes, parece que estas no difieren sustancialmente de las tiendas del período bíblico. Muchos eruditos creen que las primeras tiendas eran de pieles de animales. (Gén. 3:21; Éxo. 26:14.) Entre los beduinos modernos son comunes las tiendas hechas de telas de pelo de cabra de color negro. (Compárese con Éxodo 36:14; El Cantar de los Cantares 1:5.) Se cosen entre sí tiras de este material, hasta formar una tienda rectangular, cuyo tamaño total varía según la riqueza del dueño y el número de ocupantes. La tienda está apoyada sobre varios postes de entre 1,5 y 2 m. de altura, estando situado el más alto cerca del centro; para que se mantenga firme contra el viento dispone de cuerdas que se sujetan al suelo con estacas. (Jue. 4:21.) Para conseguir privacidad y protección del viento, se cubren los lados de la tienda con otras telas que pueden levantarse o quitarse para ventilación.

Parece ser que en tiempos bíblicos las tiendas más grandes normalmente se dividían en dos o más compartimientos colgando telas a modo de cortinas. La “tienda de Sara” mencionada en Génesis 24:67 puede que se refiera a su compartimiento o quizás a una tienda que ella ocupaba sola, pues algunos hombres ricos tenían varias tiendas y, a veces, a cada mujer se le asignaba su propia tienda. (Gén. 13:5; 31:33.) Para cubrir el suelo probablemente utilizaban esteras.

Las tiendas eran un rasgo distintivo de la vida nómada, en contraste con las casas utilizadas por los que tenían una vida más sedentaria. Por eso, se dice de Abrahán que ‘moraba en tiendas’ mientras “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos”. (Heb. 11:9, 10.) Parece ser que durante su estancia en Egipto los israelitas vivieron principalmente en casas, no en tiendas. (Éxo. 12:7.) Pero al salir de Egipto volvieron a vivir en tiendas (Éxo. 16:16) y ese fue su tipo de morada durante los cuarenta años que vagaron por el desierto. (Lev. 14:8; Núm. 16:26.) Dos tiendas en particular, el “tabernáculo” y la tienda de Moisés, fueron especialmente importantes en ese período. (Éxo. 25:8, 9; 26:1; 33:7; véanse TABERNÁCULO; TIENDA DE REUNIÓN.) Aun después de conquistar la Tierra Prometida, los israelitas pastores y agricultores todavía utilizaban tiendas cuando estaban en el campo. (Cant. de Cant. 1:8.) Zacarías 12:7 probablemente se refiere a esas tiendas, pues eran las primeras en ser afectadas y en necesitar protección cuando una nación enemiga venía contra el país para atacar la ciudad de Jerusalén. Otros que también moraban en tiendas eran los comandantes militares y los ejércitos que estaban en expediciones distantes. (1 Sam. 17:54; 2 Rey. 7:7; compárese con Daniel 11:45.)

El uso que durante tanto tiempo dieron los israelitas a las tiendas dio origen al uso poético de la palabra “tienda” con referencia a cualquier lugar de habitación, incluso a una casa normal. (Éxo. 12:23, 30; 1 Sam. 13:2; 1 Rey. 12:16; Sal. 78:51.)

USOS FIGURATIVOS

Las muchas referencias figurativas a las tiendas que se hacen en la Biblia reflejan lo familiarizados que estaban los israelitas con ellas. Con respecto a los últimos momentos de su vida, Ezequías escribió: “Mi propia habitación ha sido arrancada y quitada de mí como la tienda de pastores”. (Isa. 38:12.) Tal como una tienda que estuviera en cierto lugar podía ser rápidamente desmantelada y quitada, sus postes podían ser desarmados y sus estacas arrancadas, de la misma manera el lugar que ocupaba Ezequías entre los vivos parecía igualmente transitorio, propenso a desaparecer. Elifaz asemejó la muerte a arrancar la cuerda de una tienda, lo cual haría que esta se desplomase. (Job 4:21.) De manera algo similar, Pablo utilizó una tienda como metáfora al hablar de los cuerpos humanos de los cristianos engendrados por espíritu. Una tienda desmontable es una morada más frágil y temporal que una casa normal. Aunque viven en la Tierra con un cuerpo mortal de carne, los cristianos que tienen el espíritu como una prenda de la vida celestial venidera esperan “un edificio procedente de Dios”, un cuerpo celestial que es eterno, incorruptible. (1 Cor. 15:50-53; 2 Cor. 5:1-5; compárese con 2 Pedro 1:13, 14.)

Al describir la destrucción venidera de los judíos, Jeremías utilizó la figura de una tienda. (Jer. 4:20.) Él asemejó la nación desolada a una mujer cuya tienda se había desplomado y sus cuerdas habían sido cortadas. Empeorando aún más su patética condición, sus hijos estaban en el exilio, de manera que no quedaba nadie que pudiera ayudarla a levantar y desplegar la tienda. (Jer. 10:20.) Cuando los babilonios destruyeron Jerusalén, a esa ciudad, como grupo de moradas, se la podía llamar “la tienda de la hija de Sión” en la que Dios había derramado su cólera. (Lam. 2:4.)

En otras varias ocasiones la palabra “tienda” tenía aún otro sentido figurado. Una tienda era un lugar de descanso y protección contra los elementos. (Gén. 18:1.) En vista de las costumbres con respecto a la hospitalidad, los visitantes tenían razón para creer que serían atendidos y respetados cuando se les diera la bienvenida en la tienda de otra persona. Por consiguiente, cuando Revelación 7:15 dice en cuanto a la “gran muchedumbre” que Dios “extenderá su tienda sobre ellos”, da a entender que recibirán cuidado protector y seguridad. (Sal. 61:3, 4.) Al hablar de los preparativos que tiene que hacer Sión, la esposa de Dios, para los hijos que dará a luz, Isaías registra que se le dice: “Haz más espacioso el lugar de tu tienda”. (Isa. 54:2.) Por consiguiente, ella amplía el lugar de protección para sus hijos.

En Revelación 21:1-3 Dios proyectó la visión de Juan al reinado de mil años de Cristo, y dijo: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá [o, “él morará en tienda”] con ellos”. Tal como se prefiguró en la tienda o tabernáculo del desierto, Dios no morará personalmente con la humanidad, sino de manera representativa, tratando con ella por medio del “Cordero de Dios”, que también es el gran Sumo Sacerdote. (Éxo. 25:8; 33:20; Juan 1:29; Heb. 4:14.)

EL OFICIO DE HACER TIENDAS

El término griego ske·no·poi·ós utilizado en Hechos 18:3 designa el oficio de Pablo, de Áquila y de Priscila. Existen diversas opiniones en cuanto al artesano específico referido por esta palabra (si aplicaba al que hacía tiendas, al que tejía tapices o al que fabricaba cuerdas); sin embargo, muchos eruditos reconocen que “no parece haber ninguna razón para modificar la traducción ‘los que hacen tiendas de campaña’”. (The Expositor’s Greek Testament, vol. 11, pág. 385.)

Cuando Pablo visitó Corinto por primera vez, se quedó con Áquila y Priscila “por ser del mismo oficio”. (Hech. 18:1-3.) El apóstol Pablo era de Tarso, Cilicia, una zona famosa por sus telas de pelo de cabra llamadas cilicium con las que se fabricaban tiendas de campaña. (Hech. 21:39.) En vista de que entre los judíos del primer siglo de la era común se consideraba honorable enseñar a un muchacho un oficio, aunque este recibiera luego una educación superior, es probable que Pablo aprendiera a hacer tiendas de campaña durante su juventud. El hacer tiendas de campaña puede que también haya sido la clase de trabajo que el apóstol realizara en Tesalónica (1 Tes. 2:9; 2 Tes. 3:8) y en otros lugares. (Hech. 20:34, 35; 1 Cor. 4:11, 12.) Ese no era un trabajo fácil, pues se dice que el cilicium era algo duro y áspero, lo cual dificultaba el cortarlo y coserlo.

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