VÍBORA CORNUDA
(heb. ‘akf·schúv; schefi·fón).
Una de las culebras venenosas viperinas que viven en Palestina que se distinguen por tener encima de cada ojo una escama córnea espinosa. La obra Historia Natural (tomo I, pág. 380), informa que la víbora cornuda (Cerastes cornutus) se halla en el norte de África desde Argelia hasta Arabia y también en Palestina. La víbora cornuda mide como máximo 80 cm. y tiene un matiz pálido y arenoso que le permite esconderse en la arena, esperando su presa. Al ojo inexperto se le hace muy difícil reconocer a una víbora cornuda al acecho.
En vista de lo fuerte que es el veneno de la víbora cornuda (aunque normalmente no resulta fatal para los humanos), David habla apropiadamente de hombres violentos que han aguzado su lengua “como la de una serpiente; la ponzoña de la víbora cornuda está debajo de sus labios”. (Sal. 140:3.)
Se ha sabido que la alerta víbora cornuda, de rápida mordedura, ha atacado incluso a caballos, por lo que es muy apropiada la comparación que se hace en Génesis 49:17 de la tribu de Dan con una “culebra cornuda”. En este texto Jacob asemejó a Dan a una serpiente, una culebra cornuda “que muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás”. Esta comparación no era peyorativa, como si Dan fuese una vil culebra que solo servía para ser aplastada bajo el talón. Más bien, al actuar de manera semejante a una culebra, Dan desempeñaría un papel de importancia nacional. En efecto, al estar al acecho como la víbora cornuda, podía morder los talones del caballo del guerrero enemigo y hacer que se encabritara tirando hacia atrás a su jinete. Así, aunque era pequeño, Dan sería como una peligrosa víbora cornuda para los que perturbasen a Israel.