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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
  • “Mi yugo es suave y mi carga es ligera”
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
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    La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo (edición de estudio)
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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 1681-1682

YUGO

Barra que se llevaba sobre los hombros y de cuyos extremos se suspendían cargas (compárese con Isaías 9:4); barra de madera o armazón colocado sobre el cuello de dos animales de tiro (generalmente reses vacunas) cuando tiraban de un apero de labranza o de una carreta o carruaje. (Núm. 19:2; Deu. 21:3; 1 Sam. 6:7.) En este último caso generalmente se sujetaba por medio de dos tiras, cada una rodeando el cuello del animal. Algunos yugos en vez de tener tiras estaban atravesados por estacas que bajaban por ambos lados del cuello de los animales y se ataban con correas en torno a la garganta. En ocasiones los yugos se sujetaban a la base de los cuernos del animal. Los que llevaban las personas en el antiguo Egipto para transportar agua y otras cargas tenían aproximadamente un metro de longitud y estaban dotados de tiras en los extremos para colocar las cargas.

TÉRMINOS DEL IDIOMA ORIGINAL

Los términos griegos (zy·gós, zéu·gos) que transmiten la idea de un yugo se derivan de la palabra zéu·gny·mi, la cual significa “uncir, juntar, atar, o unir entre sí”. Generalmente se uncían entre sí dos animales, por lo que la palabra griega zéu·gos puede denotar un “par” o “yunta” de animales, tal como “un par de tórtolas”. (Luc. 2:24; 14:19.) La expresión hebrea tsé·medh corresponde hasta cierto grado con la palabra griega zéu·gos y puede designar un “par” (Jue. 19:3, 10), una “yunta” (1 Rey. 19:19, 21) o una “yugada”, la medida de tierra que una yunta de toros podía arar en un día. (1 Sam. 14:14; Isa. 5:10.) Sin embargo, hay una palabra hebrea enteramente diferente (‘ol) que se refiere al instrumento que se usa para uncir o unir las cosas. (Núm. 19:2.) Hay otra palabra hebrea (moh·táh) que se relaciona con yugos (Lev. 26:13; Isa. 58:6, 9; Jer. 27:2; 28:10, 12, 13; Eze. 30:18; 34:27) pero que básicamente significa una “vara” o “poste”, tal como en 1 Crónicas 15:15, donde se hace referencia a los postes por medio de los cuales se llevaba el Arca. La palabra griega zy·gós, además de designar un yugo, puede aplicar a varios objetos que unen dos o más cosas. Por ejemplo, el astil de unas balanzas ‘unce’ dos platos entre sí; por lo tanto, por extensión, zy·gós puede significar la “balanza” misma, tal como en Revelación 6:5. Al igual que el término hebreo ‘ol (Gén. 27:40; Isa. 9:4), zy·gós también podría describir la barra de yugo que usaba una persona para transportar mercancías, distribuyendo equitativamente el peso en ambos extremos de la barra.

USO FIGURATIVO

Los esclavos a menudo tenían que llevar cargas (compárese con Josué 9:23; 1 Timoteo 6:1) y por esta razón el yugo apropiadamente representaba una condición de esclavitud o sujeción a otra persona, tal como la sujeción de Esaú a Jacob (Gén. 27:40), o a un gobernante o nación (1 Rey. 12:4-14; 2 Cró. 10:4-14; Eze. 34:27), así como un estado de opresión y sufrimiento. (Isa. 58:6-9.) Un yugo de hierro denotaba una esclavitud más severa que un yugo de madera. (Deu. 28:48; Jer. 28:10-14.) Y quitar o romper el yugo significaba liberación de esclavitud, opresión y explotación. (Lev. 26:13; Isa. 10:27; 14:25; Jer. 2:20; 28:2, 4; 30:8; Eze. 30:18.)

Cuando la ciudad de Jerusalén cayó ante el rey Nabucodonosor, los habitantes llegaron a estar bajo el yugo pesado de sumisión a Babilonia. Este yugo les fue especialmente duro a los hombres de edad avanzada, quienes nunca habían tenido que aguantar algo semejante en su vida. (Compárese con Isaías 47:6.) Aludiendo obviamente a esto en su lamentación sobre la destrucción de Jerusalén, Jeremías dijo: “Bueno le es al hombre físicamente capacitado llevar el yugo durante su juventud”. Si la persona aprende a llevar un yugo de sufrimiento en su juventud le será mucho más fácil llevarlo en la vida adulta, y lo hará sin perder la esperanza. (Lam. 3:25-30.)

En tanto que los individuos y las naciones han tratado de manera opresiva a otros, Jehová Dios nunca ha colocado un yugo opresivo, perjudicial, sobre sus fieles siervos. Por medio del profeta Oseas, Jehová les recordó a los israelitas su trato misericordioso: “Con las sogas del hombre terrestre seguí atrayéndolos, con las cuerdas de amor, de modo que llegué a ser para ellos como los que alzan un yugo de sus quijadas, y con dulzura llevé alimento a cada uno”. (Ose. 11:4.) Así pues, Jehová trató a los israelitas como el que levanta o desplaza un yugo lo suficiente como para permitir que el animal coma con comodidad. Fue solamente cuando quebraron su yugo de sumisión a Dios (Jer. 5:5) que llegaron a estar bajo el yugo opresor de las naciones enemigas. (Compárese con Deuteronomio 28:48; Jeremías 5:6-19; 28:14.)

La Ley dada a la nación de Israel era un yugo, puesto que los colocaba bajo obligaciones y responsabilidades para con Jehová Dios. Como lo que la Ley prescribía era santo, justo y bueno, no obraba para perjuicio de los israelitas. (Rom. 7:12.) Sin embargo, debido a su pecaminosidad e imperfección, no pudieron observarla a la perfección y por lo tanto resultó ser un yugo que ‘ni ellos ni sus antepasados fueron capaces de cargar’ (puesto que el quebrantarla resultó en condenación para ellos). Este fue el argumento de Pedro al mostrar que no era necesario imponer a los cristianos no judíos la obligación de observar la “ley de Moisés”. (Hech. 15:4-11.) La Ley misma no producía esclavitud, pero el pecado sí. (Rom. 7:12, 14.) Por lo tanto, el que alguien tratase de obtener la vida por medio de guardar la ley mosaica a la perfección no solamente sería imposible sino que también significaría dejarlo ‘restringido otra vez en un yugo de esclavitud’, ya que siendo pecador y esclavo del pecado estaría condenado por la Ley, y esta no proveía ningún sacrificio verdaderamente efectivo por los pecados, como lo hacía el rescate de Cristo. (Gál. 5:1-6.)

En el tiempo del ministerio terrestre de Jesús, los judíos se hallaban bajo el yugo de la ley mosaica, y además, cargados con muchas tradiciones de hombres. Concerniente a los escribas y fariseos, Jesucristo dijo: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas”. (Mat. 23:4.) Por lo tanto, desde un punto de vista espiritual, especialmente la gente común estaba sometida a muchas “cargas”. Por lo tanto Jesús pudo decir: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mat. 11:28-30.) Si el “yugo” en el cual pensaba Jesús era el que su Padre celestial había colocado sobre él, entonces estas palabras significarían que otros podían colocarse bajo el yugo con él y que él les ayudaría. Por otra parte, si el yugo era el que Jesús mismo pone sobre otros, entonces la idea sería someterse uno mismo a la autoridad y dirección de Cristo como discípulo suyo. En Filipenses 4:3 el apóstol Pablo probablemente se estaba refiriendo a un hermano en particular de la congregación filipense cuando empleó la expresión “genuino compañero de yugo”, es decir, compañero bajo el yugo de Cristo.

Puesto que el matrimonio une al esposo y a la esposa, es como un yugo. (Mat. 19:6.) Por lo tanto, el que un cristiano se casase con una persona incrédula resultaría en un “yugo desigual” (2 Cor. 6:14), haciendo muy difícil la unidad de pensamiento y acción.

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