SEDEQUÍAS
(“Jehová Es Justicia”).
Hijo de Josías y de su esposa Hamutal; el último rey judaíta que reinó en Jerusalén. Cuando le constituyó un rey vasallo, el rey babilonio Nabucodonosor le cambió el nombre de Matanías a Sedequías. Durante los once años de su reinado, Sedequías “continuó haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová”. (2 Rey. 24:17-19; 2 Cró. 36:10-12; Jer. 37:1; 52:1, 2.)
En 1 Crónicas 3:15 se dice que Sedequías era el ‘tercer’ hijo de Josías. Aunque por orden de nacimiento era realmente el cuarto hijo (compárese con 2 Reyes 23:30, 31; 24:18; Jeremías 22:11), es posible que en ese texto haya sido colocado delante de su hermano Salum (Jehoacaz) debido a que gobernó mucho más tiempo.
Cuando su padre, el rey Josías, fue mortalmente herido durante su intento de hacer retroceder a las fuerzas egipcias bajo el faraón Nekoh en Meguidó (c. 629 a. E.C.), Sedequías tenía aproximadamente nueve años de edad y su sobrino, Joaquín, unos seis. Entonces el pueblo nombró rey al hermano carnal de Sedequías, Jehoacaz, que tenía veintitrés años. La gobernación de Jehoacaz duró meramente tres meses, puesto que el faraón Nekoh lo depuso de su cargo y lo reemplazó con Eliaquim (bajo el sobrenombre de Jehoiaquim), que tenía veinticinco años de edad y era medio hermano de Jehoacaz y Sedequías. Al morir Jehoiaquim, Joaquín, su hijo, empezó a gobernar como rey. Parece que en ese tiempo los ejércitos babilonios bajo el rey Nabucodonosor estaban sitiando Jerusalén. Después de haber reinado durante tres meses y diez días, Joaquín se rindió ante el rey de Babilonia (617 a. E.C.). (2 Rey. 23:29-24:12; 2 Cró. 35:20-36:10.)
PRIMEROS AÑOS DE REINADO
Entonces, Nabucodonosor colocó a Sedequías sobre el trono de Jerusalén y le hizo jurar en el nombre de Jehová. Con este juramento, Sedequías se comprometió a ser un rey vasallo leal. (2 Cró. 36:10, 11; Eze. 17:12-14; compárese con 2 Crónicas 36:13.)
Parece ser que al principio del reinado de Sedequías llegaron mensajeros de Edom, Moab, Ammón, Tiro y Sidón posiblemente con la intención de hacer que Sedequías se uniese a ellos en una coalición para luchar contra el rey Nabucodonosor. (Jer. 27:1-3; la mención de Jehoiaquim en el versículo 1, en lugar de Sedequías, puede deberse a un error de transcripción; véase nota al pie de la página.) Las Escrituras no revelan exactamente lo que los mensajeros consiguieron. Posiblemente su misión no tuvo éxito, pues Jeremías instó a Sedequías y a sus súbditos a permanecer en sumisión al rey de Babilonia y también presentó barras de yugo a los mensajeros para simbolizar que las naciones de las cuales habían venido igualmente deberían someterse a Nabucodonosor. (Jer. 27:2-22.)
Fue también al principio de su reinado cuando Sedequías (por alguna razón que no se especifica en la Biblia) envió a Babilonia a Elasá y a Quemarías. Si este incidente aparece en orden cronológico, debió ocurrir en el cuarto año de la gobernación de Sedequías. (Jer. 28:1, 16, 17; 29:1-3.)
Sedequías fue personalmente a Babilonia en el cuarto año de su reinado. Probablemente lo hizo para presentar un tributo y así reafirmar a Nabucodonosor su continuada lealtad como rey vasallo. En esa ocasión, Sedequías fue acompañado por su comisario ordenador, Seraya, a quien el profeta Jeremías había confiado un rollo en el que se declaraba el juicio de Jehová contra Babilonia. (Jer. 51:59-64.)
Aproximadamente un año más tarde, Ezequiel empezó a servir como profeta entre los judíos exiliados en Babilonia. (Eze. 1:1-3; compárese con 2 Reyes 24:12, 17.) En el sexto mes del sexto año de gobernar Sedequías como rey (612 a. E.C.), Ezequiel vio una visión que reveló las prácticas idolátricas, incluyendo la adoración del dios Tamuz y del Sol, que se llevaban a cabo en Jerusalén. (Eze. 8:1-17.)
SE REBELA CONTRA NABUCODONOSOR
Aproximadamente tres años más tarde (c. 609 a. E.C.), contrario a la palabra de Jehová por medio de Jeremías y al juramento que el propio rey había hecho en el nombre de Jehová, Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor y recurrió a Egipto en busca de ayuda militar. (2 Rey. 24:20; 2 Cró. 36:13; Jer. 52:3; Eze. 17:15.) Debido a esto, los ejércitos babilonios bajo Nabucodonosor fueron contra Jerusalén. El sitio de la ciudad empezó “en el año noveno, en el décimo mes, el día diez del mes”. (Eze. 24:1-6.)
Puede que haya sido al comienzo de este sitio cuando Sedequías envió a “Pasjur hijo de Malkías y a Sofonías hijo de Maaseya, el sacerdote” para que compareciesen ante Jeremías con el fin de que este inquiriese de Jehová en cuanto a si Nabucodonosor se retiraría de Jerusalén. La palabra de Jehová por medio de Jeremías fue que la ciudad y sus habitantes experimentarían calamidad a manos de los babilonios. (Jer. 21:1-10.) Parece que después de esto, y según la dirección divina, Jeremías fue personalmente a ver a Sedequías para notificarle que Jerusalén sería destruida y que el rey sería llevado a Babilonia, donde moriría en paz. (Jer. 34:1-7.)
En la sitiada Jerusalén, Sedequías y sus príncipes vieron prudente hacer algo para cumplir con la ley de Jehová y ganar su favor. Aunque no era el año de Jubileo, celebraron un pacto para libertar a sus esclavos hebreos de la servidumbre. Pero luego quebrantaron este pacto al volver a esclavizar a los que habían dejado en libertad. (Jer. 34:8-22.) Parece que esto tuvo lugar en el tiempo en que una fuerza militar de Egipto llegó en defensa de Jerusalén, haciendo que los babilonios levantasen temporalmente el sitio para enfrentarse a la amenaza egipcia. (Jer. 37:5.) Quizás creyendo que los babilonios serían derrotados y que no podrían reemprender el sitio, los que habían dejado en libertad a hebreos esclavizados pensaron que el peligro había terminado y, por lo tanto, volvieron a someterlos a esclavitud.
Sedequías era un gobernante muy débil, como se desprende del hecho de que, cuando posteriormente los príncipes le solicitaron que diese muerte a Jeremías por, supuestamente, debilitar la moral del pueblo sitiado, Sedequías dijo: “¡Miren! Está en la mano de ustedes. Porque no hay absolutamente nada en que el rey mismo pueda prevalecer contra ustedes”. Sin embargo, después accedió a la solicitud de Ébed-mélec de rescatar a Jeremías e hizo que Ébed-mélec llevase consigo treinta hombres para ayudarle. Luego, Sedequías volvió a tener una audiencia privada con Jeremías. Le aseguró al profeta que no lo mataría ni lo entregaría en manos de los que intentaban darle muerte. Pero Sedequías temía represalias de los judíos que se habían pasado a los caldeos y, por lo tanto, no obedeció el consejo inspirado de Jeremías de rendirse ante los príncipes de Babilonia. Evidenciando de nuevo su temor, el rey le solicitó a Jeremías que no revelase a los suspicaces príncipes el tema que habían considerado en privado. (Jer. 38:1-28.)
CAÍDA DE JERUSALÉN
Finalmente (607 a. E.C.), en “el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, el día nueve del mes”, se abrió una brecha en los muros de Jerusalén. Durante la noche Sedequías y los hombres de guerra huyeron, pero fueron alcanzados en las llanuras desérticas de Jericó y Sedequías fue llevado ante Nabucodonosor, en Riblá. Los hijos de Sedequías fueron ejecutados delante de sus ojos. Puesto que entonces Sedequías solamente tenía treinta y dos años, los muchachos no podían haber sido muy mayores. Después de haber sido testigo de la muerte de sus hijos, Sedequías fue cegado, atado con grilletes de cobre y llevado a Babilonia, donde murió en la casa de custodia. (2 Rey. 25:2-7; Jer. 39:2-7; 44:30; 52:6-11; compárese con Jeremías 24:8-10; Ezequiel 12:11-16; 21:25-27.)