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  • El don de la soltería
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1952
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1952
w52 15/11 págs. 679-680

El don de la soltería

PARA muchas personas la idea de hablar de la soltería como un don parece extraña. No pueden ver cómo es posible llamar un don a la negación de lo que ellas consideran uno de los más vivos placeres de la vida (dado que la soltería cristiana incluye la castidad o continencia). El matrimonio, ellas razonan, sí, pero la soltería ¿un don?

Como autoridad para llamar a la soltería un don citamos al hombre más sabio y más grande que ha vivido, al Hijo de Dios. A sus discípulos dijo: “No todos los hombres hacen lugar para el dicho, sino únicamente los que tienen el don. Porque hay eunucos que nacieron así desde el vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho eunucos por causa del reino de los cielos. Quien pueda hacer lugar para eso haga lugar para eso.”—Mat. 19:11, 12, NW.

¿Por qué llamó Jesús a la soltería un don? Porque es algo que puede ser cultivado y usado efectivamente para el adelanto de la adoración verdadera en la tierra y para la propia felicidad de uno. Que el estado de soltería tiene definitivas ventajas para el ministro cristiano es evidente de las palabras del apóstol Pablo: “En verdad, quiero que estén libres de ansiedad. El hombre soltero está ansioso por las cosas del Señor, cómo podrá obtener la aprobación del Señor. Pero el hombre casado está ansioso por las cosas del mundo, cómo podrá obtener la aprobación de su esposa, y él está dividido. Además, la mujer soltera, y la virgen, está ansiosa por las cosas del Señor, para que pueda ser santa tanto en su cuerpo como en su mente. No obstante, la mujer casada está ansiosa por las cosas del mundo, cómo podrá conseguir la aprobación de su esposo. Pero esto se lo digo para su provecho personal, no para echarles un lazo, sino para incitarles a lo que es conveniente y a lo que representa el atender constantemente al Señor sin distracción.”—1 Cor. 7:32-35, NW.

Verdaderamente, el poder servir a Jehová Dios con mente y corazón indivisos, el poder dar a su obra nuestra atención constante sin distracción, es un don, y un don que debe ser altamente estimado. Sí, “también el que da su virginidad en matrimonio hace bien, pero el que no la da en matrimonio hará mejor” por causa de los mayores privilegios de servicio y la mayor felicidad correspondiente.—1 Cor. 7:38, NW.

Note otra razón que da Pablo para el cultivo de este don: “Además, esto digo, hermanos, el tiempo que queda está reducido.” (1 Cor. 7:29, NW) Debido a que el tiempo estaba reducido a Jeremías se le mandó que no se casara. (Jer. 16:2) ¿No tiene fuerza particular este argumento en nuestro día?

HACIENDO LUGAR PARA EL DON

Algunos toman las palabras de Jesús como que quieren decir que el don de la soltería no es para todos, de cierto no para ellos. Tratan de hacer que las palabras de Jesús signifiquen algo distinto, algo que él no dijo. Él manifestó que no todos harían lugar para este don. Lo harían los que “se han hecho eunucos por causa del reino de los cielos”. A los que tratan de hacer una excepción, se les podría preguntar lo siguiente: ¿Hasta qué grado están fallando en seguir el ejemplo de Pablo de tratar severamente su cuerpo y sujetarlo y guiarlo como a un esclavo? “El corazón es traicionero sobre toda otra cosa, y desesperadamente enfermo—¿quién puede entenderlo?”—Jer. 17:9, AT; 1 Cor. 7:29; 9:26, 27, NW.

¿Cómo hace uno lugar para el don de la soltería? Ante todo haciendo una decisión firme en la mente de no ceder a ninguna pasión sino conservar sus plenos poderes vitales y mantenerse libre del matrimonio para servir mejor a Jehová. Tal determinación hará más fuerte el dominio de sí mismo. Luego debe hacerse lugar para este don igual como se hace lugar en la vida para los otros dones, mediante abnegación, usando tiempo y energía para cultivar esos dones.

Para hacer esto tenemos que absorbernos en la obra del Señor como lo hizo Pablo. No podemos decir ‘Quisiera o me gustaría tener el don de la soltería’ y al mismo tiempo debilitar la fuerza de nuestro deseo o propósito interesándonos en cierta persona del sexo opuesto y cultivando intimidad estrecha con ella. No, tenemos que seguir tras esto que queremos tener, el don de la soltería, y tenemos que aceptar todas sus abnegaciones y las cosas necesarias para gozarlo. Tenemos que hacer lugar para este don en nuestros planes futuros.

Con el apóstol Pablo la soltería fué una cosa practicable, y él la persiguió de modo práctico. (1 Cor. 9:5) Fué honrado consigo mismo y de consiguiente se le dió el don. En vista de su don el Señor le impuso tantas responsabilidades que no tuvo tiempo para pensar en el matrimonio. Él comprendió que sencillamente no podría cumplir con sus responsabilidades si tuviera el cuidado y atención constantes de una esposa. Por eso es que él también declaró que si los cristianos casados deseaban participar en ciertos privilegios, hasta ese grado tendrían que actuar como si no estuvieran casados. Sí, ellos también deberían hacer lugar en su vida para los dones que desearan cultivar y usar para la alabanza de Jehová y para la bendición de otros.—1 Cor. 7:29-31, NW.

Pero, ya sea que estemos casados o solteros, usemos cualesquier dones que tengamos según la sabiduría que Dios nos da por medio de su Palabra y por medio de sus tratos con nosotros. Humildemente aceptemos cualesquier privilegios de servicio que se nos extiendan, usando cualquier habilidad y aptitud que tengamos, no entregando a otros los privilegios y oportunidades que Dios nos ha dado, los cuales nosotros mismos podemos ejecutar con gran gozo. Que cada uno manifieste aprecio por los dones que Dios le ha dado y así se pruebe digno del gran don de la vida eterna.

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