Una impresión duradera
ES GRANDE la ciudad de Nueva York. Las cosas pequeñas pasan inadvertidas. Aun las grandes parecen insignificantes, a menos que se destaquen como sus famosos rascacielos. Pero la ciudad de Nueva York puede ser impresionada, y eso fué exactamente lo que hizo la asamblea internacional de los testigos de Jehová de 1950. La ciudad arqueó sus “cejas” y estiró sus “orejas” cuando oyó decir de las tremendas multitudes en el estadio. Los diarios dedicaron mucho espacio a fotos y artículos, confesando su sorpresa y asombro.
El Times de Nueva York dijo: “Una pequeña ciudad [75,000, no tan pequeña] nació ayer bajo las graderías y al otro lado de la calle del estadio Yanqui. . . . Centenares de quinceañeros y hombres y mujeres maduros trabajaron todo el día. . . . Todos habían ofrecido trabajar sin pago. Desempeñaban sus quehaceres silenciosa, alegre y eficazmente. . . . No había nada de confusión. Un inspector del Departamento de higiene dijo: ‘Estoy fascinado. Nunca antes había visto nada funcionar tan suavemente.’” Unos días más y el Times informó que “el trabajo hecho por los trabajadores de limpieza desde el amanecer hasta el anochecer ha despertado la admiración de la policía de Nueva York y de los trabajadores de su Departamento de saneamiento. Ambos grupos declararon que esta muchedumbre convencionista es la más limpia de la historia del estadio.” Oficiales de la policía, comerciantes, dueñas de casas, todos experimentaron un cambio de actitud debido a la asamblea.
Después de dos años éstos todavía hablan de la convención. Ha sido duradera la impresión que dejaron los testigos de Jehová procedentes de todas partes del mundo. Sería imposible dar demasiado énfasis a lo valioso que será repetir la asamblea en 1953, en una escala aun mayor. Todo siervo dedicado debe darse cuenta de la magnitud de esta asamblea y apreciar profundamente lo necesario que es el estar presente. El que usted pase ocho días en la ciudad de Nueva York pudiera resultar en vida eterna en el Nuevo Mundo para una de las otras ovejas del Señor. Considérelo.