Preguntas de los lectores
● ¿Son veraces los cargos que se hacen en un tratado contra los testigos de Jehová de que el primer presidente de la Sociedad fué inmoral, hizo explotación vendiendo algún trigo de nombre misterioso a $65 los 35 litros, y que cometió perjurio cuando se le preguntó en el tribunal si podía leer el griego?—C. W., Carolina del Norte.
No. Fueron falsedades deliberadas. Jamás se probó ninguna acción inmoral en contra de Carlos Taze Rússell, el primer presidente de la Sociedad Wátchtower. En un litigio para manutención separada el abogado de la Sra. de Rússell dijo: “No hacemos ninguna acusación de adulterio”; y la Sra. de Rússell, que hizo todo lo posible por desacreditar a su esposo (su principal objeción era que él no le permitía controlar la pauta de la revista Watchtower), específicamente dijo que ella no le acusaba de inmoralidad. Cuando críticos que no le conocían pensaron que podían tomar partes del juicio y difamar su buen nombre, él juró: “Jamás fuí culpable de inmoralidad para con persona alguna. . . . Además, jamás he deseado serlo.” Los que le conocían personalmente respetaban profundamente su integridad. J. F. Rútherford, alguien que se convenció lo suficiente acerca de la importancia de la obra cristiana que el hermano Rússell hacía como para también dedicar su vida y fondos a ella, y quien sucedió a Rússell como presidente de la Sociedad, dijo en el funeral de Rússell: “Verdaderamente puede decirse que el carácter del pastor Rússell fué y es intachable.”
Los hechos acerca del “Trigo milagroso” igualmente han sido tergiversados. El hermano Rússell estaba interesado en cualquier cosa relacionada con la predicción bíblica de que el desierto florecería como la rosa y la tierra daría su fruto. De modo que, cuando la prensa pública informó acerca de una nueva y extraña clase de trigo, llamado “Trigo milagroso” por su cultivador original, el hermano Rússell dió a conocer esto en La Atalaya, junto con un informe del gobierno sobre él. Algunos lectores de La Atalaya se pusieron en contacto con el cultivador, que no estaba conectado de manera alguna con la Sociedad Wátchtower, y compraron algo del trigo. Cuando su trigo produjo semilla la ofrecieron como una contribución a la Sociedad. El cultivador original vendía la semilla a $1.25 la libra, por eso sugirieron que su contribución se fijara en $1.00, y que todo el dinero que se recibiera se diera a la Sociedad. La Sociedad no hizo ninguna pretensión en cuanto al trigo basándose en su propio conocimiento, aunque éste ganó varios premios grandes en la Feria estatal antes de que se agotara. El hermano Rússell ni le puso nombre ni hizo lucro con él; el dinero entró como donación a la obra misionera cristiana. Cuando otros criticaron esta venta, se dijo a todos los que habían contribuído que si estaban descontentos se les devolvería su dinero, y el dinero se guardó por un año con este propósito. Ni una sola persona lo pidió. Los únicos críticos fueron los que no tuvieron conocimiento verdadero del asunto, que meramente fué una venta de donación para beneficio de la Sociedad—tan clara y franca como la venta de pasteles en beneficio de alguna iglesia.
El cargo de “perjurio” no se hizo en el tribunal, sino en un tratado escrito más tarde por un calumniador irresponsable contra quien el hermano Rússell había entablado un juicio por libelo. El registro oficial del caso en cuestión (Tribunal de la policía de la ciudad de Hámilton, Ontario, 17 de marzo de 1913) dice: “P. Entonces, ¿usted no profesa estar instruído en el idioma latín? R. No señor. P. ¿O en griego? R. No señor.” Después de esto se le preguntó si sabía letras griegas individuales, y fué sobre esto que surgió la discusión en cuanto a su conocimiento del griego. Esta falsa acusación de “perjurio” ha sido repetida por muchos que jamás fueron a esta ciudad canadiense a examinar este viejo registro de tribunal para ver si están esparciendo la verdad o mentiras. No sólo ha sido puesta de otra manera la pregunta que ellos “citan”, sino que el hermano Rússell específicamente había dicho que no sabía griego.
En otro tratado se puede ver hasta qué grado los críticos deliberadamente falsifican dichas citas. En éste se dice que los testigos de Jehová niegan el rescate y se trata de apoyar esto con una cita del tomo 5, página 127, de los Estudios en las Escrituras: “El sufrimiento de Jesús no pagaría la deuda del pecado.” Aquí está lo que el libro realmente dice: “Cierto, el salario del pecado no era sufrimiento, sino muerte; y por consiguiente el sufrimiento solo por parte de nuestro Señor no pagaría el salario del pecado para nosotros: era absolutamente necesario que él ‘gustase la muerte por todo hombre.’” El libro dice exactamente lo contrario de lo que el tratado alega que dice.
Con dichas mentiras y datos tergiversados los críticos se condenan a sí mismos. A ellos no les gustaría ser clasificados con los ultramodernistas que acusan a Jesús de ser ilegítimo, pero ellos descienden al mismo nivel bajo concerniente a otros hombres cuya vida se usó desinteresadamente en el servicio de Dios.