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  • La basílica de San Pedro ¿sitio de la tumba de Pedro?

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  • La basílica de San Pedro ¿sitio de la tumba de Pedro?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 15/9 págs. 549-552

La basílica de San Pedro ¿sitio de la tumba de Pedro?

¿ESTUVO alguna vez Pedro en Roma? Aunque ha habido mucha tradición que así lo declare, en algunos casos remontándose hasta el segundo siglo d. de J. C., no ha habido verdadera prueba de ello. Según la tradición Pedro sufrió martirio en el lugar donde estaba el antiguo circo de Nerón, donde se dice que también fué sepultado. Se dice que el sitio de su tumba ha sido venerado desde el segundo siglo y que sobre éste edificó Constantino la primera basílica de San Pedro, la cual fué empezada en 323 d. de J. C. pero no fué completada sino hasta después de su muerte.

Más o menos en 1503 se empezó la presente basílica de San Pedro, y fué completada después de 127 años, cerca de 1630, a un costo de 48 mil millones de dólares. Incidentalmente, la campaña para juntar fondos para la obra de construcción, campaña que en Alemania el monje Tetzel llevó a cabo por medio de la venta de indulgencias, fué una de las causas directas de la Reforma alemana efectuada por Lutero. Según Life, la basílica tiene 710 pies de largo, 452 pies de alto, y un máximo de 450 pies de ancho. Todo lo cual hace de ella la basílica más grande del mundo.

Con el fin de conseguir más espacio para poder cumplir con el deseo de Pío XI, que quería que lo sepultaran al lado de Pío X en la cripta de entierro bajo la basílica de San Pedro, se iniciaron excavaciones en 1939, y al hallar que el área era de interés arqueológico, la excavación se extendió grandemente. En 1946 el Illustrated London News del 7 de septiembre, bajo el encabezamiento “El descubrimiento arqueológico más importante que se ha hecho durante la guerra: tumbas romanas bajo la basílica de San Pedro en Roma,” contó del hallazgo de una necrópolis o cementerio romana entera debajo de la basílica de San Pedro en la que había tumbas paganas y cristianas que eran de mediados del segundo siglo hasta el fin del tercer siglo d. de J. C. También se hallaron varios sarcófagos hermosamente esculpidos que tenían los nombres de las personas sepultadas en ellos, así como también esqueletos, joyas, etc.

Según dice este periódico: “Los descubrimientos actuales ponen fin a la tradición de que la basílica de Constantino se fundó sobre el sitio del circo de Nerón y Calígula en donde, según la tradición, se efectuó el martirio de San Pedro. Ha sido causa de sorpresa el que no se haya hallado bajo la basílica de San Pedro señal alguna del circo o de la vía Cornelia, ambos de los cuales los antiguos topógrafos muestran bajo la basílica del Vaticano.” Sin embargo, parece que el circo no estaba muy lejos de allí, ya que en una inscripción se pedía una sepultura “en el Vaticano cerca del Circo”.

Life, en su número del 27 de marzo de 1950, dedicó unas doce páginas a estos descubrimientos bajo la basílica de San Pedro, y presentó un informe dado por el monseñor Kaas (muerto desde entonces), quien estaba encargado del trabajo. Después de relatar las circunstancias que dieron principio al trabajo y las dificultades que experimentaron, Kaas dice que “cualquier creyente que haya pasado a través de la necrópolis excavada” y que se halle en “la vecindad inmediata del lugar que la tradición cristiana asigna a la tumba de San Pedro, sucumbe a la silenciosa pero elocuente lógica de sus alrededores”.

Pero ¿qué hay del no católico? ¿Cuán válidos considera él estos hallazgos? “Tal vez los no creyentes no vean esta afirmación en la misma luz,” dice Kaas; pero arguye que la evidencia desafía a los “no creyentes a que presenten prueba que contradiga lo que afirma la arqueología”. Otro informe de razonamiento parecido se publicó en el Times de Nueva York el 20 de diciembre de 1951, en el cual se citaba la pretensión del Vaticano de tener evidencia “científicamente indisputable”. Pero el Plain Dealer de Cléveland del 21 de diciembre de 1951, bajo el encabezamiento “Científicos del Vaticano informan de entierro sin tumba de San Pedro”, declaró: “Los peregrinos que visitan las grutas del Vaticano podrán llegar hasta 10 pies del lugar donde dicen las autoridades del Vaticano que está sepultado San Pedro, pero no podrán ver su tumba. Porque no hay tumba.” Parece pues que en vez de una tumba lo que se descubrió fué una “sepultura hecha de albañilería tosca, como las que se hacían para los más pobres” y de la cual sólo quedaba una pared.—Times, 21 de diciembre de 1951.

En el mismo número del Times se dijo que “en todo el alrededor había prueba palpable de que los cristianos veneraban ese lugar desde la mitad del primer siglo”. Otros informes declaraban que dicha veneración se remontaba hasta la segunda mitad del segundo siglo. Todos estos despachos, ha de notarse, eran de diciembre de 1951. Pero como un año más tarde sale un despacho en el Times del 24 de noviembre de 1952, bajo el encabezamiento: “Puede que la tumba de San Pedro conduzca a nuevos hallazgos. Tal vez dentro de poco tiempo tengamos evidencia que una la tradición de la sepultura de San Pedro a una generación más próxima al tiempo de su propia vida que aquella a que la han unido las excavaciones recientes bajo la basílica de San Pedro, dijeron hoy oficiales del Vaticano.

“Recientemente los arqueólogos descubrieron la primera evidencia escrita bajo la basílica de que el lugar era considerado como el lugar de la sepultura de San Pedro por lo menos allá en los primeros años del cuarto siglo. La evidencia que fué presentada esta semana en la Academia romana pontifical de arqueología por el profesor Margherita Guarducci, especialista en antiguas inscripciones romanas, quizás se remonte hasta los últimos años del tercer siglo o aun al período que siguió inmediatamente al año 250.

“La evidencia—trazos en la pared de un mausoleo pagano bajo la basílica—incluía una inscripción” que “era un ruego a San Pedro para que orara por los cristianos sepultados cerca de él”. También había un retrato, que evidentemente tenía por objeto representar a Pedro, con la palabra “Petrus”.

Respecto a otras escrituras en el lugar, el Tribune de Nueva York declaró el 21 de diciembre de 1951: “Los garabatos—parecidos a centenares de garabatos que aun hoy pueden hallarse en las diferentes paredes de la basílica desde que los soldados americanos la visitaron durante la II Guerra Mundial—incluyen evidencia de que los antiguos visitantes creían que se podía venerar a San Pedro en este lugar.”

¿Por qué será que los informes primero dicen que el lugar era venerado en la segunda mitad del segundo siglo y aun del primero, y luego como un año después declaran que información anterior señalaba sólo a la primera parte del cuarto siglo pero que ahora hay evidencia que muestra veneración en la segunda parte del tercer siglo? ¿No revela todo esto el deseo que hay de hacer que la evidencia se ajuste a la tradición en vez de dejar que la evidencia hable por sí misma? Ninguna de las inscripciones declara que Pedro fué sepultado allí. Y aunque digamos que prueban que Pedro fué venerado en ese lugar, sólo prueban que la tradición existía en la segunda mitad del tercer siglo, no que la tradición en sí misma sea verídica.

EL TESTIMONIO BÍBLICO

Ya que las tradiciones que dicen que Pedro estuvo en Roma no se remontan hasta su día, observemos lo que la Palabra de Dios dice sobre el tema, puesto que eso se escribió en el tiempo de Pedro. Por más que busquemos no hallamos ni siquiera un indicio de que Pedro jamás haya estado en Roma, mucho menos de que él haya sido obispo en ésa. Y no sólo permanecen calladas las Escrituras en cuanto a que Pedro haya estado en Roma, no dando de ello prueba directa o circunstancial, sino que dan la más fuerte clase de evidencia circunstancial de que Pedro nunca estuvo en Roma.

Pablo escribió una carta a los romanos y en ella envía saludos a veintiséis diferentes personas, pero no hace mención de Pedro. ¿Podemos imaginarnos por un momento que Pablo pasaría por alto tan completamente a Pedro si Pedro hubiese estado en Roma y Pablo le estuviera escribiendo a la congregación de Pedro?, porque eso es lo que hubieran sido los cristianos de Roma si Pedro hubiese estado allí y sido su obispo. ¡Y no sólo obispo sino también vicario de Cristo! ¿Es razonable creer que Pablo se hubiera atrevido a pasar por alto adrede al sucesor de Cristo?—Rom. 16:1-24.

Además, la carta de Pablo está llena de instrucciones para corrección. ¿Por qué habría necesidad de que Pablo instruyera a los cristianos romanos respecto a tantos asuntos si Pedro, el vicario de Cristo, estaba allí con ellos? ¿Podríamos imaginarnos a Pablo tratando de corregir a los discípulos de Jesús mientras que Jesús estuviera con ellos, como si Jesús hubiese dejado de darles la debida instrucción? ¿Es razonable concluir que si los cristianos romanos hubiesen estado bajo la tutela de algún vicario de Cristo Pablo hubiera tenido que escribirles?

También note que vez tras vez en sus cartas desde Roma Pablo menciona a otros que están allí con él, algunos de los cuales se unieron a Pablo en enviar saludos. ¿No es extraño, si Pedro también estaba en Roma como vicario de Cristo y cabeza de todas las congregaciones cristianas, que Pablo no hiciera arreglos para que Pedro también enviara sus saludos, bendiciones, etc., a las diferentes congregaciones a las cuales él escribía?

Según el Times de Nueva York, “se considera que” la identificación de la basílica de San Pedro como el lugar de la sepultura del apóstol Pedro “ha destruído las dudas que fueron expresadas durante y después del período de la Reforma respecto a los datos históricos que dan fe de la presencia física de Pedro en Roma. Puede decirse que la línea entera de sucesión papal depende de este punto”. Si eso es cierto, ¿no es extraño que se haya desenterrado tanta información definitiva respecto a personas paganas, sus nombres, tumbas, restos verdaderos, inscripciones, etc., y sin embargo que Dios deje que la evidencia de que Pedro haya sido sepultado en la basílica de San Pedro sea tan dudosa, equívoca y ambigua como para hacer que cualquier deducción relativa a ella no sea nada más que especulación?

Si “puede decirse que la línea entera de sucesión papal depende de” que los restos de Pedro estén enterrados debajo de la basílica de San Pedro o no, entonces hay que admitir que no tiene base, porque las excavaciones recientes debajo de la basílica no han producido nada que fortalezca la posición de la Iglesia católica romana en lo que concierne a esto.

Entonces, ¿qué debemos concluir? Que por una parte la arqueología a lo más sólo apoya el hecho de que había una tradición de que se podía venerar a Pedro en la colina del Vaticano, no de que la tradición de que Pedro haya estado en Roma sea cierta, ni de que él haya sido sepultado allí. Por otra parte, que las Escrituras proporcionan la clase más fuerte de evidencia circunstancial de que Pedro nunca estuvo en Roma. Por lo tanto la basílica de San Pedro no es el sitio de la tumba de Pedro.

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