Preguntas de los lectores
● Zacarías 12:10 declara: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron; y se lamentarán a causa del que hirieron como quien se lamenta a causa de un hijo único, y estarán en amargura por él, como uno que está en angustia por su primogénito.” Jehová es quien habla, y suena como si él fuera el traspasado en vez de Jesús: Algunos alegan que esto demuestra que Jehová y Jesús son uno en una trinidad. Por eso ¿cómo debe explicarse Zacarías 12:10?—R. B., Nueva York.
Para evitar lo que parece ser un traspasamiento de Jehová algunos de los manuscritos hebreos posteriores dicen “mirarán a aquel, a quien traspasaron,” más bien que “mirarán a mí, a quien traspasaron.” Al principio estos manuscritos judíos posteriores muestran esto en el Keri, o lectura corregida en el margen; pero con el tiempo en algunos manuscritos el cambio se introdujo en el cuerpo del texto mismo. La traducción de Rótherham, basándose en estos manuscritos posteriores, ofrece “aquel” en una nota al pie de la página como una lectura aceptable en lugar de “mí.” Igual lo hace la Versión Normal Americana. Algunas traducciones modernas, tales como Móffatt y Una Traducción Americana, y la Versión Normal Revisada, usan “él” en vez de “mí” en el cuerpo principal del texto mismo. Sin embargo, los manuscritos más antiguos y mejores dicen “mí” en vez de “él.”
En lo que toca a traspasamiento literal, esto aconteció en el caso de Cristo Jesús, y en Juan 19:37 la profecía de Zacarías 12:10 se cita y se aplica a Jesús: “Mirarán a aquel a quien traspasaron.” (NM) Ellos no traspasaron literalmente a Dios, que estaba en el cielo y a quien Jesús habló cuando estaba sobre el madero de tormento. (Mat. 27:46; Luc. 23:46) Dios no podía morir, para luego resucitarse. (Sal. 90:2) Empero visto que Jesucristo fué el representante de Jehová que llegó a ser “la representación exacta de su mismo ser,” al traspasar a Jesús se podía decir que ellos habían traspasado a Jehová. (Heb. 1:3, NM) Cuando envió a sus seguidores a predicar, Jesús dijo: “El que recibe a ustedes me recibe también a mí, y el que me recibe a mí recibe también al que me envió.” (Mat. 10:40, NM) Esto muestra que al recibir a Jesús recibimos a Jehová quien lo envió. De manera semejante, el traspasar a Jesús es traspasar a Jehová quien lo envió. Esto no demuestra que Jesús y Jehová son uno solo, así como no demuestra que Jesús y sus seguidores literalmente son uno solo. En otro caso Jehová mostró que el rechazar a su representante es rechazarlo a Él. Cuando Samuel fué el juez designado de Jehová sobre Israel el pueblo vino pidiendo un rey en vez de un juez. Samuel se disgustó cuando el pueblo dijo: “Pon sobre nosotros un rey que nos juzgue.” Pero Jehová le dijo a Samuel: “No te han desechado a ti, sino a mí me han desechado.” (1 Sam. 8:4-7) Al rechazar al representante de Jehová ellos rechazaron a Jehová, en realidad; pero eso no hizo a Samuel uno solo con Jehová en una trinidad.
Algunos que fueron usados como instrumentos para efectuar el empalamiento de Jesús comprendieron su error y se asustaron; las muchedumbres que habían aprobado el traspasamiento se golpearon el pecho cuando vieron su error craso, y más tarde algunos de los implicados se arrepintieron y siguieron a Cristo. (Mat. 27:54; Luc. 23:47, 48; Hech. 2:23, 36-42) Pero la única amargura y lamentación que sintieron los instigadores religiosos del traspasamiento vino cuando las cosas no resultaron plenamente a favor de sus intereses egoístas. Los únicos que verdaderamente se lamentaron fueron sus seguidores fieles. (Luc. 24:17) Pero como Zacarías 12:10 también predijo, cerca de este tiempo el espíritu de Jehová fué derramado sobre el resto fiel del Israel natural, en el Pentecostés. Así que el texto tuvo su cumplimiento en miniatura.
En la segunda presencia de Cristo Jesús se efectúa el cumplimiento completo. Sus seguidores son perseguidos y encarcelados y algunos son muertos, y la obra de anunciar al Rey y el reino de Jehová es traspasada y muerta. Estas cosas que se hacen a la obra y a los seguidores de Cristo se consideran como hechas a él; los perseguidores son acusados de traspasarlo a él. Cualquier lamentación por parte de ellos es con temor egoísta cuando ven venir sobre ellos las consecuencias deplorables de sus actos. La única lamentación verdadera es por parte del pueblo de Jehová que se había dejado llegar a faltarle a Jehová en sus deberes y ser llevado cautivo al sistema mundano de Satanás y hecho inactivo en el servicio de Jehová. Pero Jehová vino al rescate de este resto del Israel espiritual, lo limpió, derramó su espíritu o fuerza activa sobre él, y bajo el entronizado Rey Cristo Jesús la obra fué revivificada. (Mat. 25:40, 45; Apo. 1:7; 11:1-13) Su lamentación fué reemplazada por regocijo.
Por consiguiente no puede entenderse apropiadamente que Zacarias 12:10 respalde la doctrina de la trinidad.