‘Palabras dichas oportunamente’
● En la región de las minas de hulla del nordeste de Francia se hallan, por lo general, tres clases de personas: católicos firmes, comunistas y los indiferentes. Allí sucede a menudo que un católico le diga a un testigo de Jehová: “Su religión no es francesa. Viene de América,” completamente pasando por alto el hecho de que su religión tampoco es francesa, sino que viene de Roma.
● En un pueblecillo de esta región un sacerdote le preguntó a un testigo de siete años de edad que estaba de pie en la esquina de una calle ofreciendo literatura bíblica a los que iban pasando si se le estaba pagando por hacer eso. “Pues sí,” contestó él, “naturalmente. Todo trabajador merece un salario. Jehová me dará vida eterna en el nuevo mundo. ¿Qué creía usted que mi pago sería?” El sacerdote se fué sin decir una sola palabra.
● En otro pueblo un testigo de Jehová que tenía 78 años de edad fué visitado por su presbítero católico. Este le dijo: “No entiendo por qué usted ha abandonado su religión después de haber estado en ella tanto tiempo. ¿Cómo es que se volvió tan loco a su edad?” El testigo contestó: “Usted está muy equivocado—precisamente lo contrario es la verdad. Yo estaba loco y me encontré entre locos por setenta y siete años. Desde entonces he sido sanado espiritualmente. Sí, teniendo 77 años todavía le estaba llamando a usted ‘Padre,’ cuando tengo bastantes años para ser su abuelo.”