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  • ¿Hubiera Cristo proclamado un “Año Mariano”?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 15/5 págs. 293-296

¿Hubiera Cristo proclamado un “Año Mariano”?

CRISTO Jesús mientras estuvo sobre la tierra guardó la ley de Dios perfectamente. Por lo tanto les tuvo debido respeto a su padre adoptivo y su madre, porque la ley de Dios requería que él los honrara. Pero si estuviera él presente hoy día ¿proclamaría un “Año Mariano” como proclamó su presunto vicegerente, el papa de Roma?

¿Un “Año Mariano”? Sí, el Times de Nueva York del 27 de septiembre de 1953 informó que el 8 de septiembre, que, incidentalmente, se pretende que es el cumpleaños de María, el papa publicó su vigésima quinta encíclica, la cual él llamó “Fulgens Corona,” es decir, la “Corona fulgurante,” en la cual designó al 1954 como un “Año Mariano” por el hecho de que había de ser dedicado a la veneración de María.

En esta encíclica el papa pidió que todos los cristianos, católicos y no católicos sin distinción, hicieran del año uno de oración especial. Entre las muchas cosas por las que habían de orar, tres fueron recalcadas en particular: la paz del mundo, la unidad de la iglesia, y libertad para la iglesia en tierras totalitarias. Ninguna peregrinación había de hacerse a Roma, ya que éste sólo era un “Año santo pequeño”; sin embargo, toda iglesia católica sería un santuario especial, con énfasis especial en el caso de iglesias que llevan el nombre de María y santuarios especiales donde se dice que ha aparecido, tal como el de Lourdes, Francia.

¿Y por qué designó el papa al 1954 como un año mariano? Porque es el centésimo aniversario de la promulgación del dogma de la concepción inmaculada de la Virgen María, que, según el párrafo inicial de esta encíclica, sostiene “que la Beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fué preservada de toda mancha de culpa original por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, atendidos los méritos de Jesucristo, salvador del género humano.”

¿APOYO BÍBLICO?

El que Cristo Jesús hubiera proclamado o no un año mariano dependería ante todo de si María fué concebida sin pecado o no. Como cristianos nosotros, por supuesto, aceptamos la Palabra de Dios como autoridad nuestra. ¿Encontramos en ella algo que apoye el dogma bajo discusión? No encontramos nada. Aun la Catholic Encyclopedia, vol. VII, página 675, admite que “ninguna prueba directa o categórica y estricta del dogma puede sacarse de la Escritura.” ¿No es extraño que un dogma, la negación del cual merece excomunión, no se mencione absolutamente en las Escrituras? ¿Y que aun tales “padres” de la iglesia primitiva como Orígenes, Basilio y Crisóstomo no se hayan adherido a él?

Sí, sería extraño el que un dogma esencial para la salvación no se mencionara en las Escrituras. Pero la realidad es que no sólo no se menciona el dogma de la concepción inmaculada de María en las Escrituras sino que ellas enseñan precisamente lo contrario. Clara e inequívocamente declaran: “Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios.” “Todos habían pecado.” “Si decimos que no hemos pecado, le desmentimos y su palabra no está en nosotros.”—Rom. 3:23; 5:12; 1 Juan 1:10, NC.

También sabemos por las Escrituras que Jesús fué una excepción a lo susodicho. Repetidamente se nos asegura que él fué sin pecado: “El cual no cometió pecado alguno.” Él fué “santo, inocente, inmaculado, segregado de los pecadores,” y, aunque fue tentado en todo sentido como somos tentados nosotros, no obstante permaneció “fuera del pecado.” (1 Ped. 2:22; Heb. 7:26, TA; 4:15, NC) Además, él no podría haber dado su vida como rescate si hubiera estado contaminado con el pecado.—Mat. 20:28; 1 Tim. 2:5, 6, NC.

Pero ni una palabra encontramos acerca de que María también haya sido una excepción. Si es necesario que se nos recuerde repetidamente en las Escrituras que Jesús no tuvo pecado, ¿no sería aun más imperativo el que la excepción de María se trajera a nuestra atención clara, estricta y categóricamente, si ella también fuera una excepción? El alegar que era necesario que María fuera sin pecado para que Jesús pudiera estar sin pecado hubiera hecho necesario que tanto el padre como la madre de María estuvieran sin pecado, ¡y así sucesivamente hacia atrás! No, las Escrituras no admiten el dogma de la concepción inmaculada de María y por eso Cristo Jesús no hubiera proclamado un año mariano en celebración del centésimo aniversario de su promulgación.

¿MARÍA SIEMPRE VIRGEN?

Aunque las Escrituras declaran que ‘en pecado nos concibió nuestra madre,’ la pretensión se hace de que María es “siempre virgen” y por lo tanto pudo haber permanecido libre de pecado. Pero ¿qué dicen las Escrituras? En Mateo 1:25 (Scío) leemos que José no “conoció” a María, es decir, no tuvo relaciones sexuales con ella, “hasta que parió a su hijo Primogénito.” Claramente lo que se deduce es que después que Jesus nació José tuvo relaciones sexuales con ella. Además note que Lucas también se refiere a Jesús como el “Hijo primogénito” de María, lo que denota que ella tuvo otros hijos. ¿Por que no manifestó claramente Mateo que José nunca tuvo relaciones sexuales con María, y por qué no manifestó Lucas que María dió a luz a Jesús como hijo único? Porque los dos sabían que María tuvo otros hijos, que ella no fué “siempre virgen.”—Sal. 50:7a; Luc. 2:7, TA.

Por eso leemos de los conocidos de Jesús diciendo: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? ¿Sus hermanas no están todas entre nosotros?” No puede argüirse que éstos eran sus “hermanos” espirituales, porque se nos dice claramente que estos hermanos no creían en él. En realidad, él contrastó a éstos con sus seguidores verdaderos, diciendo: “Quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” Mat. 13:54-56; Juan 7:35; Mat. 12:48-50, NC.

Ni puede argüirse que éstos sólo eran parientes masculinos y femeninos tales como primos. ¿Por qué no? Porque cuando se menciona un primo, como cuando el ángel Gabriel habló a María acerca de su prima Elisabet, se usa la palabra griega syngenés, mientras que cuando se mencionan los hermanos y hermanas de Jesús se usan las palabras griegas adelphós y adelphé.—Luc. 1:36, Dy.

¿VENERÓ JESÚS A SU MADRE?

Según la encíclica del papa todos los hombres deben orar a María concerniente a muchos asuntos. Pero ¿hay algún apoyo bíblico para dicha amonestación? ¿Dirigió peticiones a ella alguno de los cristianos primitivos, mientras ella vivía o después de su muerte? Si la iglesia primitiva hubiera venerado a María y hubiera dirigido peticiones a ella podemos estar seguros de que tendríamos un registro bíblico de ello. En ninguna parte leemos que ellos hicieron peregrinaciones a donde estaba ella, que la veneraron, o le dirigieron peticiones a ella.

¿Por qué no? Porque comprendían que María no era importante en sí misma. Recibió una asignación de Dios como esclava o doncella para suministrar un cuerpo humano para el Hijo de Dios, y eso hizo ella. Al proceder así sólo cumplió con su deber, y, semejante a todo el resto de los esclavos imperfectos de Dios, todavía era sólo una mujer que podía decir: “Soy una esclava que no sirvo para nada.” Eso en sí mismo no le garantizaba salvación ni la hacía un objeto digno de veneración.—Luc. 17:10, NM.

Seguramente si alguien debió haberle dado honor por lo que hizo hubiera sido su hijo Jesús. Pero ¿se lo dio? ¡Lejos de ello! De hecho, a medida que examinamos las Escrituras encontramos que en cada caso en que Jesús se dirigió a ella se refiere a ella, no como “santa madre,” o “querida madre,” ni siquiera como “madre,” sino simplemente como “mujer,” el mismo término que usó cuando habló a la mujer inmoral al lado del pozo. Siempre su manera fué objetiva y no subjetiva. Cuando su madre lo reprendió a la edad de doce años, él no aceptó mansamente la reprensión, sino que la corrigió, diciendo: “¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había yo de estar en casa de mi padre?”—Juan 4:21; Luc. 2:49, BC.

Al mismo principio de su ministerio cuando asistió a las bodas de Caná, su madre llamó su atención al hecho de que el vino se había acabado. ¿Respondió él obsequiosamente: “Gracias, madre querida. ¿Qué quiere usted que haga yo?” No, no respondió así, sino que el sentido de su respuesta fué como se dió por el monseñor Knox en su nota al pie de la página: “Déjeme solo, no se meta conmigo.” Y de nuevo fué “mujer,” no “madre.”—Juan 2:15, Kx.

En otra ocasión Jesús dijo: “Nadie es bueno, salvo uno, Dios.” Y en ese “nadie” él incluyó también a su madre María. Como prueba de eso, note su respuesta a la mujer que trató de alabar a la madre de él, diciendo: “¡Feliz el vientre que te cargó y los pechos que mamaste!” Ningún consentimiento, sino: “No, más bien, ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” En lo que tocaba a Jesús su madre no era mejor o más bendita que algún otro de sus discípulos fieles.—Luc. 18:18, 19; 11:27, 28, NM.

La exaltación de una mujer no se enseña en ninguna parte de las Escrituras, pero se encuentra por dondequiera en las religiones paganas. Cristo Jesús mientras estuvo sobre la tierra, así como sus discípulos inmediatos, magnificó el nombre, bondad y reino de su Padre. Dirigió sus peticiones a su Padre y enseñó a otros a que hicieran igual. Ni una sola vez leemos que él haya tratado de la bondad de María o su porción bendita. La trató objetivamente. En vista de todo esto, si estuviera Cristo Jesús aquí hoy ¿proclamaría al 1954 un “Año Mariano”? ¡No lo haría!

La Iglesia católica romana al exaltar a María se hace objeto de la crítica de Pablo que se halla en Romanos 1:25 (NM): “Aun a aquellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira y veneraron y rindieron servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó, que es bendito para siempre.”

[Notas]

a Sal. 51:5 en versiones no católicas.

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