Quemador de literatura bíblica quema ídolos
● Hace unos años un policía de la aldea Bourlamaque, de la provincia de Quebec, fué enviado por el sacerdote a recoger alguna literatura que los testigos de Jehová habían dejado en ciertos hogares. Él llevó parte de la literatura y se la entregó al cura pero se quedó con parte de ella porque quería examinarla por sí mismo. Cuando su esposa vió la literatura inmediatamente la arrojó al fogón. El policía siguió consiguiendo más literatura de las personas que habían mostrado interés, y su esposa, una católica muy devota, siguió quemándola. Esto siguió así por unos dos años. Entonces un día la esposa descubrió una de las revistas de la Sociedad en el bolsillo del sobretodo de su esposo. La leyó y luego la quemó para que su esposo no se diera cuenta de que ella empezaba a interesarse en la información después de haber sido tan fervorosa católica. La próxima vez que vino un testigo a la puerta lo invitó a que entrara. Antes de esta ocasión los había echado, literalmente. Esta vez consiguió un ejemplar de La Atalaya. Su esposo, el policía, la descubrió leyéndola, de modo que los dos leyeron la revista juntos. Poco tiempo después su esposo dejó su trabajo de policía y aceptó una “colocación más honrada,” como lo expresó él. Desde entonces se han suscrito a La Atalaya y ¡Despertad! y conseguido toda la demás literatura que les fué posible obtener. Se ha empezado un estudio de la Biblia en su hogar y ellos han quitado todas sus estatuas religiosas y demás accesorios religiosos y los han quemado. Están muy agradecidos a Jehová por la verdad y ya han mostrado su aprecio al grado de participar en el servicio del campo, dándola a conocer a otros. Puesto que todo el mundo los conoce y les tiene mucho respeto, el que se hayan puesto de parte de la verdad ha resultado en dar un buen testimonio.