¿Verdaderamente le importa a Dios?
¿Ha abandonado Dios la tierra? ¿Le importa a él lo que dicen o hacen los hombres? ¿Le interesan a él los asuntos de esta tierra o su destino? Muchas personas hoy dicen que a él verdaderamente no le importa, que no ve la maldad, que no obrará para detenerla. ¿Conviene la Biblia con este punto de vista? ¿Concuerdan los hechos con éste? ¿No le importa ya el hombre a Dios? ¿O es que Dios ya no le importa al hombre?
PARA darle a usted una ilustración, piense en un hombre que tiene vastas posesiones. Él entrega a sus hijos el cuidado de una de sus posesiones selectas para que les pertenezca a ellos y a sus descendientes después de ellos. Es una tierra vasta de espléndida belleza natural, que produce todo lo que desean sus moradores. El padre instruye a sus hijos en cuanto al cuidado de la tierra y la vida animal sobre ella. No hace falta ninguna de las cosas necesarias, no se retiene ninguna instrucción necesaria. Los errores se perdonan, la corrección se ofrece misericordiosamente. El padre envía a sus representantes para guiar y dirigir y cartas para instruir y corregir. Pero los hijos se rebelan y su prole no piensa más que en la maldad. Ellos desfiguran la hermosura de la tierra, echan a perder su suelo, explotan sus recursos, matan atrozmente su vida silvestre y guerrean entre sí mismos. Ellos pasan por alto a su padre, no hacen caso de sus instrucciones, rehusan leer u obedecer sus cartas, persiguen y matan a sus representantes. A causa de esto sus angustias se multiplican, pero se endurecen en su mal proceder y aun acuden a otro como su amo. Por ser personas sin aprecio, infieles, sin amor, su mala situación empeora y las raíces de la amargura penetran profundamente. Y aunque rehusan reformarse y volver al cuidado de su padre y ser obedientes, ellos levantan clamores cáusticos diciendo que él verdaderamente no se interesa en ellos, que los ha desechado y abandonado. ¿No son ridículas sus acusaciones? ¿No están poniendo ellos las cosas al revés? Más bien que haberlos desechado su padre, ¿no le han desechado ellos a él? En vez de no importarles ellos a su padre, ¿no es verdad que son ellos a quienes no les importa él?
Así sucede con Jehová Dios y los hombres sobre la tierra. Dios creó al universo. Sus posesiones son vastas, ilimitadas. De él es la tierra y cuanto ella contiene. Él la creó para el hombre, puso al hombre sobre ella, le dijo que la llenara, la labrara, la guardara, que cuidara de ella y de la vida animal sobre ella. Le dió instrucción al hombre y cuando el hombre se desvió lo corrigió. Él envió a sacerdotes y profetas como representantes de él, pero éstos fueron perseguidos y muertos. Su propio hijo fué asesinado alevosamente. Sus cartas se compilaron en un libro llamado la Biblia. Este se halla en millones de hogares, pero se lee muy poco y se obedece mucho menos. Los hombres en general han abandonado a Jehová, su Palabra, su camino, y han acudido a este mundo bajo Satanás, “el dios de este sistema de cosas.” “El mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.” Con sus lenguas quizás digan que sirven a Jehová, pero sus hechos dicen que sirven a Satanás: “¿No saben que si siguen presentándose a cualquiera como esclavos para obedecerlo, ustedes son esclavos de él porque le obedecen?” Por su explotación de la tierra, el corte desenfrenado de los bosques, el arruinamiento del suelo, la excavación abusiva de sus metales preciosos para usos incorrectos, la matanza desenfrenada de los animales y la matanza sangrienta de sus semejantes, los hombres inicuos del mundo prueban que están sirviendo a Satanás. Producen los frutos de él. Cualquier cuchicheo verbal alegando lo contrario queda sofocado por el grito poderoso de sus hechos.—2 Cor. 4:4; 1 Juan 5:19; Rom. 6:16, NM.
Pero a pesar del hecho innegable de que los hombres de este mundo han dejado a Dios, algunos claman en amargura que Dios ha dejado a los hombres, que verdaderamente no le importa a él la tierra o los hombres sobre ella. Cualquiera que crea que Jehová no se fija en la tierra sólo prueba que él no se fija en la Palabra de Dios. Dios no está ciego al bien y el mal de los hombres, aunque muchos hombres han cerrado los ojos a la promesa que Dios ha hecho de dar galardón y recompensa. “Los ojos de Jehová recorren toda la tierra, para que él se muestre fuerte en pro de aquellos cuyos corazones son perfectos para con él.” “Mis ojos están puestos sobre todos sus caminos: estos no están escondidos de mi rostro, ni está encubierta su iniquidad a mis ojos. Así pues recompensaré primero al doble su iniquidad y su pecado.” “No hay una creación que no esté manifiesta a su vista, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien hemos de dar cuenta.” Los hombres de hoy día que creen que a Dios no le importa lo que está sucediendo no son los primeros que han cometido ese error.—2 Cró. 16:9; Jer. 16:17, 18; Heb. 4:13, NM.
EJEMPLOS QUE PRUEBAN QUE A DIOS LE IMPORTA
Antes del diluvio del día de Noé “la maldad del hombre se había hecho grande en la tierra y toda inclinación de los pensamientos de su corazón siempre era solamente mala.” ¿Le importaba esto a Dios? Tanto que “Jehová sintió pesar de haber hecho hombres en la tierra y sintió dolor en su corazón.” Le importó tanto que decidió tomar acción: “Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que yo he creado.” Pero no le pesó el haber hecho hombres obedientes tales como Noé y los de su casa. Se interesó tanto en ellos que les instruyó en cuanto a la manera de sobrevivir al diluvio, y porque ellos siguieron sus instrucciones fueron preservados. En ese entonces todos menos la familia de Noé se concentraban en ocupaciones egoístas y deseos carnales, olvidándose de la voluntad de Jehová o su amonestación. Hoy en día la mayor parte de la gente procede de una manera egoísta, sin interesarse en la voluntad o propósito de Jehová. Nuestro día fué prefigurado por el día de Noé, tal como Jesús dijo: “Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre.”—Gén. 6:5-8; Mat. 24:37-39, NM.
Sodoma y Gomorra eran ciudades que habían llegado a ser sumamente inicuas y depravadas, pues ni siquiera se contaban entre sus moradores diez personas justas. Pero Lot estaba angustiado por la conducta relajada de ellos y “estaba atormentando su alma justa a causa de los actos de ellos contrarios a ley.” Esto le importaba a Lot. También a Jehová le importaba, porque envió ángeles para destruir esas ciudades, los cuales ángeles dijeron: “El clamor contra ellos se ha hecho fuerte delante de Jehová, de modo que Jehová nos envió para destruir la ciudad.” Pero por lo general no les importaba a los habitantes pervertidos. Cuando Lot dió amonestación a estos burladores “parecía como un hombre que estaba bromeando.” Pero la destrucción ardiente que siguió no fué una broma para aquellas ciudades de entonces, ni lo es ahora, porque estas ciudades “son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador siendo sometidas al castigo judicial de fuego eterno.” Y Jesús dijo que así como esa lluvia de fuego y azufre les sobrevino de súbito, “de la misma manera será en aquel día cuando el Hijo del hombre ha de ser revelado.”—2 Ped. 2:8, NM; Gén. 19:13, 14; Judas 7; Luc. 17:30, NM.
Durante el período en que los jueces gobernaban a Israel, el fiel Gedeón creía que Jehová los había abandonado debido a las dificultades que les sobrevenían instigadas por los enemigos que tenían alrededor, y Gedeón dijo: “Y ahora Jehová nos ha abandonado y nos entrega en la palma de Madián.” Pero no era así, porque el mismo Gedeón fué usado para libertar a Israel de los madianitas.—Jue. 6:13, NM.
En el día de Salomón algunos creían que la opresión y la injusticia se practicaban sin que nadie las notara, pero Salomón mostró que las Potestades Superiores observaban la iniquidad de los oficiales humanos: “Si vieres la opresión de los pobres, y la perversión de juicio y de justicia en alguna provincia, no te turbes a causa de esto; porque sobre el alto otro más alto vigila, y sobre ellos, el Altísimo.” Por cuanto parece que el castigo es lento en venir muchos hombres creen que nunca vendrá y emprenden un proceder de maldad, convencidos de que a Dios no le importa: “Por cuanto no se ejecuta sentencia contra la obra mala muy en breve, por eso el corazón de los hijos de los hombres dentro de ellos está plenamente resuelto a hacer el mal. Pero aunque el pecador haga mal cien veces, y con todo se le prolonguen los días, sin embargo yo ciertamente sé que les irá bien a los que temen a Dios, por lo mismo que temen delante de él. Al hombre malo empero no le irá bien, ni tampoco prolongará sus días.” Tal vez parezca que el pecador prospera mientras el justo sufre, pero la vida del inicuo no será prolongada para durar para siempre en el nuevo mundo de Jehová. Ahora sería más apto que lo que sucede al justo le sucediera al inicuo, mientras que lo que sucede al inicuo sería más apropiado para el justo: Perturba el que “haya justos a quienes les sucede conforme a la obra de los inicuos, y que haya inicuos a quienes les sucede conforme a la obra de los justos.” Esta perversión de asuntos es sólo temporaria. Jehová cambiará todo esto permanentemente en su nuevo mundo, porque a él le importa.—Ecl. 5:8; 8:11-14.
Durante un tiempo de tensión en Judá se representa a los enemigos de Dios como diciéndose a sí mismos: “Dios ha olvidado; esconde su rostro; jamás lo verá.” Aun más tarde cuando muchos de Judá ya habían sido llevados a cautiverio en Babilonia, los que todavía quedaban en Jerusalén creían que Jehová no vería su idolatría, que había abandonado la tierra, que a él no le importaba: “Entonces él me dijo: ¿Has visto, oh hijo del hombre, lo que los ancianos de la casa de Israel están haciendo en las tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? porque dicen: ¡Jehová no nos ve! ¡Jehová ha abandonado la tierra!” “Entonces él me contestó: La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es sobremanera grande; de modo que la tierra se ha llenado de homicidios, y la ciudad está atestada de perversidad: porque ellos dicen: Ha abandonado la tierra Jehová; y, Jehová no lo ve.” Pero Jehová sí vió y trajo una recompensa sobre los malhechores, entregándolos a la espada, al hambre, a la pestilencia y al cautiverio.—Sal. 10:11; Eze. 8:12; 9:9.
EN BREVE DIOS MOSTRARÁ QUE LE IMPORTA
El propósito anunciado de Jehová es que la tierra permanezca para siempre, sea habitada para siempre, y tenga paz para siempre. Este propósito no será frustrado por el hombre ni el Diablo: “Como lo he dicho, así lo haré; lo he dispuesto y lo cumpliré.” (NC) ¿Cómo? Mediante su prometido nuevo mundo de justicia. El mundo del día de Noé se hizo inicuo y pereció en el diluvio. Este presente mundo inicuo está condenado a una destrucción ardiente en el Armagedón. Entonces nuestra espera habrá terminado: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” Es tocante a este nuevo mundo que la Biblia dice: “Dios amó tanto al mundo que dió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que ejerza fe en él no sea destruído sino tenga vida eterna.” Así como Noé sobrevivió a la muerte del mundo de antes del diluvio, así hoy los hombres que ejercen fe sobrevivirán a la muerte de este mundo de antes del Armagedón. ¿Por qué será que el fin del viejo mundo y el establecimiento completo del nuevo han tardado tanto? No es porque a Jehová no le importe, sino porque sí le importa. “Jehová no es lento respecto a su promesa, según lo que algunos consideran lentitud, sino que es paciente con ustedes porque no desea que ninguno sea destruído sino desea que todos vengan al arrepentimiento.” Él concede tiempo para que se dé una amonestación como lo hizo en tiempos pasados, para que los buenos que hayan de ser salvos se separen de los inicuos, que han de ser destruídos.
Pero esta misericordia y longanimidad se interpreta mal por los burladores cuya presencia en estos últimos días fué predicha: “En los últimos días vendrán burladores con sus burlas, procediendo de acuerdo con sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan igual como ha sido desde el principio de la creación.’” Deliberadamente pasan por alto los hechos, “de acuerdo con sus deseos.” En otra parte de la Biblia se predice que “en los últimos días” “hombres inicuos e impostores irán de mal en peor, desviando y siendo desviados.” Pero su aumento no es cosa que preocupe a los testigos de Jehová: “No te enojes a causa de los malhechores, ni tengas envidia a los obradores de iniquidad: porque como pasto serán presto cortados, y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y obra el bien.” El que ellos brotarían en números crecientes fué predicho para los últimos días de este viejo mundo y sólo precede a su destrucción: “Cuando los inicuos brotan como la hierba, y florecen todos los obradores de iniquidad, es para que sean destruídos eternamente.”—Isa. 46:11; 2 Ped. 3:3-13; Juan 3:16; 2 Tim. 3:1, 13, NM; Sal. 37:1-3; 92:7.
NO ES A DIOS, SINO A LOS HOMBRES QUE NO LES IMPORTA
En el Armagedón Jehová mostrará que a él le importa lo que sucede, que nota el bien y observa el mal, y recordará cada grupo, sea para preservarlo o destruirlo en conformidad con sus obras. Durante toda la existencia del hombre sobre la tierra Jehová ha mostrado que a él le importa. Aun después que pecaron Adán y Eva Dios les proveyó ropa. Él permitió que permanecieran sobre la tierra y produjeran prole. Las abundantes riquezas o dones de la tierra eran para el uso de ellos, sin parcialidad alguna: “Él hace que su sol se levante sobre gente inicua y buena y hace que llueva sobre gente justa e injusta.” En amor y misericordia él retuvo la destrucción, aun cuando la justicia la demandaba. La paciencia y longanimidad que él ha manifestado al conceder tiempo para que los hombres vuelvan en sí y se arrepientan y se reformen han sido interpretadas mal por los inicuos como debilidad o indiferencia de parte de Dios. Se han aprovechado de su longanimidad para alejarse más y más de Jehová, y para amontonar siempre más alto el abuso que cometen contra la tierra, los animales y sus semejantes. En el Armagedón de repente se le pondrá fin a su alejamiento, cuando Jehová por fin se levante “para traer a la ruina a los que están arruinando la tierra.”—Mat. 5:45; Apo. 11:18, NM.
Los hombres de hoy día pueden decir que a Jehová no le importa lo que pasa, que no los toma en cuenta, que ha abandonado la tierra. En realidad ellos sólo están buscando una manera de justificar el abandono que ellos han hecho de Jehová y su Palabra. A ellos les gustaría hacer que pareciera que Dios los abandonó primero, y que por consiguiente ellos están justificados en alejarse de él. Jehová no abandonó a Israel sino hasta después que esa nación lo dejó a él para servir a otros dioses: “En cuanto a ustedes, ustedes me abandonaron y se pusieron a servir a otros dioses. Por eso es que no volveré a salvarlos. Vayan y clamen por ayuda a los dioses que ustedes han escogido. Que ellos sean quienes los salven en el tiempo de su angustia.” Jehová no abandona a nadie hoy día que se apega a él y a su servicio, que se dirige por su Palabra y confía en su poder. La mayor parte de los hombres hoy ha puesto su confianza en otros hombres, en proyectos y organizaciones humanos, en ejércitos y armas, en la ciencia y dioses falsos. Ellos mismos han optado por esto. A ellos no les importa Jehová, ni les importa su Palabra la Biblia, ni les importan sus testigos fieles. Al contrario, muestran que le tienen odio a Dios y a su Palabra y a su pueblo. Han escogido nuevos dioses. Cuando estalle el Armagedón, que clamen a los dioses que ellos han escogido para que los salven de la ira de Jehová.—Jue. 10:13, 14, NM.
Jehová dijo a Israel: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; Israel empero no conoce a su Señor; mi pueblo no considera. ¡Ay de ti, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de malhechores, hijos de vida estragada! ¡han abandonado a Jehová!” Esa nación no sólo abandonó a Jehová como el manantial de la verdad dadora de vida, sino que también buscó mentiras acarreadoras de muerte con que reemplazarla. “Porque dos males ha hecho mi pueblo: a mí me han dejado, fuente de aguas vivas, labrando a pico para sí aljibes, aljibes rajados, que no pueden retener las aguas.” Como resultado la nación fué destruída. Lo mismo les pasará a las naciones hoy, las cuales verdaderamente han dejado a Jehová, a pesar de toda la alabanza hipócrita que le rinden de labios afuera. Tal como es con un hombre, así es con las naciones: “No sean engañados: Dios no es alguien de quien uno se pueda mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna.” Las naciones siembran para la carne.—Isa. 1:3, 4; Jer. 2:13; Gál. 6:7, 8, NM.
LE IMPORTA A LA SOCIEDAD DEL NUEVO MUNDO
Durante esta generación Jehová está recogiendo a hombres de entre este viejo mundo que le tienen aprecio a él y a sus principios, que dan prueba de su amor tanto por obras como por palabra. El número de éstos rápidamente va aumentando, llegando a formar una grande muchedumbre de alabadores, recogidos de entre toda nación, raza y lengua. Puesto que han abandonado los caminos del viejo mundo, éstos verdaderamente forman una sociedad del Nuevo Mundo, destinados a vivir eternamente en el nuevo mundo de justicia que se ha prometido. ¿Quiere usted ser parte de dicha sociedad? Entonces ‘deje de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmese rehaciendo su mente, para que pruebe para sí mismo la buena y la aceptable y la completa voluntad de Dios.’ “Haz todo lo posible para presentarte aprobado a Dios, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” ‘Santifique a Cristo como Señor en su corazón, siempre listo para hacer una defensa ante todo aquel que le demande una razón de la esperanza que hay en usted, pero haciéndolo junto con un genio apacible y respeto profundo. Retenga una buena conciencia.’ Pruebe que usted ama a Cristo: “Si alguien me ama, observará mi palabra.” Pruebe que usted ama a Dios: “Esto es lo que el amor de Dios quiere decir, que observemos sus mandamientos.”—Rom. 12:2; 2 Tim. 2:15; 1 Ped. 3:15, 16; Juan 14:23; 1 Juan 5:3, NM.
De esta manera usted probará que ama a Jehová, y él verdaderamente le amará a usted. Pruebe que usted está en armonía con su propósito tocante a la tierra viviendo ahora de la manera que él espera que vivan los habitantes del nuevo mundo. Muestre que usted ama la belleza de la tierra por medio de preservarla, que ama su vida animal por medio de usarla bondadosamente, que ama la paz, la moralidad, la justicia y la piedad buscando esas cosas ahora. Pruebe que el amor que le tiene a su vecino es tan grande como el amor que se tiene a usted mismo predicándole las buenas nuevas de este nuevo mundo ahora. Demuestre que usted está interesado en la Palabra de Jehová y en su vindicación manteniendo fielmente su integridad a pesar de las burlas y persecuciones de este enloquecido viejo mundo bajo su dios loco, Satanás. Manifieste todo esto y Jehová mostrará que usted verdaderamente le importa a él, cuidará de usted ahora y para siempre en el nuevo mundo de justicia que está prometido.