¿Pueden conferir bendiciones los clérigos?
AÑO tras año la prensa pública muestra a los clérigos de la cristiandad bendiciendo a personas, animales y objetos inanimados. Así que fueron noticia de primera plana el que “Verificase ceremonia pintoresca al bendecir una flota de camarones,” en Biloxi, Misisipí. Y en Benton Harbor, Michigan, “Pastores [protestante, católico y judío] bendicen las flores de un manzanar.” Otros despachos dicen de ciertos ministros luteranos que bendijeron terrenos cultivados de Pensilvania y de sacerdotes católicos que bendijeron las cosechas de tabaco de Kentucky. Allá en Inglaterra “Abad bendice huevos de gusanos de seda” en una ceremonia anual, la cual, desde 1951, incluye “toda etapa de la producción de seda.”
Durante la II Guerra Mundial la prensa publicó muchas fotos en que se mostraba a los clérigos bendiciendo tropas y armas de fuego. Se ha efectuado la paz, pero todavía se siguen bendiciendo las armas de fuego y las tropas, como cuando un sacerdote católico bendijo las armas de fuego de la policía de Chicago y cuando el papa, el 19 de marzo de 1954, bendijo a unos 50,000 miembros de las tropas italianas por excelencia de los Alpes.
El bendecir vehículos de motor también recibe atención especial, aparentemente, pues el mismo papa bendice tanto camiones de remolque como “scooters” motorizados. Todos los años miles de automóviles se colocan en fila a lo largo del coliseo de Roma en el día dedicado a Santa Francesca Romana, santa patrona de los automóviles y sus conductores, para recibir la bendición de sacerdotes católicos.
También leemos de que el papa bendijo joyas cuyo valor se calculaba en $100,000 para cierta capilla de Brooklyn. Un clérigo de Brooklyn bendice los instrumentos que usan los miembros de su grey en sus hogares o empleo, tales como cucharas de cocinar, cepillos de pintar, escobas, llanas y libretas de taquígrafo. En Irlanda hay una ceremonia anual en que se bendicen las gargantas.
En la prensa reciben atención especial los actos de bendecir animales domesticados porque esto agrada al sentimentalismo de la gente. Por eso vemos fotos de perros y aun caballitos en el interior de la iglesia Holy Trinity, de Hereford, Inglaterra, para recibir la bendición del vicario. Otro retrato que lleva el título “Bendiga mi pavo” muestra a un grupo de peones mejicanos con sus animales domesticados y mimados, y al frente un chico, de rodillas, suplicando a los sacerdotes que invoquen una bendición para su pavo. Una vez al año, se nos dice, estos sacerdotes católicos hacen un viaje por todo el campo “para administrar la Bendición de San Antonio de Abad, Santo Patrón de los animales. . . . Y no quedan olvidados los animales muertos, tampoco.”
Tampoco se pasa por alto a los perros zorreros y animales de circo. Se muestra a los clérigos ejecutando la antigua ceremonia de bendecir a los perros zorreros para dar entrada a la temporada de cazar zorros. Un vicario británico bendice a animales de circo, mientras que un sacerdote de los Estados Unidos bendice el tren de circo más grande del mundo al iniciar éste su recorrido.
¿Hay alguna evidencia de que esas bendiciones den resultado? ¿Quién sería tan crédulo que substituiría la bendición del papa por un seguro para su vehículo de motor, o que pidiera un precio más bajo de seguro para un animal de valor porque había recibido la bendición de un sacerdote? En realidad, vez tras vez sucede que el relato de una bendición es acompañado de las noticias de alguna desgracia, como fué el caso cuando el Morning Tribune de Tampa, Florida, del 26 de marzo de 1954, publicó una foto en que se mostraba a un sacerdote bendiciendo un tren de circo y debajo un artículo que llevaba el encabezamiento: “Muerte y riña manchan la salida del circo.”
Tampoco hay base bíblica para todo esto de bendecir huevos de gusanos de seda, gargantas, animales de circo, automóviles y armas de fuego. No leemos en ninguna parte de que Jesús o alguno de sus apóstoles o discípulos haya bendecido ovejas o cabras, carros de bueyes o barcos de pesca. Él bendijo el nombre de su Padre, bendijo el pan y el vino en la Última Cena, y bendijo a los niños que padres cariñosos le trajeron a él.
En verdad todas esas solicitudes de bendiciones no son nada más que oraciones egoístas que Dios no contesta. Tampoco tienen los clérigos de la cristiandad o de la paganía poder para conferir bendiciones. Todos éstos han rehusado dar honra al nombre de Jehová y a causa de esto Jehová no conferirá su favor a las bendiciones que ellos pronuncian, sino que volverá dichas bendiciones en maldición. La organización de las Naciones Unidas sirve de buen ejemplo de esto.—Mal. 2:1, 2; Sant. 4:3.
Las bendiciones que los clérigos invocan no tienen prueba bíblica ni otra evidencia que demuestre su valor, sino que se basan sólo en las tradiciones y la reverencia supersticiosa que sus greyes crédulas les atribuyen. Los cristianos iluminados no acudirán en busca de bendición alguna a los clérigos que pasan por alto a Jehová.