Predicando con el propósito de dar un testimonio
EL HECHO de que Cristo Jesús ordenó a sus seguidores que predicaran las “buenas nuevas del reino” se desprende claramente tanto de su ejemplo como de sus instrucciones a ellos. Muchas personas, no obstante, han pensado que las instrucciones de Jesús significan que se ha de tratar de convertir al mundo; y en vista de que profesan hacer esto bajo mandato de Dios, de hecho sostienen que Dios está tratando de convertir al mundo. (¡Como si Dios tuviera que tratar de hacer algo!)—Mat. 24:14, NM.
Creyendo que el hombre tiene un alma inmortal que a la muerte va o al cielo o al infierno (o al purgatorio), estos que profesan ser cristianos se han enfrentado a un dilema. O todos los que nunca han oído del único “nombre bajo el cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual hayamos de ser salvos” están condenados a sufrir tormento eterno y por lo tanto los cristianos tienen ante sí la tarea tremenda y sin buenas perspectivas de tratar de convertir al mundo—tarea sin buenas perspectivas porque los pueblos paganos están aumentando en población más rápidamente que lo que están siendo convertidos; o Dios va a salvar a todos ellos sobre la base de que nunca tuvieron una oportunidad, en el cual caso se debe preguntar: ¿Por qué no mantener a toda la humanidad ignorante y entonces salvar a toda ella?—Hech. 4:12, NM.
Pero la Palabra de Dios no presenta dilemas como ésos. Muestra que Dios es perfecto en sabiduría, justicia, amor y poder y que todo lo que él se ha propuesto lo ejecuta; que él decretó que el salario que paga el pecado es muerte, no tormento eterno, y que debido a su amor y por su nombre él ha hecho provisión por la cual los obedientes de entre la humanidad pueden recobrar lo que su primer padre Adán perdió para ellos, a saber, vida eterna en un mundo justo. La Palabra de Dios además muestra que el mundo justo está a las puertas, lo que significa que el fin de este inicuo viejo mundo también se ha acercado. Dios, por lo tanto, está haciendo que se haga una gran obra de predicar con el propósito de que se dé un testimonio, advirtiendo a todos los inicuos de la destrucción inminente que les amenaza y ofreciendo a todos los que aman la justicia una vía de escape al nuevo mundo de Dios.
Al efectuar esta obra de predicar con el propósito de dar un testimonio, los siervos de Jehová tratan de hacer el mensaje que ofrecen lo más convincente posible. Su motivo al llevar a cabo esta obra de predicar es el amor, amor a Dios y amor al prójimo. Al hacer esta obra ellos usan los mismos métodos que emplearon Jesús y sus discípulos además de tales métodos modernos de comunicación como los que se les hacen disponibles en cuanto a imprentas, la radio y la televisión. Como resultado de esta predicación millones de personas han oído por primera vez de Jehová y sus propósitos y cientos de miles se han dedicado a Jehová y ahora toman parte en la obra de predicar.—Apo. 7:9, 10.
Hoy no hay trabajo más gozoso en el cual uno pueda participar que el de predicar con el propósito de dar un testimonio. No es la tarea sin esperanza de buenos resultados de tratar de convertir al mundo, tampoco es una obra inútil, como si todos se fueran a salvar debido a ignorancia.