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  • ¿Razonará usted acerca de religión?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 1/9 págs. 515-516

¿Razonará usted acerca de religión?

“UNA cosa de que yo nunca hablo es de religión.” ¿Ha dicho eso usted alguna vez? Muchas personas que están dispuestas a argüir por horas acerca de la política o los deportes u otros temas polémicos, tratando de convencer a otros de cuán sabios son sus propios puntos de vista, nunca quieren hablar acerca de religión. “Eso es demasiado polémico,” dicen ellos. Pero, ¿no es polémica la política? ¿Es más importante tener el punto de vista correcto en cuanto a la política que en cuanto a la religión?

Probablemente una razón verdadera por la cual muchas personas se oponen a considerar la religión es lo poco que saben acerca de ella. Algunas personas ni siquiera saben con certeza qué es lo que enseña la denominación que ellas apoyan. Ya que no tienen hechos que respalden sus creencias no pueden defenderlas satisfactoriamente, de modo que simplemente se enojan o se consideran personalmente insultadas cuando alguien señala una imperfección en su creencia. Generalmente la gente ansía hablar de cosas acerca de las cuales está bien informada.

¿Es una manifestación de odio el que uno no esté de acuerdo con las doctrinas religiosas de alguien? ¡Lejos de ello! Una consideración inteligente de un tema puede ser muy provechosa. A veces hasta un poco de controversia puede ser bueno, pues nos impulsa a investigar. Muy pocas personas realmente han investigado su religión. ¿Cómo escogió usted su religión? ¿Simplemente aceptó la que tenían sus padres, o examinó los hechos para su propia satisfacción? ¿Es la suya una religión heredada, o una creída? Puede haber una gran diferencia entre las dos.

Pero ¿cómo puede saberse si una religión es correcta? Por medio de investigar y razonar sobre lo que ella enseña y eso a la luz de la única guía firme tocante a religión, el libro que nos dice lo que era la verdadera religión antes de que se dividiera en tantos diferentes caminos sectarios. Ese libro, la Biblia, es para usted su guía, su libro de instrucciones en lo que concierne a religión.

Pero ¿cuán familiarizado está usted con la Biblia? ¿Puede usted probar con sus páginas lo que usted cree? Es importante el que usted pueda hacerlo. ¿Cree usted que la Biblia es demasiado profunda para que la comprenda, y sin embargo sabe mucho acerca de muchas cosas que son mucho más difíciles pero menos importantes? Es verdad que algunos líderes religiosos han tratado de hacer que la Biblia sea misteriosa y de insinuar que sólo pueden comprenderla los estudiantes de teología. Pero la teoría de éstos no es verdadera. Todo cristiano debe saber usar la Biblia y estar listo para defender su creencia por medio de ella, porque su creencia tiene valor sólo si conforma con este libro que Jehová misericordiosa y afectuosamente proveyó para nuestro beneficio.

El que inspiró la Biblia declaró el principio: “Venid, pues, y razonemos juntos.” (Isa. 1:18, VA) El razonamiento sano implica hechos exactos y el pensar sistemáticamente. Requiere que estemos informados acerca de la Palabra de Dios. Las Escrituras nos dicen que estemos “siempre listos para hacer una defensa ante todo aquel que les demande una razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con un genio apacible y respeto profundo.” Es de vital importancia que se hable la verdad denodadamente. ¿Podría usted imaginarse que los apóstoles de Jesús dijeran: “Yo nunca hablo de religión,” o que los celosos cristianos entusiastas del primer siglo no pudieran apoyar sus creencias con las Escrituras? ¡Si los cristianos primitivos estaban tan encendidos con su mensaje que se les acusaba de haber “trastornado el mundo habitado”! ¿Está usted tan convencido de su fe? Si no lo está, ¿qué tenía el cristianismo primitivo que la religión de usted no le ha dado? ¿Entendimiento? ¿Celo? ¿Madurez cristiana?—1 Ped. 3:15, NM; Hech. 17:6.

Juan dijo: “Produzcan frutos que sean propios del arrepentimiento.” (Luc. 3:8, 9, NM) ¿Está produciendo frutos el hombre que ni siquiera habla en defensa de su fe? ¿que no puede defenderla con prueba bíblica? ¿Puede ayudar a otros si simplemente dice: “Mi fe es la correcta,” pero no puede mostrar por qué?

Nadie puede negar que del cristiano se espera que sepa tales cosas. Pablo escribió a los hebreos al efecto de que debieran ser maestros maduros, no meros bebés. Él dijo: “El alimento sólido es para las personas maduras, para los que por medio del uso tienen las facultades perceptivas ejercitadas para discernir así lo bueno como lo malo.” (Heb. 5:14, NM) ¿Está ejercitando sus facultades perceptivas el hombre que cree que la adoración correcta no es tan importante como la situación política corriente o la posición de su equipo deportista favorito? ¿que ni siquiera sabe cuáles son sus doctrinas? ¿que no habla nunca acerca de religión y que jamás razona con otros acerca de ella?

Pero los que rechazan la Biblia, que no la consideran una guía segura, y que no saben lo que ella dice, no son los únicos que no obedecen la instrucción de Dios de razonar juntos. Otro grupo hay que ruidosa y vigorosamente proclama que cree en la Biblia, cita sin vacilación las Escrituras, y está más que dispuesto a buscar camorra acerca de la religión, pero aun así no razona con otros acerca de la Palabra de Dios. Más les preocupa el probar que tienen razón que el encontrar la verdad. Dependen más de diatribas emocionales que de la lógica, de la reyerta más bien que de la consideración informada de asuntos. Insultan a Dios porque en vez de apelar al intelecto o inteligencia de sus criaturas sólo apelan a sus emociones.

El predicador que grita y brama apela a la emoción en vez de a la razón. Si él tiene que apelar a los prejuicios más bien que presentar hechos, si tiene que tratar de influir en sus oyentes por el tono de su voz y el magnetismo de su personalidad en lugar de por lo verídico de su pretensión, si él basa su argumento en estas cosas en vez de en firme apoyo bíblico, entonces él ciertamente no está obedeciendo la instrucción de razonar sobre la Palabra de Dios.

La verdad de la Palabra de Dios es lógica. Está en un plano alto, porque representa la inteligencia máxima del universo. No obstante, lo extremadamente lógico que es la hace tan sencilla que todo el que quiere puede entenderla. Puede considerarse con quietud y claridad, sin exageración emocional ni riña. El cristiano verdadero está ansioso de razonar sobre la Palabra de Dios, de convencer a otros de su verdad. Se interesa en la religión y está informado acerca de ella. Sabe lo que cree y por qué. Está ansioso de hablar de su adoración por lo importante que ésta es. De modo que no se aleje, no rehuse hablar de ella, sino venga ahora y razonemos juntos acerca de la Palabra de Dios.

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