¿Emplean los cristianos títulos honoríficos?
“Muy Reverendo”, “Doctor”, “Presbítero”, “Reverendísimo”, “Diácono”, “Padre”, “Obispo”, “Reverendo”, “Santo Padre”
Los títulos honoríficos son placenteros a los oídos del hombre, pero ¿lo son a los oídos de Dios? La única manera de justipreciar estos títulos es mediante la Palabra de Dios, la Biblia. Este artículo manifiesta lo que Dios piensa de los títulos usados por los clérigos y lo que eso significa para usted.
LA GENTE está tan acostumbrada a oír que se llame a los clérigos “Reverendo,” “Doctor” o “Padre” que raramente pone en tela de juicio lo correcto de estos títulos honoríficos. Sin embargo, cualquier cristiano profeso que lee su Biblia descubre que Cristo Jesús, el Fundador del cristianismo, rehusó completamente los títulos que honran a las criaturas. El clero, sin embargo, desde los días de Jesús, ha sido afecto a títulos altisonantes. Cuando sólo se les llama “señor” o aun “hermano,” los clérigos a menudo responden con palabras y ademanes que indican que creen que han sido llamados con términos que están debajo de su dignidad. Por eso no hay duda de que los títulos honoríficos regalan los oídos. El prestigio producido por títulos como “obispo,” “diácono,” “Reverendo Doctor” y “Padre” satisface el deseo que tienen de recibir honra y alabanza de los hombres. Los títulos también hacen que uno se sienta persona diferente, separada de otros. No obstante Cristo dijo: “Todos ustedes son hermanos.” Esto debe impulsarnos a escudriñar la Biblia para saber si los títulos honoríficos son cosa propia para los cristianos verdaderos o no.—Mat. 23:8, NM.
Para justipreciar inteligentemente los títulos honoríficos tenemos que saber cuál es el efecto de usarlos. Dado que son una designación que denota distinción y dignidad, crean distinciones de clases. Eso es lo que existe hoy día entre los cristianos profesos: las distinciones de clases de clero y legos. Todos los cristianos primitivos eran hermanos. Ellos no tenían distinciones de clases, ni la señal más leve de una jerarquía. Si las distinciones de clases aparecían, eran condenadas y desarraigadas. Las distinciones de clases jamás fueron aprobadas, como el escritor de la Biblia Santiago manifestó: “Ustedes tienen distinción de clases entre ustedes mismos y han llegado a ser jueces que fallan decisiones corruptas, ¿no es verdad?” (Sant. 2:4, NM) Dado que los títulos honoríficos crean distinciones de clases, ¿podrían realmente ser cosa propia para los cristianos?
Es digno de notarse que a Santiago, el hermano del Señor, se le dió el cargo sobre la congregación de cristianos en Jerusalén, y en ocasiones presidió los concilios y anunció las decisiones. (Hech. 21:18) Después que Pedro fué librado de la prisión por los ángeles de Jehová él dijo a algunos cristianos: “Informen de estas cosas a Santiago y a los hermanos.” (Hech. 12:17, NM) Pedro no dijo: “Informen de estas cosas a Padre Santiago y a los obispos y diáconos.” No, Pedro reconocía a todos los cristianos como hermanos. De modo que Santiago, aun siendo la cabeza de la congregación de Jerusalén, nunca fué llamado por títulos honoríficos.
UNA “COSA REPUGNANTE A LA VISTA DE DIOS”
Los títulos que lisonjean a las criaturas hacen que los hombres se vean elevados a la vista de otros hombres. Suscitan temor a los hombres. Substraen del temor a Jehová Dios. Esto le repugna a Dios. ¿Cómo lo sabemos? La autoridad es nada menos que el propio Hijo de Dios, quien dijo a los fariseos deseosos de títulos: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que es eminente entre los hombres es cosa repugnante a la vista de Dios.” (Luc. 16:15, NM) ¡Cuánto debe repugnar, entonces, al Dios Todopoderoso el que los hombres se lisonjeen unos a otros con tal título como “Reverendo”—uno de los títulos honoríficos más populares de la cristiandad!
Realmente, ¿es digno algún hombre de la designación “Reverendo”? La manera de responder a esta pregunta es dirigiéndonos a la Biblia. ¿Hallamos ejemplo alguno de que a algún hombre se le haya llamado “Reverendo”? ¡Ni uno solo! De hecho, la palabra “reverendo” aparece una sola vez en las versiones de la Biblia Autorizada, Americana Normal y Rótherham; y aquí se aplica sólo a Jehová Dios: “Santo y reverendo es su nombre.” (Sal. 111:9, AN) Sin embargo hoy día los clérigos se arrogan un término que aplica únicamente a Dios. Y aun “Reverendo” no les suena suficientemente ilustre a muchos clérigos, de modo que lo embellecen y se llaman “Muy reverendo” o “Reverendísimo.” Con toda honradez, ¿puede usted representarse en su mente a Cristo Jesús con un largo y ondeante traje talar eclesiástico recibiendo de parte de sus seguidores títulos altisonantes? ¡Verdaderamente, sería difícil descubrir en toda la historia a alguna persona cuyo registro de vida y hábitos personales estuviera más abiertamente en pugna con la exhibición eclesiástica que Jesús de Nazaret! Declaró Jesús: “Yo no acepto gloria de parte de los hombres.”—Juan 5:41, NM.
Hubiera sido una cosa repugnante a la vista de Dios el que Jesús hubiera aceptado los títulos honoríficos que estaban en boga en su día. ¿Sabe usted lo que sucedía cuando alguien trataba de poner a Jesús un título honorífico? Dirijámonos a la Biblia: “Cierto gobernante le interrogó, diciendo: ‘Buen Maestro, ¿haciendo qué heredaré vida eterna?’ Jesús le dijo: ‘¿Por qué me llama usted bueno? Nadie es bueno, salvo uno, Dios.’” (Luc. 18:18, 19, NM) ¿Por qué fué que Jesús, quien ciertamente fué un maestro y de entre todos los hombres uno que podía llenar los requisitos como bueno, reprendió al hombre por llamarlo “Buen Maestro”? Porque estaba usando “Buen Maestro” como un título ceremonioso, pues en su corazón realmente no creía que Jesús era un buen maestro; de otra manera hubiera aceptado la enseñanza de Jesús. Pero él despreciaba el consejo de Jesús. Él mereció la reprimenda, una reprimenda que indiscutiblemente mostró que los títulos honoríficos no son cosa propia para los cristianos.
EL TÍTULO “PADRE”
¿Leyó usted alguna vez en la Biblia acerca de que un cristiano llamara a otro “Padre” como título honorífico? Escudriñe tan diligentemente como pueda, y hallará usted que ni siquiera los apóstoles llevaron el título “Padre.” En las Escrituras no se da ninguna autoridad para que los cristianos usen el título “Padre.” ¡Realmente, el título claramente es desaprobado! ¿Por quién? ¡Por Cristo mismo! Hablando del clero amador de títulos de su día, Jesús dijo: “Les gusta el lugar más prominente en las cenas y los asientos del frente en las sinagogas, y los saludos en las plazas de mercado y ser llamados ‘Rabí’ [“Mi grande; Mi excelente,” nota al pie de la página] por los hombres. Pero ustedes, no se llamen ‘Rabí’, porque uno solo es su maestro, entre tanto que todos ustedes son hermanos. Además, no llamen a nadie su padre en la tierra, porque Uno solo es su Padre, el Celestial.”—Mat. 23:6-9, NM.
¿Quiso decir Jesús lo que dijo? ¡Seguro que sí! Él no estaba expresando palabras vanas. ¿Tiene que ser uno un gigante mental para entender su mandato? No, sus palabras no necesitan interpretación especial, pues Jesús no estaba diciendo una parábola. Estaba dando instrucciones claras acerca de los títulos que exaltan a las criaturas: “No llamen a nadie su padre en la tierra.”
El clero católico romano debilita la fuerza del mandato de Jesús diciendo que sus palabras no pueden considerarse literalmente, de otro modo no podríamos llamar a nuestro progenitor “padre.” ¿Es bueno su razonamiento? ¡Apenas! Lea el contexto. Según la escena que se describe es inequívocamente claro que Jesús no estaba censurando el uso de “padre” para el progenitor, pues él mismo repetidamente se refirió al progenitor como “padre.” (Mat. 15:4-6; 19:5; 21:31) Su censura fué para el título honorífico.
Para defender el uso que hacen de “Padre” los sacerdotes, el clero católico pretende que un sacerdote llega a ser padre espiritual cuando bautiza a una persona. Indican a cierto texto en particular como autoridad para hacer caso omiso del mandato explícito de Jesús. Este texto es la declaración de Pablo a los corintios: “Porque aun cuando tengáis millares de ayos o maestros en Jesucristo, no tenéis muchos padres. Pues yo soy el que os he engendrado en Jesucristo por medio del evangelio.” (1 Cor. 4:15, TA) ¿Estaba Pablo aquí diciendo a los cristianos corintios que comenzaran a dirigirse a él como “Padre Pablo”? ¡Obviamente no! En ninguna parte de la Biblia se le llama “Padre Pablo.” Pedro lo llamó “Nuestro amado hermano Pablo.” (2 Ped. 3:15) Diferente a los sacerdotes católicos, Pablo no pretendió haber llegado a ser un padre espiritual por razón de haber bautizado a alguien. Como él mismo dice, bautizaba muy poco. (1 Cor. 1:13-16) Pero fué por virtud de que Pablo fué el primero en instruir a los corintios en la verdad de la Palabra de Dios que él los engendró por medio del evangelio.
Pablo estaba usando la relación terrestre dentro de la familia humana para ilustrar el cuadro verdadero de su puesto con relación a la congregación corintia. El uso que él hizo del término “padre” no fué en desobediencia al mandato de Jesús, porque nadie se dirigió jamás a él como “Padre” y porque él mismo no lo usó como título sino como una ilustración.
Además, es esclarecedor notar que la traducción católica romana de la Biblia por R. A. Knox, en 1 Corintios 4:15, dice: “Ustedes pueden tener diez mil maestros en Cristo, pero no más de un padre; fuí yo el que los engendré a ustedes en Jesucristo, cuando les prediqué el evangelio.” Ahora bien, los católicos tienen más de “un padre.” Realmente, tienen más de “diez mil” padres, porque a cada sacerdote, prescindiendo de que haya sido el primero que les haya traído su religión o no, todavía se le llama “Padre.” Por eso la práctica de llamar a los clérigos “Padre” está todavía en directa violación al mandato de Jesús y no es apoyada por la ilustración de Pablo a los corintios.
¿Qué debemos pensar ahora acerca del título “Santo Padre” que se aplica al papa? Sólo podemos pensar de la manera que Cristo Jesús pensaría: que es ridículamente incorrecto. Pues ningún hombre es santo. “Porque todos han pecado y están lejos de la gloria de Dios.” (Rom. 3:23, NM) Cierto, Cristo Jesús usó el término “Santo Padre,” pero no lo aplicó a un hombre; él sabía que sólo Jehová Dios es digno de ese nombre: “Padre Santo, vigílalos por respeto de tu propio nombre.” (Juan 17:11, NM) El recibir o usar los títulos honoríficos “Padre” y “Santo Padre,” como se hace hoy en la cristiandad, es una cosa detestable a la vista de Jehová Dios.
OBISPOS Y DIÁCONOS
Hoy día es común el título “Obispo.” La palabra aparece en algunas traducciones de la Biblia, especialmente las traducidas del griego hace doscientos o trescientos años. Pero la palabra no se halla en el texto original de la Biblia. Porque “obispo” simplemente es una traducción errónea de la palabra griega “epískopos.” Nunca se intentó que esta palabra fuera un título honorífico. Se usó para designar un privilegio de servicio dentro de la organización de Dios. La palabra realmente significa “superintendente.” ¿Por qué, entonces, vertieron algunos traductores de la Biblia “epískopos” como “obispo”? Porque muchas traducciones fueron hechas por hombres que eran miembros de organizaciones religiosas que tenían llamados “obispos.” Naturalmente estos traductores insertaron palabras como ésa en las traducciones inglesa y española de la Biblia con el fin de dar apoyo aparente a su sistema eclesiástico de oficios. Las traducciones modernas exactas no usan la palabra “obispo.”
Igualmente sucede que el título “diácono” es una traducción errónea de la palabra griega “diákonos,” que realmente significa “siervo ministerial.” A los filipenses Pablo escribió: “A todos los santos en unión con Cristo Jesús que se encuentran en Filipos, junto con los superintendentes y los siervos ministeriales.” (Fili. 1:1, NM) Esto, como es bastante evidente, no es un título lisonjero. De modo que la Biblia no da autoridad para usar “obispo” y “diácono” como títulos honoríficos.
Puesto que la Palabra de Dios censura el usar títulos honoríficos, ¿sería incorrecto el que un cristiano se dirigiera a un rey como “Rey” o a un juez como “Vuestra Señoría” o “Vuecencia”? No. Cuando los cristianos se dirigen a gobernantes y jueces, se dirigen a ellos como siervos civiles y no en adoración o como caudillos espirituales. Cuando estaba delante del rey Agripa, el apóstol Pablo dijo: “Concerniente a todas las cosas de que soy acusado por judíos, Rey Agripa.” Y cuando estaba delante de Festo, el procurador de Judea durante el reinado de Nerón, Pablo dijo: “No estoy volviéndome loco, Su Excelencia Festo.” Aunque Pablo rindió respeto oficial a los siervos civiles, jamás se dirigió a caudillos espirituales cristianos o no cristianos con títulos especiales.—Hech. 26:2, 25, NM.
¿Qué significa todo esto? Significa que los que quieren servir a Dios según su manera prescrita dejarán de dirigirse a los clérigos con títulos como “Reverendo” y “Padre.” Los cristianos verdaderos no usan ninguna clase de títulos honoríficos. Significa mucho más: el uso de títulos honoríficos es una señal de religión falsa. Abandone usted la religión falsa. Practique la religión verdadera asociándose con la sociedad del Nuevo Mundo de testigos de Jehová. No existen distinciones de clases entre estos cristianos verdaderos; todos son hermanos. Todos cumplen con los principios de la Palabra escrita de Dios, y eso incluye el principio promulgado por el profeta de Dios en Job 32:21, 22: “Permítaseme que no haga para con nadie acepción de personas, ni use con nadie de lisonjeros títulos. Que yo no sé hablar lisonjas; a no ser así, muy en breve me quitaría mi Hacedor.”