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  • Sacerdote aconseja a Einstein
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
w56 15/1 págs. 35-36

Sacerdote aconseja a Einstein

UN DESPACHO de la Prensa Asociada con fecha 13 de abril de 1955 y procedente de Atlantic City dijo: “Un eminente educador católico instó hoy a los científicos, incluso a Alberto Einstein, a que atiendan a sus neutrones y dejen de ‘filosofar.’ El Rdo. Roberto Henle, decano de la Escuela de graduados universitarios de San Luis, dijo que la nación estaba ‘haciéndose de muchos científicos’ que comienzan a ‘filosofar a la edad de 40.’ En su mayoría, dijo él, ‘no están entrenados para hacerlo.’ En una entrevista de periodistas en la convención anual de la Asociación Nacional de Educación Católica, Henle dijo que en años recientes Einstein ha filosofado acerca de la ‘naturaleza y existencia de Dios.’ ‘Yo me opongo a que él haga una declaración autoritativa respecto a un absoluto,’ dijo Henle. ‘Él no tiene entrenamiento para hablar acerca de la existencia o no existencia de Dios.’”—El Post de Nueva York, 13 de abril de 1955.

Alberto Einstein, ahora difunto, dijo, según la revista Life del 2 de mayo de 1955: “Yo no creo en el Dios de la teología que recompensa el bien y castiga el mal. . . . No puedo aceptar ningún concepto de Dios que se base en el temor de la vida o el temor de la muerte, o en la fe ciega.” Según todos los informes disponibles Einstein era de disposición apacible, y se puede comprender el que él no pudiera creer en el Dios de la teología, un Dios que tortura almas eternamente en un infierno de fuego, o las quema por siglos en un purgatorio ardiente hasta que a sacerdotes que hay en la tierra se les pague bastante para que recen lo suficiente para conseguir la liberación de estas almas.

Este mismo número de Life informó que Einstein dijo: “La presencia de un poder razonante superior . . . que se revela en el universo incomprensible, constituye mi idea de Dios.” Porque el Dios de la teología que enseñan las religiones ortodoxas no era aceptable, Einstein buscaba a tientas otro Dios. Él creía en la existencia de un espíritu supremo o inteligencia detrás de todas las maravillas creadas y se quedaba impresionado con el orden que hay en el universo, como muestra la revista Time del 2 de mayo de 1955. En ésta se le citó como sigue: “Yo no puedo creer que Dios juegue a los dados con el cosmos.” La revista siguió diciendo: “Alberto Einstein, que a menudo declaró que él no podía aceptar la doctrina de la inmortalidad del alma, viajaba por el borde del misterio y a veces, según admitía él, esto lo hacía sentirse cerca de Dios. ‘Yo afirmo,’ dijo en una ocasión, ‘que la experiencia religiosa cósmica es la más fuerte y más noble fuerza impulsora . . . Mi religión consiste en una humilde admiración al espíritu superior ilimitable que se revela en los pequeños detalles que podemos percibir con nuestra mente frágil y endeble.’” La Biblia está de acuerdo con Einstein cuando “él no podía aceptar la doctrina de la inmortalidad del alma,” porque declara ella: “El alma que pecare, ésa es la que morirá,” e informa que aun el inmaculado Jesús “derramó su alma hasta la muerte.”—Eze. 18:4; Isa. 53:12.

Einstein dijo que él no podía aceptar concepto alguno de Dios que se basara en “fe ciega.” La fe bíblica en Jehová Dios no es ciega en el sentido de no tener absolutamente ninguna base para ella. Fe es “la demostración evidente de las realidades aunque no se ven.” (Heb. 11:1, NM) Sin ver la electricidad o gravitación Einstein creyó en la existencia de ellas porque él había visto evidencia que demostraba su realidad. Sin ver al “espíritu superior ilimitable” Einstein creyó en su existencia debido a la majestad y el poder y orden que él había visto en el universo. La Biblia señala a estas maravillas de la creación como evidencia del Creador invisible: “Sus cualidades invisibles se observan claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se entienden por las cosas hechas, hasta su poder eterno y Divinidad.” (Rom. 1:20, NM) El que es necesario tener conocimiento de los informes que están en la Biblia y entenderlos para tener fe en el Dios de la Biblia lo manifiesta Romanos 10:17 (NM): “Por eso la fe sigue al informe.” Pero fe en el Dios de la teología ortodoxa es una fe ciega porque no se basa en verdades bíblicas, sino más bien en las imaginaciones paganas de sacerdotes antiguos o en las filosofías porfiadas de ministros modernos. Ninguna persona de raciocinio debe aceptar tal concepto de Dios que se basa en la fe ciega. Sin embargo, nadie debe dejar que el concepto falso de Dios que las religiones ortodoxas enseñan lo desvíe del Dios de la Biblia. Uno debe estudiar la Biblia para aprender acerca del Dios que creó el universo, no dejando que las mentiras religiosas le inculquen prejuicio en contra de él.

Si las religiones ortodoxas se hubieran apegado a la Biblia quizás Einstein se habría apegado estrictamente a sus neutrones. Si estas religiones hubiesen enseñado el Dios de la Biblia, y no alguna deidad pagana repugnante que supuestamente tortura a almas imaginarias en purgatorios o infiernos de fuego y azufre que no existen, posiblemente Einstein no hubiera sentido la necesidad de buscar otro concepto de Dios. Tal vez Henle debiera haber quitado la viga de su propio ojo antes de inquietarse acerca de la paja que veía en el de Einstein. Podría probar el apegarse al Dios de la Biblia, al cual él pretende servir, y dejar las doctrinas paganas y las tradiciones humanas, renunciar los títulos halagüeños de Reverendo y Padre que la Biblia limita a Jehová Dios, y abandonar las tretas lucrativas de oraciones por almas en el purgatorio y juegos de bingo, las cuales no son bíblicas. (Job 32:21, 22; Mat. 7:1-5; 21:13; 23:9) Henle acusa a Einstein de no apegarse a su asunto de la ciencia, pero él mismo es culpable de haberse extraviado de su obra pretendida de servir a Dios. Categóricamente, Romanos 2:1 (NM) dice: “Por lo tanto, eres inexcusable, ¡oh hombre!, no importa quién seas, si juzgas; porque en la cosa en que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, puesto que tú que juzgas practicas las mismas cosas.”

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