Obteniendo el premio de la vida por entrenamiento activo ahora
1. ¿Qué opinión tienen Jehová y Jesucristo de los que carecen de entusiasmo y fuerza de voluntad, y por qué?
A LOS que carecen de entusiasmo y fuerza de voluntad Jehová y Cristo Jesús los odian. (Sal. 119:113, margen; Ose. 7:8) Oh, sí, ellos quieren el premio de la vida. Les gusta estar con los testigos de Jehová, pero son tibios en cuanto a ello. Quieren sentir la excitación. Les gusta celebrar. Sin embargo, no hacen nada que proporcione causa para celebrar. Porque no son ni calientes ni fríos, Cristo Jesús los vomitará de la boca. (Apo. 3:14-16) Perderán la carrera.
2-4. ¿Qué tenemos que hacer y tener, y qué se necesita para ganar?
2 Los que corrían en los antiguos juegos de Corinto sabían que ello significaba que tenían que dedicar toda onza de fuerza a la competencia. Antiguamente un corredor griego corrió la distancia de veinticuatro estadios, aguantando hasta el fin y llegando en primer lugar. En el momento en que le estaban poniendo la corona en la cabeza cayó muerto. Había llegado a la meta. ¡Había triunfado! Pero; ¿qué hay acerca de nosotros? ¿Ponemos la carrera en primer lugar para poder aguantar hasta el fin? Jesús nos exhortó a que primero buscáramos el Reino y la justicia de Jehová. (Mat. 6:33) Sólo si hacemos esto podremos ganar. No permita que nada—familia, negocios, placer, deseos, o cualquier otra cosa—se interponga en la competencia. Pondrá en peligro su triunfo.
3 Sin desviarse, determínese a perseverar en la competencia hasta la victoria final. ¿De qué le sirve a un corredor tener un cuerpo fuerte si carece de fuerza de voluntad? Correrá imprudentemente o, semejante a un boxeador de poco mérito en el entrenamiento, golpeará al aire en vez de al saco. (1 Cor. 9:26) No puede menos que perder, porque no tendrá perseverancia. Necesita determinación mental para tener perseverancia. Su corazón tiene que estar en la carrera y tiene que ser fuerte, permanentemente firme, confiado en Jehová. (Sal. 112:7) Usted tiene que estar interesado con todo el corazón en completar su esfuerzo en la competencia. ¡Sí, determínese a vencer todos los obstáculos! Si lo hace, eso es más de la mitad de la carrera. Como corredor, usted tiene que conocer el paso que la carrera requiere. ¿Es una carrera corta o larga? ¿Requiere correr a paso lento o a toda velocidad? Un boxeador o luchador campeón tiene que tener una mente buena. No puede ser un toro bruto sin sentido. Lo mismo es cierto de nosotros, no se trata simplemente de tener piernas fuertes y una mente débil. No podemos simplemente andar de casa en casa, sino que tenemos mentes fuertes y en nuestros sermones damos en el blanco con la Biblia. ¡Corra prudentemente! Use conocimiento de la Biblia e inteligencia para ganar la carrera o conseguir la victoria. Edifíquese y equípese con conocimiento de la Palabra de Dios. “Ustedes han oído del aguante de Job y se han dado cuenta del resultado que dió Jehová.”—Sant. 5:11, NM.
4 Jesús dijo que “el que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” (Mat. 10:22, NM) ¿Continuará usted perseverando? Si no, usted perderá. Haga suyas las palabras de Pablo: “Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni gobiernos ni cosas aquí ni cosas por venir ni poderes ni altura ni profundidad ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.”—Rom. 8:38, 39, NM.
5. (a) ¿Por qué no nos hará ganadores el entrenamiento casual e irregular? (b) ¿Qué hizo que Ezequías ganara?
5 El entrenamiento casual significa carreras perdidas. No publique irregularmente. Usted correrá con incertidumbre si publica así. Pablo no corrió así. Sea regular en el entrenamiento para estar capacitado. Usted no puede correr a tontas y a locas. No es sólo un supremo esfuerzo de energía aquí y un aflojamiento allí lo que gana. ¿Piensa usted que puede redimir su retraso con un supremo esfuerzo de actividad por un tiempo y luego desaparecer sin que nadie lo vea por semanas? No puede. “La carrera no es de los ligeros, ni la batalla de los fuertes.” (Ecl. 9:11) El asirio Senaquerib tenía el ejército superior y la fuerza, pero el sitiado rey Ezequías, que tenía fe en Jehová, fué quien ganó. ¿Recuerda usted la antigua fábula acerca de la tortuga y la liebre? Cierto, la liebre se lanzó a la carrera casi perdiéndose de vista, pero la tortuga ganó la carrera. ¡Pero aguarde! Se sabe que la segura Palabra de Jehová es mejor que cualquier fábula hecha por el hombre. ¿Por qué ganó Ezequías? ¿Era veloz? ¿Era fuerte? Ganó porque se sometió a Jehová, en oración. Luego Ezequías aceptó la respuesta de Jehová. Por medio de su profeta Isaías, Jehová dijo a Ezequías: “Yo ampararé esta ciudad para salvarla, por mi propia causa, y por amor de David mi siervo.” (Isa. 37:35) Esa noche el ángel de Jehová mató al enemigo—ciento ochenta y cinco mil asirios. (2 Reyes 19) En nuestra lucha es cierto, también, que no se trata de un solo puñetazo y se deja al enemigo fuera de combate. Tenemos que continuar dando muchos golpes eficaces. De modo que no puede ser un solo conjunto de textos bíblicos o un solo sermón lo que se use en el trabajo de testimonio. Para que sean variados tenemos que tener muchos y versátiles, y luego continuar usándolos acertadamente en ofensiva y en defensa de las buenas nuevas.
6. ¿A quién no podemos temer? ¿por qué? y ¿a quién tenemos que temer?
6 La regla es que para participar en la pelea de boxeo o prueba de combate el peleador tiene que ser intrépido. Por eso tenemos que ser intrépidos en la testificación, estando seguros de nuestra fuerza espiritual y del manejo acertado de la palabra de verdad. Pablo se refiere al pelear en una contienda además de referirse con frecuencia al correr. (1 Cor. 9:26; 1 Tim. 6:12; 2 Tim. 4:7) Recuerde, ¡predique y se le resistirá! Cuando se le resista, ¿que hará usted? ¿Tendrá miedo y abandonará la obra? Si tal cosa sucede usted será descalificado y sacado de la contienda. Jehová dice: “Los cobardes y los que no tienen fe y . . . todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre . . . la muerte segunda.” (Apo. 21:8, NM) Tenga temor al hombre y eso lo conducirá a una trampa, a la pérdida del premio de la vida. (Pro. 29:25) “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.”—Sal. 111:10.
7. El que las competencias se ganen o se pierdan por equipos nos enseña ¿qué lecciones?
7 En las competencias antiguas un equipo ganaba o un equipo perdía, pero no ganaba o perdía uno solo de los participantes. Se necesitaban lanzadores de la jabalina, lanzadores del disco, luchadores, saltadores, boxeadores y corredores para formar un equipo. La organización teocrática es un gran equipo. Cada uno de nosotros es una unidad pequeña de él. Un miembro no puede pasarla bien sin los otros. “Porque el cuerpo, en verdad, no es un solo miembro, sino muchos.” (1 Cor. 12:14-16, NM) Pensemos sólo en los logros del equipo. Cuando la carrera se gana o llega la victoria, el equipo, no el individuo, la obtuvo. Que todo el honor venga y el crédito vaya al capitán del equipo, Cristo Jesús. Se necesita consideración procedente de cada uno para todos, y procedente de todos para cada uno. Entonces tenemos verdadero trabajo colectivo. Hay muchas partes en una máquina enorme. Para que funcione sin fricción debe tener lubricación. El espíritu de Jehová y la unidad resultante son para nuestra organización lo que el aceite es para la máquina.
8. ¿Por qué son peligrosísimas las malas asociaciones?
8 Otra regla de la competencia prohibe la asociación mala. Algunos amigos del viejo mundo se adhieren a algunos cristianos. Algunos cristianos insensatamente se adhieren a amigos del viejo mundo. Pablo amonestó: “No sean engañados. Las malas asociaciones corrompen las costumbres provechosas.” (1 Cor. 15:33, NM) Aun algunos que están en la organización tienen costumbres del viejo mundo. Todas son levadura. La levadura se abre paso en su vida entera. Si usted no se separa de las malas asociaciones perderá la carrera. (1 Cor. 5:9, 10; 6:9, 10) El persistir con ellas viola el entrenamiento y resulta en ablandar nuestros músculos espirituales. No se trata de que un asociado sea una ‘buena persona.’ Una ‘buena persona’ puede ser buena compañía. Pero, ¿es compañía teocrática? Si no lo es, entonces evítela. Corra sólo con los que están corriendo en la carrera. Recuerde el antiguo proverbio: “Cada cual con los de su oficio.” Puede que usted también recuerde el antiguo cuento del cisne del hacendado que siempre nadaba entre las cigüeñas. Las cigüeñas estaban destruyendo las siembras del hacendado. De modo que éste resolvió matarlas a tiros. Él mató a las cigüeñas y con ellas también a su hermoso cisne, su ave preciada. No vaya a ser sorprendido en el Armagedón como le pasó a este hermoso pero desafortunado cisne.
9. Para evitar el ser desaprobados, ¿qué tenemos que ejercer?
9 Pablo escribió que “todo hombre que participa en un concurso ejercita dominio de sí mismo en todas las cosas. . . . [Por consiguiente] trato mi cuerpo severamente y lo guío como a un esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no sea desaprobado de algún modo.” (1 Cor. 9:24-27, NM) Los que antiguamente tomaban parte en las competencias ejercían dominio sobre su comportamiento, su vida, hábitos de comer, asociaciones, bebida y placeres. Evitaban todo cuanto distraía o neutralizaba su entrenamiento. Asimismo es preciso que nosotros los participantes teocráticos en la competencia nos dominemos individualmente con el fin de salir triunfantes.
10, 11. ¿Cuál es la regla más grande? ¿la regla final? y ¿cómo están éstas relacionadas una con la otra?
10 Terminemos nuestra consideración de las reglas y su efecto con la más grande de todas las reglas, el amor. Pablo dijo que si no tenemos amor somos (1) como ‘bronce que resuena o címbalo que retiñe’; (2) como nada, y (3) como ‘en nada aprovechados.’ (1 Cor. 13:1-3, NM) Jesús dictó la regla cuando dijo: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ . . . ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos.”—Mar. 12:30, 31, NM.
11 Comprenda que no hay tiempo que desperdiciar. (Efe. 5:16; Apo. 10:6, NM) Aprenda bien las reglas y cómo aplicarlas. Practique estas cosas. Observe las reglas y usted alcanzará la victoria y evitará el desastre. La regla final, entonces, como la declaró Jesús, es que observemos todas las reglas de la carrera o contienda. “Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos.” (Juan 14:15, NM) Tenemos que observar todas las reglas. Ninguna puede ser violada impunemente.
PARTICIPANTES SOBRESALIENTES QUE GANARON
12-14. ¿Cómo mostró Jesús que era un sobresaliente contendiente ganador, ganando qué recompensa?
12 No podemos dejar aquí este tema de los participantes en los esfuerzos de competencia teocráticos sin considerar algunos de los que sobresalientemente compitieron a favor de la fe de Jehová, luchadores y corredores intrépidos que mostraron aguante y perseverancia.
13 El más grande participante de todos como miembro del equipo de Jehová es nuestro Capitán, Jesucristo. Dado que él es nuestro modelo, primero considerémoslo a él. (1 Ped. 2:21) El primer obstáculo sobresaliente que se colocó ante él en su carrera fué la oportunidad de obtener todos los reinos de este mundo. Jesús se mantuvo resueltamente en la carrera al contestar al Diablo: “¡Márchese, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solamente que tienes que rendir servicio sagrado.’” (Mat. 4:10, NM) Otro obstáculo que Satanás puso en la carrera de Jesús fué Pedro y su manera de pensar humana, impía. Pedro llevó aparte a Jesús y mostró firme objeción en conexión con el daño que amenazaba a Jesús. Pedro dijo: “Ten consideración de ti, Señor.” ¿Hizo esto que Jesús aflojara el paso? Él respondió: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo.” (Mat. 16:22, 23, NM) Ante Pilato Jesús también contendió por la fe diciéndole: “Con este propósito he nacido y con este propósito he venido yo al mundo, para dar testimonio a la verdad.”—Juan 18:37, NM.
14 Poco después Jesús estuvo enteramente solo, sin compañeros. Estuvo solo en la carrera desde allí hasta el fin y fué abandonado por sus asociados, pero fué fiel hasta el fin. Puso en la carrera todo lo que tenía, la vida misma. Le quitaron la ropa que llevaba puesta, lo clavaron al madero, poniéndole en la cabeza una corona de espinas. A todos les pareció que Jehová lo había abandonado completamente. A los ojos de Satanás y sus agentes terrestres Jesús murió como criminal. Velozmente Jehová invirtió la escena, ante la misma vista de Satanás. En el transcurso de tres días Jehová recompensó a Jesús con una resurrección a la vida eterna, y unas cuantas semanas después Jesús ascendió a la mano derecha de su Dios y Padre.—Sal. 110:1; Juan 20:17, NM.
15. ¿Qué ejemplo dió Esteban de un contendiente victorioso? ¿Qué ejemplo dió Pablo?
15 El primer seguidor de Jesucristo de que se conoce que corrió hasta el fin su carrera fielmente después de terminar Jesús la suya fué Esteban. Él completó su parte en la competencia en las garras de sus enemigos. Él predicó aun mientras lo estaban apedreando a muerte. Él corrió y ganó la corona de la victoria. La muerte no lo privó de su recompensa. Otro ganador fué Pablo, quien venció muchos obstáculos puestos en su senda de la carrera. Considere el informe que hace en Segunda de Corintios once, versículos 23 al 27 (NM). Él dijo que estuvo “en cárceles más abundantemente, en azotes con exceso, a punto de morir, frecuentemente. Por los judíos cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno, tres veces fuí golpeado con varas, una vez fuí apedreado, tres veces experimenté naufragio, una noche y un día los pasé en lo profundo; en viajes a menudo, en peligros de ríos, en peligros por parte de salteadores de caminos, en peligros por parte de mi propia raza, en peligros por parte de las naciones, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos, en trabajo y fatiga, en noches en desvelo a menudo, en hambre y sed, en abstinencia de alimento muchas veces, en frío y desnudez.” Más tarde Pablo agregó: “He corrido la carrera hasta el fin, he observado la fe.”—2 Tim. 4:7, NM.
16, 17. ¿Cómo mostraron los tres hebreos y Sansón que estaban en el “equipo” ganador? ¿con qué resultado para cada uno?
16 Ejemplos más antiguos de fe sobresaliente en Jehová son Sadrac, Mesac y Abed-nego. A estos tres hebreos fieles se les mandó que se inclinaran y adoraran la imagen de oro levantada en la llanura de Dura. ¿Rehusarían hacerlo al costo de ser arrojados en el horno ardiente? Habiendo entrado en la carrera, permanecieron en ella, y con calma recordaron al rey: “¡Oh Nabucodonosor, no hemos menester responderte sobre este asunto! ¡He aquí que existe nuestro Dios, a quien nosotros servimos; él tiene poder para librarnos del horno ardiendo en fuego; y de tu mano, oh rey, él nos librará! Y aunque no, séate conocido, oh rey, que a tus dioses nosotros no daremos culto, ni adoraremos la imagen de oro que tú has hecho levantar.” Su desafío osado enfureció al rey. Él mandó que se calentara el horno siete veces más caliente que lo acostumbrado y que se arrojara en él a los tres hombres. Ellos no se acobardaron; rehusaron inclinarse y permanecieron en la competencia. Fueron arrojados al fuego rugiente hecho más intenso. Como recompensa de Jehová, salieron de las llamas sin chamuscarse y triunfaron por su fe y aguante.—Dan. 3:1-27.
17 No olvidemos a Sansón. En la custodia de sus enemigos hasta que su pelo volvió a hacerse largo, Sansón estuvo moliendo en la prisión. Pensó en los ultrajes que se cometían contra su Dios Jehová y contra él mismo a medida que lo azotaban con escarnios y vituperios y lo flagelaban con látigo sus enemigos filisteos, que le habían sacado los ojos. Su sentir se elevó hasta el grado más alto de intensidad y estaba a punto de estallar con determinación para vindicar el nombre de Jehová. Él sabía que su vida estaba en peligro en su competencia final. Para vindicar el nombre de Jehová, Sansón puso todo su corazón y fuerza en la lucha final en el templo de los filisteos que celebraban a Dagón. Él sabía que el esfuerzo le costaría la vida. No obstante, él declaró: “‘Señor Jehová, acuérdate de mí, por favor, y fortaléceme, por favor, sólo esta vez, oh Dios, para que me vengue de los filisteos con venganza por uno de mis dos ojos.’ Con eso, Sansón se aseguró contra los dos pilares de en medio sobre los cuales la casa estaba firmemente establecida, y se agarró fuertemente de ellos, de uno con la mano derecha y del otro con la mano izquierda. Y Sansón procedió a decir: ‘Muera mi alma con los filisteos.’ Entonces se inclinó con fuerza y la casa cayó sobre los señores del eje y sobre toda la gente que había en ella, de modo que los muertos a que dió muerte en su propia muerte vinieron a ser más que aquellos a que había dado muerte durante su vida.”—Jue. 16:28-30, NM.
18. ¿En qué contienda en particular probó David que era un contendiente poderoso?
18 Otro poderoso participante en la competencia fué David. Aun en la juventud él personificó la intrepidez. No se le podía atemorizar de modo que se saliera de la competencia. Él era osado en Jehová. Goliat había desafiado al Todopoderoso Dios y a su pueblo. El joven David se desbordó de justa indignación debido a esta afrenta a su Dios, Jehová. Airadamente exclamó: “¿Quién es este filisteo incircunciso para que afrente a las huestes del Dios vivo? . . . Dijo entonces David a Saúl: Cuando tu siervo apacentaba el rebaño de su padre, siempre que se llegaba un león, o un oso, y arrebataba alguna res de la manada, yo salía en pos de él, y le hería, y se la quitaba de su boca; y cuando se levantaba contra mí, le asía de la barba [margen] y le hería, y le mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo le hería; y será aquel filisteo incircunciso como uno de ellos, porque ha afrentado los escuadrones del Dios vivo.” Intrépido, David avanzó a la contienda. Aunque sólo era un jovencito, valientemente se enfrentó al matasiete, al gigantesco Goliat. A ese filisteo David declaró: “¡Tú vienes contra mí con espada, y con lanza, y con venablo: yo empero voy contra ti en el nombre de Jehová de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel a quien tú has desafiado!” Note el contraste: ¡un gigante cubierto con armadura, un hombre de guerra experto, en contra de un mero mozo con su indumentaria de pastor, equipado sólo con una honda y piedras! Pero ¿abandonó David el campo de la competencia? ¿Temía perder la vida? ¿Se salió de la batalla? Sin temblar gritó: “Hoy te entregará Jehová en mi mano, y te heriré, y quitaré tu cabeza de sobre ti; . . . para que sepa toda la tierra que hay Dios en Israel.” (1 Sam. 17:26, 34-36, 45, 46) ¡Al instante David, con la honda en la mano, apuntó infaliblemente la piedra a la frente del gigante! ¡Dió en el blanco! Jehová le dió a David el triunfo. El gigante cayó muerto. A causa de su intrepidez y amor a Jehová se hace mención de David como uno de los que consiguieron la aprobación de Jehová. (Heb. 11:32-34) Él está seguro de su premio del triunfo.
19. ¿Por qué alistó Pablo a algunos de estos triunfantes contendientes en el capítulo 11 de Hebreos?
19 Pablo alistó a algunos de estos triunfantes contendientes por la fe entre los antiguos testigos de Jehová para estimularnos hoy a correr continuamente de la manera triunfante que ellos lo hicieron. Pablo escribió para nosotros: “Pues, entonces, porque tenemos una nube tan grande de testigos en nuestro derredor, quitémonos también todo peso y el pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mientras miramos atentamente al caudillo y perfeccionador de nuestra fe, Jesús.”—Heb. 12:1, 2, NM.
20-22. ¿Qué proceder conduce a la muerte, y qué proceder conduce a ganar el premio de la vida en el nuevo mundo de Dios?
20 Ahora la pregunta es: ¿Será usted uno de los cristianos activos que corren triunfantemente hacia el premio de la vida? ¿O será usted uno de los inactivos quebrantapactos o haraganes que se dejan llevar por la corriente a su ruina de muerte eterna? (Rom. 1:28-32) No sea un haragán inactivo, demasiado perezoso hasta para alimentarse, y muera. (Pro. 19:24; 14:14, BC) Recuerde, si no está usted activamente a favor de Jesús usted está en contra de él y tendrá que enfrentarse al fin que le espera a sus enemigos. (Mat. 12:30) ¿Se ha desviado usted de la carrera y ha caído en el lodo de la inactividad? ¡Haga acopio de sus fuerzas y regrese rápidamente! La competencia final y más excitante de todas las competencias, el Armagedón, está a las puertas. Mediante nuestra actividad, que todos nosotros triunfantemente ‘luchemos vigorosamente por la fe.’—Jud. 3, NM.
21 Bajo la mirada escrutadora y penetrante de Jehová, que todos nosotros al ver el reino triunfante establecido en los cielos nos determinemos a escapar de la inactividad y la muerte. En cambio, mediante actividad, ganemos el premio del triunfo, VIDA en el nuevo mundo bajo el reino de Jehová.
22 Que Jehová nuestro Dios lo bendiga a medida que lucha “por la victoria en la correcta contienda de la fe.”—1 Tim. 6:12, NM.