Amando tanto en hechos como en palabras
AL MANIFESTAR amor en palabras a menudo podemos ser muy útiles. Con palabras acerca del reino de Dios podemos animar y fortalecer a los que están afanados y agobiados, como lo mostró Jesús: “Vengan a mí, todos ustedes los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”—Mat.11:28-30, NM.a
Por más confortantes que sean las palabras, hay ocasiones cuando se requieren hechos. Para ilustrarlo: Cuando alguien está muriéndose de sed lo que más necesita es agua fresca. Pero si estuviera muriéndose de hambre, el agua no ayudaría mucho. Así que, cuando se necesita algo más, el sólo amar en palabras no será de mucha ayuda, si acaso es de alguna. En tales casos la palabra sin el hecho es tan muerta como la fe sin obras. Cuán apropiado el consejo del apóstol Juan: “Estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos. Pero cualquiera que tiene los recursos de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasando necesidad y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, amemos, no de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.”—1 Juan 3:16-18, NM.
En el círculo de la familia cada miembro tiene muchas oportunidades para ser amoroso en hechos así como en palabras, y el estudiar la Biblia nos ayudará a ver nuestros privilegios. Especialmente como miembros de la sociedad del Nuevo Mundo se nos presentan oportunidades para amar a nuestro prójimo en la congregación cristiana local.
Casi siempre baja la concurrencia a las reuniones cuando el tiempo está malo. Eso no debe ser así. Amamos en hechos cuando vamos a las reuniones de congregación a pesar del tiempo y aunque no nos sintamos muy bien. Si tenemos un automóvil podemos amar en hechos al llevar a otros a las reuniones o ayudarlos a salir en el ministerio del campo.
También amamos en hechos cuando contribuimos a la obra de predicar local y mundial al grado posible; y cuando ayudamos de modo material a nuestros hermanos necesitados, incluso los siervos de tiempo cabal, quienes, aunque no verdaderamente necesitados, se hallan en tales circunstancias que la ayuda material les permite servir más cabalmente. También al participar en el programa de entrenamiento podemos amar en hechos, y aun por tal pequeñez como el sentarnos con alguien en una reunión.
Aunque la sociedad del Nuevo Mundo ha cobrado fama por el amor mutuo de sus miembros, esforcémonos por hacer aun más, así como oró Pablo: “Sigo orando: que el amor de ustedes abunde aun más y más.”—Fili. 1:9, NM.
[Notas]
a Para detalles vea La Atalaya del 1 de febrero de 1955.