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  • El lenguaje y su propósito
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/1 págs. 40-43

El lenguaje y su propósito

EL LENGUAJE es un don del gran Creador, el Dador de “todo don bueno y toda dádiva perfecta.” Hasta Noah Wébster, gran lexicógrafo norteamericano, declaró: “Tanto el lenguaje como la facultad del habla fueron dones que provinieron directamente de Dios.” Úselo bien.—Sant. 1:17, NM.

Jehová expresa su voluntad por medio de la palabra enunciada. Para con él es inherente, viva, ejerce poder imponente y cumple sus propósitos. Su palabra nunca vuelve a él sin fruto. “Truena Dios maravillosamente con su voz; él hace cosas grandes que no podemos comprender.” “Así será mi palabra que sale de mi boca,” dice Jehová. “No volverá a mí sin fruto, sino que efectuará lo que yo quiero, y prosperará en aquello a que yo la envié.”—Job 37:5; Isa. 55:11.

Cuando se usa correctamente, el habla refleja la hermosura y gloria de su Hacedor, Jehová. “Como manzanas de oro en canastillos de plata, es la palabra que se dice oportunamente.” “El hombre tiene gozo en la respuesta acertada de su boca; y ¡cuán buena es la palabra que se dice oportunamente!” Al crear a criaturas de diversos puestos en la vida, Dios les otorgó el don del habla. El Logos vino a ser el vocero de Dios, capaz de transmitir con perfección a toda la creación los pensamientos y propósitos de Jehová. Los ángeles vinieron a ser mensajeros, con poderes vocales para cantar y para comunicarse con el hombre y con Dios. El Registro inspirado muestra que en la tierra el primer hombre, Adán, fué hecho con un excelente equipo de órganos vocales y una lengua de mucha más agilidad y flexibilidad que la de las otras criaturas de la tierra que fueron creadas antes que él. Aunque sea cierto que los gritos de los animales inferiores constan un idioma en cuanto dan expresión a su estado de ánimo, y que ellos tienen un medio vocal de comunicarse, sin embargo tal habilidad no podría compararse con la muy superior habilidad del hombre de articular el habla, de dividir sonidos en sílabas y palabras y por medio del arreglo de éstas o la combinación de éstas tener un vocabulario y poder hablar distintamente y con conexión.—Pro. 25:11; 15:23.

Más bien que aprender a hablar por medio de imitar a los animales, comenzando con gruñidos y refunfuños, según enseña la evolución, la realidad como se registra en el libro de Génesis es que Adán usó casi inmediatamente sus facultades del habla al conferirles nombres a las varias creaciones animales. Esto precisó la cualidad del raciocinio, el ejercicio de la reflexión, el pensamiento y el juicio, la acción interior de la mente y la expresión exterior en palabras. El asignar nombres para la creación animal exigía un vocabulario bastante grande. En esencia ésta era una prueba de inteligencia.

También, cuando Adán tomó a Eva como esposa, él alzó la voz inteligentemente, diciendo: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Varona, porque del varón fué tomada ésta.” Aunque el lenguaje ha cambiado, hasta el mismísimo día de hoy el hombre dice en substancia la misma cosa cuando escoge una esposa. Eva, también, estaba dotada del mismo poder de expresión que Adán, a saber, el de hablar, usando palabras y frases; un idioma para expresar sus ideas mutuas y compañerismo. Ellos sabían que el habla tiene como propósito el hacer un intercambio de pensamientos, que es el medio de comunicar un mensaje o un mandato, de conversar una persona con otra. Eva estaba bien equipada para este propósito. Esto hizo que ella fuera una ayuda idónea, un complemento del hombre. También estaba equipada para traspasar este don maravilloso a su prole.—Gén. 2:23, NM.

EL HABLAR UNA ACTIVIDAD SOCIAL

El lenguaje no es instintivo en el género humano, como lo es la comunicación en el caso de los animales inferiores. Al hombre tiene que enseñársele el arte de hablar. En los humanos, entonces, el habla es progresiva. El instinto difiere de la inteligencia en que la inteligencia reside esencialmente en la variabilidad de los medios que usa, mientras que el instinto es invariablemente una fuerza de ley inherente. Dijo A. W. Holmes: “El ganso vuela de acuerdo con una carta que la Sociedad Geográfica Real no podría mejorar.” Colton declaró: “Aunque la razón es progresiva, el instinto es inmóvil. Cinco mil años no han añadido ninguna mejora a la colmena de la abeja, ni a la casa del castor,” ni al lenguaje de la selva, podríamos agregar. Pero en el caso del género humano el lenguaje ha cambiado.

Para con la humanidad el hablar es una actividad social. El hombre no puede vivir sin la cooperación de su prójimo. El propósito principal del habla entre los hombres es conseguir esta cooperación y de este modo lograr alguna forma de autorealización, lograr sus deseos y reflejar la gloria del Creador. Eva mostró que ella entendió cabalmente esta verdad básica, cuando dijo a la serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer. Pero en cuanto a comer del fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios ha dicho: ‘No deben comer de él, no, ustedes no deben tocarlo por temor de que mueran.’” Este mandato primero se le dió a su marido Adán, y por el uso del habla Adán le comunicó perfectamente a su esposa la ley, la cual ella entendió, como lo mostró por su propia expresión. El proceso comunicativo está completo sólo cuando el que habla consigue una respuesta en forma de palabras, mirada, gesto o aun de silencio (porque el silencio es a veces elocuente), lo cual le permitirá juzgar la actitud del oyente y por lo tanto el grado de su propio éxito o fracaso. “Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio, y cuando cierra los labios pasa por hombre entendido.” Por medio de su expresión Eva demostró que ella entendía cabalmente el porqué del habla.—Gén. 3:2, 3; 2:16, 17, NM; Pro. 17:28.

UN SOLO VOCABULARIO

Por más de 1,700 años después de la creación del hombre todavía podía decirse: “Ahora, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de una sola colección de palabras [o, “un solo vocabulario,” margen].” La confusión de lenguajes vino como resultado de un acto de Dios. Fué la respuesta de Jehová a un pueblo que desafiaba a Dios, que procuraba establecer una unión del género humano, un gobierno mundial con su centro de dirección en Babel. El registro bíblico acerca de esto dice: “Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían construído. Después de eso Jehová dijo: ‘¡Mira! Ellos son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues, ahora no hay nada que ellos tramen hacer que no puedan lograr. ¡Ven! Descendamos y confundamos allí su lenguaje para que no pueda oír uno el lenguaje de otro.’ Por consiguiente Jehová los dispersó de allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de construir la ciudad. Por eso se le dió el nombre de Babel, porque allí Jehová había confundido el lenguaje de toda la tierra y Jehová los había dispersado desde allí sobre toda la superficie de la tierra.”—Gén. 11:1, 5-9, NM.

Después de la disolución que aconteció en Babel los hombres comenzaron a emigrar a todas partes de la tierra. Debido a que los hombres no estaban ligados por enlaces estrechos de comunicación, pronto surgieron diferencias en el idioma, aun entre grupos de la misma lengua; salieron dialectos, y eventualmente nacieron nuevos idiomas, semejantes a la lengua de su origen y sin embargo distintos de ella. Factores intranquilos mantuvieron los idiomas del mundo en un estado de cambio más o menos constante. La distancia o las barreras físicas, guerras y conquistas, quizás el clima, un esfuerzo por eliminar los sonidos o combinaciones de sonidos más difíciles, y un deseo de imitar a personas prominentes o populares—todas estas cosas han desempeñado su parte, hasta que hoy día el babel de lenguas ha alcanzado la increíble cifra de 2,796 lenguas; algunas son lenguas que millones de personas hablan, otras sólo las hablan unos pocos centenares.

Mientras que el bien reputado idioma inglés contiene unas 700,000 palabras, el idioma de la tribu aranta del interior de Australia se limita a entre 400 y 500 palabras. Este vocabulario diminuto no es así debido a que carezcan de inteligencia los que lo hablan. Aparentemente el aislamiento extremo ha hecho posible que se lleven bien con este vocabulario.

LENGUAJE PURO

El idioma es indisputablemente una barrera, pero no es necesariamente una fuerza divisiva. La unidad puede lograrse a pesar de la barrera de los idiomas por medio de practicar el “lenguaje puro.” El lenguaje puro es el entendimiento perfecto de los propósitos de Jehová según están registrados en su Palabra la Biblia, y conforme fué revelado ese propósito por Jesucristo. El lenguaje puro es la verdad, libre de toda adulteración religiosa. Se les dió a Adán y a Eva, pero fué pervertido poco después cuando la serpiente, el Diablo, habló con un propósito egoísta para conducir al hombre a la adoración de criaturas. A partir de ese día sólo unos pocos han aprendido el lenguaje puro.

El profeta Joel predijo el tiempo en que el espíritu santo de Dios sería derramado sobre toda carne, capacitando a la gente de buena voluntad a aprender y hablar el lenguaje que conduce a la vida. Ese tiempo vino en 33 d. de J.C. Hombres y mujeres aprendieron que el lenguaje puro era el habla de la adoración pura del Dios Todopoderoso, Jehová. El espíritu de Dios les dió poder en esta ocasión para que hablaran en diferentes idiomas y los que estaban reunidos en Jerusalén pudieron entender las buenas nuevas del Reino. El apóstol Pedro, usando sus poderes vocales para hablar el lenguaje puro, culminó su discurso con estas palabras: “Y luego cualquiera que invoque el nombre de Jehová será salvado.”—Hech. 2:1-21, NM.

Ahora, en estos días del cumplimiento completo y final de la profecía de Joel, entre los que viven con la esperanza de un nuevo mundo existe un idioma que es verdaderamente internacional, que sobrepuja toda barrera y que es hablado por personas de muchísimas lenguas. Es puro y no es difícil de aprender si el estudiante es sincero. Se predijo en Sofonías 3:9 (AN): “Porque entonces dirigiré a las gentes un lenguaje puro, para que todas ellas puedan invocar el nombre de Jehová, para servirle con un consentimiento.”

El pueblo de Jehová habla este lenguaje puro en todas las naciones, y éste los une en vínculos de amor y fraternidad cristianos, a pesar de sus lenguas natales. Los une en dar el testimonio acerca del nombre y reino de Jehová. Por lo tanto, aunque los testigos de Jehová están esparcidos sobre la superficie de la tierra en más de 160 países, sin embargo, por medio del poder del espíritu de Dios y el lenguaje puro ellos están unidos como una sola sociedad del nuevo mundo. Barreras mundanas no les sirven de obstáculo a ellos.

Aprenda el lenguaje puro, porque eso no sólo le ayudará a comunicarse con gentes de todas las naciones y a ganarse amigos entre ellas, sino que le traerá vida a usted y a sus oyentes; y, lo que es más importante que todo, usted estará usando el habla para el propósito para el cual se propuso, el de dar gloria al nombre de Jehová.

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