“Reconozcan las oportunidades”
ESTA carta dirigida al periódico Vindicator de Youngstown, Ohío, se publicó el 11 de diciembre de 1955:
“Parece que se hace un perpetuo ruego desde los púlpitos del clero protestante a sus rebaños para que éstos se empeñen más en la lectura de la Biblia. ¡Qué bueno! Pero es evidente que no pasa más allá de eso. Es patente que muy pocos cristianos leen su Biblia, porque realmente no la entienden.
“Estoy bien enterado de los hechos y cifras que prueban que cada año se venden más Biblias que cualquier otro libro. Sin embargo, ¿verdaderamente se leen? Si no, ¿por qué no? Porque para la gran mayoría, la lectura de la Biblia llega a ser monótona y pesada debido a los muchos pasajes que requieren explicación que el cristiano de término medio rara vez puede encontrar a menos que acuda a su pastor. Esto, por supuesto, difícilmente lo haría, porque su pastor generalmente está atendiendo a otros negocios y simplemente no tendría el tiempo necesario. Además, ¿para qué sirve la escuela dominical? Difícilmente podría decirse que los veinticinco minutos asignados a tal estudio bastarían para dar a comprender este libro.
“Escribo esto en defensa de los llamados cuasi cristianos que serían mejores cristianos si se les hiciera asequible tiempo para recibir instrucción bíblica.
“Puesto que soy lego estoy seguro de que conozco los sentimientos de estos llamados rebaños mucho mejor que lo que sus pastores los conocen. Expresado en términos moderados, se asombrarían nuestros ministros protestantes si supieran cuánto anhela la mayoría de su gente más entendimiento de esta clase. La solución podría estar en la organización de un grupo competente que enseñase la Biblia perpetuamente y no sólo por cinco o seis semanas del año.
“Así que se requerirá dinero. Pero, si se le ofreciera a la gente tal oportunidad de estudiar, quizás el apoyo monetario que ella ofreciera en recompensa sería sorprendente. Esto, o algo parecido, debiera por lo menos probarse.
“Yo, por mi parte, estoy cansado de escuchar tantas desaprobaciones respecto a la laxitud del lego hacia su Biblia y otras cosas. Casi todos los clérigos protestantes han recibido entrenamiento maravilloso y debido a ello se espera más de ellos que de los legos. ¿Por qué, pues, no reconocen las oportunidades que hasta pueden ser sus responsabilidades? [Firmada] UN CRISTIANO.”
Esta carta, en que hay una mezcla de súplica y queja, merece pensamiento cuidadoso. El escritor dice que la persona de término medio necesita ayuda para entender lo que lee en la Biblia. Eso es cierto, porque cuando el evangelista Felipe vió al oficial etíope leyendo el libro de Isaías y le preguntó si entendía lo que leía, el etíope respondió: “¿Cómo podría saberlo, a menos que alguien me guiara?”—Hech. 8:31, NM.
Felipe tomó algún tiempo, en ese mismo momento, para guiarlo en su estudio. Ese es el asunto primario de un ministro; los otros asuntos son secundarios. ¿No dió énfasis Jesús a esta obra de alimentación espiritual cuando tres veces le preguntó a Pedro si lo amaba? Y cuando tres veces Pedro le contestó que sí, la respuesta de Jesús fué “Alimenta a mis corderitos,” “Pastorea a mis ovejitas,” “Alimenta a mis ovejitas.”—Juan 21:15-17, NM.
Así como dice la carta de “Un cristiano,” los llamados cuasi cristianos serían mejores cristianos si se les hiciera asequible tiempo para instrucción. Se hace asequible, pero de otra fuente. De los testigos de Jehová, quienes, como Felipe, tomarán el tiempo para estudiar con cualquiera que desee aprender más acerca de lo que lee en la Biblia. Para los testigos es un placer hacerlo porque concuerdan con el punto de vista de Jesús: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” Uno siente mucha felicidad al recibir la verdad, p ero más aún al dársela a otros.—Hech. 20:35, NM.
“Enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de pan, ni escasez de agua, sino de oír las palabras de Jehová.” Jehová mismo envía esta hambre entre sus adoradores profesos porque ellos han sido tan negligentes respecto a sus deberes piadosos que hasta la poca verdad que tenían se les quita. No extraña, pues, que la gente en esos sistemas desee con vehemencia alimento y bebida espirituales. Buscar sustento en esos sistemas es buscar en vano. Si los que se dan cuenta de su necesidad espiritual buscan en otro lugar para satisfacerla, llegarán a ser felices: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.”—Amós 8:11; Mat. 5:3, NM.
El escritor de la carta pide que se enseñe la Biblia perpetuamente. Los testigos de Jehová ofrecen enseñanza regularmente, yendo a los hogares para conducir estudios bíblicos una noche cada semana, durante un año o más. “Así que se requerirá dinero,” dice el escritor, y se expresa dispuesto a pagar. Cosa curiosa, se requiere dinero para conseguir la enseñanza falsa, pero no para conseguir alimento espiritual verdadero: “¡Todos los sedientos, venid a las aguas! aquel también que no tiene dinero; ¡venid, comprad y comed! ¡sí, venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche! ¿Por qué gastáis dinero por lo que no es pan, y os afanáis por lo que no os puede satisfacer? ¡Escuchadme con atención y comed lo que es bueno, y deléitense vuestras almas en grosura! ¡Inclinad vuestro oído, y venid a mí! ¡escuchad, y vivirá vuestra alma!” No se cobra nada por los servicios docentes de los testigos de Jehová. Ellos obedecen las palabras de Jesús: “Recibieron gratis, den gratis.”—Isa. 55:1-3; Mat. 10:8, NM.
Al clero se le pide que reconozca sus oportunidades y responsabilidades y haga lo necesario para cumplir con ellas. Por medio de Isaías Jehová dijo que los clérigos no lo harían: “Los atalayas de Israel son ciegos todos ellos; nada saben; todos ellos son perros mudos; no pueden ladrar; soñadores, echados en tierra, amantes del sueño. Además, los perros son comilones, no conocen la hartura; también los mismos pastores nada saben de inteligencia, todos ellos se apartan por su propio camino; cada cual va tras su ganancia, sin excepción alguna.” Jesús dijo que debido a que ellos enseñaban tradiciones en vez de la verdad no entraban ellos mismos en el reino y no dejaban que otros entraran. Los credos tradicionales son contrarios a lo que enseña la Biblia, y el clero se opone a que la gente estudie la Biblia con los testigos de Jehová. Después de decirles a estos líderes religiosos: “Han hecho la palabra de Dios inválida a causa de su tradición,” Jesús les aconsejó a sus seguidores: “Déjenlos. Guías ciegos es lo que son. Si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.”—Isa. 56:10, 11; Mat. 15:6, 14, NM.
El escritor pide que el clero reconozca sus oportunidades. Nosotros pedimos que los que, como el escritor, tienen hambre espiritual, reconozcan las suyas. Jesús dijo: “¡Mira! yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, yo entraré a su casa y cenaré con él, y él conmigo.” Cuando los testigos de Jehová están de pie a su puerta y llaman, recuerde usted las palabras de Jesús a sus testigos: “El que recibe a ustedes me recibe también a mí.” Y, “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Así se participa de una comida espiritual con Cristo ahora. Esa es la oportunidad de usted y su responsabilidad.—Apo. 3:20; Mat. 10:40; 18:20, NM.