¿Ha fracasado el propósito de Dios para el género humano?
¿Cuál es el propósito de Dios para el género humano? ¿Ha fracasado o todavía llegará a ser una realidad? Si ha de ser una realidad, ¿qué tenemos que hacer nosotros para recibir sus beneficios?
¿TIENE Dios como su propósito para el género humano la conversión del mundo a las llamadas religiones cristianas? Eso es lo que enseña la mayoría de las sectas de la cristiandad. Estas también sostienen que la tierra es sólo el hogar transitorio del hombre, que el destino del hombre es los cielos y que algún día la tierra será consumida por fuego.
Definidamente opuestos a tales creencias están los deístas, quienes, aunque creen en la existencia de Dios, niegan la inspiración de la Biblia. Estos afirman que Dios, habiendo terminado la creación del universo, incluyendo la tierra y el hombre, no se interesa directamente en lo que suceda en la tierra, sino que deja que el hombre vaya por el camino que quiera.
Si el propósito de Dios para el género humano fuera la conversión de todos a cualquiera o a todas las sectas de la cristiandad, ha fracasado señaladamente. ¿Por qué? Porque no solamente hallamos que la población de la tierra está creciendo más rápidamente que las sectas de la cristiandad, sino que aun en la cristiandad hay comparativamente pocos que pueden llamarse verdaderos cristianos.
Dios es la gran Primera Causa. Tocante a sí mismo dice: “Yo soy Jehová; éste es mi nombre.” Y ese nombre quiere decir literalmente “él causa ser.” El que Dios sea el Gran Causante, y al mismo tiempo que no tenga un propósito, pues, eso es inadmisible. Indicaría una falta de inteligencia, y Dios, más que toda otra persona, es El Inteligente, la Fuente de todo conocimiento y la Personificación de la sabiduría.—Isa. 42:8.
Pero, ¿por qué especular sobre cuál es el propósito de Dios cuando él nos ha dado su Palabra de autenticidad comprobada con el mismísimo fin de revelarnos su propósito respecto a la humanidad? El no dar a conocer su propósito a criaturas inteligentes sería tanto injusto como falto de amor y, por lo tanto, por completo contrario a la manera de obrar de Dios. “Seguramente Jehová el Señor no hará nada sin que revele su secreto a sus siervos.”—Amós 3:7.
EL PROPÓSITO DE DIOS PARA EL GÉNERO HUMANO
¿Cuál es el propósito de Dios para el género humano? Él manifestó su propósito por medio de un mandato que dió a la primera pareja humana en el Edén. Entre paréntesis, todos los mandatos o mandamientos que provienen de Dios, el Divino, son mandatos divinos. A fin de distinguir este mandato divino de todos los otros parece buena idea referirnos a él como “el mandato de procreación.” ¿Y qué encierra este mandato de procreación? Encierra tres mandamientos:
Primero, “Sean fecundos y háganse muchos y llenen la tierra”; con criaturas justas, desde luego, semejantes a Adán y Eva, teniendo derecho a la vida, viviendo en armonía con su Creador y habitando juntos en felicidad y en paz los unos con los otros. Segundo, “y sojúzguenla,” es decir, a la tierra; por medio de transformar toda la tierra en un paraíso igual al jardín de deleite especialmente preparado en el Edén. Y, tercero, ‘tener en sujeción todos los animales inferiores.’ El hombre había de ser un gobernante sabio y amoroso, no sobre sus semejantes humanos, sino sobre la creación inferior, irracional y bruta.—Gén. 1:28, NM.
Obsérvese que Dios no dijo nada a Adán y Eva respecto a ir al cielo. Tampoco les dijo que el globo terráqueo sería destruído algún día. Más bien les dijo que seguirían viviendo mientras obedecieran cierto mandamiento. Por consiguiente, tenemos que concluir que el destino del hombre había de ser terrestre, no celestial. De acuerdo con esto leemos: “Los justos heredarán la tierra, y habitarán para siempre en ella.” ¿Pero cómo sería posible esto si fuera a ser destruída por fuego?—Sal. 37:29.
¡Cuán maravillosa perspectiva presentó el propósito de Dios a la humanidad! ¡Cuán gran testimonio dió ese mandato de procreación al amor, justicia, sabiduría y poder de Dios! No obstante, hoy en día, unos seis mil años después del tiempo en que Dios dió ese mandato, ¿vemos casi cumplido el propósito de Dios para la humanidad? ¡Lejos de ello!
Más bien que transformar esta tierra en paraíso el hombre ha explotado el globo tanto que zonas extensas son infructíferas debido a las tempestades de polvo y la erosión del terreno. Guerras destructivas han arruinado otras grandes regiones y ahora los científicos advierten que con el tiempo quizás la producción de la energía atómica haga inhabitable toda la tierra.
Asimismo, el hombre no ha ejercido un dominio justo y amoroso sobre los animales inferiores. Más bien, el hombre ha abusado de éstos encargados a su cuidado, causándoles sufrimiento innecesario, y los ha matado desenfrenadamente para ganancia comercial o para deporte, aun al grado de exterminar por completo a algunas especies. Y lejos de haber llenado la tierra con una raza de humanos felices y justos, que tuviesen el derecho a la vida, el hombre ha llenado la tierra con una raza injusta, desdichada y moribunda.
¿Por qué este fracaso aparente del propósito de Dios para el género humano? Por el pecado original, causado por la rebelión de una de las criaturas espirituales de Dios a quien se le había confiado la superintendencia de la tierra y del hombre, y quien, a causa de su rebelión, se conoce ahora como Satanás el Diablo—un registro tan bien conocido que no hay por qué repetirlo detalladamente aquí.—Gén. 3:1-19; Rom. 5:12.
¿Quiere decir esto que el propósito de Dios respecto al género humano no llegará a ser una realidad? De ninguna manera. Los propósitos de Dios no fracasan nunca. ¿Cómo sería posible tal cosa, cuando él todo lo sabe y es todopoderoso? Como él mismo nos asegura: “Me lo he propuesto, también lo haré.”—Isa. 46:11, AN.
Realmente, el asunto sencillo es que el propósito de Dios para el género humano ha sido interrumpido temporariamente, cosa que Dios ha permitido por razones bien justificadas. ¿Cuáles, por ejemplo? A fin de demostrar su superioridad sobre un rival aun cuando a ése se le otorga una libertad casi ilimitada, y también para probar que él puede tener criaturas que permanezcan fieles a él a pesar de todas las tentaciones y persecuciones que Satanás, el adversario de Dios, pueda usar contra ellas. Para un ejemplo de esto véase el libro de Job.
EL PROPÓSITO DE DIOS TODAVÍA LLEGARÁ A SER REALIDAD
¿Cómo llegará a ser una realidad todavía el propósito de Dios para el género humano? Inevitablemente, por medio de removerse la condenación que aflige a la humanidad debido a la transgresión de Adán. Dios hizo esto posible enviando a su Hijo a la tierra para tomar el lugar del hombre en la muerte. Como leemos acerca de Jesús: “¡Vean, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” Sí, así como el pecado de un hombre perfecto, Adán, trajo la muerte a la raza humana, de la misma manera el sacrificio de un hombre perfecto, Jesús, abre el camino para que todos los amantes de la justicia adquieran la vida.—Juan 1:29, NM.
Sin embargo, antes de que el género humano pueda recibir los beneficios del sacrificio o rescate de Jesús, es necesario que Satanás y todas sus cohortes, tanto visibles como invisibles, sean quitados, dado que ellos servirían de estorbo toda esta actividad a favor del hombre. Esto Jesucristo y sus ejércitos invisibles lo lograrán en el Armagedón, en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” En esa guerra universal todos los que están en la tierra que no se hayan puesto de parte de Jehová serán destruídos, entre tanto que Satanás y sus huestes invisibles serán arrojados a un abismo de inactividad semejante a la muerte por mil años.—Apo. 16:14, 16; 20:1-3, NM.
Los sobrevivientes del Armagedón, los que aman a Jehová y la justicia, entonces verán en cumplimiento la oración de Jesús: “Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” Esto significará “nuevos cielos y una nueva tierra” en los cuales morará la justicia.—Mat. 6:10; 2 Ped. 3:13, NM.
Ese reino celestial de Dios, que llevará a cabo el propósito de Dios para el género humano, consta de un Rey, Jesucristo, y 144,000 asociados reales. Estos asociados son escogidos de entre los hombres, son una excepción con relación al resto de la humanidad, los únicos que irán al cielo.—Apo. 14:1, 3.
Cumpliendo su papel como simiente de Abrahán, Cristo y sus asociados bendecirán a todo el género humano. Bajo su dominio del Reino los efectos del pecado y la muerte serán quitados paulatinamente. Sus primeros súbditos, los sobrevivientes del Armagedón, la “grande muchedumbre” del Apocalipsis 7, participarán en un cumplimiento representativo del mandato de procreación, dando a luz hijos en justicia. También ejercerán dominio sabio, justo y amoroso sobre la creación bruta y sojuzgarán la tierra, transformándola en un paraíso. Y entonces los que están en las tumbas memorialescas, o en la memoria de Dios, oirán la voz de Jesús “y saldrán.”—Juan 5:28, 29, NM.
Al fin del reinado de mil años Satanás y sus demonios serán soltados para probar los moradores de la tierra. Los que sucumban a la tentación egoísta serán destruídos juntamente con Satanás y sus demonios. A los que se mantienen fieles en la prueba Dios los declarará justos y recibirán el derecho a la vida eterna. Entonces el propósito de Dios será plenamente cumplido a medida que todo el género humano disfrute de vida sin fin en un paraíso terrenal, adorando a Dios en espíritu y en verdad y morando juntos en felicidad, amor y paz.
¿Quisiera usted participar en el glorioso propósito de Dios para el género humano, tan seguro de ser cumplido, y eso pronto? Entonces déle la devoción exclusiva que todas sus criaturas le deben y que él justamente pide de todas ellas. El ayudarle a usted a dar devoción exclusiva a Jehová es el propósito de las publicaciones de la Watch Tówer y de la actividad de los testigos de Jehová. Acepte la ayuda que ellos le ofrecen, para su bien eterno.