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  • ¿Cómo vendrá el reino de Dios?

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  • ¿Cómo vendrá el reino de Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 1/3 págs. 133-136

¿Cómo vendrá el reino de Dios?

Jesús nos enseñó a orar por la venida del reino de Dios. ¿Qué es ese reino? ¿Quiénes son sus gobernantes y quiénes sus súbditos? ¿Cómo vendrá?

EN Evanston, Illinois, en el verano de 1954 se reunió el Concilio Mundial de Iglesias. Comentando acerca de los dos puntos de vista opuestos que se presentaron en esa reunión religiosa, el obispo de Londres dijo: “Allí estaban los alemanes con su idealismo que pensaban que el reino de Dios nada tiene que ver con este mundo, mientras que los norteamericanos, como Carlos Taft, pensaban que si uno tuviera el número de aparatos y cañería de la clase correcta que se requirieran podría tener el Reino de Dios mañana.”—Christian Science Monitor del 9 de julio de 1955.

Según una autoridad católica romana,a “En la boca de Cristo el ‘reino’ significa no tanto un gobierno que ha de alcanzarse ni un lugar,” sino más bien “un tono del ánimo.” Una autoridad principal protestante declara que el reino de Dios no tiene “ninguna intención política,” y que “su elemento básico es la mente, pía, dedicada a Dios y complaciendo a Dios.” El reino de Cristo se compone de “todos los que le son fieles en la fe y la vida.”b Y según otro, el reino de Cristo es “principalmente un concepto religioso, no político ni económico, aunque tendrá consecuencias políticas y económicas. Es aquella condición de la vida humana en la cual la voluntad de Dios domina según ésta se revela en Jesucristo.”c

¿Qué es el reino de Dios? ¿Cristo reinando en el corazón de los hombres? Y ¿cómo viene? ¿Por medio de ir todos los cristianos al cielo? O ¿mediante el avance de la civilización moderna? O ¿mediante la conversión del mundo?

EL TEMA DE LA BIBLIA

El Reino es el tema de las Escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Dios se refirió al reino cuando predijo el triunfo de la justicia diciendo que la Simiente de la mujer magullaría la cabeza de la Serpiente. Y él reveló todavía más acerca de su reino cuando le prometió a Abrahán que todas las familias de la tierra se bendecirían en su simiente.—Gén. 3:15; 22:17, 18.

Por medio del reino de Israel Dios prefiguró bendiciones del Reino, particularmente mediante el reinado pacífico y próspero de Salomón. Repetidas veces leemos en las Escrituras hebreas que Jehová reinaba. María, la hermana de Moisés, y sus compañeras cantaron acerca de ello y también lo hizo el salmista. Daniel y otros profetas predijeron la venida del Rey y del reino de Dios.

Y el reino de Dios ciertamente fué el tema de lo que Jesús predicó. Él anunció: “El reino de los cielos se ha acercado,” y enseñó a sus seguidores a orar: “Venga tu reino.” Él nos manda: “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia.” Vez tras vez él ilustró varios aspectos de su reino, comparándolo a un tesoro, a una perla de gran precio, a una semilla de mostaza, etc. Cuando él entró cabalgando en Jerusalén, montado en un asnillo, como era la costumbre con los reyes del antiguo Israel, dejó que la gente lo aclamara: “¡Bendito el que viene en el nombre de Jehová, el rey de Israel!” Eso se hizo en cumplimiento de una profecía que se pronunció centenares de años antes.—Mat. 4:17; 6:10, 33; Juan 12:13, NM; Zac. 9:9.

UN GOBIERNO VERDADERO

Las Escrituras muestran que el reino de Dios es un gobierno verdadero con rey celestial y gobernantes asociados, una región sobre la cual gobernar y súbditos. No es meramente el regir Cristo en el corazón de los hombres, un mero tono del ánimo. Es La Teocracia. ¿Teocracia? Sí, un ejercicio de poder (kratos) por Dios (Theós).

Lo que ha causado confusión es la expresión “el reino de Dios dentro de vosotros está,” de Lucas 17:21, según se halla en algunas versiones, así como el pasar por alto el hecho de que Jesús aquí estaba hablando a los fariseos hipócritas, codiciosos, faltos de fe. Ciertamente el reino de Dios no estaba en esos hombres. Correctamente traducida esta expresión, junto con su contexto, lee: “Al ser interrogado por los fariseos tocante a cuándo vendría el reino de Dios, él les contestó y dijo: ‘El reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable, ni estará la gente diciendo: “¡Miren acá!”, o, “¡Allá!” Porque, ¡he aquí! el reino de Dios está entre ustedes.’” (Luc. 17:20, 21, NM. Véanse también Val; TA; HA; Besson; Elberfelder, alemán.) La Encyclopedia judía, al citar este texto, también hace notar el hecho de que según el arameo debiera leer “entre ustedes.” Jesús pudo decir que el reino de Dios estaba entre ellos porque él, el rey del mismo, estaba presente.

Jesucristo probó que era digno de ser el rey del reino de Dios por su fidelidad a Dios y su servicio altruísta a su prójimo. “Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. Por esta misma razón Dios también le exaltó a un puesto superior.” Por medio de su muerte sacrificatoria Jesús compró a la raza humana y por eso podrá dar vida eterna a todo súbdito obediente. Por consiguiente será paternal su reino. Por eso le vienen bien las designaciones bíblicas que se le dan, a saber “Maravilloso, Consejero, Poderoso Dios, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”—Fili. 2:8, 9, NM; Isa. 9:6, AN.

Compartiendo el dominio de su Reino estará su “novia,” no una sola mujer, sino un grupo de asociados, una familia real de 144,000 miembros. El apóstol Juan los vió en una visión: “Y yo vi, y ¡he aquí! el Cordero de pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil teniendo su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. . . . Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios.” Estos son los que siguen en las pisadas de Cristo y quienes han sido especialmente llamados y escogidos por Dios. Probándose fieles hasta la muerte, ellos serán parte del reino que bendecirá a todas las familias de la tierra como la Simiente espiritual de Abrahán.—Apo. 14:1, 4; Gál. 3:16, 29, NM.

Las Escrituras muestran claramente el hecho de que Jesús les prometió a sus seguidores autoridad en un reino o gobierno verdadero u organizado: “Su Padre ha aprobado darles el reino.” “Al que venza yo le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” Y de nuevo, ‘Yo hago un pacto con ustedes para un reino, para que se sienten en tronos.’ Sí, ellos “gobernarán como reyes con él por los mil años.”—Luc. 12:32; Apo. 3:21; Luc. 22:29, 30; Apo. 20:6, NM.

¿CÓMO VENDRÁ?

Algunos han concluído que el “venir sin observación” quiere decir que el reino de Dios vendrá sin el uso de fuerza. Pero dado el hecho de que la Palabra de Dios muestra que “el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo,” y que “la amistad con el mundo es enemistad con Dios,” sería irrazonable esperar que el reino de Dios viniera por medio de la conversión del mundo entero a Cristo. La predicación de las buenas nuevas del Reino no se hace con el propósito de convertir el mundo, sino meramente “con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones.”—1 Juan 5:19; Sant. 4:4; Mat. 24:14, NM.

Las naciones de la tierra están opuestas al reino de Dios y por eso Dios le ordena a su Hijo: “¡Pídeme, y te daré las naciones por tu herencia, y por tu posesión los confines de la tierra! Los quebrantarás con vara de hierro; como vaso de alfarero los desmenuzarás.” Y por consiguiente Dios manda: “¡Ahora, pues, oh reyes, obrad con cordura! ¡Sed amonestados, jueces de la tierra! Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Besad al Hijo, no sea que se enoje, y perezcáis en el camino.”—Sal. 2:8-12.

Note también el tenor de la profecía de Daniel: “En los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que”—¿convertirá poco a poco a todas las naciones? No, sino que—“desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos los siglos.”—Dan. 2:44.

Y particularmente el Apocalipsis describe cómo vendrá el reino de Dios. Todas las naciones serán juntadas “a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” “al lugar que se llama en hebreo Har-Magedón.” Jesucristo y los ejércitos celestiales que están con él librarán guerra en justicia. Él herirá a las naciones con una larga espada afilada y “las pastoreará con una vara de hierro.” Después de destruir a las naciones inicuas de la tierra él arrojará a sus enemigos invisibles, Satanás y sus demonios, al abismo de la inactividad parecida a la muerte para que permanezcan allí mil años.—Apo. 16:14, 16; 19:11-15; 20:1-3, NM.

Los hechos físicos muestran que estamos viviendo en los días del cumplimiento de estas profecías. Por consiguiente Dios está haciendo que las buenas nuevas de su reino se prediquen por toda la tierra para que todos los hombres de buena voluntad puedan ‘buscar a Jehová, a la justicia y a la mansedumbre,’ y así ser salvados durante la batalla del Armagedón así como Noé y su familia fueron salvados durante el Diluvio y salieron del arca sobre una tierra limpia. Estos formarán el núcleo de la región terrenal del reino de Dios. Durante el reinado de mil años de Cristo se hará de la tierra un paraíso, se resucitará a todos los que están en las tumbas memorialescas y a todos los obedientes de entre la humanidad gradualmente se les restaurará a la perfección.—Sof. 2:2, 3.

Entonces se soltará a Satanás y sus demonios para una prueba final y todos los que manifiesten egoísmo serán destruídos junto con Satanás y sus demonios. De este modo el reino de Dios efectuará el propósito de Dios haciendo que su voluntad se haga en la tierra como en el cielo y lo vindicará como el legítimo Soberano del universo.—Apo. 20:7-10.

[Notas]

a Catholic Encyclopedia, tomo 8, páginas 646, 647.

b Cyclopædia de McClintock y Strong, tomo 5, página 90.

c Bible Dictionary de Harper, página 367.

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