Un mundo justo recreado
UN ESPECTADOR contemplaba desde su asiento la película cinematográfica “La felicidad de la sociedad del nuevo mundo” que fué producida por la sociedad Watch Tówer Bible and Tract of Pennsylvania. La gente feliz y las vistas coloridas de la naturaleza que aparecían en el telón despertaron en él un anhelo de ver toda la tierra radiando tal belleza y hombres pacíficos gozando de ella cabalmente. ¿Cómo sería posible que sucediera eso?
Como si presintiese la pregunta que no había sido expresada, el narrador de la película siguió con sus comentarios alegres. “Las condiciones perfectas que el hombre perdió al tiempo de la rebelión original serán renovadas. Las condiciones paradisíacas del jardín de Edén serán restauradas. Habrá sido destruída toda la iniquidad. Todos los resultados de la rebelión de Satanás habrán desaparecido.”
La Biblia apoya cabalmente las declaraciones del narrador. El paraíso será restaurado, no por la destrucción de la tierra, sino mediante la renovación de la haz de la tierra. Esto no se hará por el poder del hombre insignificante, sino por el poder ilimitado del Creador original de la tierra, Jehová Dios. Acerca de él está escrito: “Envías tu aliento, son creados, y renuevas la haz de la tierra.”—Sal. 104:30.
La renovación de la haz de la tierra se logra por medio de una regeneración o recreación de un arreglo ordenado de criaturas inteligentes, todas trabajando juntas en unidad para efectuar el propósito que Dios tiene para la tierra. Hubo un tiempo cuando existió un arreglo u organización de esa clase. Su oficial presidente era un hijo espiritual invisible de Dios. La parte visible del arreglo la componían los primeros dos humanos, llamados Adán y Eva. Esta asociación de hijos de Dios invisibles y visibles formaba el primer “mundo” (kosmos, griego). Este tenía una asignación específica del Soberano Universal de atender los intereses que tenían que ver con la tierra. Los miembros no habían de meterse en intereses pertenecientes a otras partes de la vasta creación de Jehová. El campo de actividad para ellos era la tierra y habían de permanecer en sujeción a su Señor Soberano, Jehová.
El propósito de Dios respecto a la tierra se declaró a los primeros humanos en lenguaje muy sencillo. Él dijo: “Sean fecundos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción a los peces del mar y a las criaturas volátiles de los cielos y a toda criatura viviente que se arrastra sobre la tierra.” Por medio del matrimonio y la procreación los humanos habían de reproducir su propia clase hasta que hubiese suficiente número de ellos para cuidar cómodamente de todos los intereses conectados con la tierra. Bajo la superintendencia de los “cielos” invisibles la sociedad humana visible o “tierra” había de efectuar el propósito de Dios.—Gén.1:28, NM.
Una cualidad importante se requería de todo miembro de ese primer mundo, la cualidad de obediencia. No se toleraría la desobediencia. Resultaría en la muerte. Solamente criaturas obedientes habían de ser usadas para efectuar el propósito de Dios hacia la tierra. Inmediatamente se requirió una señal de obediencia de la primera pareja humana. Se le amonestó estrictamente que evitara el comer del “árbol del conocimiento del bien y del mal.”—Gén. 2:17, NM.
El invisible oficial presidente de ese primer mundo fué el primero que se descalificó. Ambiciosamente él procuró meterse en intereses que no le fueron asignados, hasta atreviéndose a esperar apoderarse del puesto del Todopoderoso Dios. La evidencia de su rebelión pronto se dió a ver. En rápida sucesión este rebelde indujo a Adán y a Eva a ponerse de parte de él por medio de decirle a ella la primera mentira, la mentira de que no resulta en muerte el desobedecer a Dios, y por medio de sutilmente despertar el egoísmo en el corazón de ellos. Comieron del fruto prohibido, dejaron de rendir la señal correcta de obediencia y así se descalificaron para cualquier puesto adicional de confianza en el futuro. De este modo el entero primer mundo se hizo corrupto.—Gén. 3:4-6.
Jehová Dios actuó rápidamente. Pronunció el fin que les esperaba a aquellos rebeldes y los expulsó de su familia universal. Ellos podrían comenzar y operar un mundo inicuo propio, pero con el conocimiento seguro de que a éste también le esperaba la destrucción desde su mismo principio. La “simiente” o prole de la “mujer” o fiel organización universal de Dios en los cielos a su debido tiempo destruiría toda iniquidad y restauraría el mundo justo que Dios originalmente se propuso para el bien de la tierra y la vindicación de su Palabra y nombre.—Gén. 3:15.
PARTE INVISIBLE DEL MUNDO JUSTO
Durante siglos hombres que ejercían fe en el Dios verdadero esperaban el aparecimiento de aquel que aplastaría al rebelde inicuo, destruiría todas sus obras inicuas y recompensaría a la humanidad obediente con vida eterna debido a la fe que la humanidad tuviera en el mérito de la vida humana sacrificada de él. Todo esto acontecería al tiempo de la recreación del mundo justo. Por medio de estos siervos fieles Jehová hizo y registró cuadros proféticos que servirían para identificar al libertador venidero. Este registro sagrado, junto con la ayuda del espíritu santo de Dios, fué suficiente para capacitar al apóstol Pedro a identificar positivamente a Jesucristo como aquel a quien Dios había hecho “Señor y también Cristo,” el cual padecería la muerte a manos del gran rebelde y entonces sería recibido en el cielo “hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas.”—Hech. 2:36; 3:18-21, NM.
Debido a la obediencia estricta bajo prueba severa Jesucristo se mostró completamente capacitado para el puesto de confianza que había de recibir. El gran rebelde, Satanás, repetidamente trató de estropear la integridad inexpugnable de él y así descalificarlo para servicio como rey sobre un nuevo mundo de justicia. ¡Fué todo en vano! En cada encuentro Jesús salió victorioso. Está escrito que él “se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. Por esta misma razón Dios también le exaltó a un puesto superior y bondadosamente le dió el nombre que está por encima de todo otro nombre.” Todos los que quieran conseguir vida en el nuevo mundo con Jesucristo tienen que seguir el mismo modelo de obediencia bajo prueba para llenar los requisitos para el privilegio. Pedro informó a los cristianos que, “de hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles un modelo para que siguieran cuidadosamente sus pisadas.”—Fili. 2:8, 9; 1 Ped. 2:21, NM.
Jesús no había de estar solo en la parte invisible del recreado mundo de justicia. Ciertas personas habían de estar asociadas con él y reinar con él en los cielos. A los primeros hombres que él escogió Jesús dió la promesa: “Verdaderamente les digo: En la recreación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel.” Al mismo grupo de hombres fieles él dijo: “No tema, manada pequeña, porque su Padre ha aprobado darles el reino.” Más tarde él reveló que la “manada pequeña” se compondría de 144,000 personas que desplegarían la misma calidad de obediencia que su Señor.—Mat. 19:28; Luc .12:32; Apo. 7:4; 14:1, NM.
PARTE VISIBLE DEL MUNDO JUSTO
La parte visible del mundo de justicia recreado se compondrá de humanos fieles que también exhiban la cualidad de obediencia bajo prueba. Muchos de éstos vivieron antes del nacimiento de Jesús en la tierra, y los nombres de varios de ellos están registrados en el capítulo once de la carta de Pablo a los hebreos. Ellos recibirán una “resurrección de vida.” Otros han aparecido en nuestro día, declarando públicamente que deben su salvación a Jehová y a Cristo Jesús, no a las Naciones Unidas ni a ninguna nación en particular o su emblema nacional. Más tarde estarán allí los hijos de los sobrevivientes del Armagedón, además de las personas que saldrán de entre los muertos en la “resurrección de juicio.” Todos éstos tendrán que probar su obediencia al Gobernante Soberano, Jehová, pasando aprobados la prueba de integridad que se les impondrá al fin del reinado de mil años de Cristo cuando Satanás y sus demonios sean soltados para ejercer presión contra ellos.—Juan 5:29; Apo. 7:10; 20:7-9, NM.
A todos los humanos que son puestos a prueba durante los mil años del reinado de Cristo y al fin de éstos se hace referencia como “las doce tribus de Israel,” en Mateo 19:28. Ellos formarán una sociedad visible, organizados teocráticamente para servicio como lo estaban las antiguas tribus de Israel. Sobre esta ordenada sociedad del nuevo mundo Cristo Jesús y sus 144,000 asociados celestiales han de ejercer autoridad como reyes y jueces.
¿CUÁNDO LA RECREACIÓN?
Jesús vinculó el tiempo de la recreación con el tiempo cuando él se sentaría sobre su trono glorioso como Rey. Entonces los que hubiesen dejado todo para seguir en pos de él recibirían la recompensa de vida eterna. El nacimiento del reino del cielo comenzaría la recreación del mundo justo.
Las profecías de la Biblia claramente señalan al año 1914 como el tiempo cuando Cristo Jesús comenzó a reinar en medio de sus enemigos. En ese año comenzó la recreación del mundo justo. Estalló guerra en el cielo. El victorioso Cristo y sus huestes angelicales arrojaron al Dragón y sus hordas de demonios hacia abajo a la vecindad de esta tierra donde les esperaban más dificultades en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Tres años y medio más tarde, en 1918, Cristo Jesús fué presentado o “colocado” en sentido cabal en el monte de Sión celestial como el cimiento del justo nuevo mundo. En seguida hubo actividad intensa. Los “santos” fieles que durmieron en muerte esperando el aparecimiento de Jehová Adonái y su Mensajero del pacto en su templo espiritual en 1918 fueron levantados de entre los muertos. Como criaturas espirituales, revestidas de la inmortalidad y gloriosas en la semejanza de Cristo Jesús, se sientan con él sobre tronos reales.—Sal. 110:2; Apo. 12:7; 16:14; 3:21, NM; Mal. 3:1.
En el año 1919 el resto de los hermanos espirituales de Cristo fué soltado del cautiverio de la Babilonia espiritual moderna, la organización mundial de Satanás, y establecido en su propia “tierra” de adoración pura, en la cual pronto comenzó a producir los frutos del Reino. Los de este resto formaron el núcleo de la nueva sociedad terrenal que sobrevivirá al Armagedón y será lo primero en la escena de acción después de esa guerra. El establecimiento de la “nueva tierra” o nueva sociedad terrenal aconteció en 1919. A partir de ese año más y más personas se han unido entusiásticamente a la sociedad del nuevo mundo en la proclamación de las buenas nuevas del Reino establecido. Unidos por los vínculos inquebrantables del amor y llenos del espíritu poderoso de Jehová, han extendido las fronteras de su “tierra” hasta los confines del globo. De hecho, ¡está bien avanzada la recreación del mundo justo!—Jer. 32:37-42; Isa. 51:3 a 52:2.
Pronto la guerra del Armagedón pondrá fin al viejo mundo inicuo. La sobreviviente sociedad del nuevo mundo removerá los escombros de guerra y enterrará los huesos de los inicuos. Con gozo ilimitado los habitantes de la tierra se apresurarán en la obra de renovar la haz de la tierra hasta que este globo llegue a ser un glorioso paraíso de placer. Los hijos de los sobrevivientes harán aún más felices los hogares que entonces se establezcan. El mandato de procreación según el cual se habrá de dar a luz hijos en justicia se llevará a cabo en sentido representativo para la satisfacción y vindicación de Aquel que bendijo el séptimo día de la creación y lo hizo sagrado.—Eze. 39:9-16; Gén. 2:3, NM.
Entrarán en este paraíso feliz “los que están en las tumbas memorialescas” que “practicaron cosas viles,” a los cuales se les ha prometido una “resurrección de juicio.” Levantados de entre los muertos por el poder del espíritu de Dios mediante Cristo Jesús, ellos tendrán que aprender la justicia. Un programa adecuado de educación estará en funcionamiento bajo los auspicios del gobierno divino. El juicio de ellos se hará a base del progreso que hagan en aprender la justicia.—Juan 5:28, 29, NM.
Al final de los mil años vendrá la prueba final de integridad. Todos los indignos serán separados y destruídos. La humanidad obediente será declarada justa, completamente aprobada por Jehová. La recreación del mundo estará completa.—Apo. 20: 7-10; 21: 5, NM.