Uniendo al género humano por medio de un Reino
¿A qué se debe tanta desunión entre los hombres? ¿Cómo y cuándo terminará?
AL CONSIDERAR la historia del género humano se puede ver que ya por casi seis mil años el hombre ha tratado de unificar al género humano para paz duradera. Pero el hombre ha fracasado y sigue fracasando. Este fracaso se debe al hecho de que Satanás, el desbaratador de la unidad de los hombres, es el dios de este mundo. (2 Cor. 4:4) Se requerirá un poder más fuerte que el mero hombre para poner fin a la desunión, y un poder más fuerte lo tenemos—Jehová Dios mismo. Él se propone unir al género humano por medio de su reino; y lo que él se ha propuesto, eso seguramente lo efectuará. Él declaró, en Isaías 46:10 (UTA): “Mi propósito permanecerá, y todo mi placer lo haré.”
Sobre este reino Jehová Dios ha nombrado a un rey que unirá la tierra y traerá paz eterna a ella; ese rey es Cristo Jesús. Jehová ha nombrado a éste para que ponga fin al desbaratador de la unidad, Satanás el Diablo. Acerca de este gobernante y unificador de los hombres de buena voluntad está escrito: “Porque él tiene que gobernar como rey hasta que Dios haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.” (1 Cor. 15:25) Los hombres de fe de antes de la venida de Jesucristo a la tierra esperaban el reino de Dios como el único medio por el cual el género humano podría alcanzar unión. Estos hombres fueron impulsados por el espíritu de Dios a escribir muchas profecías concernientes al gobernante justo escogido por Dios y las bendiciones que resultarían como consecuencia de dominar el reino de Dios. (Isa. 2:1-4; 9:6, 7, Mod) Después de iniciada la rebelión en el jardín de Edén por Satanás el Diablo, el desbaratador de la unidad del género humano, las mismas palabras de profecía de Jehová muestran y prueban fuera de toda duda que el rey y gobernante escogido por Dios destruiría la causa de la desunión en la tierra.
Dijo Jehová Dios: “Y yo pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu simiente y la simiente de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.” (Gén. 3:15) Esta promesa segura del Dios Todopoderoso era señal de mal para el rebelde, el desbaratador de la unidad y descarriador del primer hombre y la primera mujer creados por Dios. El que destruiría a Satanás el Diablo es Cristo Jesús. (Heb. 2:14) Sólo cuando se hayan cumplido las palabras proféticas de Jehová Dios podrán realizarse la paz y unidad permanentes entre el género humano.
En las Escrituras también se hace referencia al Reino por medio del cual el género humano sería conducido a la paz y unidad permanentes como a una ciudad. Concerniente a Abrahán, hombre de fe, está escrito: “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos y Quyo edificador y creador es Dios.” (Heb. 1:10) Abrahán y otros hombres fieles semejantes a él creían que la unificación del género humano podía venir sólo por medio del poder de Jehová Dios, el Creador del universo, y no por medio de hombres imperfectos sobre esta tierra. Jehová es quien ha prometido reconciliar al género humano por medio de su amado Gobernante justo, Cristo Jesús.—Col. 1:19, 20.
LA VENIDA DE JESÚS
A su propio tiempo debido Jehová Dios hizo que se enviara a la tierra a aquel que traería la unidad a los hombres de buena voluntad. (Luc. 2:11-14) Desde el tiempo en que Jesús comenzó su ministerio en la tierra hasta su muerte él demostró que podía reunir a hombres a la unidad y concordia por medio del reino de Dios. Este era el medio; el Reino atraería a hombres de toda clase. Los que oyeron y creyeron el mensaje y al mensajero vinieron a estar unidos con él y entre ellos unos con otros.
Fué a ellos, también, que Jesús extendió un privilegio singular. Ese privilegio constó de participar en llevar el mensaje de paz y unidad a otros. Fué a ellos también que él extendió el privilegio de ser participantes en el dominio del Reino, el cual reino, al tiempo fijado por Dios, destruiría al mundo desunido de Satanás, según se muestra en Daniel 2:43, 44, que dice (Mod): “Asimismo como viste el hierro mezclado con barro gredoso, así las dos partes se mezclarán con la simiente humana; mas no se unirá una parte con la otra; del mismo modo que el hierro no se mezcla con el barro. Empero en los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos los siglos.”
La historia pasada y la historia presente muestran que la paz y unidad logradas por los esfuerzos del hombre jamás podrían ser permanentes, debido al dominio de hombres imperfectos, que han dejado y que siguen dejando de cumplir con sus tratados y convenios de paz. Según la profecía de Daniel un mundo unido y la paz permanente tendrían que esperar a Jehová Dios y su reino prometido. El esperar que Dios traiga la unidad al género humano por medio de su reino no traerá ninguna desilusión. Primero tiene que haber una remoción de la fuente de toda desunión, principalmente Satanás el Diablo, sus demonios invisibles y el dominio imperfecto por hombres de este mundo inicuo.—Luc. 21:10, 11, 25, 26, 31, 32.
La obra de hacer que hombres llegaran a la concordia y unidad por medio de atraerlos al Reino siguió después que Jesús terminó su curso de vida en la tierra. Jehová Dios se ha propuesto tener un cuerpo unido de fieles seguidores de Cristo Jesús. Estos habían de estar unidos con él en el dominio de un solo mundo justo. El llamar y escoger a personas que formarían parte de este grupo ha continuado a través de muchos siglos y hasta este mismísimo período de tiempo en que vivimos. Mientras Jesús aún vivía sobre la tierra como hombre, muchos judíos se hicieron seguidores de él y fueron atraídos por el mensaje del Reino. No obstante, no fué sino hasta el día de Pentecostés que muchos miles de ellos fueron añadidos. Al debido tiempo Jehová llamaría hombres de entre todas las nacionalidades, invitándolos a hacerse miembros del un solo cuerpo unido que estaba destinado a participar en el dominio del reino de justicia. “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son uno en unión con Cristo Jesús.”—Gál. 3:28.
144,000 Y LA “GRANDE MUCHEDUMBRE”
Jehová Dios ha limitado a 144,000 el número de los miembros que compondrán el gobierno espiritual celestial. (Apo. 14:1, 3) Ahora en su mayoría los miembros del “cuerpo de Cristo” ya han recibido su recompensa por su fidelidad al Reino y están ahora en el cielo. Actualmente hay sobre la tierra todavía un resto de esos fieles y éste tiene la responsabilidad de predicar el mensaje del Reino así como Jesús y sus discípulos lo hicieron. Esta obra de predicar está ayudando a hombres de buena voluntad hacia Dios por dondequiera a poner su confianza en el Reino como el único medio de unificar a personas de disposición justa. La esperanza de todas estas personas de buena voluntad a quienes se les está predicando es la de vivir para siempre en la tierra, la cual entonces estará libre de todas las influencias de desunión que actualmente prevalecen.
Al aprender acerca de las muchas bendiciones que el reino de Dios traerá, estas personas de buena voluntad gozosamente dedican su vida al servicio de Dios y participan en dar a conocer las buenas nuevas. En Apocalipsis 7:9, 10 se nos da una descripción profética de la grande muchedumbre de personas que buscan la unidad, paz y salvación a la vida eterna: “Después de estas cosas yo vi, y, ¡he aquí! una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de entre todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de mantos blancos, y había palmas en sus manos. Y ellos continuamente claman en alta voz, diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.’”
Las personas de esta muchedumbre provienen de todas partes y han oído las buenas nuevas del reino de Dios. Ya no cifran su esperanza en que el hombre imperfecto y sus gobiernos imperfectos establezcan la paz y unidad. Ahora están unidas en servir al único Dios verdadero, Jehová, y a su Gobernante-Rey, Cristo Jesús. No atribuyen su salvación a gobernantes mundanos y proyectistas de un “mundo mejor”; más bien, deben su salvación a Jehová Dios y a Cristo Jesús, el Gobernante nombrado del nuevo mundo de justicia. Tienen que apegarse ahora a los mismos principios que aplican al resto de los seguidores de Cristo, como lo declaró el apóstol: “No hay ni griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todas las cosas y en todos.”—Col. 3:11.
Es ahora, también, que todos los hombres de buena voluntad hacia Jehová Dios y su reino tienen que demostrar su unidad entre ellos mismos. Sí, es ahora que tienen que participar en las palabras de profecía escritas por el inspirado salmista: “¡Mira! ¡cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en unidad!”—Sal. 133:1.
PERSECUCIÓN
La unificación de hombres de buena voluntad para con Dios por medio de su reino no se ha logrado sin oposición. Los hombres fieles que vivieron antes de la venida de Jesús a la tierra fueron blanco de oposición de parte de Satanás el Diablo y de sus demonios y agentes terrenales. (Heb. 11:36-38) Fueron blancos de la misma persecución Jesús y sus discípulos, y reciben el mismo trato sus fieles seguidores ahora que está por terminar el dominio de Satanás sobre el reino actual de este mundo. Jesús predijo que tales persecuciones se llevarían a cabo por toda la tierra y se dirigirían especialmente en contra del resto de los “miembros del cuerpo” de sus seguidores. También les sobrevendría persecución a los de la grande muchedumbre de predicadores del Reino, que se han unido al resto en la obra de proclamación. (Mat. 24:9, 14) En cumplimiento de la profecía, estalló persecución contra los verdaderos seguidores de Cristo Jesús durante la I Guerra Mundial y la II Guerra Mundial, persecución que no tiene paralelo en la historia moderna.
¿Por qué son el blanco de tal persecución y oposición los predicadores de las buenas nuevas del Reino? Es porque este reino resalta como la única esperanza que hay para traerle unidad al género humano. Sí, es el Reino que vindicará el nombre del Dios verdadero, Jehová, por medio de hacer una sola de todas las familias sobre la tierra. La predicación del Reino irrita a Satanás y a sus demonios y también a sus representantes visibles en la tierra. Aunque se han permitido persecuciones en estos últimos días de este sistema inicuo de cosas, Jehová Dios pondrá fin a tales persecuciones en contra de sus siervos cuando pelee la guerra final de este mundo, el Armagedón. En esa guerra final terminará para siempre toda causa de desunión entre los hombres.
La desunión tuvo su principio cuando una criatura espiritual, celestial, se rebeló contra Jehová Dios, el Dios de la paz y unidad. (Eze. 28:15, Mod; Rom. 16:20) Apareció en la tierra cuando el primer hombre y la primera mujer creados por Dios se unieron a la rebelión. Se esparció por sobre toda la tierra y ha plagado al género humano durante casi seis mil años. Pero pronto terminará para siempre, bajo el dominio del reino de Jehová: “Salve él a los hijos del pobre, y aplaste él al defraudador. Descenderá como la lluvia sobre el césped cortado, como chubascos copiosos que mojan la tierra. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra.”—Sal. 72:4, 6-8.
Ahora, cuando nos hallamos en los mismos últimos días de la desunión de este viejo mundo, hombres de buena voluntad por todas partes están acudiendo a la única fuente de unidad y paz-Jehová Dios y Cristo Jesús y el medio de ellos para unir al género humano, el Reino.