BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w59 15/7 págs. 440-444
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
  • Información relacionada
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 15/7 págs. 440-444

Siguiendo tras mi propósito en la vida

Según lo relató A. W. Checksfield

UN DÍA de 1940 en Londres, Inglaterra, una señora de edad madura entró en mi lugar de negocio y me presentó su tarjeta de testimonio. Después de leerla con cuidado se la devolví con el comentario: “¡No me interesa la religión!”

Ella, sin embargo, siendo persona persistente, no aceptó mi cortés despedida, sino que procedió a explicarme la vasta diferencia entre el cristianismo (verdadero) y la religión (falsa). Este breve sermón realmente me ‘dejó vencido.’ Conseguí el libro Salvación y unos ejemplares de la revista Consolación (ahora ¡Despertad!). Esa noche me tendí en la cama y comencé a leer el libro. Pero después de gozar de la breve introducción sobre “Emergencia” observé que tenía algunas citas de la Biblia, y con eso arrojé el libro al otro lado de la habitación y me dormí. Por extraño que parezca, lo poco que leí me preocupó tanto que guardé ese libro entre cosas de valor. De modo que ésa fué la primera vez que estuve en contacto con el mensaje del Reino según lo publican los testigos de Jehová.

Se había sembrado la semilla. El riego de ella vino unos meses más tarde, hacia fines del año, cuando los testigos, en su ministerio de casa en casa, vinieron a los apartamientos donde yo vivía para visitar a la gente del piso inferior. Se me invitó a escuchar con ellos la conferencia “Gobierno y paz” por J. F. Rútherford, grabada en discos de fonógrafo, y acepté. Se hicieron arreglos para un estudio bíblico, y más tarde se dió principio a éste, con la ayuda del libro Salvación. Progresé rápidamente, por cuanto mi deseo agudo de saber más acerca de Jehová y su Hijo, Cristo Jesús, y también el deseo de servirles, se hizo muchísimo más intenso. Sí, a partir de ese tiempo cada paso que daba era en dirección a colocar “un fundamento apropiado para el futuro,” para servicio misional.—1 Tim. 6:19.

Pasaron tres meses. Entonces hice una dedicación para servir a estas Potestades Superiores del nuevo mundo. Un mes más tarde (abril de 1941) simbolicé esta dedicación por medio de la inmersión en agua efectuada en una piscina privada en la sucursal británica de la Sociedad en Londres, y bien recuerdo la admonición del entonces siervo de sucursal: “¡Siga siendo fiel, hermano!” Puesto que estaba muy impresionado con la urgencia de los tiempos, y también, por tomar a pechos la predicción errónea de mi instructor anterior (de que ‘el Armagedón vendrá dentro de cinco años a más tardar’), yo quería entrar de inmediato ‘en el Arca’—el nuevo sistema de cosas—antes de 1946; sí, ¡antes que se soltara el “diluvio” del Armagedón! Pero, imagínese, en vez de llegar el Armagedón en abril de 1946, me llegó una invitación para asistir a la Escuela Bíblica de Galaad de la Wátchtower, para ser entrenado para servicio misional en el extranjero.

Esos cinco años (1941-1946) de “esperar” fueron los más excitantes y extraños de mi vida. Las experiencias de ese período ciertamente colocaron el “fundamento apropiado para el futuro,” y, lo más importante, me llevaron rápidamente a la madurez. Cuatro meses después de bautizarme resolví seguir tras mi propósito en la vida, y por lo tanto llené una solicitud para servir de precursor. Para enero de 1942, después de liquidar mi negocio, etc., emprendí la obra más bendita y privilegiada de la tierra, la de un ministro de tiempo cabal del gran Creador, Jehová Dios. Mi primera asignación de servicio en esta capacidad fué en un distrito rural del interior (de Inglaterra), e incluía el tomar la superintendencia de una pequeña congregación allí. En agosto, ocho meses más tarde, recibí una asignación rarísima—la de estar confinado detrás de muros de prisión por negarme a servir poderes o “autoridades superiores” diferentes de las que se describen en Romanos 13:1. Gozosamente acepté esta asignación porque estaba en armonía con Marcos 13:9 y Apocalipsis 2:10. Las experiencias que tuve como preso fueron (1) la de vencer la pena de no tener suficiente alimento material por medio de participar de una abundancia de alimento espiritual, y (2) la de apegarme a un horario cotidiano de lectura y estudio de la Biblia. (Job 23:12) En realidad el uso del vocablo “colegios” para referirse a tales lugares de encierro es muy apropiado. De hecho, porque apliqué el conocimiento que conseguí allí relativo al consejo que se halla en 1 Pedro 3:15, ¡un guarda a quien yo a menudo contaba acerca de mi esperanza también llegó a ser ministro y testigo de Jehová!

Incidentalmente, después de asistir a la asamblea de 1953 en Nueva York fuí a Inglaterra y allí volví a encontrarme con este guarda por la primera vez desde que salí del “colegio” en 1943. Nos enajenamos de gozo al vernos. Parece que todavía puedo sentir aquel gran abrazo fraternal que me dió en aquella ocasión en un Salón del Reino en Londres.

Al cumplir los períodos en los diferentes “colegios” y “graduarme” con mérito, recibí otra asignación; esta vez directamente del “esclavo fiel y discreto” (por medio de la Sociedad Watch Tówer) para trabajar con un fiel precursor de edad madura del grupo de los “ungidos.” Fué un gran privilegio trabajar con “Mattie” Neate, que había estado en el servicio de tiempo cabal durante más de veinticinco años. Tuvimos una asignación dura, un pueblo militar y religiosamente fuerte en el sur de Inglaterra. Esto fué algunos meses antes del día D, la invasión militar de la Europa ocupada por los nazistas. Sin embargo, después de trabajar allí unos meses, y debido a los métodos de gato y ratón que usaban las autoridades, tuve que servir otro período en “colegio”—uno local. Se dió mucha publicidad a mi caso en los periódicos locales, en la forma de cartas de los lectores, algunas favorables y otras no, tratando de la neutralidad de los testigos de Jehová en tiempo de guerra. Más tarde, después de “graduarme” y después de ayudar a edificar una congregación fuerte (de la cual tuve la superintendencia) en este pueblo, fuí asignado por la Sociedad a trabajo especial en territorio aislado en el norte de Gales con un precursor joven del norte de Inglaterra, a quien aún no conocía yo.

Los dieciocho meses que trabajé en el norte de Gales, con mi nuevo compañero, a orillas del mar y en las montañas, fueron verdaderamente felices. Sí, allí nos encontramos con dificultades respecto a escasez de alimentos debido al racionamiento de éstos en tiempo de guerra. Tuvimos una experiencia sobresaliente respecto a esto cuando obtuvimos alojamiento en una pensión antes que comenzaran los meses difíciles del invierno. Durante un período del invierno de 1944 lo pasábamos necesitados cuando de sorpresa la dueña del lugar, una ancianita, nos avisó que iba a visitar a su hija en el sur (de Gales) por un mes o dos y que dejaría a nuestro cargo la casa de diecisiete habitaciones, ¡junto con un armario lleno de alimentos! Dos semanas más tarde el siervo a los hermanos (ahora siervo de circuito) nos visitó, así que pudimos tratarlo regiamente, dándole la mejor habitación en la casa, etc.

Entonces vino el año 1945, el fin de la II Guerra Mundial y por lo tanto el fin del sistema de gato y ratón de entrar en “colegios” y salir de ellos. El presidente de la Sociedad, el hermano Knorr, hizo una visita de sorpresa a Inglaterra y salió una llamada para que los hermanos que pudieran emprendieran el servicio misional en el extranjero. Llené una solicitud.

Vino 1946, también una invitación a asistir a la Escuela de Galaad; y así a comenzar el viaje, no a través del Armagedón para entrar en una tierra limpia, no, sino a campos misionales. Salimos de Inglaterra el último día de mayo de ese año. Hicimos el viaje a los EE. UU. en un barco de 14,000 toneladas que subía y bajaba y se mecía en las olas del Atlántico como una caja de fósforos, tomándonos catorce días el cruzar. Luego siguió lo de asistir a la primera asamblea de la postguerra en Cléveland, Ohío, y desde allí a asistir a la primera clase de estudiantes internacionales en Galaad para recibir cinco meses de entrenamiento estrenuo para servicio en el extranjero. Esos fueron días que serán recordados por mucho tiempo.

Puesto que había pasado la primera parte de mi niñez entre los barrios bajos de Londres en el tiempo cuando transitaban los tranvías de fuerza de sangre y la educación no estaba tan avanzada como lo está hoy en día, me sentí un poco inquieto acerca de graduarme de Galaad con éxito. Pero por medio de confianza en Jehová y trabajo duro, además del consejo que el presidente dió en la apertura de la octava clase (“no se preocupen sino trabajen”), junto con la gran ayuda de los instructores y hermanos en Galaad, tuve éxito en graduarme con mérito, equipado para cumplir con mi ambición de desempeñar servicio misional. Durante el curso surgió la pregunta: “Puesto que venimos con boleto sencillo, ¿a dónde iremos desde aquí?” Para el día de la graduación ya se había contestado cabalmente esa pregunta. Mi asignación en el extranjero, junto con un hermano australiano, había de ser las islas Fiyi. Antes de partir para Fiyi se nos dió el privilegio de pasar algunos días en los despachos principales y la fábrica de Brooklyn para aprender el procedimiento de oficina, etc.

Finalmente nos alejamos de las costas de los EE. UU. en dirección a nuestra nueva tierra, llevando con nosotros muchos recuerdos felices de nuestra asociación y días maravillosos pasados con nuestros celosos y generosos hermanos norteamericanos. Después de un viaje de catorce días por mar desembarcamos en Fiyi en abril de 1947, ocho semanas después del día de la graduación, y seis años casi al día después de simbolizar mi dedicación al servicio de Jehová.

Geográficamente las islas Fiyi están situadas en los trópicos, de manera que el clima puede ponerse muy caluroso a veces, especialmente durante la época lluviosa o de huracanes desde noviembre hasta abril. Llegamos durante el período lluvioso y de calor—por incidente, un día antes de la celebración del Memorial. Se hicieron arreglos y la reunión se efectuó en el Salón del Reino en Suva, la capital. Esta reunión nos brindó la oportunidad de ver a nuestros nuevos hermanos con los cuales habíamos de trabajar y servir. Cuatro días más tarde nos dedicamos de pleno a la obra de casa en casa. Cada mes colocábamos cajas de libros y folletos, además de muchas revistas y subscripciones.

Luego vino mi primera prueba, el clima caluroso, porque siempre me ha gustado el tiempo seco y frío. Esto se ilustra mejor por medio de relatar una experiencia de después del día de la graduación, seis semanas antes de nuestra llegada a Fiyi, ocasión en la cual me arrojé en las aguas heladas de la piscina de Galaad mientras los hermanos cortaban hielo para almacenarlo. El motivo de esto fué el de probar a algunos hermanos norteamericanos que yo sí podía soportar su tiempo invernal, en respuesta a sus continuas bromas amistosas. No obstante, el primer año de servicio en Fiyi fué muy emocionante e interesante, trabajando y viviendo entre una población tan mixta, incluyendo a nativos de Fiyi, índicos, chinos, europeos, eurasios y gentes de Samoa y otras islas del Pacífico. Pero el segundo año vino como una especie de desafío; porque para entonces los nuevos alrededores, las costumbres de la gente y lo demás, llegaron a ser comunes. También, me sobrevino un poco de “nostalgia,” el anhelo de un clima más fresco. Entonces en ese tiempo el gobierno se hizo desfavorable imponiendo restricciones a la importación de la literatura de la Sociedad y ejecutando otras acciones molestosas. Esta prueba del aguante se hizo más difícil cuando mi compañero abandonó Fiyi para regresar a su tierra natal, Australia, debido a mala salud y para casarse. Además, contraje una enfermedad que se llama “compadecerse de sí mismo.”

Felizmente puedo informar que para el fin del tercer año (1950) esta prueba aparentemente grande o combinación de dificultades quedó vencida. ¿Cómo? Mediante el depender cabalmente de Jehová y de su poderosa organización teocrática, por medio de mantenerme ocupado en Su servicio y de estar resuelto a permanecer en mi puesto como ‘soldado de la clase correcta.’ Unido a esto había el incentivo que recibía de los despachos principales y de la sucursal en Australia, así como de los hermanos allende los mares. Verdaderamente, he ‘gustado la bondad de Jehová’ todos estos pasados ocho años de servicio misional.

Sí, ¡qué gran gozo he recibido por medio de permanecer en mi asignación dada por Dios! La felicidad de ver el fruto de mi obra dado por Jehová—la de ver a personas a quienes di el testimonio durante esos años “de prueba” dedicando su vida a Jehová, luego simbolizándolo por medio de la inmersión en agua y, además, ¡la de poder entrenarles en tan feliz servicio! Algunas de ellas ocupan puestos de siervos en la congregación de Suva, y algunas han emprendido el servicio del precursorado regular y de vacaciones. Tuve que seguir solo como misionero, debido a que el gobierno no permitió que otros misioneros de la Watch Tówer entraran para ayudarnos, pero los hermanos locales respondieron bien a la llamada por ayuda de precursores. Tres publicadores de congregación jóvenes, eurasios, un hermano y dos hermanas, se unieron a las filas felices como siervos de Jehová de tiempo cabal. De modo que año tras año ha aumentado el número de miembros de la sociedad del nuevo mundo. Para 1955 teníamos una congregación de más de cincuenta publicadores, un aumento de 500 por ciento sobre 1947, el año de mi llegada a Fiyi.

Pronto después de eso comencé a trabajar en territorio aislado en la isla principal, Vite Levu (Fiyi Grande), entre los plantadores de caña de azúcar índicos y los nativos de Fiyi, conduciendo, como promedio, veintitrés estudios bíblicos de casa cada semana. Estas gentes se ponen felices cuando les contesto la pregunta que proponen acerca de mi regreso a Inglaterra—que no tengo deseos de partir de Fiyi, porque no hay mejor lugar para mí en la tierra. También, yo me siento feliz cuando me entero de tales comentarios como el de un nativo de piel obscura de Fiyi que se dirigía a los que le hacían burla debido a su interés en los testigos de Jehová: “Puede que él tenga tez blanca, pero, créanmelo, ¡tiene corazón ‘negrito’!” Esto es cierto respecto a todos los testigos “blancos.” Mientras escribo esto mi compañero está en la Escuela de Galaad y yo espero estar presente en la asamblea de 1958 en el estadio Yanqui para verlo graduarse. Él será el primer graduado procedente de Fiyi en la historia de Galaad.

Mientras tanto sigo como misionero y siervo de congregación para nuestro grupo en Lautoka. Ciertamente los años que he pasado aquí en la obra misional han sido felices y bendecidos ricamente. La obra crece rápidamente ahora y esperamos que algunos de los hermanos que están dispuestos a servir donde hay gran necesidad de ello puedan unirse a nosotros aquí.

Creo firmemente que por medio de aceptar el consejo bíblico que se halla en 1 Timoteo 4:16, de permanecer uno en su asignación o apegarse a ella, estoy colocando un “fundamento apropiado para el futuro,” sí, para asignaciones de servicio después del Armagedón en el nuevo mundo de Jehová.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir