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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 1/3 págs. 158-159

Preguntas de los lectores

● En Mateo 1:1 leemos: “El libro de la historia de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.” En Romanos 3:24 leemos: “Es como un don gratuito que ellos [los pecadores que creen] están siendo declarados justos por su bondad inmerecida mediante la liberación por medio del rescate pagado por Cristo Jesús.” ¿Qué diferencia hay entre Jesucristo y Cristo Jesús?

Las Escrituras Cristianas Griegas principian con la expresión Jesucristo en Mateo 1:1 y Marcos 1:1. Cierran con la misma expresión en Apocalipsis 22:21. El apóstol Pablo fué el que introdujo la expresión Cristo Jesús, en Romanos 3:24, y él es el único escritor de la Biblia que usa esta expresión, con la excepción de sólo dos veces que la usa el apóstol Pedro en su primera epístola en la Versión Autorizada. (1 Ped. 5:10, 14) En la Versión Auto o del Rey Jaime de la Biblia la expresión Cristo Jesús ocurre solamente cincuenta y cuatro veces, mientras que la expresión Jesucristo ocurre alrededor de 184 veces, o más de tres veces más a menudo que Cristo Jesús.

La palabra “Jesús” es un nombre, que significa “Jehová es salvación.” El ángel le dijo a José que iba a ser su padre adoptivo: “Debes llamarlo ‘Jesús’, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mat. 1:21) Por otra parte, la palabra “Cristo” es un título, que significa “el ungido.” Significa lo mismo que Mesías, una palabra de origen hebreo. Se usaba este título Cristo o Mesías en las Escrituras proféticas antes del primer año de la era cristiana para predecir la venida de este a quien Dios ungiría con su espíritu para ser Rey del nuevo mundo de justicia, pero sin predecir directamente su nombre terrenal. (Dan. 9:25, 26; Sal. 2:2) De igual modo al tiempo de su nacimiento humano el anunciador angelical les dijo a los pastores en los campos cerca de Belén: “Les nació a ustedes hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David.” (Luc. 2:11) Note usted el orden de sucesión de las palabras, no ‘el Señor Cristo,’ sino, “Cristo el Señor.”

El título Cristo podía añadirse a su nombre personal Jesús después de ser él bautizado en agua y ungido con el espíritu de Jehová, ocasión en la cual él llegó a ser Cristo o el Cristo. Después que Simón Pedro hizo su confesión de que Jesús era “el Cristo, el Hijo de Dios vivo,” Jesús “les mandó rigurosamente a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.” (Mat. 16:13-20) Cuando Jesús echó demonios de judíos obsesionados y estos demonios gritaron: “Tú eres el Hijo de Dios,” Jesús les reprendió y “él no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.” (Luc. 4:41) De modo que, cuando Jesús estuvo en la tierra, nadie le llamó Jesucristo. El mismo fué el único que se refirió a sí mismo como Jesucristo, y esto fué una sola vez, privadamente, cuando oraba con sus discípulos poco antes de que se le diera muerte. El oró: “Esto significa vida eterna, el que ellos adquieran conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú has enviado, Jesucristo.”—Juan 17:3.

Es bastante evidente, por lo tanto, que la expresión Jesucristo, que adoptaron sus apóstoles después de esto, significa Jesús que después llegó a ser el Ungido de Jehová; Jesús que fué consagrado por el ungimiento de parte de Jehová. De manera que, en el Pentecostés de 33 (d. de J.C.), Pedro dijo: “Sepa toda la casa de Israel con certeza que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes empalaron.” Así, por primera vez, Pedro usó la expresión al dirigirse a los judíos de conciencia compungida: “Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes sea bautizado en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don gratuito del espíritu santo.”—Hech. 2:36-38.

En la otra expresión, Cristo Jesús, el apóstol Pablo coloca el título Cristo antes del nombre personal Jesús. Esto corresponde con la colocación del título oficial antes del nombre de cualquier otra persona que ocupe un puesto, como, por ejemplo, el rey David, el rey Salomón, el gobernador Zorobabel. Por consiguiente, la expresión Cristo Jesús llama atención primero al puesto que se ocupa o desempeña, y luego identifica al que ocupa el puesto. “Cristo Jesús,” por lo tanto, significa el Ungido de Jehová que lleva el nombre terrenal Jesús. Literalmente significa “Ungido Jesús,” e inmediatamente nos hace recordar que Jesús es el Siervo oficial de Jehová y se le ha de dar honor como tal Siervo, ya que él es el único que ocupa ese puesto en cumplimiento de la profecía bíblica. Aunque Pedro y los demás de los doce apóstoles fueron ungidos con espíritu santo, no nos referimos a ellos como Cristo Pedro, Cristo Juan, Cristo Pablo, etcétera. Solamente a Jesús intitulan las Escrituras Cristo Jesús.

En la expresión Cristo Jesús, el nombre personal Jesús va antecedido por su título oficial exclusivo. Por lo tanto ha de notarse que ni una vez colocan las Escrituras otro título delante del nombre de Jesús, como por ejemplo Señor o Rey, para formar combinaciones como el Señor Cristo Jesús o el Rey Cristo Jesús. La expresión “nuestro Salvador, Cristo Jesús,” en el texto griego tiene el pronombre “nuestro” entre Salvador y Cristo, y por lo tanto meramente identifica quién es nuestro Salvador. (2 Tim. 1:10) Esto está de acuerdo con la expresión “Cristo Jesús nuestro Salvador.” (Tito 1:4) Cierto es que leemos, en 1 Timoteo 2:5: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús.” No obstante, la expresión “el hombre” no es un título, sino que llama atención al hecho de que Cristo Jesús en un tiempo fué hombre sobre la tierra, el mismo Jesús. Por consiguiente es solamente después de la titulada expresión Cristo Jesús que hallamos que se añaden títulos, pero no se insertan otros títulos delante de esta expresión. De modo que leemos dos veces la expresión “Cristo Jesús el Señor” y tres veces la expresión “Cristo Jesús nuestro Señor.” Sin embargo, delante de la expresión Jesucristo a veces sí hallamos insertado un título. Leemos repetidas veces la expresión “el Señor Jesucristo.” Todo esto prueba que no se multiplicaban títulos delante de Jesús, el nombre personal de nuestro Salvador; pero si ya lo precedía un título, entonces cualesquier otros títulos se añadían sólo después del nombre personal.

De lo susodicho se ve que las Escrituras no usan la expresión Jesucristo de la misma manera que usan la expresión Cristo Jesús.

Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado: y el dominio estará sobre su hombro; y se le darán por nombres suyos: Maravilloso, Consejero, Poderoso Dios, Padre del siglo eterno, Príncipe de Paz. Del aumento de su dominio y de su paz no habrá fin.—Isa. 9:6, 7, Mod.

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