¿Puede usted resistir la tentación?
“¡NI SIQUIERA intente hacerlo!” dice cierto anuncio. Pero hay que intentarlo y seguir intentándolo, porque la felicidad y la vida dependen mucho de poder resistir tentaciones.
Algunas tentaciones insignificantes, si nos rindiéramos a ellas, no afectarían nuestra vida de manera apreciable. Pero hay tentaciones que tenemos que resistir a toda costa. Tentaciones a cometer crímenes y perjuicio, tentaciones que conducen a la inmoralidad y a pecados contra Dios tienen que ser rechazadas, porque tienen resultados desastrosos de largo alcance. El ceder a ellas es arrojarse en la desesperación, tristeza y hasta la muerte. Las instituciones penales y las calles del mundo están llenas de desdichados que sucumbieron a tales tentaciones.
El cristiano también tiene que guardarse de la tentación del materialismo, del amor al placer, al dinero y a la independencia, pues conducen a la ruina.
Algunas personas dicen: “Yo no, yo nunca sucumbiré a la tentación.” El consejo del apóstol a los que dicen eso es: “Que el que cree que tiene una posición firme se cuide para que no caiga.” Eva era mujer perfecta; aun así ella sucumbió a la tentación. Permitió que un deseo falso la tentara. Era cosa pequeña, pero su desobediencia trajo el desastre. Las tentaciones generalmente tienen comienzos pequeños pero fines catastróficos. El rey David permitió que la belleza de la esposa de otro le redujera a desgracia. Judas Iscariote amaba el dinero. Treinta monedas de plata lo tentaron a entregar al Cristo. Estas eran tentaciones serias, pero, ¿eran demasiado grandes para soportarlas? Pablo contesta: “Ninguna tentación les ha sobrevenido a ustedes que no sea común al hombre. Pero Dios es fiel y él no permitirá que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación él también abrirá el camino de salida para que puedan soportarla.” Toda tentación puede vencerse, si se resiste.—1 Cor. 10:12, 13; Gén. 3:1-6; Sant. 1:13-15; 1 Tim. 6:9-12.
¿Cómo podemos resistir las tentaciones? Jesucristo nos mostró cómo. Cuando el Diablo lo tentó, Jesús siempre confió en la Biblia y oró a Dios. Así pudo rechazar toda tentación que se usó contra él. Al final de su ministerio terrenal Jesús les dijo a sus seguidores: “Manténganse vigilantes y orando, para que no entren en tentación.” De modo que adquiera usted conocimiento acertado de la Palabra de Dios y confíe en ella como lo hizo Jesús, vele como lo hizo Jesús, ore como él lo hizo y usted también resistirá la tentación y ganará el premio de la vida.—Mat. 26:41.