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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 1/11 págs. 669-670

Adoración del Diablo

EL SATANISMO es la adoración religiosa que se rinde directamente a Satanás el Diablo como dios. Sectas del satanismo han existido como formas bajas de religión falsa. Las Sagradas Escrituras admiten el hecho de que Satanás por medio del engaño ha llegado a ser el dios de este presente inicuo sistema de cosas. (2 Cor. 4:4) Al mismo tiempo que se ha esforzado por tener tal distinción Satanás ha tenido el deseo insaciable de que se le adore directamente como dios mundial. (Eze. 28:2) No obstante, él nunca ha logrado inducir a la mayoría de la humanidad a servirle religiosamente salvo de manera indirecta por medio de artificios engañosos, tales como ídolos o el concepto de la trinidad. Es de interés notar que a través de los siglos han asomado vistazos de sectas aisladas que abiertamente han adorado a Satanás como su dios. ¿Qué clase de función religiosa presentan estas sectas?

Desde el tiempo de Nemrod hasta la actualidad ha habido personas que se han interesado en lo oculto, tratando de cosas místicas satánicas de la región de los espíritus. A las personas de esta clase se les llama hechiceros, magos y astrólogos. La Biblia condena sus prácticas de magia y de comunicarse con los poderes invisibles misteriosos. (Lev. 19:26; Éxo. 22:18; 1 Sam. 15:23) Igual que en el caso del ficticio Fausto, quien se vendió al Diablo, se dice que estos practicantes de la adivinación y el demonismo se comprometen a rendir adoración y servicio secretos a Satanás. Son muchos los cuentos exagerados acerca de sus ritos hechiceros y actividades grotescas de adoración del Diablo.

Procedente de la antigua religión pagana caldea del pasado, incluyendo la magia, existe actualmente la reliquia de una secta antigua de adoradores de Satanás que se llaman los yesidas o iesidas. Se hallan principalmente en las montañas del Irak moderno, aunque algunos de ellos han sido esparcidos hasta Turquía y la Armenia Soviética. Sir Austin Layard en sus excavaciones de Nínive en el siglo diecinueve se encontró con los yesidas. Acerca de éstos él escribe: “Los misterios de la secta han sido rastreados hasta la adoración introducida por Semíramis, adoración que, impura en sus formas, condujo a todo exceso de libertinaje y lujuria. . . . Creen que Satanás es el jefe de las huestes angelicales, sufriendo castigo ahora por su rebelión contra la voluntad divina; pero aún todopoderoso, y que ha de ser restaurado después a su alto estado en la jerarquía celestial. Hay que reverenciarlo y ganar su voluntad, dicen, porque tal como tiene ahora los medios para hacer mal a la humanidad, así tendrá después el poder para recompensarla.” Un informe en 1946 dijo que los “yesidas creen que el Ser Supremo delegó poder mundano a Satanás por 10,000 años.”

La historia registra que hacia fines del cuarto siglo después de Cristo se vislumbraba una secta llamada los “satanios.” Se dice que entre otras cosas sus adeptos creían que el Diablo era extremadamente poderoso. Por dicho motivo era mucho más sabio respetarlo y adorarlo que maldecirlo. Sostenían que, en vista del poder que Satanás ejercía sobre los hombres, era correcto orar que él no lo usara en perjuicio de ellos.

Más tarde, durante los tiempos medioevales, se hace discernible “el Sabbat,” una asamblea a media noche de hechiceros y brujos que llevaban a cabo ritos de adoración del Diablo. Un escritor sostiene que en tales ocasiones se hacían sacrificios humanos de niños a Satanás.

Hacia fines del siglo diecinueve se puso de manifiesto un grupo llamado los “luciferianos.” Dice la Encyclopaedia of Religion and Ethics: “Se decía que adoraban a Lucifer, el igual y enemigo de Adonaí, o Yahweh. Según el punto de vista de ellos él era el Dios de la luz, el principio bueno, mientras que Adonaí era el Dios de las tinieblas, el principio malo. En resumen, él era Satanás mismo.” Esta secta blasfema no podría copiar más completamente 2 Corintios 11:14, que dice: “Y no es maravilla, porque Satanás mismo sigue transformándose en un ángel de luz.”

El siglo diecinueve presenta a la vista otra secta designada “satanistas.” El libro The Worship of Satan in Modern France dice esto: “Ellos [los satanistas] siempre han existido en París. Sus templos están en la Rue Jacob, la Rue Rochechouart y a pocos metros del Panteón. Sólo a los iniciados se les permite entrar. El rasgo más notorio del satanismo categórico de hoy [1896] es que necesariamente simboliza una aceptación de dogma revelado y de un diablo personal. Los seguidores en realidad profe san que el ser a quienes ellos describen como el vencido enemigo de los arcángeles Miguel y Rafael en realidad se manifiesta a ellos en ciertas ocasiones.”

¿Qué hay de tiempos recientes? En 1922 un artículo en la prensa dijo que la “misa negra” estuvo celebrándose de nuevo por corto tiempo después de la I Guerra Mundial. “La nueva adoración del diablo tiene más mujeres que hombres entre sus adeptos. Su suma sacerdotisa es una mujer. El ‘Templo’ donde se le rinde adoración al diablo es un salón parisiense de buen tamaño, que puede acomodar a unos cincuenta ‘adoradores.’ Se mantiene despejado en el ‘altar’ un lugar sobre el cual el diablo según se presume hace su aparición encarnada, y los que conocen algo de la psicología de la posguerra fácilmente creerán que un buen número de entre su ‘rebaño’ afirma haberle visto y haber sostenido plática con él No llevan ropa ni el ‘celebrante’ ni la ‘congregación.’ Es asunto costoso hacerse adorador del diablo, aun tomando en cuenta el estado caótico del cambio. El hacerse neófito, se dice, le cuesta a uno 100,000 francos. Hay que pagar otro tanto para su iniciación cuando se le levante al grado de verdaderamente sostener plática con el diablo. Cada vez que uno asiste a un servicio hay que contribuir otros 1,000 francos para los gastos del ‘Templo.’ Es cosa segura que el culto será suprimido en el futuro más o menos cercano—es decir, tan pronto como sus excesos dejen de ser un secreto cuidadosamente guardado en las manos de los pocos.”

Todos estarán de acuerdo en que estas sectas de satanismo efectúan actos que son degradantes. Revelan la degradación a que ha alcanzado el estado mental caído de Satanás, quien inspira tales religiones bajas. Además, estas sectas sólo pueden atraer a aquellos humanos que se han hecho réprobos como su Padre el Diablo. (Juan 8:44) Estos vistazos exponen el modo de pensar inmundo y la vil mentalidad de aquel que ahora es adorado indirectamente por casi todos los del género humano como dios suyo, a saber, Satanás, el insensato opositor de Jehová Dios.

Ser prudente para con todos, . . . instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos, pues quizás Dios les conceda arrepentimiento que lleve a un conocimiento acertado de la verdad, y ellos puedan volver a sus sentidos propios fuera del lazo del Diablo.—2 Tim. 2:24-26.

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