Ninguna perturbación
“Algunos estados tienen una ley contra el ‘perturbar la paz de una persona,’” escribe Simeón Stylites en The Christian Century. “¿No sería éste un encabezamiento alarmante en algún diario: ‘¡Arrestan a predicador!’—relatándose bajo él que algunos feligreses habían hecho que un policía prendiera al Rdo. Lutero Calvino Wesley después del sermón y que se lo llevara al calabazo por haber ‘perturbado la paz’ de la congregación? Eso le sucedía a Pablo como cosa normal. Le sucedía a Martín Lutero. Le sucedía a Juan Wesley. ¿Por qué no al doblar la esquina? Sólo hay un obstáculo. Para perturbar la paz, hay que perturbar.”