Confianza mal puesta
“CASI no ha habido un congreso de cuerpos eclesiásticos durante los últimos 10 años que no haya adoptado una resolución respaldando a las N.U. como la esperanza principal del mundo para paz y justicia,” declaró el Daily Tribune de Chicago. Y el arzobispo católico romano Roberto E. Lucey, de San Antonio, Tejas, llamó a las Naciones Unidas “nuestra última esperanza para paz en el mundo.” Muchas personas sinceras, que confían en que el clero las guíe, también ponen su confianza en las Naciones Unidas. ¡Cómo se parecen a la gente del primer siglo!
Cuando Jesús nació en Belén, se enteraron de ello los líderes religiosos de Jerusalén. “Astrólogos de las partes orientales vinieron a Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el que nació rey de los judíos? Porque vimos su estrella cuando estábamos en el oriente y hemos venido a rendirle homenaje.’ Al oir esto se agitó el rey Herodes y toda Jerusalén junto con él, y al reunir a todos los sacerdotes principales y escribas de la gente comenzó a averiguar de ellos dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: ‘En Belén de Judea; porque de esta manera ha sido escrito por medio del profeta.’” (Mat. 2:1-6) Ellos conocían las profecías. Cuando Jesús llegó a ser hombre ellos le oyeron predicar acerca del reino de Dios. Con sus propios ojos lo vieron hacer las cosas que los profetas habían predicho acerca de él. Pero, ¿creyeron ellos? No, manifestaron que ellos habían puesto su confianza, no en Dios y en su reino mediante Cristo, sino en las alianzas humanas, porque rechazaron a Jesús, clamaron por su empalamiento, y dijeron: “No tenemos más rey que César.” (Juan 19:15) La gente siguió la dirección de ellos. Escogió al gobierno romano en preferencia al reino de Dios.
En nuestro día, en cumplimiento de la profecía bíblica, el reino celestial de Dios ha nacido, y su establecimiento se ha proclamado por todo el mundo. Sin embargo, los líderes de la cristiandad le han vuelto las espaldas a Cristo como Príncipe de Paz reinante, han perseguido a sus testigos, y declarado su confianza en las Naciones Unidas, diciendo: Ellas son “nuestra última esperanza para paz en el mundo.” La gente sigue la dirección de ellos. Escoge a las Naciones Unidas en preferencia al reino de Dios.
Esos líderes religiosos que esperan que los hombres traigan paz mundial tienen mal puesta su confianza, y queda traicionada la confianza de las personas que aceptan la guía de clérigos que no enseñan la Palabra de Dios. “Mejor es refugiarse en Jehová que confiar en el hombre terrestre,” dice el salmista. Jehová Dios, que no puede mentir, ha prometido que su reino traerá paz perdurable al género humano temeroso de Dios. Los que confían en su promesa no sufrirán desilusión.—Sal. 118:8.