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  • Cuando Dios habla, ¿escucha usted?

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  • Cuando Dios habla, ¿escucha usted?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
w62 15/3 págs. 163-164

Cuando Dios habla, ¿escucha usted?

CUANDO habla un caudillo político, la nación entera escucha. Cuando científicos comentan acerca de los últimos logros científicos, el mundo se interesa. Cuando hablan figuras principales del campo del entretenimiento, cada palabra suya se atesora. Pero cuando Dios habla, ¿le escucha la gente? ¿Se interesa el mundo entero y atesora cada palabra suya? Cuando Dios habla, ¿escucha usted?

Relativamente pocas personas ven hablar personalmente al caudillo político, científico o entretenedor, pero escuchan lo que éstos dicen por los medios de la radio, la televisión, el cine o el periódico. De igual manera, ningún humano jamás ha visto a Dios; no obstante, uno puede oírle hablar por medio de su Palabra escrita, la cual él ha preservado y hecho traducir a más de mil idiomas, de modo que hoy día más del 90 por ciento de la población de la Tierra puede oír a Dios hablar en su propio idioma. Dios también habla hoy por medio de su organización visible que él usa para llevar el mensaje de su Palabra escrita.

Según la profecía de Zacarías Jehová Dios por medio de su Hijo entronizado, Cristo Jesús, “realmente hablará paz a las naciones.” (Zac. 9:10) La profecía de Miqueas predijo que saldría la palabra de Jehová, y que las naciones responderían por medio de batir “sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Miq. 4:2, 3) ¿Ha escuchado alguna nación mundana el habla de Dios y la ha obedecido por medio de desarmarse por completo de armas destructivas y por medio de andar en los caminos de Dios de paz, unidad y amor fraternal? ¡Ni una sola! La actitud de ellas muestra que no han escuchado a Dios. Por eso no pueden esperar que Dios las escuche, porque dice el proverbio: “El que está apartando su oído de escuchar la ley–hasta su oración es cosa detestable.”—Pro. 28:9.

Por no escuchar el habla de Dios acerca de la paz las naciones arrostran la destrucción. Pronto Dios “les hablara en su ira y en su desagrado acalorado los perturbará.” Sin embargo, de entre todas estas naciones mundanas se está recogiendo una sociedad de personas que responden al habla de Dios concerniente a la paz. En éstas se cumplen las profecías citadas arriba. A ellas aplican también las palabras del salmista: “Oiré lo que el Dios verdadero Jehová hablará, porque él hablará paz a su pueblo.” ¿Escucha usted el habla de Dios respecto a la paz? ¿Se conforman sus pensamientos, palabras y acciones al habla de Dios, de modo que lo identifiquen a usted como uno que está entre el pueblo de Dios al cual él habla paz?—Sal. 2:5; 85:8.

Es preciso que uno se cuide para no permitir que sentimientos personales le hagan apartar el oído cuando Dios habla. La Biblia registra un ejemplo de cómo puede suceder esto. Caín, el hijo primogénito de Adán, se había puesto celoso debido al favor de Dios para con su hermano, Abel. El resentimiento ardió dentro de Caín e hizo que surgiera odio en él. Dios habló paz a Caín, animándole a que corrigiese su camino e hiciera lo bueno. “Jehová dijo a Caín: ‘¿Por qué estás acalorado de ira y por qué ha decaído tu semblante? Si cambias a hacer lo bueno, ¿no habrá una exaltación? Pero si no cambias a hacer lo bueno, allí está el pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?’ ” Fue debido a sentimientos personales que Caín se empedernió y rehusó escuchar a Dios. Él había perdido prestigio en la familia, y, ya que él razonaba que era todo por culpa de Abel, se rebeló contra el habla de Dios acerca de que cambiara su proceder y siguiera el ejemplo de su hermano menor. Como resultado de no escuchar cuando Dios habló, Caín perpetró el primer asesinato y fue expulsado como desterrado.—Gén. 4:6, 7.

Jamás quisiéramos dejarnos llegar a empedernir, como Caín, y apartar nuestros oídos cuando Dios habla. No quisiéramos ser como los del Israel antiguo que “no escucharon, ni inclinaron su oído, sino que se pusieron a andar en los consejos en la terquedad de su mal corazón.” Sin embargo, puede suceder tan fácilmente, casi sin que nos demos cuenta de ello. ¿Se halla usted abrigando resentimiento contra algún hermano o hermana cristianos por creer usted que esa persona le agravió o porque recibe privilegios o encomios que según su parecer debería recibir usted? ¿Hacen tales celos que usted aparte sus oídos de la instrucción de Dios de ‘buscar la paz e ir en pos de ella’?—Jer. 7:24; 1 Ped. 3:11.

Tal vez uno de los siervos de Dios le señaló por medio del uso de la Palabra de Dios que usted abrigaba un punto de vista incorrecto o que seguía un proceder descarriado. ¿Escuchó usted cuando Dios habló por medio de su siervo? ¿Se sintió feliz de ser corregido por lo que Dios dijo? ¿O, semejante a Caín, abrigó usted resentimiento y apartó sus oídos? No es siempre fácil escuchar y obedecer cuando Dios habla, pero es un proceder sabio, que hace que el corazón de Jehová se regocije. Preserva la paz de la organización de Dios.

Algunas personas son oyentes selectivos. Cuando Dios habla algunas cosas ellos escuchan, pero cuando habla otras no lo hacen. Sin embargo, el apóstol señaló que “toda Escritura es inspirada por Dios y es benéfica. . . para que el hombre de Dios sea enteramente competente, completamente equipado para toda buena obra.” ¿No indica esto que uno debería leer toda la Biblia, desde Génesis aun hasta el Apocalipsis? Sí, Dios habla en cada libro, capítulo y versículo de su Palabra escrita. Deberíamos querer escuchar “todo el consejo de Dios.” Al recibir una carta de una persona amada o cortejante, ¿no hallamos tiempo para leerla, escuchando con vivo interés cada palabra que esa persona dice? Desarrolle tal amor hacia Jehová por medio de hacer un hábito de la lectura de su Palabra. Pronto anhelará con ansias el tiempo en que usted se sienta y escucha a su Padre celestial hablarle.—2 Tim. 3:16, 17; Hech. 20:27.

Dios ahora habla paz a su pueblo, el cual se compone de personas de todas las naciones. En respuesta ellas han batido sus espadas en rejas de arado, vistiéndose de una disposición apacible y pacífica. Identifíquese usted con el pueblo de Dios por medio de escuchar a Dios cuando él habla. Entonces obedezca, sí, obedezca su mandato de compartir con otros las buenas nuevas de paz.

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