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  • El primitivo códice cristiano

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  • El primitivo códice cristiano
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
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  • LOS CRISTIANOS DESARROLLARON EL CÓDICE
  • MANUSCRITOS BÍBLICOS DEL SEGUNDO SIGLO
  • HACIENDO UN CÓDICE
  • POR QUÉ SE PREFERÍA EL CÓDICE
  • REFERENCIAS
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    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
  • Del rollo al códice. Cómo adoptó la Biblia la forma de libro
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2007
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    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
w63 1/11 págs. 665-669

El primitivo códice cristiano

EL LIBRO impreso forma tan gran parte de nuestra civilización moderna que lo damos por supuesto, y a menudo olvidamos que hubo un tiempo, solo hace dos mil años, en que los libros como éste casi eran desconocidos. En lugar de ellos, se usaban rollos para las obras literarias, rollos continuos de seis o nueve metros de largo, y de 23 ó 25 centímetros de alto. Pieles o pliegos de papiro se, unían para formar este “rollo del libro” (Sal. 40:7), y el texto estaba escrito en columnas, que formaban las páginas. (Jer. 36:23) Aun nuestra palabra “volumen” literalmente significa algo enrollado o revuelto, como sobre rodillos. Por eso podemos imaginarnos a Jesús poniéndose de pie en la sinagoga de Nazaret y, al serle entregado el rollo del profeta Isaías por el oficial o servidor, desenrollar hábilmente el rollo con una mano y enrollarlo con la otra hasta llegar al lugar requerido.—Luc. 4:16, 17.

Luego apareció un cambio. De pequeños principios, el códice siguió adelante hasta que casi eclipsó al rollo. Pero, ¿qué es un códice? El tronco de un árbol se llamaba “caudex,” y de éste el nombre se aplicaba a tablas de madera con cantos en relieve, a menudo cubiertas con una capa de cera y escritas con un estilo, como la pizarra del colegial. (Isa. 8:1) Para el quinto siglo a. de la E.C. se usaban tablillas de varias hojas, con cuerdas que pasaban por hoyos para sujetarlas. Puesto que estas tablillas se parecían a un tronco de árbol cuando se les enlazaba, se llamaban códices.

¡Imagínese usted el llevar por todas partes tales tablas de madera voluminosas y difíciles de manejar! Con razón siguió la búsqueda para obtener material más ligero, más flexible. Los romanos desarrollaron la libreta de pergamino, un paso intermedio entre la tabla y el posterior códice en forma de libro. Como el estilo y el material de la tabla original cambiaron, llegó a ser un problema saber cómo llamar el nuevo formato. En el uso latino la palabra membranae vino a distinguir especialmente a la libreta de pergamino,1 y Pablo usó esta palabra cuando pidió “los rollos, especialmente los pergaminos [membranas].” (2 Tim. 4:13) El que Pablo usara una palabra latina y aun en un sentido latino sería solo debido a que no existía equivalente griego para describir lo que él estaba pidiendo. Más tarde la palabra “códice” entró al idioma griego mediante transliteración para referirse al libro.

LOS CRISTIANOS DESARROLLARON EL CÓDICE

¿Dónde sitúa la evidencia recogida hasta la fecha el desarrollo del códice? Escribiendo en 1898, F. G. Kenyon, ya guardián auxiliar de manuscritos en el Museo Británico, declaró que “la subida del códice fue acompañada de la subida de la vitela,” notablemente en el cuarto siglo d. de J.C., y que el códice de papiro solo fue un experimento que fracasó.2 Por supuesto, hasta entonces muy pocos manuscritos de papiro de la Biblia se habían descubierto y los primeros tres siglos d. de J.C. casi fueron páginas en blanco en la historia textual de la Biblia. El papiro requiere un clima muy seco a fin de sobrevivir a los estragos del tiempo y del clima, y es donde se halla esta condición ideal, como alrededor del mar Muerto y en Egipto, que el que busca papiros tiene que dirigirse. ¡Cuán diferente es hoy el cuadro, entonces, gracias a las benignas arenas de Egipto! Tanta evidencia se ha desenterrado en sesenta años, especialmente de los basureros públicos de Oxirincos y el antiguo Fayum, que la brecha de tres siglos casi se cierra y el papel desempeñado por el códice de papiro se entiende mejor.

Lo más notable es el hecho de que casi todos los manuscritos bíblicos de la era cristiana hallados en papiro se encuentran en forma de códice, y esto llevó a la interesante conclusión de que, “mientras los escritos clásicos continuaron por largo tiempo circulando en rollos, el códice parece haber sido considerado como especialmente apropiado para los escritos cristianos.”3 Una encuesta reciente de literatura pagana reveló solo alrededor de 2.4 por ciento de códices por los rollos del segundo siglo d. de J.C. (11 códices y 465 rollos). No obstante, todos los manuscritos bíblicos asignados al segundo siglo son códices y solo hay un manuscrito posterior de los Salmos, que ciertamente es cristiano, que se halla en forma de rollo.4 Ahora poseemos, esparcidos a través de los museos y colecciones del mundo, más de cien códices bíblicos en papiro (algunos solo fragmentos) escritos antes del fin del cuarto siglo. Los primeros cristianos claramente descartaron la forma de rollo en una fecha temprana.

MANUSCRITOS BÍBLICOS DEL SEGUNDO SIGLO

Pero, ¿cómo podemos decir que un manuscrito viene del segundo siglo d. de J.C.? ¿Hay una fecha desplegada prominentemente en la primera hoja? Muy pocas fechas han sobrevivido en los manuscritos antiguos, y no siempre son fidedignas cuando aparecen. Aun un libro moderno a menudo solo da la fecha de publicación en la página que lleva el título. Si ésta perece pudiera ser difícil fecharlo exactamente; mas aquí el manuscrito puede tener ventajas sobre el libro impreso.

La paleografía provee las respuestas. Este arte envuelve cuidadoso trabajo detectivesco en cuanto a la escritura, su forma y estilo. Así como los cambios sutiles modelan nuestros idiomas modernos, así fue éste el caso en los siglos primitivos, y una comparación cuidadosa de docenas de rasgos menudos pueden fechar a un manuscrito dentro de cuarenta o cincuenta años. La introducción de leves espacios entre palabras, puntuación limitada y varias abreviaturas, todo ha ayudado a definir períodos en particular. Se han formado tablas de letras típicas de papiros no literarios, tales como recibos, cartas, peticiones y escrituras de arrendamiento que sí dan fechas exactas, y éstas forman una buena base para comparar. En el fragmento del Evangelio de Juan conocido como P52 el escritor agregó un ganchito o plumada a algunos de sus trazos, omitió ciertas marcas, usó un tipo especial de trazo cruzado y redondeó letras en particular-todos hábitos notables de los escritores primitivos del segundo siglo.

Aunque no todos los expertos convienen, hay una docena de códices de papiro asignada por la mayor parte de ellos al segundo siglo d. de J.C. Según se destacan éstos en importancia tanto por su fecha temprana como por su forma de códice primitivo, se alistan abajo. A los manuscritos bíblicos se les dan números que se reconocen internacionalmente. La lista de los papiros de las Escrituras Griegas Cristianas se conoce como la lista de Gregorio—von Dobschütz y para los de la versión griega de los Setenta de las Escrituras Hebreas como la lista de Rahlfs, en cada caso en nombre del más prominente de los doctos que los guardó. Además, cada manuscrito lleva un nombre y número de colección para identificar dónde fue hallado o a quién pertenece.

HACIENDO UN CÓDICE

Al examinar los códices se pueden observar algunos rasgos interesantes. Parece que una práctica primitiva fue el hacer un códice en una enorme mano o colección de pliegos colocando todos los pliegos uno encima del otro y luego haciendo un doblez. Un fragmento de solo una parte de hojas conocido como P5 tiene parte de Juan 1 en una hoja y Juan 20 en la otra, de modo que este códice, para contener todos los capítulos intermedios, formaría una sola mano de unas cincuenta hojas. El códice de Isaías de la colección de Chester Beatty era una sola mano de unas 112 hojas originalmente. Tal códice a menudo tenía sus hojas del centro recortadas para impedir que sobresaliera como una cuña cuando se cerraba, resultando solo en columnas angostas de escritura, en comparación con las hojas más anchas exteriores. El proceder enteramente opuesto fue adoptado para otros códices primitivos que se formaron de manos de pliegos solos únicamente, es decir, primero se doblaban todos los pliegos y luego se les colocaba uno encima de otro para coserlos. Pero ninguno de estos dos extremos resultó ser el mejor. Manos de cuatro o cinco pliegos (ocho a diez hojas) parecieron más convenientes. Sin embargo, algunos códices tienen una combinación, como el Bodmer Juan P66. De las cinco manos existentes, tres tienen cinco pliegos cada una, una tiene cuatro, y la última ocho pliegos. La parte que falta del capítulo seis era una singular mano de un solo pliego.

Los diferentes métodos de colocar los pliegos revelan, quizás, preferencias personales. Cada pliego consta de dos capas de fibra de papiro pegadas de través de modo que el lado que despliega la capa horizontal se conoce como anverso y el lado que muestra la capa vertical de fibras es el reverso. El método de colocar los pliegos modificaría la apariencia cuando el códice fuera abierto. Una página del anverso podía estar frente a una página del reverso, mas algunos podían preferir hacer que el anverso mirara hacia el anverso y el reverso mirara hacia el reverso.

Algunos códices primitivos con dos columnas angostas de escritura por página probablemente fueron copiados de rollos con tan poco desarreglo de la disposición original como fue posible. A la inversa, cuando el reverso de un viejo rollo que contenía un epítome de Livio fue usado de nuevo por un cristiano económico él copió de un códice de Hebreos y hasta insertó los números de las páginas. Tal rollo usado de nuevo se llama opisthograph.

POR QUÉ SE PREFERÍA EL CÓDICE

¿Por qué se escogió el códice en preferencia a los rollos tan extensamente usados y conocidos? Al principio no era posible comprar un códice de los que se hallaban en el negocio de los libros, y a causa de que algunos códices revelan que se hacían de rollos cortados en pedazos, razones muy definidas deben haber impulsado a hacer estos tempranos experimentos de aficionados. El que los cuatro Evangelios pudieran ser puestos juntos en un solo códice era una gran ventaja, mientras que no formarían un rollo conveniente, pues Mateo requeriría nueve metros, Marcos cerca de seis metros, Lucas unos nueve metros y medio y Juan ocho metros, o unos 32 metros en total. El códice Chester Beatty del tercer siglo, de los Evangelios y Hechos, habría necesitado cinco rollos y el de Números-Deuteronomio uno, tres rollos. En un códice los textos requeridos podían hallarse mucho más aprisa que en un rollo, y eso significaba mucho para los cristianos primitivos, quienes verdaderamente usaban sus Escrituras. Aun se han hallado códices de bolsillo, el más pequeño de los cuales (P. Literary Londres 204, 3er. siglo d. de J.C., Salmo 2) tiene una página del tamaño de unos ocho centímetros por cinco, con doce líneas de escritura. El valor de una forma conveniente de referencia se apreció rápidamente. Por último, el códice era más barato, porque ambos lados del pliego de papiro se usaban.

Otro valor del códice era la protección que daba a los libros inspirados de las Escrituras. Hoy el códice todavía puede dar su testimonio al canon de la Biblia. Cuando hallamos nueve de las epístolas de Pablo unidas en un solo códice (Chester Beatty P46) e incluyendo la epístola a los hebreos, sabemos que esta carta fue recibida en el mismo nivel que las otras epístolas. El códice establecería un eslabón entre los varios escritos inspirados y haría más difícil insertar una obra no reconocida en la colección. Y el hecho de que la versión de los Setenta de las Escrituras Hebreas pronto fue trasladada del rollo al códice muestra que se usaba con frecuencia y no se consideraba de ningún modo inferior a los nuevos escritos.

El uso universal del códice en los círculos cristianos en el segundo siglo, aun para la versión de los Setenta, muestra que su adopción debe haberse remontado hasta el primer siglo d. de J.C. Esto puede explicar la pérdida del fin del Evangelio de Marcos más rápidamente que el rollo, porque sería muy posible que la última hoja se perdiera. El rollo, por otra parte, generalmente era enrollado con el fin dentro, de modo que el principio sufriría el mayor daño, lo cual está confirmado por el hecho de que ha sobrevivido un mayor número de fines de rollos que principios.

¿Podemos imaginarnos ahora la escena a medida que las Escrituras Griegas Cristianas comenzaron a cobrar forma? ¿Qué hay de Mateo, aquel escritor de recibos de impuestos y registrador del primer Evangelio? “Había vivido con una pluma en la mano la mayor parte del día; y entonces ¿puede suponerse que cuando dejó su negocio por lo que vio que era de un interés mucho más elevado, dejaría su hábito de escribir?”5 pregunta el escritor de un relato del aumento de los Evangelios. Sus primeras notas quizás las hizo en una libreta de pergamino, y cuando su Evangelio fue terminado probablemente circularía en libreta o en forma de códice glorificado. A medida que se completaban otros Evangelios, se pondrían con el Evangelio de Mateo. Según creciera la demanda por más copias, la forma de códice sería explotada plenamente y las copias viajarían por todas partes, haciendo posible su conveniencia que ministros viajeros como Pablo, Timoteo y Tito tuvieran códices de bolsillo. Cuando ministros como éstos regresaban para visitar las congregaciones sin duda elogiaban a los hermanos por su progreso en usar sus códices recién recibidos, aunque no se olvidaban de animar a los que todavía usaban rollos.

El códice del segundo siglo forzosamente demuestra tres puntos. Confirma la autenticidad de la Palabra de Dios, casi cerrando la brecha entre el tiempo actual de los apóstoles y los manuscritos más primitivos que ahora existen. Revela cuán ansiosos estuvieron los cristianos primitivos para dar a las Escrituras una gran circulación, reduciendo el precio comparativamente elevado de los libros para que todos pudieran leer estas preciosas palabras de vida. Nos ayuda a discernir cuánto se referían a sus copias y por qué querían poder hallar los lugares rápida y fácilmente. Seamos como esos entusiasmados cristianos primitivos y usemos nuestras Biblias, examinándolas cuidadosamente para probar la fe verdadera como lo hicieron los de la antigua Berea.—Hech. 17:11.

REFERENCIAS

1 A Greek-English Lexicon of the New Testament, por Arndt y Gingrich, página 503.

2 The Palaeography of Greek Papyri, por F. G. Kenyon, página 25.

3 Here and There Among the Papyri, por G. Milligan, página 54.

4 The Codex, por C. H. Roberts, páginas 184-186.

5 The Growth of the Gospels, por sir W. M. Flinders Petrie, páginas 5, 6.

[Tabla de la página 667]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

De los Setenta

SÍMBOLO NOMBRE Y NÚM. CONTENIDO NÚM. DE HOJAS FECHA

DE COLECCIÓN APROXIMADO O FRAGMENTOS PUBLI. OBSERVACIONES

905 P. Oxirincos Génesis 14, Partes de 4 1904 Escrito en

iv 656 Gé 15, 19, hojas unciales

Gé 20, 24, rectas

Gé 27 redondas

P. Baden Éxodo 8, 3 fragmentos 1924 Hallado en

56 Deu. 29 Karara en

Egipto

963 P. Chester Números 25- Partes de 50 1935 Hallado en

Beatty vi Nú 25-36 hojas Afroditopolis.

Deuteronomio 1ra. mitad

Dt 1-12, del 2do.

Dt 18-34 siglo. 2

columnas por

página

P. Bodleian Salmos 48, Un fragmento 1957 Presentado a

Bib. Gr. Sl 49 (LXX) pequeño Biblioteca

g. 5 Bodleian,

Oxford, en

1934

P. Antino— Salmos 81, 2 fragmentos 1950 Hallado en

opolis 7 Sl 82 (LXX) de una hoja Sheikh

Abadeh,

Egipto,

antigua

Antinoopolis

en 1913-14

2014 P. Leipzig Salmo 118 Parte de una 1903 De Dimeh en

170 (LXX) hoja el Fayum

Nórtico

966 P. Chester Jeremías Partes de 2 1937 Hallado en

Beatty Jer 4,5 hojas Afroditopolis

viii en 1930

Escrituras Griegas

P64 P. Magdalen Mateo 26 3 fragmentos 1953 Comprado en

College de una hoja Luxor en

Oxford 1901. 2

columnas

por página

P75 P. Bodmer Lucas 3-24 Solo falta el 1961 Fechado

xiv/xv Juan 1-15 comienzo entre 175

y el fín y 225 (d. de

J.C.)

P66 P. Bodmer Juan 1-14 54 hojas y 26 1956 Fechado

ii y Jn 15-21 fragmentos y c. 200 (d.

1958 de J.C.).

Muy bien

preservado

hasta el

cap. 14

P52 R. Rylands Juan 18 Un fragmento 1935 Comprado en

Gk. 457 pequeño Egipto. Un

importante

fragmento

117-150

(d. de

J.C.)

P32 P. Rylands Tito 1, 2 Fragmento de 1911 Comprado en

5 una hoja Egipto.

Escritura

semejante

a 905

[Mapa de la página 665]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

MAPA DE EGIPTO

Mostrando sitios de sobresalientes hallazgos de papiros

Mar Mediterráneo

Dimeh

El Cairo

EL FAYUM

Afroditopolis

Karara

Oxirincos

Antinoopolis

Río Nilo

Mar Rojo

Luxor

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