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  • Las responsabilidades de familia en mantener pura la adoración de Jehová

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  • Las responsabilidades de familia en mantener pura la adoración de Jehová
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
w63 15/10 págs. 632-635

Las responsabilidades de familia en mantener pura la adoración de Jehová

PARA preservar la pureza de la adoración de Jehová, la Biblia coloca sobre la congregación cristiana la responsabilidad de ‘quitar al hombre inicuo de en medio de ella.’ (1 Cor. 5:13) Esta cortadura, expulsión, o excomunión de la organización visible de Dios preserva la adoración pura de Él, sirve de protección a toda la congregación, y también quizás impulse al malhechor a arrepentirse de sus obras inicuas y llegar a reconciliarse con Dios.—2 Cor. 7:10.

En el número del 1 de octubre de 1963 de esta revista se consideraron los principios bíblicos implicados en la expulsión, o excomunión. El propósito de este procedimiento, las consecuencias a los expulsados, y la actitud que otros miembros de la congregación cristiana deberían adoptar se examinaron según la Palabra de Dios. Los principios son definidos, claros y fáciles de entender en los casos en que la persona expulsada no está emparentada a otros de la congregación cristiana. Se rompe toda asociación con esa persona.

Pero, ¿qué hay de los que estén emparentados con el expulsado? ¿Cuál debería ser la actitud de los que no tienen vínculos familiares o sanguíneos con él? Al analizar las responsabilidades de miembros de la familia para mantener pura la adoración de Jehová, hay dos situaciones que hay que tomar en cuenta. Una es aquella en que parientes de buena reputación que son de la congregación no viven bajo el mismo techo con la persona expulsada; es decir, cuando los parientes no son del círculo inmediato de familia. La otra situación es aquella en que los de buena reputación sí viven bajo el mismo techo con la persona expulsada, donde el expulsado es miembro del círculo inmediato de familia.

PARIENTES QUE NO ESTÁN EN EL CÍRCULO INMEDIATO DE FAMILIA

La expulsión de un pariente no cancela los vínculos naturales sanguíneos. Sin embargo, sería bueno apreciar que solo los contactos absolutamente necesarios en asuntos pertenecientes a intereses de la familia deberían llevarse a cabo con uno que esté expulsado y que vive fuera del círculo de la familia.

El principio aquí es parecido al que se menciona en La Atalaya del 1 de octubre, página 605, donde se señala que cristianos que tienen empleo seglar en el mismo establecimiento con una persona expulsada no conversan con ésta a menos que sea necesario para el desempeño del trabajo, y entonces la conversación se limita a ese trabajo. En el caso de un pariente expulsado que no vive en el mismo hogar, el contacto con él también se limita a lo que sea absolutamente necesario. Tal como en el caso del empleo seglar, este contacto se limita y hasta se elimina por completo si es de manera alguna posible.

Un punto importante que notar es que, mientras que hay vínculos naturales que pudieran ser el motivo de contacto de vez en cuando, los vínculos espirituales se cortan por completo. No puede haber discusión alguna de asuntos de adoración con parientes que están expulsados.

¿Qué si una persona que está cortada de la congregación de Dios visita inesperadamente a parientes dedicados? ¿Qué debería hacer entonces el cristiano? Si ésta es la primera ocurrencia de semejante visita, el cristiano dedicado puede, si su conciencia se lo permite, llevar a cabo cortesías de familia en esa ocasión en particular. Sin embargo, si su conciencia no le permite esto, no está bajo ninguna obligación de hacerlo. Si se extienden cortesías, sin embargo, el cristiano debería poner en claro que esto no será una práctica regular. Si llegara a ser habitual, no se distingue en nada del asociarse con cualquier otra persona expulsada, y viola el espíritu del decreto de expulsión. Se debe hacer que el pariente expulsado se dé cuenta de que sus visitas ya no tienen la bienvenida como la tenían anteriormente cuando él andaba correctamente con Jehová.—2 Juan 9-11.

Es vital que los cristianos dedicados de la congregación, mediante sus acciones, pongan en claro para el pariente expulsado que su derrotero es desaprobado por la familia. Tienen que mantener una posición firme a favor de principios justos. El malhechor tiene que darse cuenta de que su posición relativa está completamente cambiada, que sus fieles parientes cristianos desaprueban cabalmente de su proceder inicuo y manifiestan esta desaprobación por medio de limitar contactos a solamente los que sean inevitables.

La importancia de esto puede verse fácilmente en comunidades pequeñas, donde algunas congregaciones tal vez incluyan varios grupos familiares emparentados. Si todos los vínculos familiares con una persona expulsada se mantuvieran como antes, ¿de qué manera podría decirse que los hermanos estuvieran cooperando con el procedimiento de expulsión, el cual tiene el propósito de mantener limpia la organización visible de Dios? En realidad, estarían violando el espíritu de la acción de expulsión. Además, en vez de ser esto una bondad hacia el expulsado, en realidad estarían haciéndole daño.

El que se permita la transacción de negocios necesarios con parientes que están expulsados debería considerarse como la excepción. Las reglas bíblicas son: “Vigilen a los que causan divisiones y ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y que los eviten.” “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre.” “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.”—Rom. 16:17; 1 Cor. 5:11, 13.

El principio fundamental de este asunto se halla en Mateo 12:47-50. Alguien le dijo a Jesús: “¡Mira! Tu madre y tus hermanos están parados fuera, procurando hablarte.” Jesús respondió: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? . . . cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, y hermana, y madre.”

Los principios bíblicos no apoyan la asociación regular con parientes que no viven en el mismo hogar con una persona expulsada. Nuestro propósito principal debería ser el de mantener pura la adoración de Jehová. No deberíamos ver cuán cerca podamos llegar a estar de parientes que están expulsados de la organización de Jehová, sino que deberíamos ‘dejar de mezclarnos en compañía’ de ellos.

DENTRO DEL CÍRCULO DE LA FAMILIA

Principios adicionales entran en juego cuando una persona expulsada vive en el mismo hogar y es parte del mismo círculo de familia con cristianos. Algunos de los principios bíblicos que es menester que se tomen en consideración son (1) 1 Timoteo 5:8: “Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.” (2) Mateo 22:21: “Por lo tanto, paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” (3) Mateo 19:5, 6: “‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’. . . Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.” (4) Colosenses 3:18, 19: “Esposas, estén en sujeción a sus esposos . . . Esposos, sigan amando a sus esposas.” (5) Efesios 6:1, 2: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor . . . ‘Honra a tu padre y a tu madre.’”

De la cabeza cristiana de la casa, el padre, se requiere por lo tanto que continúe la asociación física con los de su casa que estén expulsados y provea alimento, vivienda y ropa para ellos. Si el expulsado es un niño menor de edad, los padres no pueden desasociarse de él. Todavía es parte de la casa. Las leyes de Dios requieren que se lleve a cabo la responsabilidad paternal. Aun las leyes de César requieren que los padres provean para los hijos menores de edad. De manera que los padres todavía están bajo el mandato de Dios de corregir y disciplinar al hijo. Esto tiene que hacerse por medio de usar principios bíblicos. Los padres deberían exigir que el menor asista al estudio familiar y escuche, aunque no participaría en la discusión con el grupo. Los padres deberían recomendar vehementemente que lea la Biblia y publicaciones que explican la Biblia, tales como las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y otras ayudas bíblicas. Si el menor expulsado tiene preguntas que hacer, puede preguntárselas a uno de sus padres en privado y se le mostrará cómo hallar las respuestas o le serán dadas, pero eso es todo. Esto, junto con la concurrencia del menor a reuniones cristianas, ayudará hacia su restauración. (Sant. 5:20) Es preciso que los padres aprecien lo serio de la dedicación y bautismo de su hijo y se den cuenta de que la dedicación a Jehová pone al hijo bajo los arreglos correccionales de Jehová cuando fuesen violadas sus leyes.

Respecto a la relación entre marido y esposa, las palabras de Jesús registradas en Mateo 19:5, 6 tienen que ser respetadas. Nadie puede separar al hombre y la esposa, ni siquiera si uno de los dos está expulsado. La excepción, por supuesto, es cuando se haya cometido adulterio. Entonces el cónyuge inocente puede irse si desea hacerlo. (Mat. 19:9) Al asistir a reuniones congregacionales en el Salón del Reino, el marido y la esposa, junto con los hijos, han de permanecer juntos y no ser separados debido a que uno esté expulsado. No hay ninguna comunicación espiritual implicada aquí. Meramente están sentados juntos como una familia. No hay que entremeterse en este vínculo de familia. Sin embargo, sería incorrecto que el cónyuge que tiene buena reputación tratara de imponer la compañía del cónyuge expulsado a otros hermanos de la congregación al conversar con ellos. Aunque permanece junta la unidad de familia, el miembro de la familia que está expulsado aun así no puede asociarse con otros miembros de la congregación.

Pero, ¿aplica este principio de permanecer juntos si un hombre y una mujer están comprometidos para casarse y después uno de ellos es expulsado? No, ya que el casamiento no se ha consumado. El cristiano debería romper el vínculo con el expulsado. “Sálganse de entre ellos, y sepárense.” (2 Cor. 6:17) Si el cristiano no hace caso de esto y se casa con el expulsado, también puede ser expulsado.

Aunque los vínculos familiares establecidos en la casa permanecen inquebrantados al ser uno expulsado y las funciones normales de la casa se efectúan diariamente como de costumbre, hay algo que se rompe. Esto es la comunicación espiritual entre el expulsado y los otros del círculo de la familia. Así como en el caso de otros ejemplos ya mencionados, cuando uno es expulsado, tiene que acabarse la discusión con él de asuntos que implican la adoración.

Por lo tanto, si es la esposa la que ha sido expulsada, el marido seguirá conduciendo el estudio bíblico de familia con los hijos, y en ocasiones apropiadas puede conducir a sus hijos en oración. La esposa puede estar presente y escuchar la oración o seguir el estudio, de ese modo adquiriendo información valiosa, pero ella no contribuiría a la discusión.

Si el marido es el expulsado, la esposa y los hijos todavía están en sujeción en asuntos de la familia. Esto no se anula. La esposa no llega a ser la cabeza de la familia para el desempeño de los quehaceres cotidianos de la vida. Pero si el marido sinceramente desea hacer lo correcto, tomará los pasos necesarios para reconciliarse con Jehová y con su organización visible. Se dará cuenta de que no está capacitado para dirigir los asuntos espirituales de la familia. Sin embargo, la esposa, a una hora conveniente cuando el marido no esté a cargo de la situación, hará arreglos para estudiar la Biblia con sus hijos.

El mismo principio aplica a las horas de comida. No puede haber asociación espiritual alguna aquí. La cabeza de familia expulsada no está en posición para conducir su familia en oración, ni sería correcto que él pidiera a algún otro presente que represente a la familia en oración, de ese modo haciendo que ellos lo hagan bajo la dirección de él. Cualquiera que quisiera orar puede hacerlo privadamente. Sin embargo, en su ausencia, fieles miembros dedicados de la familia podrían unirse en oración.

Si el marido excomulgado insiste en ofrecer oración a las horas de comida, los miembros dedicados de la familia no dirían “Amén” a la oración, ni se tomarían de las manos como algunos tienen por costumbre, ya que esto sería participar espiritualmente. Podrían inclinar la cabeza y ofrecer su propia oración en silencio a Jehová. Si él insiste en expresar sus puntos de vista acerca de asuntos espirituales, no se le puede impedir que lo haga en su propia casa; pero los fieles miembros cristianos de la casa no están obligados a participar en una discusión. Ellos muestran respeto por el decreto que expulsó al malhechor de la organización de Dios. “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 5:29.

Los cristianos tienen una responsabilidad seria de mantener pura la adoración de Jehová. Para hacer esto el cristiano obrará de acuerdo con los justos requisitos de Jehová, aun en los casos en que miembros de su propia familia estén cortados de la organización visible de Dios. El amor a Dios viene primero. El cristiano adopta medidas apropiadas para mostrar que está de acuerdo con los caminos de Jehová, de ese modo complaciéndole a Él y manteniendo la adoración pura.

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