“Una ciudad no oscura”
Después que unos soldados rescataron al apóstol Pablo de una chusma airada en Jerusalén, el comandante militar le preguntó si él era un notorio sedicioso egipcio. Pablo replicó que no lo era: “Soy, de hecho, judío, de Tarso en Cilicia, ciudadano de una ciudad no oscura.” (Hech. 21:39) Para los ciudadanos de Tarso y aun para los extraños, su ciudad no era de ninguna manera oscura o insignificante. No solo era un importante centro comercial, sino también un centro intelectual con una famosa universidad. El geógrafo griego Estrabón, del primer siglo (d. de J.C.), escribió en su Geografía: “El pueblo de Tarso se ha dedicado tan ansiosamente, no solo a la filosofía, sino también a todo el campo de la educación en general, que ha sobrepasado a Atenas, Alejandría, o a cualquier otro lugar que se pueda nombrar donde haya habido escuelas y discursos de filósofos.” Se ha desenterrado una inscripción que llama a Tarso “la grande y maravillosa metrópolis de Cilicia.” Muchas de las monedas de Tarso tenían inscritas las palabras: “Metrópolis Tarso, Primera, Más Hermosa y Mejor.”—The Bible as History, pág. 380; Light from the Ancient Past, pág. 255; The Bible Was Right, capítulo 24.