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  • Perseverancia animosa en el servicio de Dios

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  • Perseverancia animosa en el servicio de Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1964
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1964
w64 1/2 págs. 80-86

Perseverancia animosa en el servicio de Dios

1, 2. ¿Cómo podemos sacar provecho del registro de la vida de los hombres de fe que se encuentra en la Biblia?

ADEMÁS de impartirnos ánimo por medio de informarnos de la grandeza de Dios y por medio de familiarizarnos con su voluntad, todavía hay otra manera en que la Biblia nos da ánimo para hacer la voluntad divina. ¿Cómo es eso? Mediante el registro de la vida de hombres de fe. Así, no solo bosquejan para nosotros las Escrituras las cosas que Dios requiere de los que son sus siervos, sino que proveen ejemplos de la vida real de la manera en que individuos que han temido a Dios han ganado su buen agrado. Podemos ver lo que ellos hicieron cuando se enfrentaron a situaciones semejantes a las nuestras, y cómo Jehová los bendijo. De esta manera se nos anima a obrar animosamente, no retrayéndonos del servicio del Todopoderoso Dios.

2 El apóstol Pablo señaló a esta fuente de estímulo cuando escribió: “Porque tenemos tan grande nube de testigos que nos rodea, quitémonos nosotros también todo peso y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús.” (Heb. 12:1, 2) Por eso, a medida que leamos en la Biblia en cuanto a la vida de esta grande nube de testigos de tiempos precristianos así como de Jesucristo y los cristianos primitivos, personalmente obtengamos provecho de su ejemplo y sintámonos estimulados a avanzar animosamente en la carrera que está delante de nosotros.

3. ¿A quiénes usa Jehová como siervos suyos?

3 Muchas son las personas, sin embargo, que, en vez de entrar en la carrera, cuando ven la responsabilidad de servicio a Dios que se abre ante ellas, se retraen. Quizás se crean indignas; quizás crean que no llenan los requisitos; quizás teman que no podrán cumplir con lo que requiere Dios. Si ésa es la situación de usted, observe a aquellos cuyo registro Dios ha conservado en la Biblia para su instrucción. ¿A quiénes escogió Dios para que le sirvieran? “Pues ustedes contemplan su llamamiento por él, hermanos, que no muchos sabios según la carne fueron llamados, no muchos poderosos , no muchos de nacimiento noble; sino que Dios escogió las cosas necias del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios escogió las cosas débiles del mundo, para avergonzar las cosas fuertes; y Dios escogió las cosas innobles del mundo y las cosas menospreciadas, las cosas que no son, para reducir a la nada las cosas que son, a fin de que ninguna carne se jacte a la vista de Dios.” (1 Cor. 1:26-29) Dios no está usando a los que son sabios a sus propios ojos, sino a los que acuden a él por guía. El no favorece a los que confían en ellos mismos, sino a los que tienen fe en él. No es el que lo hace mejor que cualquier otro quien le agrada, sino el que vigila con interés personal el progreso de sus hermanos cristianos. Los que sirven a Jehová son los que lo aman bastante para querer hacer su voluntad.—Sal. 25:4, 5, 9, 12; Fili. 2:4.

4. Cite ejemplos que muestran qué tipo de personas han servido a Jehová y han tenido su aprobación.

4 Moisés fue un hombre así. Aunque sufría un impedimento del habla y tenía ochenta años cuando fue llamado para servir, obedeció. (Éxo. 4:10-12; 7:7) Gedeón, aunque era el ‘más pequeño de la casa de su padre,’ estuvo dispuesto a servir, y Jehová lo apoyó. (Jue. 6:15, 16) Amós solo era un vaquero y cosechador de higos de sicómoros, pero llegó a ser profeta de Dios. (Amós 7:14, 15) Luego hubo Pedro y Andrés, Santiago y Juan, pescadores de Galilea. Eran hombres “iletrados y del vulgo,” pero Jesús los escogió para que estuvieran entre sus apóstoles. (Mat. 4:18-22; Hech. 4:13) Algunos cuantos, como Pablo, tuvieron considerable educación. Pero otros tuvieron un pasado de mala conducta, habiendo participado en el crimen y el modo de vivir relajado. No obstante, cuando se dedicaron a Dios para servirle, fuera que hubieran sido sabios según el mundo o inicuos, dejaron atrás aquellas cosas y emprendieron una nueva vida en el servicio de Dios.—Fili. 3:4-8; 1 Cor. 6:9-11.

5. ¿Qué pensamientos deberían ayudar a uno a conseguir el punto de vista apropiado tocante a participar en el servicio de Jehová?

5 La cosa que es de importancia no es lo que usted fue antes de llegar a un conocimiento de la voluntad divina, sino lo que usted es ahora. ¿Tiene usted fe firme en Jehová Dios y en su Palabra? ¿Lo ama usted con todo su corazón? ¿Anhela usted la vida en su justo nuevo mundo? (Heb. 11:6; Mar. 12:29, 30; 2 Ped. 3:13, 14) Entonces no hay razón para retraerse. No se abstenga de servir a Dios porque, desde un punto de vista humano, usted cree que pudiera fallar. Más bien, considere por qué es que Jehová nos usa a nosotros los humanos con todas nuestras debilidades. “Tenemos este tesoro en vasos de barro,” escribe el apóstol Pablo, “para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros.” (2 Cor. 4:7) Animosamente, entonces, con confianza en Dios, copie el ejemplo del Perfeccionador de nuestra fe, Jesús, por medio de bautizarse en símbolo de su dedicación a Jehová Dios, y participar en la obra de predicación que Dios les ha dado a sus siervos.

PREDICADORES DEL REINO DE DIOS

6. ¿Para qué actividad entrenó Jesús a todos los que llegaron a ser seguidores suyos?

6 Esta es una obligación que descansa sobre los hombros de todo el que acepta la bondad inmerecida de Dios. ¡Cuán potentemente se nos graba esto en la mente al estudiar los relatos del Evangelio sobre la vida de Cristo! “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres,” invitó Jesús. “Sé mi seguidor,” dijo. “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos.” Y, ¿qué harían aquellos seguidores suyos? Participarían en la obra que Jesús mismo estaba haciendo: “predicar y . . . decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’” (Mat. 4:19; 9:9; 11:28, 29; 4:17) Como discípulos suyos aprendieron de él y pronto llegaron a estar suficientemente experimentados en el ministerio como para que se les enviara solos. Primero, envió a los doce con las instrucciones: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’” (Mat. 10:5, 7) Más tarde designó a otros setenta y los envió con una comisión semejante.—Luc. 10:1-11.

7. (a) En la vida de Jesús, ¿cuán importante fue la predicación? (b) Por eso, ¿cómo llegaron a considerar sus discípulos esta obra?

7 Jesús estuvo tan embebido en esta obra de predicación que más tarde dijo al gobernador Pilato que la mismísima razón por la que había nacido, el propósito por el cual había venido al mundo, era para “dar testimonio a la verdad.” (Juan 18:37) Comprensiblemente, los que eran discípulos suyos tuvieron un sentimiento semejante de urgencia en cuanto a ello, tanto así que, cuando los funcionarios les ordenaron que cesaran de predicar, ellos contestaron: “Si es justo a la vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, júzguenlo ustedes mismos. Mas en cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído.” (Hech. 4:19, 20) Sabían bien que, poco antes de dejarlos, Jesús había dicho: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones.” Y sus últimas palabras dichas a ellos antes de ascender él al cielo fueron: “Serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Mat. 28:19, 20; Hech. 1:8) Fue inequívocamente claro para ellos que el ser seguidores de Jesús significaba ser predicadores.

8. Cuando escribió a los corintios, ¿qué dijo el apóstol Pablo en cuanto a la responsabilidad del cristiano como predicador?

8 Tan fuertemente sintió el apóstol Pablo la obligación que descansaba sobre todos los que siguen en las pisadas de Jesucristo, que escribió a sus compañeros cristianos de Corinto: “Ahora, si estoy declarando las buenas nuevas, eso no es motivo para que me jacte, porque necesidad me está impuesta. Realmente, ¡ay de mí si no declarare las buenas nuevas! Si hago esto de buena voluntad, tengo galardón; mas si lo hago contrario a mi voluntad, de todos modos tengo encomendada a mí una mayordomía.” (1 Cor. 9:16, 17) Cada uno de nosotros debería sentir ese mismo peso de responsabilidad. En esto debemos hacer como Pablo estimuló a aquellos corintios cristianos: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” (1 Cor. 11:1) Si mantenemos nuestros ojos enfocados atentamente en Jesús, y en los que fueron sus imitadores fieles, sentiremos la misma urgencia que ellos sintieron en cuanto a predicar las buenas nuevas.

AGUANTE ANIMOSO EN LA OBRA

9. ¿De qué importancia es la perseverancia en el ministerio?

9 Jesús permaneció con su obra hasta que pudo informar a su Padre: “Yo te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese.” (Juan 17:4) Y ésa debería ser la determinación de todos los que son seguidores suyos. Se requiere aguante. No solo basta con haber tenido fe, o haber participado en la obra de predicación. “Ustedes tienen necesidad de perseverancia, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa.” (Heb. 10:36) ¡Qué necedad sería el perder de vista la verdad y deslizarse a los caminos del viejo mundo, a semejanza de una cerda que regresa a revolcarse en el fango! “Así es que no desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos.”—Gál. 6:9.

10. ¿Cómo debería sentirse el ministro cristiano cuando la gente en su territorio no quiere escuchar las buenas nuevas?

10 Es verdad que no todos responderán a su predicación de las buenas nuevas. En muchas localidades un predicador de las buenas nuevas quizás vaya de casa en casa por horas sin poder dar más que la presentación más breve del mensaje. Tal vez la gente no acepte la literatura bíblica que le ofrece, y él quizás se incline a sentirse desanimado. Pero si ha preparado su presentación a conciencia y está haciendo un esfuerzo diligente por estimular el interés de esas personas en la Palabra de Dios, ¿hay alguna razón para que él concluya que su ministerio es infructuoso? No. “El discípulo no es superior a su maestro, ni el esclavo superior a su amo.” (Mat. 10:24) No todos escucharon a Jesús. La gente de su ciudad natal no creyó en él. Cuando viajó al país de los gadarenos, no fue bien acogido por el populacho, sino que “le instaron con ahínco a que se saliera de sus distritos.” En Jerusalén fue acusado de estar endemoniado. (Mat. 8:34; Luc. 4:16, 28, 29; Juan 8:52) Otros siervos de Dios se encontraron con una reacción semejante.

11. Cuando Samuel y Noé predicaron, ¿cómo fue recibido el mensaje?

11 Samuel fue profeta de Dios en Israel, y la gente a quien ministraba era aquella que había sido apartada por Dios como Su posesión especial, pero aun ella no escuchó siempre. Samuel no era indiferente ante la situación. Cuando la gente pasó por alto su buen consejo y exigió un rey, aparentemente tuvo una sensación de fracaso personal, pero Jehová lo corrigió, diciendo: “No es a ti a quien han desechado, sino a mí que han desechado para que yo no sea rey sobre ellos.” (1 Sam. 8:7) La asignación de predicar de Noé fue aun más difícil. Tan lejos había divagado el hombre de lo que era correcto que las Escrituras dicen que “toda inclinación de los pensamientos de su corazón siempre era solamente mala. Y Jehová sintió pesar de haber hecho hombres en la tierra, y sintió dolor en su corazón.” (Gén. 6:5, 6) No estuvieron dispuestos a prestar atención a la amonestación de Noé. Después de su predicación durante cuarenta a cincuenta años, nadie, salvo su propia casa, había respondido. Solo él y su esposa, sus tres hijos y sus esposas, entraron en el arca. Los demás “no hicieron caso.” (Mat. 24:39) ¿Había fallado él como predicador? ¡De ninguna manera! De hecho, nos ha sido recomendado como un “predicador de justicia” a quien Dios conservó cuando destruyó aquel mundo inicuo. El mostró perseverancia.—2 Ped. 2:5.

12. ¿En medio de qué circunstancias predicó Moisés, y por qué continuó haciéndolo?

12 Tenga presente, también, a Moisés y el territorio en que se le asignó a predicar. Vez tras vez Jehová envió a Moisés ante Faraón para declarar Sus juicios. Estas visitas repetidas en la corte real ciertamente no fueron a causa de que Faraón exhibiera buena voluntad; no fueron impulsadas por ninguna indicación de que Faraón pudiera abrazar la adoración de Jehová. Más bien, fueron hechas ante oposición, pero en obediencia a Jehová, para dar a conocer Sus juicios y declarar Su nombre. “Los egipcios ciertamente conocerán que yo soy Jehová cuando extienda mi mano contra Egipto, y verdaderamente sacaré a los hijos de Israel de en medio de ellos,” declaró Jehová. (Éxo. 7:5) Se requirió ánimo para predicar en circunstancias como ésas.

13. ¿Cuáles fueron las experiencias de Jeremías en el ministerio, y cómo podemos sacar provecho de ellas?

13 Jeremías, también, se enfrentó a penalidad en el ministerio. Dios no le dijo: ‘Jeremías, tengo algún territorio bueno para ti para que lo trabajes.’ No, él dijo: ‘Cuando prediques a estas personas en Jerusalén van a pelear contra ti’ Y eso es exactamente lo que sucedió. Cuando Jeremías los amonestó tocante a que Jehová iba a traer destrucción sobre la nación por su apostasía, se rieron y se mofaron y se burlaron. Pues, en una ocasión cuando predicaba cerca del templo, uno de los hombres encargados allí se acaloró acerca de lo que dijo y lo abofeteó y luego hizo que fuera encerrado en el cepo. Varias veces los gobernantes lo habían arrojado a la cárcel. En una ocasión Jeremías llegó a estar tan desalentado en cuanto a ello que dijo: ‘No voy ni siquiera a hablar acerca de Dios ya.’ Pero se recuperó. (Jer. 1:19; 20:1, 2, 9) No obstante, después de veintitrés años informó que la gente en el territorio todavía no estaba muy interesada. “Estos veintitrés años. . . seguí hablándoles a ustedes, levantándome temprano y hablando, pero ustedes no prestaron atención.” (Jer. 25:3) A pesar de todo, Jeremías todavía estaba en la obra, predicando animosamente después de cuarenta años. Permaneció en ella hasta cuando Jehová efectuó las cosas que había enviado a Jeremías a predicar. Ejemplos animosos como ésos son los que nos estimulan a ‘correr con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros.’

ÁNIMO ANTE DESILUSIÓN

14. ¿Qué experiencia desilusionadora se tiene a menudo cuando volvemos a visitar a personas que primero estuvieron anuentes a escuchar las buenas nuevas, y por qué?

14 Entre aquellos a quienes usted habla acerca de Dios y de su reino va a encontrar a algunos que prestan atención, pero aun muchos de ellos desilusionarán, y es bueno saberlo. Usted va a encontrar personas que prestan atención cuando las conoce por primera vez pero que no muestran ningún interés en absoluto cuando usted regresa. Jesús asemejó esta situación a semilla que cayó a lo largo del camino y fue arrebatada por las aves antes de poder echar raíces. En estos casos el Diablo ha usado a los que manifiestan un espíritu como el de él para presentar en falsos colores la Palabra de Dios y así para destruir cualquier interés que haya habido. No se desanime.—Mat. 13:3, 4, 19.

15. ¿Por qué es que otros que por un tiempo manifiestan gozo considerable por lo que están aprendiendo más tarde cesan de estudiar con los testigos de Jehová?

15 Otros harán más que solo escuchar cuando usted los visite; recibirán la palabra con gozo, y le hará sentir bien a usted el haberles hablado. Quizás hasta lo acojan bien cuando usted vuelva varias veces. No obstante, algunos de ellos son como plantas que brotan rápidamente en tierra somera; sus raíces no penetran mucho. Cuando sus parientes y otros asociados los ridiculizan, es más de lo que quieren arrostrar. Quizás sepan que las cosas que han escuchado de la Biblia son la verdad, y se disculpan algo cuando le dicen a usted que creen que sería mejor descontinuar el estudiar la Biblia con usted. Pero, dominados por el temor al hombre y faltándoles suficiente amor a Dios para ser impulsados a obedecer sus mandamientos, apostatan.—Mar. 4:5, 6, 16, 17.

16. ¿Qué otra cosa ahoga la palabra en la vida de la gente?

16 Los de otro grupo, como semilla que cae entre los espinos, quizás permitan que la palabra comience a crecer, pero están tan agobiados con otros asuntos, problemas que son causa de ansiedad para ellos y que ellos creen que exigen su primera atención—largas horas de trabajo seglar, el agasajar a invitados y el buscar diversión—que simplemente no tienen tiempo. Quizás sean tratables; quizás digan que desean poder sentarse y prestar atención, pero simplemente no creen tener tiempo.—Luc. 8:7, 14.

17. ¿Cómo deberíamos reaccionar ante estas experiencias?

17 ¿Va usted a permitirse el llegar a estar descorazonado y desanimado por estas experiencias? Equipado con presciencia, evite eso. Más bien, por medio de asirse de la verdad y ‘llevar fruto con perseverancia,’ demuestre en su caso que la Palabra de Dios ha sido recibida en un corazón excelente y bueno. Por medio de continuar celosamente en el ministerio, muestre que usted no es un individuo que se debilita ante la persecución o uno que abandona la perspectiva del nuevo mundo de Dios por las ganancias materiales del viejo mundo. Demuestre que usted tiene el ánimo de seguir haciendo la voluntad de Dios.—Luc. 8:8, 15; 2 Tim. 4:10, 11.

18. ¿Qué debería hacerse cuando otros en quienes uno confía lo desilusionan?

18 El que tiene un punto de vista equilibrado de estas cosas va a ser fortalecido para enfrentarse también a otros problemas. Él no va a permitir que los problemas personales lo desanimen. Es cierto que a veces los asociados de uno, aun los que están dentro de la congregación cristiana, hacen cosas que pueden desilusionar a uno. Tratan de hacer lo que es correcto, pero no son perfectos; ninguno de nosotros lo es. ¿Qué debemos hacer cuando otros nos desilusionan? Considere el dechado puesto para nosotros por Cristo Jesús, el Agente Principal de nuestra fe.

19, 20. En conexión con esto, ¿qué experiencia sufrió Jesús, y qué ejemplo puso del cual podemos sacar provecho?

19 Fue en la última noche de su vida como humano que se dirigió al jardín de Getsemaní con sus discípulos a orar. No pasó mucho tiempo antes que una chusma con espadas y garrotes entrara y lo arrestara. Los discípulos se quedaron bastante tiempo para ver qué sucedía, pero, luego, como el registro nos dice, “todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.” (Mat. 26:56) Más tarde esa noche, en el patio del sumo sacerdote, una sirvienta al ver a Pedro dijo que él debería ser uno de los seguidores de Jesús. Mas Pedro replicó: “No lo conozco, mujer.” Tres veces sucedió esto, y todas en el patio donde Jesús lo vio después de cantar el gallo. (Luc. 22:55-61) Pero Jesús no vaciló. No permitió que las faltas de sus asociados lo hicieran tambalear en su fidelidad a Dios. Acudió a su Padre en el cielo y confió en él.

20 Luego, al tercer día, cuando fue levantado de entre los muertos, Jesús tuvo ante sí la oportunidad de zanjar cuentas con los que lo habían desilusionado si hubiera querido, pero, ¿qué hizo? No los regañó por lo que habían hecho. El no dijo: ‘Después de lo que hicieron la otra noche, no me vuelvan a hablar. ¡Hemos terminado!’ Ni los trató con frialdad ni rehusó hablar con ellos. Al contrario, estudió con ellos y oró con ellos y los ayudó a hacerse fuertes para que no vacilaran otra vez, sino que demostraran ser siervos animosos de Dios. Estuvo más interesado en la fidelidad de ellos que en el amor propio de él. ¡Qué maravilloso ejemplo para que lo sigamos nosotros!—Luc. 24:44-50.

“PELEANDO LADO A LADO POR LA FE”

21. ¿Cuál debería ser nuestra actitud tocante a la asociación con la congregación del pueblo de Jehová Dios?

21 Nadie que quiere demostrarse fiel en el servicio de Dios puede darse el lujo de permitir que el amor propio herido, o las búsquedas materialistas o la persecución lo separen de la congregación del pueblo de Jehová. Cada cristiano verdadero necesita esa asociación espiritual edificativa. Es en las reuniones regulares de la congregación que uno llega a estar equipado para servir a Dios. Es allí donde la fe de uno es fortalecida para que pueda perseverar animosamente en hacer la voluntad divina. Hoy los siervos de Dios deben sentirse en cuanto a estas reuniones como los cristianos primitivos, que estuvieron dispuestos no solo a sufrir incomodidades, sino a enfrentarse a peligro a fin de congregarse con sus compañeros creyentes. Aun cuando la persecución contra ellos fue intensa, pues el rey Herodes había dado muerte a Santiago y retenido a Pedro en prisión, los otros no aflojaron por miedo en su asistencia a las reuniones. Aunque ejercían precaución debida, reuniéndose a puerta cerrada, no obstante se congregaban para orar y fortalecerse unos a otros. Sabían que necesitaban aquellas reuniones a fin de permanecer vivos espiritualmente y tener el ánimo para continuar dando testimonio, como Jesús les había mandado. (Hech. 12:1-5, 12-17) La necesidad es exactamente igual de grande hoy día. Cada cristiano verdadero debe estimar ese privilegio de reunirse para instrucción de la Palabra de Dios como los hermanos de Troas, quienes, cuando Pablo les hizo una visita breve, se quedaron a escuchar lo que se decía aunque Pablo habló toda la noche y la reunión no terminó hasta el amanecer. (Hech. 20:7-11) Cuando usted tenga la oportunidad de reunirse con la congregación del pueblo de Jehová, aprovéchese plenamente de ello. En esto, estimúlelo el ejemplo de David, uno de aquella grande nube de testigos precristianos de Jehová, quien dijo: “Me regocijaba cuando me decían: ‘Vamos a la casa de Jehová.’”—Sal. 122:1.

22. ¿Por qué medios nos ayuda Jehová a ser animosos, y cuál debería ser nuestra determinación?

22 ¡Qué maravilloso estímulo hay para todos los que aman a Dios a fin de hacer su voluntad! Por medio de los relatos bíblicos de la vida de sus fieles siervos Jehová ha provisto un maravilloso estímulo para todos los que aman la justicia a fin de que se asgan de la oportunidad de ser predicadores del reino de Dios, señalando a otros los ‘nuevos cielos y la tierra nueva en los cuales la justicia habrá de morar.’ (2 Ped. 3:13) Mediante provisiones para que ellos se reúnan y prediquen junto con compañeros testigos, él los ayuda a hacerse fuertes y a permanecer firmes en la fe. Mediante su Palabra él los insta a perseverar en el ministerio, a esforzarse vigorosamente en su servicio, ‘comprando el tiempo oportuno que queda porque los días son inicuos.’ (Efe. 5:15-17) Les extiende el privilegio de acercarse a él en oración, y con su espíritu él los apoya. Si usted se aprovecha regularmente de estas provisiones divinas, usted tiene toda razón para estar animoso; usted podrá permanecer ‘firme en un mismo espíritu, con una misma alma peleando lado a lado por la fe de las buenas nuevas, y en ningún sentido atemorizado por sus contrarios. Esto mismo es prueba de destrucción para ellos, pero de salvación para usted; y esta indicación proviene de Dios’.—Fili. 1:27, 28.

[Ilustración de la página 83]

Vez tras vez Jehová envió a Moisés ante Faraón

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