‘El mayor contentamiento que tuve’
NO HACE mucho una madre y sus dos hijas se presentaron en un Salón del Reino en Nashville, Tennessee, para el estudio de La Atalaya. En algún tiempo antes la madre había estado activa en el servicio de Jehová pero se había apartado. Preguntó si alguien podía estudiar nuevamente la Biblia con ella y sus hijas. Se hicieron arreglos, y se ha mostrado buen progreso.
Esta hermana dedicada también tenía en Georgia un hermano que se había apartado de la verdad. La hija mayor de ella le escribió a él, y él contestó: “Lo usual cuando a uno le llaman la atención a sus fallas es sentir el ardor del resentimiento, pero te puedo asegurar que no fue así que me sentí al leer tu carta. Pienso que principalmente me sentí muy avergonzado de haberme permitido el alejarme tanto de la verdad y de la organización de Jehová y su pueblo. La felicidad y el contentamiento más grandes que tuve fue al trabajar con el pueblo de Jehová. Sinceramente percibo una gran pérdida y sé que tengo que dar pasos para unirme a ellos de nuevo. Tengo que hacerlo; porque ciertamente no hay felicidad o contentamiento en ninguna otra cosa en este mundo. No digo que quizás yo haga algo que realmente sea malo, pero estoy inactivo. Tanto, en realidad, que ya ni siento que el espíritu de Jehová esté conmigo. Casi me parte el corazón darme cuenta de que he dejado que esto me pase. Pero sé que Dios conoce mi corazón . . . sé también que solo se necesita esfuerzo de mi parte para vencer esta flojedad.”
Una semana más tarde escribió de nuevo, diciendo que había estado muy ocupado durante la semana: “Empecé por ir el domingo al estudio de La Atalaya. Esto fue un principio correcto y placentero para la semana. Creo que tengo razón para expresar agradecimiento aquí porque tu carta me puso a pensar . . . De todos modos, fui al estudio de libro del martes, a la escuela del ministerio el jueves y me matriculé otra vez, y después, ayer, pasé dos horas maravillosas en el servicio.” Sí, se alegraba de haber regresado.