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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
w66 15/5 págs. 306-308

¿Gobiernan los principios bíblicos su selección de entretenimiento?

EXCITACIÓN, conflicto, violencia, pasión y belleza son prominentes en el entretenimiento de los tiempos modernos. Pueden cautivar su atención, enardecer su imaginación, excitarlo a usted emocionalmente y hacerle olvidar por un tiempo sus inquietudes personales de la vida, pero ésos no deben ser los únicos factores al escoger un tipo de entretenimiento. Los buenos principios que gobiernan el modo de vivir diario del cristiano deben tomarse en consideración.

En el primer siglo de esta era común, por ejemplo, las formas de entretenimiento que eran populares para los romanos estaban en pugna con los principios bíblicos. Por esa razón los cristianos no se unían a los millares de personas que atestaban los anfiteatros. Que el entretenimiento allí era malo se revela por la siguiente descripción de ello en The Historian’s History of the World por Enrique Williams:

“El anfiteatro colocaba al mayor número posible de espectadores muy cerca de los muertos y los moribundos, y alentaba la pasión al ver sangre, lo cual continuó por siglos rivalizando en interés con la excitación inofensiva de la raza. . . . Era cuando el hombre disputaba con el hombre . . . que el arrobamiento de su entusiasmo sanguinario se hallaba en su clímax. . . . El auditorio llegaba a estar frenético de excitación; se levantaba de sus asientos; vociferaba; gritaba su aplauso, cuando un golpe más horrible que otro era asestado con la lanza, o la espada, o la daga, y la sangre vital brotaba. ‘Hoc habet’—‘¡le diste, le diste!’—era el clamor que brotaba de diez mil gargantas, y era repetido, no solo por un populacho degradado y embrutecido, sino por los labios de la realeza, por senadores y caballeros vestidos de púrpura, por matronas nobles, y aun por las doncellas consagradas cuya presencia en otras ocasiones salvaba al criminal de su destino, pero cuya función aquí era entregar al suplicante a su muerte invirtiendo el pulgar después de su súplica de misericordia. . . . Y tenemos que recordar que estas cosas no se hacían casualmente, ni bajo la influencia de algún extraño ataque de frenesí popular. Se hacían a propósito, sistemáticamente, y calmadamente; formaban la diversión principal.”

El efecto de este aterrador entretenimiento sobre la gente fue moralmente degradante. Suprimía las nobles cualidades de la compasión, misericordia, bondad y empatía humanas. Destruía la compasión por el sufrimiento que contribuye hacia el hacer al hombre superior a las bestias brutas. ¿Cómo, entonces, podría una persona que había abrazado los principios buenos, elevadores y benévolos del cristianismo escoger tales exhibiciones violentas para entretenimiento agradable?

LA POSICIÓN DEL CRISTIANO

¿No estaría un cristiano fuera de lugar entre las multitudes en un anfiteatro romano? ¿Cómo podía gritar junto con los otros cuando a un gladiador ‘le habían dado’? ¿Cómo podía hallar divertido el asesinato cuando la ley de Dios le prohibía asesinar? ¿Cómo podría hallar diversión en el sufrimiento humano cuando los principios cristianos lo impulsaban a amar a otros? ¿Cómo podía hallar placer al ver la violencia sanguinaria cuando la Palabra de Dios le había enseñado a ser benigno, bondadoso y pacífico? Guiado por principios bíblicos, tendría que haber eliminado la arena romana como una de sus fuentes de entretenimiento.

Aun las producciones teatrales romanas no eran atractivas para los cristianos porque tal entretenimiento violaba los principios bíblicos. Las funciones que se presentaban para la diversión del público ponían de relieve la corrupción del albañal moral de la vida romana y la desplegaban para diversión del público. Puesto que los principios bíblicos requieren que los cristianos lleven vidas moralmente limpias, ¿cómo podían considerar aquellas funciones degradantes como divertidas, como algo que se disfrutaba que valía su tiempo y atención? ¿Cómo podían hallar placer en ver y oír lo que era malo?

Señalando la posición del cristiano para con el entretenimiento romano, el escritor cristiano Tertuliano del segundo siglo de la era común escribió: “¿No estamos, de igual manera, comprometidos a desechar de nosotros toda falta de modestia? Sobre esta base, otra vez, estamos excluidos del teatro, que es la propia morada peculiar de la falta de modestia, donde todo lo que es lícito en otra parte es ilícito. . . . Las mismísimas rameras, también, víctimas de la concupiscencia del público, son llevadas al escenario. . . . Son hechas desfilar públicamente ante toda edad y todo rango—su morada, sus ganancias, sus alabanzas, se manifiestan, y eso aun al alcance del oído de los que no deben oír tales cosas. . . .

“Pues todo libertinaje de palabra, más aún, toda palabra vana, es condenada por Dios. ¿Por qué, de la misma manera, es correcto mirar lo que es vergonzoso hacer? ¿Cómo es que las cosas que contaminan al hombre al salir de su boca, no se consideran como haciendo tal cosa cuando entran por sus ojos y oídos—siendo que los ojos y oídos son los servidores inmediatos del espíritu—y que jamás pueden ser puros aquellos cuyos siervos son impuros? . . . Si las tragedias y las comedias son las instigadoras sanguinarias y desenfrenadas, impías y libertinas de crímenes y concupiscencias, no es bueno ni siquiera el recordar lo atroz ni lo vil. Lo que usted rechaza de hecho, no debe aceptarlo de palabra.”

¿Por qué una persona que se había escapado de la letrina inmoral del mundo y había transformado su vida mediante la aplicación de principios bíblicos habría de escoger como entretenimiento aquello que dramatizaba los peores aspectos del mundo—las mismísimas cosas que había rechazado al llegar a ser cristiana? El llenar la mente de uno con tales pensamientos corruptores indicaría que una persona no apreciaba plenamente la importancia de haber sido hecha nueva en la fuerza que impulsa la mente a fin de ponerse la nueva personalidad que se conforma a la voluntad justa de Dios. (Efe. 4:22–24) No sería consistente el que un cristiano se divirtiera viendo dramas que representaban ante sus ojos conducta en la que los principios bíblicos no le permitían participar.—1 Ped. 2:1; 4:3, 4.

En la Biblia en el Salmo 97:10 se da el mandato: “Amadores de Jehová, odien lo que es malo.” Si un cristiano odiaba lo que era malo, no querría observarlo como entretenimiento, ¿no es verdad? Si de todo corazón le daba la espalda a la maldad moral del mundo cuando llegaba a ser cristiano, no anhelaría entretenimiento que desplegara esa maldad, desarrollándola con detalle repugnante, ¿no es verdad? En Efesios 5:3 se nos dice: “Que la fornicación e inmundicia de todo género o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas.” Si tales cosas ni siquiera se habrían de mencionar como tema de conversación, ¿cómo podían adquirirse por medio del ojo y el oído como entretenimiento?

LOS CRISTIANOS HOY EN DÍA

Los principios que guiaron a los cristianos en el primer siglo de la era común, son los mismos principios que deben guiar a los cristianos hoy en día. Aunque el entretenimiento hoy en día no incluye al anfiteatro donde se libraban batallas verdaderas de vida o muerte, ciertamente incluye “deportes” en los cuales los hombres se golpean brutalmente unos a otros y los dramas que representan derramamiento de sangre de una manera muy apegada a la realidad. También hay dramas que ponen de relieve la depravación de la vida del siglo veinte. Por eso, un cristiano hoy en día, a causa de los principios bíblicos, tiene que ser tan selectivo en cuanto a su entretenimiento como lo fueron los cristianos primitivos.

Los programas que se presentan en la TV, por ejemplo, han sido condenados frecuentemente por su brutalidad y violencia excesivas. En los Estados Unidos el Subcomité del Senado sobre la Delincuencia Juvenil expresó: “El grado al cual la violencia y el crimen se representan actualmente en las pantallas de televisión de la nación claramente es excesivo.” En la TV y en los cines los espectadores ven más de cerca la violencia que los romanos la vieron desde sus asientos de los anfiteatros.

Las películas sórdidas que la industria de la cinematografía produce en muchos países a menudo giran en torno de la depravación sexual, que difícilmente puede considerarse como entretenimiento sano en lo que toca al cristiano. En vista de los principios bíblicos, ¿qué gozo puede conseguir él de ver adulterio, violación, homosexualidad y otros temas inmorales que son desplegados ante sus ojos? ¿Qué placer puede hallar al ver la brutalidad del hampa criminal y los detalles vívidos de cómo se ejecutan los crímenes?

Cuando el cristiano se aparta de las películas y la TV al campo de la literatura, ¿cómo pueden sus buenos principios permitirle hallar entretenimiento en los cuentos que. arrastran a la mente del lector a la letrina moral del mundo y hacen héroes de personas que son inmorales, crueles, sadistas y violentas? ¿Permitirá él, como si no tuviera ninguna norma moral en absoluto, que el autor por horas a la vez derrame corrupción en su mente? No, si lo guían los principios bíblicos.

Algunas películas, programas de TV, libros y revistas son informativos y refrescantes, pero usted necesita ser selectivo. Es verdad que, en ocasiones, quizás usted no sea quien escoja el entretenimiento; algún otro quizás lo invite a usted a acompañarlo. Pero antes de aceptar la invitación, siempre puede preguntar qué se planea. Usted no tiene que pasar por alto los principios bíblicos simplemente porque otros lo hacen.

Los tipos de entretenimiento disponibles son muchos. Hay mucho que es sano. Hay juegos exteriores e interiores en los cuales la entera familia puede participar. ¿Qué hay en cuanto a tener juegos bíblicos con su familia, o participar en cantar juntos? O, se pudiera disfrutar de viajar al bosque o a las colinas juntos para disfrutar de las maravillas de la creación. Estas son actividades que refrescan mientras que al mismo tiempo hacen que haya un vínculo más estrecho entre usted y los que ama.

Dondequiera que esté, cualquier cosa que haga, si usted usa principios bíblicos para gobernar su derrotero será bendecido como resultado. Aunque el mundo a nuestro alrededor está lleno de influencias para corromper nuestra mente, preste atención al consejo excelente de Filipenses 4:8: “Finalmente, hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas.”

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