La belleza de ser agradecido
NO ES difícil estarle agradecido a un amigo que nos colma de regalos. No obstante, por la Tierra misma, por la vida, la salud y nuestras facultades de raciocinio, ¿cuán a menudo expresamos gratitud? Ciertamente si los hijos deben gratitud a sus padres terrestres, ¡cuánto más le debe la gran familia de la humanidad gratitud a Jehová nuestro Padre en los cielos!
Gratitud es aprecio agradecido. El Salmo 100 de la Biblia es una melodía de acción de gracias. Nos recuerda que Dios es bueno y que “su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido.” Puesto que disfrutamos de la belleza de la Tierra de Dios y su abundancia nos sostiene, debemos expresar gratitud. “Es bueno dar gracias a Jehová,” dijo el salmista. “Con relación a todo den gracias,” escribió el apóstol cristiano Pablo. (Sal. 92:1; 1 Tes. 5:18) La belleza de tal gratitud es que ésta hace accesibles fuentes de gozo en la persona agradecida.
También se debe sentir y expresar gratitud por nuestro semejante y por privilegios de servicio. El apóstol Pablo empezó muchas de sus cartas dando gracias a Dios por sus compañeros creyentes. “Estoy agradecido a Dios,” dice tocante a Timoteo, de que nunca ceso de acordarme de ti en mis ruegos.” (2 Tim. 1:3) De sus compañeros creyentes en Roma, dijo: “Doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo acerca de todos ustedes.” (Rom. 1:8) Pablo estuvo “agradecido a Cristo Jesús” porque lo consideró fiel al asignarlo “a un ministerio.” (1 Tim. 1:12) ¿Expresamos aprecio agradecido por asociaciones y privilegios semejantes? Tal agradecimiento es remunerador. Despierta los ojos a la benignidad de Dios y profundiza nuestro aprecio de unos a otros.
El ser agradecido también puede ayudar a aquellos a quienes se expresa. El esposo que muestra gratitud por el trabajo de su esposa añade al gozo del trabajo de ella. La esposa que nunca olvida los dones de su esposo contribuye mucho a mantener marchando bien las cosas en casa. Un empleado que vende boletos siempre recordaba la sonrisa y modo amigable de un cliente. “Esto me ayuda a seguir sonriendo,” dijo. Otra trabajadora, una secretaria, expresó que debía su eficacia al agradecimiento de su patrono. Prescindiendo de cuán pequeño fuese su servicio, él nunca dejaba de reconocerlo.
La belleza de la gratitud es que hace más felices tanto al que la expresa como aquel a quien se expresa. Hace más humanas las relaciones rutinarias y hace más amenos los trabajos monótonos. Y, ante todo, fortalece nuestro amor mutuo y, sobre todo, fortalece nuestro amor a nuestro Creador. ¿No bastan estas razones para ser agradecido?