El “mundo del mañana” del hombre o el gobierno del Reino de Cristo—¿cuál?
¿Cómo se comparan las promesas del hombre para el futuro con las bendiciones del gobierno del Reino de Cristo?
“¡HABRÁ un grandioso y hermoso mañana!”
Millares de visitantes a la Feria Mundial de Nueva York el año pasado salieron de una de sus más populares exhibiciones cantando esa canción, el tema de la exhibición. También se le puede llamar el tema de los hombres—gobernantes, estadistas, científicos, industriales, proyectistas sociales y otros—quienes están trazando el “mundo del mañana.” Muchos reciben sus planes como emocionantes, atrayentes. ¿Cuán bien conoce usted las proposiciones de ellos? ¿Las ha considerado cuidadosamente en cuanto a su verdadero valor y sus inferencias? ¿Está usted anuente a compararlas con las promesas que se hacen en un libro muy antiguo, la Biblia, y luego hacer honradamente una decisión personal en cuanto a qué lado ofrece la mejor esperanza, la más práctica? Lo invitamos a que lo haga.
Para comenzar, pongamos por caso que las cosas imaginadas, propuestas seriamente y profetizadas públicamente por hombres de este mundo son factibles y que las pueden alcanzar, aunque sus actuaciones pasadas suministran base dudosa para justificar tal confianza. Aún más, mucho más; pongamos por caso que sus metas propuestas se pudieran lograr y realizar durante la duración de la vida de usted, permitiéndole así disfrutar del efecto completo de sus beneficios. ¿Cuáles serían entonces las expectativas?
RESPLANDECIENTES EXPECTATIVAS PREDICHAS
Según los pronosticadores humanos del futuro, el “mundo del mañana” del hombre disfrutará de poder sin precedente a medida que se desarrollen nuevas fuentes de energía. La energía nuclear y las células y pilas accionadas por el Sol revolucionarán el modo de vivir humano y desarraigarán la pobreza y el hambre, dicen. Aunque ahora inmensas áreas yacen estériles debido a que no tienen fácil acceso a la hulla, petróleo ni a la energía hidroeléctrica, esperan hacer productivas estas áreas por medio de las nuevas fuentes de energía, hechas accesibles o fácilmente transportables a todas partes. Predicen la desalinidad del agua de mar para irrigar regiones áridas, e intenso “cultivo” del mar mismo, resolviendo así gran parte del problema alimenticio de la humanidad.
Los científicos industriales prometen más tiempo de ocio para el trabajador. Dicen que la automatización aumentada quizás reduzca su semana de trabajo a tan pocos como tres o cuatro días. No obstante, profetizan que su salario será mayor que al tiempo presente y expresan la esperanza de que esta prosperidad aumentada traiga mayor contentamiento y que el tiempo de ocio aumentado se use para desarrollo personal en educación y en las artes, y en viajar.
Se supone también que la velocidad semejante a la del cohete agregue nuevos horizontes para los que vivan en el “mundo del mañana.” Los proyectistas se imaginan a los que viven en los suburbios de las ciudades y trabajan en el centro de ellas en trenes especiales siendo lanzados a través de túneles gigantescos a velocidades de 800 kilómetros por hora, mientras que los viajeros internacionales son lanzados en cohetes a través del espacio a velocidades supersónicas a cualquier punto del globo terráqueo en una o dos horas.
Se predice que en las resplandecientes ciudades del futuro no habrá tránsito en sus “núcleos,” mientras que transportadores subterráneos traen la carga y los productos, y la gente estaciona sus vehículos en la orilla de la ciudad y viaja hacia dentro a las zonas de negocios y comerciales mediante sistemas de monorrieles, o se sienta cómodamente en una pequeña sala de espera, la cual sala misma es recogida entonces por un helicóptero y transportada al centro de la ciudad. Aceras móviles se encargarían del resto.
Los ejecutivos de comunicaciones hablan del día cuando la compradora, en cualquier tiempo, podrá sacar de su bolsa un pequeño teléfono sin cordón, hablar por él, y hacer que su estufa termoeléctrica en casa comience a cocinar la comida de la familia; o hacer que su teléfono de casa repita mensajes de otros miembros de la familia o de quienes llamen de afuera.
Se imaginan una “Casa del Mañana” libre de polvo con completa filtración de aire y calefacción sin hollín, sin polvo o refrigeración de entrepaños de la pared y el cielo interior. Se predice que la energía ultrasónica hará asombrosamente fácil el lavar la ropa y los trastos.
Los científicos médicos hablan de adelantos sensacionales en el descubrimiento de maneras para combatir las enfermedades; de vacunas anticancerosas, de píldoras o inyecciones para disminuir los procesos de envejecimiento del cuerpo humano. Hablan de cirugía incruenta, indolora, por medio de rayos laser o una “varita ultrasónica” que anestesia y cauteriza al cortar. Aventuran la posibilidad de reemplazar enteros órganos vitales, como el corazón, hígado o riñones, con artefactos de plástico o por medio de trasplantar con éxito otros órganos humanos o hasta animales en el cuerpo del paciente. Los problemas mentales habrán de ser curados mediante drogas que calmen las preocupaciones del hombre o estimulen su modo de pensar creativo.
Finalmente, como resultado de todos estos beneficios prometidos y por medio de un gobierno mundial, quizás unos “Estados Federados del Mundo,” se profetiza que el “mundo del mañana” será un mundo de paz.
MÉTODOS DE CONTROL
Obviamente, estos logros jamás podrían alcanzarse sin tremenda eficacia y tremenda cooperación de organización o sin acuerdo y apoyo globales. Para asegurar el apoyo total, nuevas leyes y controles habrán de facultar al gobierno mundial y a cada nación o “Estado Federado” bajo él, para controlar las fases principales de la vida económica y de comunidad de sus ciudadanos para asegurar que todo lo que se haga sea para el bien general de la “Sociedad del Mañana.”
Tocante a esto, se sugiere que quizás hasta se necesite el regular asuntos tan íntimos como la procreación humana. Es decir, se presenta la posibilidad de determinar de antemano las combinaciones genéticas que los científicos sociales crean que serían más provechosas en la clase de sociedad humana que contemplan como ideal. Creen que así podrían decidir si sería aconsejable que cierto matrimonio tuviera hijos o no, o si la esposa debiera tener un “bebé de probeta” producido con el esperma de alguien que no sea su esposo.
Estos planes, forzosamente, afectarían la religión. No obstante, a pesar del hecho de que tales planes frecuentemente violan abiertamente las normas bíblicas de la moralidad, algunos filósofos y hasta caudillos religiosos expresan la creencia de que las religiones de hoy podrán “ajustarse” a las nuevas situaciones. Sin embargo, un artículo de la revista Life en español del 10 de enero de 1966, hasta expresó algo más. Discutiendo la posibilidad de controlar científicamente las cualidades mentales y físicas de las generaciones futuras por medio de manipular su estructura genética antes de nacer, dijo el escritor: “Nadie podrá sostener que el hombre no necesita mejoramiento alguno, pero la posibilidad de hacerlo plantea algunos puntos delicados. ¿A quién designaremos para que haga el papel de Dios por y para nosotros? ¿A qué científico, estadista, juez, artista, poeta, educador, teólogo o filósofo—y de qué nación, raza o credo—confiaría el lector la misión de determinar los caracteres de esos seres y decidir los que son o no son deseables?” Esta es una de las muchas preguntas que los hombres que dirigen el predicho “mundo del mañana” tendrían que decidir a favor de los que vivan en tal mundo.
BENDICIONES DEL GOBIERNO DEL REINO
¿Qué, entonces, puede ofrecer el reino de Dios mediante Cristo Jesús que se compare con esto? ¿Qué base tenemos para confiar en sus promesas? ¿Qué esperanza podemos tener del disfrutar realmente de sus bendiciones?
Aun si fuésemos a contemplar el asunto solo desde el punto de vista de los beneficios humanos, se podría decir que una de las principales diferencias entre lo que ofrece el propuesto “mundo del mañana” del hombre y lo que ofrece el gobierno del Reino de Cristo estriba en las cosas que faltan en lo que ofrece el hombre. El gobierno del Reino de Cristo penetra mucho más allá de todo lo que imaginan los hombres y entra en los campos que ellos vacilan en discutir o, a lo más, tienden a encubrir. Uno de éstos es las relaciones humanas.
Según la Biblia, el Libro que manifiesta el programa del gobierno del Reino, el gobierno de Cristo hará del planeta Tierra no solo un paraíso literal sino también un paraíso espiritual, uno en el cual los frutos de la justicia florecerán con una belleza que sobrepuje cualquier producto de la inventiva humana. ¿Cuáles son esos frutos? Incluyen “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.” (Gál. 5:22, 23) Estos no se producen con píldoras o drogas sino que resultan de la transformación de la persona misma ‘rehaciendo su mente y probando para sí misma la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios’ con la ayuda del espíritu y Palabra de Dios. (Rom. 12:2) Pregúntese: ¿Qué significarían o importarían todo el resplandor y brillo, abundancia y hasta opulencia de una era futura si faltaran estos hermosos frutos del espíritu de Dios?—Compare Proverbios 15:17; 17:1; Salmo 133:1.
El gobierno del Reino de Cristo promete una Tierra libre de crimen y de egoísmo, lo cual es la semilla del crimen. Por lo tanto, resultará en un mundo sin cárceles, sin policía, sin cerraduras, sin temor. (1 Tim. 1:9-11; Rom. 6:12-14) Luego, como se predice, la gente “en realidad se sentarán, cada cual bajo su vid y bajo su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la misma boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”—Miq. 4:4.
¿Paz? Sí, paz incomparable durará bajo ese gobierno del Reino pero sobre una base enteramente diferente de la que proponen los hombres. Vendrá, no debido al temor mutuo de la guerra y del poder horriblemente destructor de las armas nucleares que las mentes científicas han producido, tampoco mediante el simplemente controlar y hacer cumplir rígidamente la ley, sino debido a que los hombres primero han hallado la paz con Dios amándolo con todo su corazón, mente, alma y fuerzas, y porque aman a su prójimo como a ellos mismos. (Mat. 22:37-39) ¿Es posible eso? Pues, aun ahora más de un millón de personas de todas las naciones, razas y colores, que se están esforzando por llenar los requisitos como súbditos de ese gobierno del Reino, cumplen la profecía de Isaías 2:4 y ‘baten sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. . . . ni aprenden más la guerra.’ Realmente, ¿qué mayor fuerza para la paz, qué base más fuerte para la paz, se podría ofrecer que el amor?—Vea Romanos 13:8-10.
SE ASEGURA LA FELICIDAD PERSONAL
El gobierno de esta Tierra mediante el reino de Cristo no excluye el desarrollo de equipo y productos para reducir el trabajo del hombre o para aligerar el trabajo de la mujer en la casa. Usándose correctamente, tales cosas pueden ser una bendición para el hombre y pueden, de veras, permitir más tiempo para aumentar su conocimiento, desarrollar sus talentos y, mejor todavía, efectuar más para los que lo rodean contribuyendo a que disfruten de la vida. Pero bajo el gobierno del Reino de Cristo el motivo será el factor determinante que asegurará que tales cosas no resulten en una vida de indolencia, donde la locura por los placeres con el tiempo produce libertinaje o retrocede a fastidio. El conocimiento de la voluntad de Dios se tendrá en alta estima, y el llevar a cabo sus propósitos para la Tierra y para la humanidad proporcionará verdadero significado al modo de vivir humano y hará que todo el trabajo, estudio y otros esfuerzos sean fuentes de gozo.—Fili. 4:8, 9.
Sí, habrá placer en trabajar, aunque esto fuese el arar un campo de tierra fértil, oscura, calentada por la dorada luz del Sol, donde la vista abarque los azules cielos y las nubes esponjosas, o se pose en verdes árboles y flores de colores alegres, u observe a una ardilla escabullirse a través del campo, o note a un petirrojo cantando una canción de primavera. La artesanía, el arte del metalario y las demás artes, todo alcanzará nuevas alturas de expresión, belleza y exactitud, porque el motivo de los que las produzcan será el mejor: el deseo de honrar al Dios que aman y el usar sus dones para alabarlo y para bendecir y deleitar a sus súbditos compañeros de su gobierno del Reino.—Note los principios de 1 Corintios 10:31; 13:4-7; 2 Corintios 9:11-14.
El gobierno de Dios por medio de su Hijo-Rey, Cristo Jesús, también promete para los habitantes de la Tierra la vida para siempre con salud vibrante. No en cuerpos remendados con partes de plástico ni cirugía plástica, sino en cuerpos que hayan sido regenerados y restaurados a la salud perfecta de modo que la carne de un hombre ‘se haga más fresca que en la juventud y él vuelva a los días de su vigor juvenil.’ (Job 33:25) Hoy en día los científicos médicos reconocen que las más grandes facultades de curación que conocen se hallan, no en sus “drogas milagrosas,” sino dentro del mismísimo cuerpo humano. Por eso, cuando el poder divino, que ejerza Cristo invierta el proceso de envejecimiento y aumente la reproducción de células, u otro proceso de curación, vivifique todos los órganos humanos, entonces ‘habrán pasado el lamento, el clamor, el dolor y las lágrimas.’—Rev. 21:3, 4.
La base para esta remoción de la imperfección será el sacrificio de rescate que ha provisto el Rey, Cristo Jesús mismo. Llegará a la mismísima raíz de todos los males y dificultades del hombre removiendo la fuente de éstos: el pecado, que es el errar el blanco de alcanzar y cumplir con las normas perfectas de Dios y que es herencia de todo hombre. Por eso, mientras que hoy en algunos países los pacientes mentales ocupan un tercio de las camas de hospitales, todos los que vivan bajo el gobierno del Reino serán individuos felices, libres de culpabilidad y libres de pensamientos perjudiciales, inquietudes y emociones egoístas que trastornan e impiden el funcionamiento apropiado del organismo humano.—Rom. 5:12, 21; 6:21-23; Pro. 14:30.
Sobre esa misma base del rescate, Cristo como Rey hará lo que ningún hombre ni gobierno humano pudiera atreverse a ofrecer. Restaurará a la vida a los millones de muertos de la Tierra cuyos cuerpos desde hace mucho regresaron a los elementos del polvo. ¿Qué expectativa podría ser más emocionante o más conmovedora que el ver el cumplimiento de la promesa del Rey de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán”? (Juan 5:28, 29) ¿Qué podría ser más interesante que el conocer a hombres y mujeres de todos los siglos, familiarizarse con ellos, y ayudarlos a aprender los principios de la verdad y la justicia, para que también llenen los requisitos para una eternidad de vida bajo ese gobierno del Reino?
SU CONCLUSIÓN HONRADA
¿A favor de cuál, entonces, hará usted su decisión personal—a favor del “mundo del mañana” del hombre o a favor del gobierno del Reino de Cristo? ¿Cuál verdaderamente le ofrece la esperanza mejor, la más práctica? Cual ayuda para una decisión sabia hágase las siguientes preguntas:
¿Qué le da base sana para creer que el mundo prometido será uno en el cual el odio será reemplazado por el amor; donde el temor y la sospecha serán reemplazados por la seguridad y la confianza; donde el defraudar y el engaño y la corrupción darán lugar a la utilidad y la honradez y la integridad?
El “mundo del mañana” del hombre propone resolver los problemas del mundo por medio de grandes aumentos de energía, velocidad, prosperidad material y tiempo de ocio, principalmente mediante adelantos en la ciencia tecnológica en colaboración con la ciencia política. ¿Diría usted que los aumentos en estas mismísimas cosas en nuestra propia generación verdaderamente han traído una mejora genuina en las relaciones humanas—internacionalmente, nacionalmente, en su propia ciudad u hogar? ¿O yace el problema a un grado más grande en el corazón humano?—Vea Mateo 15:18, 19; Proverbios 4:23.
¿Qué le enseña su propia experiencia en la vida? ¿No hay una necesidad mucho mayor en nuestro día de paciencia en vez de velocidad? ¿No remediarían la apacibilidad, la bondad y el gobierno de uno mismo mucho más de los males del mundo que el poder? ¿Ha averiguado usted personalmente que al aumentar las posesiones de un hombre lo hace más considerado, más atento para con otros, un vecino mejor, más amoroso? Y, ¿es lógico confiar en que aquello que ha ayudado a hacer posible el derramamiento de sangre en masa habrá de llegar a ser ahora la base para un mundo unido de paz, a saber, la ciencia tecnológica sirviendo las potencias políticas?
La Biblia muestra que los verdaderos promotores de toda contienda humana y discordia son Satanás y sus demonios. (Sant. 3:13-16; Rev. 12:7-12) Los hombres de este mundo se mofan de eso. No obstante, seriamente hablan acerca de la posibilidad, aun de la probabilidad, de hallar criaturas inteligentes en algún planeta del espacio exterior. No tienen verdadera prueba de que existan tales criaturas, no tienen ninguna señal concluyente de alguna influencia de ellas sobre el hombre; no obstante, toda la experiencia humana en todos los siglos de la historia manifiesta claramente la evidencia de que una fuerza invisible funciona en la mente de los hombres y los estimula a actos de brutalidad y sadismo tales como no se conocen aun entre los animales inferiores. Entonces, el poder que se necesita es el que aniquile de la existencia a esas fuerzas endemoniadas. El Rey del gobierno de Dios posee ese poder; la ciencia no.—Heb. 2:14, 15.
Lea los escritos de los hombres prominentes de este mundo. Luego compare su atracción y su vida con las palabras y la vida de aquel que dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mat. 11:28-30) ¿A cuál prefiere usted tener como gobernante sobre usted?
Usted puede decidir sabiamente contra el cifrar su confianza en hombres imperfectos y sus predicciones y promesas falibles. Sin embargo, se requiere más que esto. Usted necesita un conocimiento de la Palabra de Dios. ¿Ha investigado usted seriamente la Biblia, no simplemente leyéndola sino estudiándola? ¿No cree usted que ahora se debe a usted mismo y a aquellos a quienes ama el hacerlo? Sí, ¿por qué no aceptar la invitación del Autor de la Biblia, que dice: “Vengan, pues, y rectifiquemos los asuntos entre nosotros”? (Isa. 1:18) Los testigos de Jehová le ofrecen su ayuda sincera.