Un portento
● En las Santas Escrituras, en 2 Reyes 20:8-11 e Isaías 38:4-8, se relata el caso del portento que Dios le dio al rey Ezequías que estaba enfermo en respuesta a la oración de Isaías. Consistió en causar que una sombra que gradualmente había caído retrocediera en su dirección y regresara diez gradas. Algunos dicen que esto se refiere a las gradas o grados de un reloj de sol para medir el tiempo, y no es imposible que el padre de Ezequías hubiera obtenido tal reloj de sol de Babilonia, puesto que el uso de los relojes de sol se extiende más allá del siglo ocho a. de la E.C. tanto en Babilonia como en Egipto. Sin embargo, el historiador judío Josefo al discutir el relato dice que estas gradas de Acaz se encontraban “en su casa,” aparentemente indicando que formaban parte de una escalera. Pudo haber una columna colocada a lo largo de las gradas para recibir los rayos del Sol y hacer que una sombra se extendiera gradualmente a lo largo de las gradas y sirviera como medida de tiempo. El milagro ejecutado evidentemente tuvo efectos trascendentales, en vista de que 2 Crónicas 32:24, 31 muestra que mensajeros fueron enviados de Babilonia a Jerusalén para inquirir “en cuanto al portento que había sucedido en el país.” Ese portento fue una garantía para Ezequías de que se restablecería de su enfermedad y que Jehová añadiría quince años a su vida, también de que Jerusalén sería librada de la mano del rey de Asiria. Sucedió como se había predicho.