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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 1/7 págs. 387-391

Seguridad verdadera en un mundo violento

TODA la gente decente tiene grandes deseos de disfrutar de seguridad verdadera. Pero con tanta dificultad y violencia en el mundo hoy, ¿puede convertirse en realidad tal seguridad?

Muchas personas creen que se puede alcanzar seguridad si el país en el cual viven es fuerte. ¿Se basa la esperanza de seguridad de usted en el poderío militar de su país?

Los Estados Unidos de Norteamérica, una de las dos naciones más poderosas de la Tierra, ahora gasta unos 75.000.000.000 de dólares al año en defensa, o en lo que a menudo se llama “seguridad nacional.” No obstante, informes noticiosos hablan de un aumento de un 15 por ciento en los gastos de la Unión Soviética en armamentos para contrarrestar el poderío militar de los Estados Unidos.

NINGUNA SEGURIDAD EN GUERRA NUCLEAR

¿Qué clase de seguridad se ha comprado con este fantástico desembolso anual de ambos países? Un miembro del congreso de los Estados Unidos hizo notar recientemente que si solo dieciocho de las gigantescas bombas de hidrógeno de Rusia estallaran en los Estados Unidos, ¡tres de cada cinco personas podrían ser muertas! ¡Eso sería más de 120.000.000 de personas! Y muchos, quizás la mayoría, de los sobrevivientes resultarían heridos. El miembro del congreso mostró que cada bomba crearía una tempestad de fuego de 274 kilómetros de diámetro, ¡un área de aproximadamente 58.275 kilómetros cuadrados!

Se alega que aun esto no podría destruir la capacidad de los Estados Unidos para tomar represalias usando sus propios proyectiles. Así, aunque Rusia atacara primero, sería devastada por armas nucleares de los Estados Unidos. La mayoría de los ciudadanos de Rusia serían aniquilados.

¿Qué clase de seguridad hay cuando los ciudadanos de las dos naciones, más poderosas solo pueden esperar que una parte pequeña de la población se salve de la aniquilación en una guerra nuclear?

También, en un devastador intercambio nuclear entre las potencias más grandes, el desprendimiento atómico mataría y lisiaría a personas de otras naciones a centenares de kilómetros de distancia.

LECCIÓN DE LA HISTORIA

Los que cifran su esperanza en el poderío militar por seguridad harían bien en notar la lección de la historia tocante a esto. Ha habido muchas naciones e imperios poderosos en la historia antigua. Pero, ¿cuántos de ellos han sobrevivido como grandes potencias hasta este día? ¡Ni uno solo! ¡Todos cayeron derrotados y la seguridad de sus habitantes fue desbaratada!

Uno de esos ejemplos fue la poderosa potencia mundial de Babilonia. La ciudad de Babilonia misma estaba rodeada de sólidos muros y protegida por un ejército enorme. Se creía inexpugnable. No obstante, cuando Babilonia se acercaba al apogeo del poder, el profeta de Dios Jeremías predijo esto: “Babilonia tiene que llegar a ser montones de piedras, albergue de chacales, objeto de pasmo y algo de qué silbar, sin habitante alguno.”—Jer. 51:37.

Tal como lo predijo la Palabra de Dios, en una sola noche la poderosa potencia de Babilonia fue hecha pedazos por los ejércitos invasores medopersas en 539 a. de la E.C. Con el tiempo Babilonia fue abandonada y vino a ser un montón de escombros. ¡Hasta este día sigue siendo exactamente lo que predijo la Palabra de Dios, un montón de piedras, morada de animales salvajes!

¿Qué hubo del poderoso Imperio Romano que vino más tarde? Por medio de fuerza militar dominó todo el mundo del Mediterráneo. Pero, ¿qué le sucedió? Con el tiempo la disensión, la corrupción y la inmoralidad internas minaron su fuerza. El libro An Outline of Ancient History agrega:

“El gobierno imperial se hizo tan costoso que ya no podía recabar suficientes impuestos para cubrir los gastos necesarios. . . . seguía gastando más de lo que recibía, y en consecuencia se endeudó irremediablemente. Como resultado hubo inflación de la moneda hasta que casi quedó sin valor. . . . el odio y la envidia dominaban en todas partes . . . los caminos ya no eran seguros.”

La corrupción crasa, la adoración idólatra de dioses y de emperadores paganos, junto con la glorificación del placer y la violencia, produjeron decadencia interna. Pronto, aun las famosas legiones militares de Roma no pudieron detener a los invasores procedentes del norte. Se derrumbó el Imperio Romano. ¿Son excepciones Babilonia y Roma? ¿Le fue mejor al resto de las naciones en la historia mundial? ¿Cuánta seguridad hay en cualquier sistema de gobierno de hechura humana? El historiador Arnaldo J. Toynbee, en su libro A Study of History, declara:

“Nos enfrentamos al hecho de que, de las veintiuna civilizaciones que han nacido vivas y han procedido a crecer, trece están muertas y enterradas; que siete de las ocho restantes evidentemente están en decadencia; y que la octava, que es la nuestra, quién sabe si quizás también haya pasado su cenit, según lo que nosotros sabemos hasta ahora.”

Las realidades de la historia testifican que no hay seguridad verdadera y duradera para ninguna nación en este sistema de cosas. Llega el tiempo en que cada una se derrumba, ya sea por presiones interiores o exteriores, o ambas. Y, realmente, no puede suceder otra cosa. ¿Por qué no? Porque cuando las naciones hacen caso omiso de las leyes de Dios respecto al comportamiento humano, no pueden tener éxito. ¡Y por casi 6.000 años ya toda nación con el tiempo ha hecho exactamente eso! Dice el historiador Toynbee:

“El sentido de deslizarse . . . es una de las más penosas tribulaciones que aflige a las almas de los hombres y de las mujeres a quienes se les hace vivir en una era de desintegración social; y este dolor quizás sea un castigo por el pecado de idolatría que se comete por adorar a la criatura en vez de al Creador; porque en este pecado ya hemos hallado una de las causas de los derrumbes de los cuales siguen las desintegraciones de las civilizaciones.”

Hoy, en muchas naciones se está viendo un espantoso aumento de violencia e inmoralidad. Sin que las leyes de Dios actúen como restricción, eso es lo que se puede esperar.

¿Realmente dependen de Dios y de sus leyes los funcionarios de su país? ¿Demuestran esto animando a sus ciudadanos a seguir estas leyes de Dios? ¿Estimulan el interés en la Palabra de Dios, la Biblia, para que la gente pueda estar en armonía con sus principios correctos?

Usted hallará, si observa cuidadosamente, que ningún gobernante del mundo en la Tierra hace esto. En cambio, hay evidencia de desintegración moral en altos niveles del gobierno así como dentro de la población general. Verdaderamente no se respetan las leyes de Dios y se pasa por alto su Palabra.

Puesto que predominan tales condiciones, el poderío militar solo es un refugio vacío para las personas que buscan seguridad. ¡Positivamente Dios no protegerá la seguridad de ninguna nación cuando los caudillos y la gente por igual pasan por alto sus leyes y su Palabra! En cambio, declara la Palabra de Dios: “Si lo dejas, él te desechará para siempre.”—1 Cró. 28:9.

FRACASAN ALIANZAS MILITARES

La historia también muestra que las alianzas militares no garantizan la seguridad verdadera.

En el siglo octavo antes de la era común, el rey Acaz de Judá vio que Siria e Israel venían a guerrear contra él. La Biblia dice de Acaz y su pueblo: “Se puso tembloroso su corazón y el corazón de su pueblo.”—Isa. 7:2.

Los de este pueblo afirmaban adorar a Jehová Dios. En muchas ocasiones previas Dios los había protegido cuando confiaron en él. El profeta Isaías les dijo: “Jehová de los ejércitos . . . debe ser el objeto de su temor, y él debe ser Quien los haga temblar.”—Isa. 8:12, 13.

Pero el rey Acaz no se dirigió a Jehová por ayuda. En cambio, envió mensajeros a Tiglat-piléser, rey de la poderosa Asiria, y suplicó: “Soy tu siervo y tu hijo. Sube y sálvame de la palma de la mano del rey de Siria y de la palma de la mano del rey de Israel, que están levantándose contra mí.” Luego Acaz tomó plata y oro y “envió al rey de Asiria un soborno.” (2 Rey. 16:7, 8) La Palabra de Dios dice de todo esto: “Hubo un actuar con gran infidelidad para con Jehová.”—2 Cró. 28:19.

Aunque temporalmente Asiria ayudó a Acaz, ¿qué sucedió con el tiempo? La Biblia hace notar que andando el tiempo “el rey de Asiria vino contra él y le causó angustia, y no lo fortaleció.” ¡El mismísimo a quien acudió Acaz por ayuda se volvió contra él!—2 Cró. 28:20.

CONFIANDO EN JEHOVÁ

Después de morir el rey Acaz, fue sucedido por Ezequías. En el tiempo del rey Ezequías, la poderosa potencia mundial de Asiria otra vez amenazó a Judá. ¿Qué haría Ezequías? ¡Imitaría al infiel Acaz y buscaría una alianza militar para detener a Asiria?

El rey Senaquerib, monarca de la Asiria invasora, envió mensajes a Judá. Instó al pueblo: “No los engañe Ezequías, porque él no puede librarlos. Y no los haga confiar Ezequías en Jehová . . . ¿Quiénes hay entre todos los dioses de estos países que hayan librado su país de mi mano para que Jehová libre a Jerusalén de mi mano?”—Isa. 36:13-20.

Es posible que parezca haber lógica en su llamamiento. La gigantesca máquina militar de Asiria ya había triturado toda oposición. Ni una sola nación o ciudad había podido resistir sus fuerzas.

¿Qué hizo Ezequías? “Ezequías se puso a orarle a Jehová, diciendo: ‘Oh Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, que te sientas sobre los querubines, tú solo eres el Dios verdadero de todos los reinos de la tierra. . . . Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo.’”—Isa. 37:15-20.

Ezequías no recurrió a alianzas militares. Se dirigió a Jehová con fe. ¿Con qué resultado? “El ángel de Jehová procedió a salir y derribar a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios. . . . Por eso Senaquerib el rey de Asiria partió y se fue y se volvió y se puso a morar en Nínive.” ¡Nunca antes había sufrido el ejército asirio derrota tan devastadora! Aun el jactancioso Senaquerib fue muerto más tarde por sus propios hijos mientras adoraba a su dios falso Nisroc. De modo que Ezequías confió en Jehová. Esto trajo verdadera seguridad.—Isa. 37:36-38.

CUANDO JESÚS ESTUVO EN LA TIERRA

Cuando Jesús estuvo en la Tierra muchos se dirigieron al lugar incorrecto por seguridad. Cuando los principales sacerdotes judíos y los fariseos notaron los milagros que Jesús estaba ejecutando, dijeron: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación.”—Juan 11:47, 48.

Los sacerdotes temían trastornar su relación con la potencia mundial, Roma. Se habían apartado de Dios y se habían dirigido a los políticos por seguridad. ¡Qué tontería! ¡Poco comprendieron que a pesar de dirigirse así al poderío político y militar por seguridad, no les serviría de nada!

En aquella mismísima generación, en el año 70 E.C., ejércitos romanos vinieron y devastaron a Jerusalén. En el transcurso de unos cuantos años la mayor parte de la tierra de los judíos fue devastada. ¡Murieron más de un millón, incluso sacerdotes y fariseos! Millares más fueron esclavizados. No obstante, los cristianos verdaderos que confiaron en Jehová fueron guiados a la seguridad y vivieron a través de ese tiempo de desolación. La historia da testimonio de que fueron eximidos.—Luc. 21:20-24.

SE ACERCA EL FIN DE TODO PODERÍO MILITAR

Hoy en día, las naciones están armadas hasta los dientes con fantásticas armas de destrucción. Cada año esta preparación militar aumenta. Pero tal como Jehová desbarató el poder militar de Asiria, así pulverizará las fuerzas político-militares de hoy que obran contra la seguridad verdadera.

Pronto, Dios mismo peleará la última guerra que jamás verá este sistema de cosas. En esta guerra, que se llama Armagedón en la Biblia (Rev. 16:14, 16), Dios utilizará su poder todopoderoso para reducir a la nada los elementos militares y políticos que han causado tal estrago a la Tierra. Dios invita “a todas las aves que vuelan en medio del cielo” a esta ocasión. ¿Por qué? Dice la Biblia: “Vengan acá, sean juntadas a la gran cena de Dios, para que coman las carnes de reyes y las carnes de comandantes militares y las carnes de hombres fuertes y las carnes de caballos y de los que van sentados sobre ellos, y las carnes de todos, de libres así como de esclavos y de pequeños y grandes.”—Rev. 19:17, 18.

Así, Dios claramente advierte que todos los que no confían en él para hallar seguridad quedarán desilusionados. Serán destruidos junto con el inicuo sistema de cosas que prefieren apoyar.

Pero, ¿qué hay de los que se dirigen a Jehová, que cifran su confianza en él? La Palabra de Dios les promete: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.”—Sof. 2:3.

La única seguridad verdadera en el tiempo de dificultad que se aproxima y que ciertamente vendrá se halla en Jehová Dios. Él puede proteger, y protegerá, a los que acudan a él por seguridad. A éstos los preservará vivos y los introducirá en un justo nuevo sistema de cosas donde ellos “verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” Existirá tal paz en toda la Tierra en ese nuevo sistema de cosas porque Jehová promete que “el arco y la espada y la guerra quebraré de la tierra, y haré que se acuesten en seguridad.”—Sal. 37:11; Ose. 2:18.

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