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  • Por qué el Dios Todopoderoso se ríe de las naciones

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  • Por qué el Dios Todopoderoso se ríe de las naciones
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
w69 15/4 págs. 233-240

Por qué el Dios Todopoderoso se ríe de las naciones

“El Mismísimo que se sienta en los cielos se reirá; Jehová mismo hará escarnio de ellos.”—Sal. 2:4

1. ¿Qué cosa que causa placer es tiempo ahora de que Dios haga, y qué preguntas surgen para nosotros con relación a eso?

¿LE CAUSA placer a usted reírse con ganas? El poder reírse es una de las cosas innumerables que diferencian al hombre de los animales, los pájaros y los peces. El hombre fue creado de manera que puede hacer una de las cosas que su Creador puede hacer, y eso es reírse. Ahora es tiempo de que Dios se ría. ¿Se está riendo él de usted? O, ¿ríe usted junto con él? ¿Cómo puede saber usted cuál de estas dos cosas está sucediendo? ¿Qué es lo que divierte a Dios su Creador y hace que él se ría? ¿Qué significaría el que Dios se riera de nosotros? Más bien que ser objeto de la risa de nuestro Creador, ¿cómo podemos nosotros hoy reírnos con ganas junto con él y despedir de la mente las preocupaciones que la situación mundial tiende a causar?

2, 3. ¿Por qué no consideran las naciones como asunto de risa la situación mundial y las perspectivas para el futuro?

2 Ninguna de las naciones de la Tierra piensa que sea asunto de risa, es decir, la situación mundial actual y las perspectivas para el futuro. ¿Se reiría usted, podría usted reírse, cuando la prosperidad en los negocios (lo que haya de ella) está constantemente amenazada y es tan incierta debido a cimientos vacilantes? ¿Cuando van aumentando el costo de mantener en funciones los gobiernos y las cargas de la deuda nacional? ¿Cuando las naciones en cantidad aumentante no pueden llevarse bien como una gran familia bien unida, sino que todos los grupos nacionales sospechan unos de otros, y compiten unos con otros en rivalidades, armándose militarmente unos contra otros, oprimiéndose unos a otros, poniéndose en situaciones embarazosas unos a otros, espiando unos contra otros, buscando ventaja unos sobre otros? ¿Cuando el descontento de los pueblos va aumentando y esparciéndose de tal manera que a los gobiernos se les hace difícil controlar a la gente? ¿Cuando la rectitud de los funcionarios gubernamentales no es confiable y no se puede contar con la lealtad de los siervos públicos y sus subordinados? ¿Cuando va menguando el imponente respeto a la autoridad legítima y frecuentemente se recurre a la acción violenta y aumenta rápidamente la comisión de delitos?

3 Verdaderamente, ¿es asunto de risa el que la lucha contra la pobreza se les haga cada vez más difícil a los gobiernos? ¿El que los medios de efectuar guerra carnal se hagan más horribles? ¿El que la guerra nuclear esté restringida solo por el temor de que se reciba lo mismo que se da y se arruine la civilización y se destruya a todos los habitantes de la Tierra? ¿El que las restricciones religiosas no tengan ya ningún poder para detener a los hombres de cometer cualquier clase de mal? No; cuando se considera todo objetivamente, ninguna de estas cosas constituye asunto para risa.

4. ¿Quiénes han puesto a las naciones en esta situación, y por qué ha sido tan innecesario?

4 Sean materialistas crasos o no, toda persona tendrá que concordar en que las naciones se han puesto a sí mismas en esta situación. La historia humana registrada hasta el día actual nos dice eso. ¡Pero todo ha sido tan innecesario! ¿Por qué? Porque se ha preparado y ofrecido un remedio mundial, y las naciones rehúsan aceptarlo y así tomar el único camino de salida. Sería chistoso el asunto, si no fuera tan serio.

5. En medio de las circunstancias, ¿por qué no han sido sabias las naciones en su proceder?

5 Las naciones no son sabias en el proceder que han seguido. Esperan que de ellas mismas venga la solución a sus problemas. Ciertamente no están esperando que les venga del cielo. Confían en la sabiduría de sus propios sabios, hombres de estado y diplomáticos. Pero, ¿adónde los ha llevado esto para este año de 1969? Al borde de la destrucción a manos de ellas mismas, no solo por medio de guerra, sino también por otros medios poderosos. No tienen la intención de volverse atrás. Son demasiado orgullosas, demasiado confiadas en sí mismas, están demasiado interesadas en su propia condición de nación y soberanía, son demasiado sabias a la manera mundana y “apegadas a la realidad” para esperar de más allá de lo que es visible y material la ayuda que necesitan. Esperan eso de las cosas creadas, en vez de esperarlo del Creador mismo. ¿Qué muestra hoy que las naciones crean en un Creador? Al Creador, Aquel que ha mantenido a todo el universo en buen orden y con provecho a nosotros los que estamos en la Tierra, se le pasa por alto. ¡En comparación con todo el universo, nuestra Tierra, que es parte de él, es tan pequeña! Es razonable, entonces, que nuestra Tierra no debería poder presentarle al Creador un problema demasiado grande para que lo solucionara.

6. En el futuro, ¿tendrán las naciones un estallido súbito de fe en el Creador? Sin embargo, ¿qué es razonable creer acerca de él?

6 Puesto que las naciones de esta edad del cerebro tienen como dios a la ciencia material, no tienen fe en un Dios Todopoderoso invisible. Si no tienen fe en El ahora, ¿cómo pudiéramos esperar un estallido súbito de fe de parte de las naciones en el futuro cercano, cuando venga lo peor y se vean obligadas a reconocer su propia impotencia y la de la ciencia moderna? Sin embargo, lo más lógico es creer que el Creador de la Tierra y del hombre sobre ella tendría un remedio para los males del hombre, un remedio adecuado, el único remedio. Por lo menos por diecinueve siglos las naciones han tenido los medios de saber que el Creador, el Dios verdadero, sí tiene el remedio que precisamente se necesita.

7. ¿Por qué, en este caso, no puede haber coexistencia entre Dios y el hombre, de modo que cada uno haga su voluntad respectiva lado a lado?

7 No obstante, cuando las naciones tercamente continúan rechazando lo que Dios provee, ¿qué podríamos esperar como resultado de esto, ordinariamente? Nada menos que el que las naciones se opondrían a Dios el Creador, pelearían contra Él y contra su medio de salvar a la raza humana. Esto está de acuerdo con la regla que declaró más de diecinueve siglos atrás un sabio de quien la cristiandad afirma que es “el Hijo de Dios”: “El que no está de parte mía, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Mat. 12:30) Si un hombre prefiere y escoge sus propios planes y rechaza el arreglo de Dios, ¿cómo puede hacer la voluntad de Dios y trabajar en paz con Dios? No puede hacerlo. No hay lugar para mera coexistencia en este caso, de modo que Dios y el hombre hagan cada uno su voluntad respectiva lado a lado. La voluntad de Dios afecta a todo hombre sin excepción. Por lo tanto, ¿cómo podría un hombre egoísta hacer una cosa que no fuera trabajar separado de Dios, diferir de Dios y, de hecho, pelear contra Dios? Se coloca a sí mismo sobre Dios, como más sabio que Dios y más capacitado, como quien sabe mejor lo que será óptimo para sí mismo. La historia humana y la experiencia prueban que ésa es la realidad.

8. ¿Qué vemos al comparar la historia seglar humana con la historia inspirada de Dios, la Santa Biblia?

8 La historia humana seglar ha sido escrita por hombres no inspirados de este mundo. Ellos no señalarían que Dios ha hecho que hombres a quienes él inspiró hayan escrito una historia exacta, para suministrar una advertencia que la humanidad debe escuchar. Sin embargo, existe una historia de esta clase, una historia inspirada por Dios y escrita por medio de hombres fieles que le han rendido servicio, y se encuentra en la Santa Biblia, las Sagradas Escrituras. La Biblia es una historia acerca del hombre que muestra los tratos de Dios con él a través del tiempo hasta hace mil novecientos años. También profetiza acerca de más tratos de Dios con el hombre después de ese tiempo hasta ahora y por mil años en el futuro. Ciertamente le es de importancia suprema al hombre conocer lo que Dios el Creador ha estado haciendo en los miles de años de la historia del hombre. Es en eso precisamente que se especializa su Libro escrito, la Biblia. La historia seglar, mundana, no hace eso. Ensalza al hombre, no a Dios.

9. ¿En qué hecho notable estriba la importancia vital de la Biblia, y cómo evitaremos llegar a ser un hazmerreír para Dios?

9 La Biblia revela que Dios el Creador ha tratado con hombres particulares, con familias particulares y con naciones enteras. No es simplemente un libro de historia pasada, de historia muerta, que haya estado pudriéndose en la tumba por mil novecientos años. Más bien, desde su mismo principio la Biblia siempre ha sido un libro que mira hacia el futuro, y esto se debe a que ha sido sobresalientemente un libro de profecía divina. Además de sus profecías directas para el futuro, muchos de los acontecimientos de los cuales la Biblia tiene un registro han sido registrados porque son ilustraciones proféticas de acontecimientos futuros, sin excluir acontecimientos de nuestro día. En este hecho notable estriba la vital importancia de la Santa Biblia. Es el Libro singular que no nos atrevemos a pasar por alto o poner a un lado hoy día. No tenemos intención de hacer eso en nuestra consideración aquí, aunque las naciones lo han hecho para su propia confusión. Al no pasar por alto, sino más bien escuchar a la Biblia inspirada y profética, no nos haremos un hazmerreír para Dios. Dios no se reirá de nosotros, como ahora lo hace de las naciones del mundo.

EL DIOS TODOPODEROSO SE HA REÍDO EN EL PASADO

10. Hace diecinueve siglos cuando Dios se rió con ganas de las naciones, ¿qué ciudad figuraba prominentemente en los asuntos mundiales, y en qué sección pensaban algunos hombres que era tiempo para un cambio?

10 Hace diecinueve siglos el Dios Todopoderoso se rió con ganas de las naciones de aquellos días. Esto tuvo que ver con la más grande pelea del hombre contra Dios en toda la historia humana hasta aquel tiempo. Debido a su significado profético para nuestro mismísimo día, examinemos ahora la narración bíblica de aquel acontecimiento y entonces pongámoslo lado a lado con el transcurso de los acontecimientos en la historia del siglo veinte. Tal como en nuestro propio día, la ciudad de Roma, Italia, figuraba prominentemente en las noticias de aquel día en el primer siglo de nuestra era común. Entonces no había ninguna Ciudad del Vaticano en medio de Roma ejerciendo poder sobre el dominio mundial del catolicismo romano. El emperador pagano del Imperio Romano era todavía el Pontifex Maximus en los círculos religiosos, y en este tiempo particular el emperador que servía en el pontificado era Tiberio César, el sucesor de Augusto César, quien había muerto el 19 de agosto del año 14 E.C. Era tiempo de que hubiera un cambio. Por lo menos, eso pensaba un grupito de personas en cierta región pequeña en la parte oriental del Imperio Romano, que entonces bordeaba todo el mar Mediterráneo. Un cambio sí vino... uno que había de afectar nuestro día.

11. ¿Dónde y quién empezó entonces a proclamar un nuevo gobierno?

11 Del desierto allí en el Oriente Medio vino una voz que proclamaba un nuevo gobierno. Era la voz de un hombre del desierto. Su nombre tenía un significado de bondad, porque significaba “Jah Es Bondadoso.” (Luc. 1:59-80) Fue en el decimoquinto año del reinado del emperador Tiberio César, o en la primavera del 29 E.C., que este hombre del desierto, por nombre Juan, empezó a proclamar este nuevo gobierno. (Luc. 3:1, 2) Juan era hijo de un sacerdote, pero no hay registro de que alguna vez sirviera como sacerdote a la manera de su padre en el templo de Jerusalén, la capital religiosa de la provincia romana de Judea. El Dios de Juan, el bondadoso Jah o Jehová, tenía una obra más importante para él que la de servir en un templo terrestre, material. Jehová Dios a propósito había levantado a este Juan para que actuara como heraldo y precursor del gobernante del nuevo gobierno. Así fue que al propio tiempo fijado por Dios, Juan se presentó en la escena pública y comenzó a proclamar: “El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 3:1, 2) Puesto que había de ser “de los cielos,” aquel reino prometía ser un gobierno justo, que la gente necesitaba entonces con no menos urgencia que nosotros hoy.

12. ¿Qué pregunta hace la gente acerca de un gobierno “de los cielos,” pero qué quiso decir Juan el Bautista con el “reino de los cielos”?

12 “¿Pero cómo pueden los cielos gobernar?” preguntarán personas de sentido práctico y materialistas de hoy. Bueno, si leyeran la Biblia pronto descubrirían cómo “los cielos” se han expresado de manera que ha sacudido al mundo en el pasado y lo harán en el futuro que rápidamente se acerca. El hecho de que el hombre dispare cohetes de diecisiete toneladas al espacio exterior no le da poder ni supremacía sobre “los cielos” de los cuales habló Juan. El hombre hoy piensa en los cielos sin considerar a Dios, pero al usar la expresión inspirada “los cielos” Juan quería decir el Dios Todopoderoso. El “reino de los cielos” que él proclamaba era “el reino de Dios.” Es por eso que aquel reino tenía que ser un gobierno bueno, justo, perfecto. Es por eso que la gente tenía que ser preparada para la venida de aquel gobierno. En armonía con este hecho, el Dios Todopoderoso envió a Juan a hundir o sumergir corporalmente a los arrepentidos en agua en símbolo de su arrepentimiento por los pecados cometidos por ellos contra el Dios Todopoderoso.—Mat. 3:4-6; Mar. 1:4-15.

13. ¿Cómo se hizo que el rey Nabucodonosor de Babilonia se diera cuenta de que el régimen de “los cielos” era verdadero y administrado personalmente?

13 ¡No, de ninguna manera! El “reino de los cielos” que Juan proclamaba no era un gobierno imaginario, sino que era un gobierno tan verdadero y “activista” y personalmente administrado como cualquier gobierno político de hoy día, en Londres, París, Moscú, Pekín, Washington, Roma, o en cualquier otro lugar de la Tierra. Gobernantes políticos de hoy de pensar rígido quizás no comprendan ese hecho, pero no pasará mucho tiempo antes de que tengan que comprenderlo. Ellos no son superhombres tal como no lo fue Nabucodonosor, emperador de Babilonia a orillas del río Éufrates en los siglos séptimo y sexto a. de la E.C. Sin embargo este poderoso gobernante del Imperio Babilónico fue reducido al nivel de una bestia del campo por siete años para que, como le dijo el profeta Daniel, “sepas que los cielos están gobernando.” Aquí “los cielos” es un término que se refiere al Ser Supremo, porque, precisamente antes de que Nabucodonosor fuera azotado con locura que lo hizo parecer una bestia se le dijo desde los cielos que siete años pasarían sobre él mientras estuviera en este estado bestial “hasta que sepas que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere dárselo se lo da.” Después de recobrar milagrosamente el juicio Nabucodonosor reconoció ese hecho.—Dan. 4:25-37.

14, 15. ¿Fue por predicar “el reino de los cielos” que Juan fue puesto en prisión? ¿Quién emprendió esta predicación después?

14 Juan era tan apegado a la realidad en cuanto a los asuntos como lo son los gobernantes políticos de hoy. Él no estaba engañando a la gente con un sueño irrealizable que él acariciaba. Aproximadamente un año después que comenzó a hacer su proclamación y a bautizar, Herodes Antipas, el gobernante del distrito de Galilea, lo puso en prisión, pero no por proclamar “el reino de los cielos.” Fue por insistir en que hubiera moralidad correcta en este gobernante que afirmaba estar sujeto a la ley del Dios de Juan, Jehová. (Mat. 14:1-5) Los gobernantes políticos de sentido práctico de aquel tiempo no pensaban que un reino, si era “de los cielos” o “de Dios,” iba a causar estorbo a sus reinos terrestres visibles. No obstante, este aprisionamiento detuvo la proclamación pública del reino de Dios por Juan. Pero después de haber empezado su aprisionamiento, su proclamación del Reino fue seguida por un hombre a quien él había bautizado en las aguas del río Jordán, unos seis meses antes de que fuera echado en prisión. Ese hombre era un carpintero de Nazaret de Galilea, y su nombre era Jesús, el hijo adoptivo de José. De modo que leemos de este Jesús:

15 “Ahora bien, cuando oyó que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Además, después de salir de Nazaret, vino y se domicilió en Capernaum . . . Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’”—Mat. 4:12-17; Mar. 1:14, 15.

HACIÉNDOSE RISIBLES

16, 17. (a) Cuando el gobernante de distrito Herodes Antipas tuvo en su poder a Jesús, ¿a quién realmente hizo risible él, y por qué? (b) ¿Cómo dio testimonio Juan el Bautista de que éste era el Hijo de Dios?

16 Casi unos tres años después de esto, el gobernante de distrito Herodes Antipas y su guardia de soldados estuvieron mofándose de Jesús, a quien tenían acusado de intentar hacerse rey en vez de Tiberio César. (Luc. 23:8-12) Esto fue solo parte de la evidencia de que las naciones estaban empezando a hacerse algo risible. Cuando las naciones empiezan a tratar con hilaridad al Hijo de Dios y a reírse con burla de él, es verdaderamente a sí mismas que se hacen risibles. Eso es lo que estaban haciendo en aquel tiempo cuando se mofaban de Jesús. Cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús de Nazaret, fue testigo de evidencia procedente del cielo que indicaba que este Jesús era el Hijo de Dios. Más tarde Juan le testificó a la gente:

17 “Vi el espíritu bajar como paloma del cielo, y permaneció sobre él. Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, éste es el que bautiza en espíritu santo.’ Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”—Juan 1:32-34.

18. (a) ¿Por qué no tuvo que hacer ninguna campaña política Jesús? (b) ¿Cómo trataron de envolverlo en política sus enemigos en lo que respecta al impuesto imperial?

18 En testimonio de ese hecho, Juan el Bautista señaló a Jesús y dijo a los que le escuchaban: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29) Jesús el Hijo de Dios fue ungido con el espíritu santo de Dios para ser el rey venidero en el “reino de los cielos.” Fue ungido con aquel espíritu divino para proclamar aquel “reino de los cielos” a la gente para consuelo y guía de ella. Esto fue lo que hizo. (Luc. 4:16-21; 8:1; Hech. 10:38) Él no se puso a efectuar ninguna campaña política por todo el país, tratando de ganarse votos populares. Él no tenía que hacer esto, porque él ya había sido elegido, escogido, ungido por su Padre celestial, Jehová Dios, para ser el rey en el celestial reino mesiánico de Dios. Los muchos enemigos religiosos que se creó trataron de envolverlo en la política mundana, por lo menos una vez cuando le preguntaron si era correcto el que judíos que estaban bajo la ley de Dios le pagaran impuestos a César, cuyo imperio sobre ellos les era ofensivo. Jesús diestramente sofocó toda habla revolucionaria al contestar: “Por lo tanto, paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” (Mat. 22:15-22) Lo que Jesús decía a otros que hicieran, él mismo lo hacía. Pagó la capitación a César como cosa que pertenecía a César. No era revolucionario.

19. Después que Jesús enseñó y predicó por tres años, ¿cómo mostraron los judíos su actitud hacia el “reino de los cielos”? (b) Por la manera en que envió a sus seguidores activos al campo, ¿cómo mostró Jesús que no era un revolucionario?

19 ¿Estaba la propia nación de Jesús a favor del “reino de los cielos” que él predicaba? No, con la excepción de un resto comparativamente pequeño. Decenas de millares de judíos y prosélitos judíos lo oyeron, pero relativamente pocos creyeron en él como el Mesías por tan largo tiempo prometido, el Cristo, el Ungido. Después de tres años de enseñar y predicar él, la gente vino a él y le dijo: “¿Hasta cuándo has de tener nuestras almas en suspenso? Si eres el Cristo, dínoslo francamente.” Pero Jesús les dejó llegar a sus propias conclusiones, dejando eso a la fe de ellos. En esa ocasión estuvieron dispuestos a apedrearlo. (Juan 10:22-31) Pero de entre los que creyeron en él y lo siguieron como el Mesías o Cristo él escogió doce apóstoles. A éstos también, después de haberlos adiestrado, los envió a predicar: “El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 10:1-7) Más tarde envió a otros setenta seguidores a proclamar el mismo mensaje. (Luc. 9:1-6; 10:1-11) En total, ochenta y dos predicadores del reino de Dios... pero ningún ejército de guerrilleros armados con espadas, lanzas, arcos y flechas. ¡Qué extraño! ¿Podía presentarse y ponerse en el poder sobre la nación de Israel un gobierno independiente por medio de la predicación? Esto es suficiente para causarnos risa.

20. ¿Cómo sabemos si los caudillos religiosos se rieron o no después de la resurrección de Lázaro y después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén?

20 Pero en cierta ocasión no pareció tan risible. Esto fue después de tres años de tal predicación. Fue temprano en la primavera del año 33 de nuestra era común, y hasta aquel tiempo el gobierno imperial romano que gobernaba sobre los judíos no había hecho nada acerca de este Jesucristo y su grupo de predicadores del Reino. Pero los caudillos religiosos de Jerusalén se habían asustado de él. Algún tiempo antes de la pascua de aquel año Jesucristo ejecutó uno de sus milagros más notables... el levantar de la muerte a un hombre que había estado muerto y enterrado por cuatro días. Debido a esto hubo mucha agitación entre el pueblo, y los líderes religiosos se dijeron: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación.” (Juan 11:1-48) Pero ahora, el 9 de Nisán, o cinco días antes de la pascua, Jesús vino montado como en una ceremonia de coronación a Jerusalén mientras las muchedumbres jubilosas gritaban: “¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!” Debido a tan sorprendente apoyo popular a Jesús como Rey Mesiánico de Israel, los religiosos fariseos se perturbaron aun más y dijeron entre sí: “Observan que ustedes no logran absolutamente nada. ¡Miren! El mundo se ha ido tras él.”—Juan 12:10-19.

21, 22. (a) ¿Cómo envolvieron al gobierno romano en el juicio y la ejecución de Jesús los líderes religiosos? (b) ¿Cómo trató Herodes Antipas el asunto de Jesús cuando le fue enviado?

21 De modo que los líderes religiosos trataron de lograr algo haciendo que Jesús el Mesías fuera muerto en el siguiente día de la Pascua, el 14 de Nisán. La acusación para que fuera ejecutado y muriera la sacaron del campo de la religión y la pusieron en el campo de la política. Así, envolvieron en el asunto a los representantes políticos del gobierno imperial romano sobre Palestina. Habiéndolo condenado primero ellos mismos sobre base religiosa, lo llevaron delante del gobernador romano de la provincia de Judea. ¿Con qué acusación? Con la de sedición política. Al interrogar a Jesús el acusado, el gobernador romano Poncio Pilato le dijo: “Yo no soy judío, ¿verdad? Tu propia nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué hiciste?” (Juan 18:12-35) Durante el juicio Poncio Pilato se enteró de que Jesús era de la provincia de Galilea, que entonces estaba bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, el asesino de Juan el Bautista. Buscando un camino de escape, Poncio Pilato envió a Jesús adonde Herodes, que entonces estaba en Jerusalén.

22 Pensando que Jesús era Juan el Bautista levantado de entre los muertos, Herodes Antipas se interesó en ver a Jesús. Esperaba ser entretenido por un milagro o dos hechos por Jesús. Jesús rehusó hacer esto y no quiso ni decir ni hacer nada en defensa propia. Que los sacerdotes y escribas lo acusaran todo lo que quisieran. De modo que Herodes lo tomó a broma. El registro de la Biblia dice: “Entonces Herodes, junto con los soldados de su guardia, lo desacreditó, y se burló de él vistiéndolo con una prenda de vestir vistosa y lo devolvió a Pilato. Entonces Herodes y Pilato se hicieron amigos uno del otro en aquel mismo día; porque antes de eso habían continuado enemistados entre sí.”—Luc. 23:1-12.

23. ¿De qué manera ridiculizaron entonces a Jesús los soldados de Roma?

23 Después de eso, cuando Poncio Pilato cedió a la presión religiosa y entregó a Jesús a sus soldados romanos para que fuera muerto en un madero de ejecución, el Mesías o Cristo de Jehová Dios fue objeto de más ridículo y mofa. “Entonces,” según nos dice Mateo 27:27-31, “los soldados del gobernador llevaron a Jesús dentro del palacio del gobernador y reunieron en torno de él a todo el cuerpo de soldados. Y desvistiéndolo, le pusieron un manto escarlata, y entretejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza y una caña en su mano derecha. Y, arrodillándose delante de él, se burlaron de él, diciendo: ‘¡Buenos días, rey de los judíos!’ Y le escupieron y tomaron la caña y empezaron a pegarle en la cabeza. Por último, cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto y le pusieron sus prendas exteriores de vestir y se lo llevaron para fijarlo en el madero.”

24. ¿Cómo se mofaron de Jesús cuando estaba fijado en el madero los caudillos religiosos?

24 Mientras Jesús colgaba del madero, los que pasaban por aquel lugar seguían hablando insultantemente de él y seguían meneando la cabeza y desafiándolo con escarnio. “Del mismo modo también los principales sacerdotes con los escribas y hombres de mayor edad se burlaban de él y decían: ‘¡A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar! Él es rey de Israel; baje ahora del madero de tormento y creeremos en él. Ha puesto en Dios su confianza; líbrelo Él ahora si le quiere, puesto que dijo: “Soy Hijo de Dios.”’”—Mat. 27:39-43.

25. ¿Por tomar qué precauciones en cuanto a Jesús en la tumba podían ahora reírse con gozo los líderes religiosos?

25 Así Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, murió como un hazmerreír. El día después de su muerte y su entierro en una tumba cercana, los principales sacerdotes y los fariseos mostraron su desprecio y también su propósito de evitar cualquier posible desaparición del cuerpo de Jesús de la tumba, diciéndole a Poncio Pilato: “Señor, hemos recordado que ese impostor dijo mientras todavía estaba vivo: ‘Después de tres días he de ser levantado.’ Por lo tanto manda que se asegure el sepulcro hasta el día tercero, para que nunca vengan sus discípulos y lo hurten y digan al pueblo: ‘¡Fue levantado de entre los muertos!’ y será esta última impostura peor que la primera.” De nuevo el gobernador romano cedió a sus deseos y les ordenó que sellaran la tumba y apostaran una guardia allí. (Mat. 27:62-66) ¡Cómo podían ahora reírse con gozo los líderes religiosos!

[Ilustración de la página 237]

Los gobernantes no son superhombres tal como no lo fue Nabucodonosor; después de vivir como bestia aprendió que “los cielos están gobernando”

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