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  • Fortaleciéndonos en Jehová
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
w70 15/5 págs. 313-316

Fortaleciéndonos en Jehová

LENTAMENTE el cirujano alzó los ojos después de examinar a su paciente, una misionera de la Sociedad Watch Tower. Su expresión era grave. Con tono bondadoso, y al mismo tiempo serio, le informó que necesitaría someterse a una intervención quirúrgica de importancia tan pronto como fuera posible.

“No hay alternativa,” declaró. Más tarde, en presencia del esposo de ella, el cirujano concordó en no usar sangre ni componentes de la sangre. Por lo tanto, el matrimonio decidió que se llevara a cabo la operación.—Hech. 15:20.

La experiencia citada no es nada nuevo ni extraordinario para miembros de la familia humana. Aun los que han servido fielmente a Dios todavía están sujetos al pecado y a la muerte heredados de Adán. También, como explica la Biblia, “el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos.” (Ecl. 9:11) Sí, todos podemos esperar tener que enfrentarnos a pruebas de vez en cuando en nuestra vida.

Satanás y su organización les imponen muchas pruebas a los que sirven a Jehová Dios, empeñados en hacer que quebranten su integridad a Jehová. Es posible que se ejerza tremenda presión, a menudo súbitamente, para hacer que uno ceda y desobedezca a Dios de alguna manera. La prueba quizás sea una fuerte tentación que quiera llevar al disfrute del placer del pecado. O quizás sea persecución brutal, un esfuerzo por obligar a uno a cometer un acto de deslealtad a Dios.—1 Ped. 5:8.

Al afrontar usted súbitamente una prueba severa, es posible que se sienta casi abrumado. Quizás se sienta inclinado a ceder al desaliento. En una ocasión como ésa es apropiado recordar cómo otros siervos de Dios se han enfrentado a pruebas. (1 Ped. 5:9) La Biblia muestra lo que ellos hicieron para conservar su fuerza espiritual.

Por ejemplo, hubo aquella ocasión en que el fugitivo David y sus hombres regresaron a su lugar en Siclag. ¡Qué escena de desolación encontraron! Una partida merodeadora de amalequitas había invadido y saqueado la ciudad. Dice la Biblia:

“Cuando llegó David con sus hombres a la ciudad, pues, allí estaba quemada con fuego, y, en cuanto a las esposas y los hijos y las hijas de ellos, habían sido llevados cautivos. Y David y la gente que estaba con él empezaron a alzar la voz y llorar, hasta que no hubo en ellos poder para llorar más. . . . Y se le hizo muy angustioso a David, porque la gente dijo que lo lapidaran; pues el alma de toda la gente se había amargado . . . De modo que David recurrió a fortalecerse mediante Jehová su Dios.”—1 Sam. 30:3-6.

CÓMO FORTALECERNOS EN JEHOVÁ

Precisamente, ¿cómo podemos fortalecernos en Jehová? El resto del relato tocante a aquella experiencia de David nos ayudará a ver lo que se requiere para recibir fortaleza de Jehová en tiempo de prueba.

Sabemos por la Palabra de Dios que David fue un siervo fiel y leal de Dios. Por medio de estudio y meditación tenía conocimiento considerable de Dios y del trato de Dios con el hombre. Esto lo revelan sus muchos salmos de la Biblia. Por ejemplo, David escribió: “He recordado días de mucho tiempo atrás; he meditado en toda tu actividad; de buena gana me mantuve intensamente interesado en la obra de tus propias manos.” (Sal. 143:5) David tenía la práctica de hacer esto. No esperaba hasta afrontar alguna emergencia.

Esto le proporcionó a David un depósito de conocimiento y experiencia acerca de Dios y sus tratos al cual acudir en su apuro en Siclag. Esto sería un estímulo y fuerza para él. Como escribió: “En Dios he cifrado mi confianza; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme la carne?”—Sal. 56:4; 31:1.

También, David sin duda recordaba como Dios le había ayudado maravillosamente en ocasiones previas. ¿No le había dado Dios victoria sobre el gigante Goliat? David verdaderamente podía decir: “Jehová es mi luz y mi salvación. ¿De quién he de temer? Jehová es la plaza fuerte de mi vida. ¿De quién he de sentir pavor?”—Sal. 27:1.

David también oró. Era un hombre de oración, y muchas de sus oraciones están registradas en la Biblia. “Muéstrame favor, oh Jehová, porque estoy en grave aprieto,” fue su oración en una ocasión. (Sal. 31:9) Sin duda expresiones como ésta estarían incluidas en las oraciones que hizo en la angustia que le sobrevino en Siclag.

También es interesante notar que David no consideraba que era alguien especial que tuviera una línea de comunicación particular con Dios. Reconoció que Dios tenía un arreglo para comunicarse con él mediante el sacerdocio aarónico. Por lo tanto utilizó este arreglo. El relato bíblico explica:

“Por eso David le dijo a Abiatar el sacerdote, hijo de Ahimelec: ‘Por favor, acércame el efod, sí.’ Y vino Abiatar acercando el efod a David. Y David empezó a inquirir de Jehová, diciendo: ‘¿Voy en seguimiento de esta partida merodeadora? ¿Los alcanzaré?’ A lo cual le dijo: ‘Ve en seguimiento, porque sin falta los alcanzarás, y sin falta efectuarás una liberación.’”—1 Sam. 30:7, 8.

David obró. “Prestamente se puso en marcha David, él y los seiscientos hombres que estaban con él.” Sí, David no se retrasó ni se demoró en seguir las instrucciones de Jehová. Una vez que supo cuáles eran las llevó a cabo prestamente. Como resultado, convirtió este desastre en victoria. Recobró a todas las personas que habían sido llevadas y los efectos que les habían saqueado.—1 Sam. 30:9, 18-20.

OBTENIENDO FUERZA HOY

El registro acerca de David en Siclag no se ha retenido en la Palabra de Dios solo como una interesante faceta histórica de su vida. Más bien, se ha conservado para “nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) El mismo Dios que fortaleció a David también nos suministra fuerza y aguante a nosotros que nos esforzamos por servirle fielmente hoy día. Por medio de su espíritu él nos da poder que nos capacita para hacer más allá de lo que normalmente podemos hacer para llevar a cabo su voluntad y la comisión que nos ha dado, para que nos enfrentemos a emergencias imprevistas, y para que derrotemos la persecución.—2 Cor. 4:7.

Quizás usted sea una persona que ya ha comenzado a seguir en los pasos de Jesucristo predicando las buenas nuevas del reino de Dios como él lo hizo. (Luc. 4:43; Mat. 28:19, 20) ¿Recuerda la prueba que usted afrontó cuando se dio cuenta por primera vez, después de estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, de que la adoración pura de Jehová incluía el visitar a la gente de casa en casa con el mensaje del Reino? (Hech. 5:42; 20:20) Para muchos, el mandato de Dios de predicar ha sido una verdadera prueba de fe.

Sin embargo, a medida que usted aumentó en conocimiento y entendimiento de Dios y sus propósitos la fuerza necesaria para hacer Su voluntad comenzó a crecer dentro de usted. Y por medio de oración fervorosa, junto con estímulo y ayuda amorosos de parte de los de la organización visible de Jehová, usted ha podido enfrentarse a esta prueba. Es posible que ahora reflexione y reconozca sin reservas que fue la fuerza que recibió de Dios lo que lo ayudó a participar en la predicación. Usted sabe que estas palabras de la Biblia son verdaderas: “Dios es el que, por causa de su beneplácito, está actuando en ustedes a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar.” (Fili. 2:13) Y esta experiencia inicial de conseguir fuerza de Dios a fin de hacer su voluntad ¡cómo le ha dado fuerzas a usted para encararse a otras pruebas desde ese tiempo, y vencerlas!

ORGANIZACIÓN DE DIOS VITAL PARA FORTALECER

En el caso de David, hubo una asociación estrecha con la organización de Jehová, y en tiempo de prueba esta asociación resultó muy provechosa y fortalecedora. El sacerdote de Jehová, Abiatar, le dio a David instrucción por inspiración divina tocante al proceder preciso que debía emprender. De manera semejante, un ángel de la organización celestial de Jehová le dio fuerzas a Jesucristo para enfrentarse a sus pruebas de integridad. (Luc. 22:43) Y los hermanos cristianos de la congregación de Roma le dieron estímulo y fuerzas al apóstol Pablo precisamente cuando los necesitaba. (Hech. 28:14, 15) ¡Qué excelente exhortación para nosotros hoy día hay en estas experiencias! ¡Tenemos que adherirnos estrechamente a la organización visible de Jehová! Aquí es donde recibimos las fuerzas y estímulo que necesitamos.

En nuestro tiempo Jehová por medio de su organización del “esclavo fiel y discreto” ha revelado progresivamente su voluntad. (Mat. 24:45-47) Por medio de esa organización estamos preparados para afrontar con éxito las pruebas y para conservar nuestra integridad a Dios. Por ejemplo, este fiel cuerpo docente ha aclarado el punto de vista bíblico de la santidad de la vida y de la sangre y de que el uso de la sangre en sacrificio es el único uso de ella que tiene la aprobación de Dios. (Lev. 17:11-14; Hech. 15:20, 29) Este conocimiento de la voluntad de Dios ha sido una fuente de fuerza para los siervos de Dios sobre quienes se ha ejercido presión para obligarlos a aceptar una transfusión de sangre. También el estímulo de consiervos de Dios ha resultado ser una ayuda vital para mantener la integridad en medio de circunstancias de esa índole. Pero aunque sufriéramos un accidente y perdiéramos mucha sangre y quedáramos aislados de consiervos de Dios, jamás estamos aislados de Dios. Siempre podemos invocarlo y pedirle fuerza con la seguridad de obtenerla.—Sal. 120:1; 121:1-8.

La organización de Dios también ha servido para fortalecer a su pueblo para que lleve a cabo la comisión de predicar las buenas nuevas del Reino hasta los cabos de la Tierra. (Mat. 24:14) Por supuesto, se nos ha advertido que “todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos.” (2 Tim. 3:12) Y esta persecución ha venido. Ha venido, no debido a que se haya desobedecido a Dios, sino, más bien, debido a que los siervos actuales de Jehová continúan siguiendo el ejemplo de Jesús de predicar el mensaje del Reino y se mantienen separados del mundo.—Juan 17:16.

Considere la persecución que han sufrido los testigos de Jehová en Malawi, Zambia, Cuba, la República Árabe Unida y en muchos otros países. No los han vencido los esfuerzos de Satanás por acabar con la religión verdadera en esas naciones. Más bien, Dios les ha suministrado poder más allá de lo normal de modo que ellos, como declaró el apóstol Pablo, están saliendo completamente victoriosos. (Rom. 8:35-37) Lea los informes del Anuario de los testigos de Jehová para 1969 sobre los países que se han mencionado, y usted verá que esto es cierto. Se han encarado valerosamente a la muerte misma con la fuerza que suministra la esperanza de la resurrección.—Juan 5:28, 29.

Un medio por el cual la organización de Dios fortaleció a los cristianos en el primer siglo fue enviando hombres fieles a instruir y estimular a los discípulos en sus congregaciones esparcidas. Pablo y Bernabé fueron dos de aquellos siervos viajantes. En una ocasión estos hombres regresaron para visitar a los hermanos de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, lugares donde había habido violencia de chusmas. La Biblia dice: “Volvieron a Listra y a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo las almas de los discípulos, animándolos a permanecer en la fe y diciendo: ‘Tenemos que entrar en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones.’”—Hech. 14:21, 22.

El que Pablo y otros siervos fieles hicieran visitas como éstas ciertamente fortaleció a los discípulos a permanecer firmes. Hoy la organización de los testigos de Jehová recibe el mismo servicio. Hombres fieles, enviados por el cuerpo gobernante del “esclavo fiel y discreto,” continuamente visitan las congregaciones de los testigos de Jehová en toda la Tierra para animarlos a aguantar lealmente en el servicio de Jehová. ¡Cómo los fortalece esta provisión!

Ahora nos hallamos en el mismísimo umbral del nuevo sistema de cosas. La destrucción del sistema de cosas actual es inminente. (2 Ped. 3:7-13; 1 Juan 2:15-17) Satanás el Diablo está por efectuar su ataque total contra los siervos de Dios. ¿Tenemos temor? ¿Estamos siendo fortalecidos para enfrentarnos a las pruebas del futuro? Impávidamente, en las palabras de Pablo, decimos: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.”—Fili. 4:13.

Continuaremos nuestro estudio personal de la Palabra de Dios, y reuniéndonos en las reuniones de la congregación. Oraremos sin cesar a Jehová pidiendo guía y fuerza, y vigorosamente nos ocuparemos en hacer su voluntad. Dios ha prometido: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.” Creemos esto con todo nuestro corazón, y firmemente decimos: “Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Heb. 13:5, 6) ¡Sí, podemos aguantar las pruebas del futuro con la fuerza que proviene de Dios!

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