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  • La presciencia de Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 1/7 págs. 405-407

La presciencia de Dios

LA MANERA en que entendamos la presciencia de Dios y cómo él ejerce ese poder asombroso puede afectar seriamente nuestra relación con Dios. Sin embargo, para ver correctamente el asunto es preciso reconocer ciertos factores.

Primero, se dice claramente en la Biblia que Dios puede preconocer y predeterminar. Jehová mismo presenta como prueba de su Divinidad esta habilidad que tiene de preconocer y predeterminar acontecimientos de salvación y liberación, así como también actos de juicio y castigo, y entonces hacer que se cumplan esos acontecimientos. (Isa. 44:6-9; 48:3-8) Esta presciencia y predeterminación divinas forman la base de toda profecía verdadera. (Isa. 42:9; Jer. 50:45; Amós 3:7, 8) Dios desafía a los dioses de las naciones que se oponen a su pueblo a que suministren prueba de la divinidad que se les atribuye a sus dioses-ídolos, instando a estos dioses a que lo hagan prediciendo actos de salvación o juicio semejantes y luego los cumplan. La impotencia de éstos en este sentido demuestra que los ídolos de las naciones son ‘simple viento e irrealidad.’—Isa. 41:1-10, 21-29; 43:9-15; 45:20, 21.

Un segundo factor que debe considerarse es el libre albedrío de las criaturas inteligentes de Dios. Las Escrituras muestran que Dios extiende a estas criaturas el privilegio y la responsabilidad de elegir lo que quieren hacer, de ejercer libre albedrío (Deu. 30:19, 20; Jos. 24:15), haciéndolas así responsables de sus actos. (Rom. 14:10-12; Heb. 4:13) En consecuencia, no son simples autómatas o robots. El hombre realmente no podría haber sido creado a la “imagen de Dios” si no tuviese libre albedrío. (Gén. 1:26, 27) Lógicamente, no debe haber ningún conflicto entre la presciencia de Dios (así como su predeterminación) y el libre albedrío de sus criaturas inteligentes.

Otro factor que debe considerarse, que a veces se pasa por alto, es el de las normas morales y cualidades de Dios, incluso su justicia, honradez e imparcialidad, su amor, misericordia y bondad, según se revelan en la Biblia. El entendimiento a que cualquiera llegue del uso que Dios hace de las facultades de presciencia y predeterminación, por lo tanto, tiene que armonizar no solo con algunos de estos factores, sino con todos ellos.

Claramente, lo que Dios preconoce inevitablemente tiene que cumplirse, de modo que Dios puede llamar “las cosas que no son como si fueran.” (Rom. 4:17) Entonces surge la pregunta: ¿Es infinito, ilimitado, su ejercicio de la presciencia? ¿Prevé y preconoce todas las acciones futuras de todas sus criaturas? Y, ¿predetermina esas acciones o hasta predestina cuál será el destino final de todas sus criaturas, haciéndolo hasta antes de que hayan llegado a existir?

¿O ejerce Dios su presciencia con selectividad y discreción, de modo que todo lo que opte por prever y preconocer lo prevea y preconozca, pero lo que no opte por prever o preconocer no lo prevea o preconozca? Y, en vez de que su determinación venga antes de la existencia de sus criaturas, ¿aguarda la determinación por Dios del destino eterno de sus criaturas el juicio que rinda del proceder de ellas en la vida y la actitud que demuestren bajo prueba? Las respuestas a estas preguntas forzosamente tienen que provenir de las Escrituras mismas.

PUNTO DE VISTA DE CREYENTES EN PREDESTINACIÓN

El punto de vista de que es infinito el ejercicio por Dios de su presciencia y que él sí preordina el derrotero y destino de todos los individuos se conoce como predestinacionismo. Sus defensores razonan que la divinidad y perfección de Dios requieren que sea omnisciente (que todo lo sabe), no solo tocante al pasado y al presente, sino también tocante al futuro. El que él no preconociera todo asunto, incluso todos sus detalles, patentizaría imperfección, según este concepto.

Pero considere las connotaciones de este punto de vista acerca de la predestinación. Este concepto significaría que, antes de crear a los ángeles o al hombre terrestre, Dios ejerció sus facultades de presciencia y previó y preconoció todo lo que resultaría de esa creación, incluso la rebelión de uno de sus hijos espíritus, la rebelión subsecuente de la primera pareja humana en Edén (Gén. 3:1-6; Juan 8:44), y todas las consecuencias malas de dicha rebelión hasta el día actual y más allá de él. Esto forzosamente querría decir que toda la iniquidad que ha registrado la historia (la delincuencia y la inmoralidad, la opresión y el sufrimiento resultantes, la mentira y la hipocresía, la adoración falsa y la idolatría) existía en otro tiempo, antes del principio de la creación, solo en la mente de Dios, en la forma de su presciencia del futuro.

Si el Creador de la humanidad de veras hubiera ejercido su poder para preconocer todo lo que la historia ha visto desde la creación del hombre, entonces la fuerza plena de toda la iniquidad que resultó después fue deliberadamente puesta en marcha por Dios cuando dijo las palabras: “Hagamos un hombre.” (Gén. 1:26) Estos hechos ponen en tela de juicio la racionalidad y consistencia del concepto del predestinacionismo; particularmente dado que el discípulo Santiago muestra que el desorden y otras cosas viles no se originan de la presencia celestial de Dios, sino que son de fuente “terrenal, animal, demoníaca.”—Sant. 3:14-18.

El argumento de que el no preconocer Dios todos los acontecimientos y circunstancias futuros en pleno detalle haría patente imperfección de su parte es, en realidad, un punto de vista arbitrario de lo que es perfección. A la larga, la propia voluntad y el beneplácito de Dios son los factores concluyentes en cuanto a si algo es perfecto, no las opiniones o conceptos humanos.—2 Sam. 22:31; Isa. 46:10.

Para ilustrar esto, la omnipotencia de Dios es innegablemente perfecta y es de capacidad infinita. (1 Cró. 29:11, 12; Job 36:22; 37:23) No obstante, su perfección de fuerza no requiere que él use su poder al grado pleno de su omnipotencia en ninguno ni en todos los casos. Claramente él no lo ha hecho, porque, de lo contrario, no simplemente habrían sido destruidas ciertas ciudades antiguas y algunas naciones, sino que la Tierra y cuanta cosa hay en ella habrían sido arrasadas hace mucho por las ejecuciones de juicio de Dios, como en el Diluvio y en otras ocasiones. (Gén. 6:5-8; 19:23-25, 29) Por lo tanto, el ejercer Dios su poder no quiere decir simplemente desatar poder ilimitado, sino que constantemente está gobernado por su propósito y templado con su misericordia, donde se merece.—Neh. 9:31; Sal. 78:38, 39.

Así mismo, si, en ciertos respectos, Dios opta por ejercer su habilidad infinita de presciencia ejerciendo selección y al grado que le agrada, entonces ciertamente ningún humano ni ángel puede decir con razón: “¿Qué estás haciendo?” (Job 9:12; Isa. 45:9; Dan. 4:35) Por lo tanto no se trata de habilidad, de lo que Dios puede prever, preconocer y predeterminar, pues “para Dios todas las cosas son posibles.” (Mat. 19:26) Se trata de lo que Dios considere conveniente o crea necesario prever, preconocer y predeterminar, porque “todo lo que se deleitó en hacer lo ha hecho.”—Sal. 115:3.

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