“La verdad los libertará”
AL MENCIONAR libertad entre muchos latinoamericanos, los nombres que invariablemente se recuerdan son los de “Los Libertadores,” Simón Bolívar y José de San Martín. Se les conmemora en gran parte de la América latina por su papel como comandantes militares en la obra de libertar a la América del Sur del régimen español a principios del siglo diecinueve.
Sin embargo, en el afecto de muchos, Bolívar y San Martín han sido reemplazados por una persona más digna del título “Libertador.” Éste a quien nos referimos es el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que efectuó y está efectuando una emancipación verdadera, no por la fuerza de las armas, sino por medio de la verdad que habló. Él es quien dijo: “Si permanecen en mi palabra, . . . conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”—Juan 8:31, 32.
Aunque por todo el mundo se conoce a los latinoamericanos por su alegría, subsiste el hecho de que muchos de ellos están esclavizados a un modo de vivir que resulta en gran infelicidad. Necesitan que se les libre de creencias y prácticas que por largo tiempo los han mantenido cautivos. Consideremos algunas de esas creencias y prácticas y al mismo tiempo veamos cómo la verdad de la Palabra de Dios está efectuando su obra de liberación en la América latina y en otros lugares.
La verdad sobre los muertos liberta
Muchas de las creencias y prácticas que esclavizan a los que a ellas se adhieren están relacionadas con la muerte. Por ejemplo, muchos viven atemorizados del purgatorio, donde, según la enseñanza católica romana oficial, el “castigo por fuego es más severo que cualquier castigo que les venga a los hombres en esta vida.”
Por supuesto, esa enseñanza se basa en la suposición de que el alma humana no muere. Para que alguien sufra después de la muerte, obviamente la parte consciente de él y el sistema nervioso, que transmite la sensación de dolor al cerebro, tendría que seguir viviendo.
Pero, ¿apoyan las Santas Escrituras la enseñanza del alma inmortal y, por consiguiente, la idea del purgatorio? Al contrario, enseñan que, “en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto,” por lo tanto, no pueden sufrir; también, que “el alma que esté pecando... ella misma morirá.”—Ecl. 9:5; Eze. 18:4.
En relación con el purgatorio, la Iglesia Católica afirma “que las almas que se detienen allí son ayudadas por los sufragios de los fieles.” Pero, puesto que los muertos, estando inconscientes, no pueden sufrir, entonces ¿de qué valor son las oraciones costosas a su favor? En vez de que la esperanza de la vida futura dependa de contribuciones monetarias, la Biblia muestra que se basa apropiadamente en el poder de Dios de dar vida por medio de una resurrección.—Juan 5:28, 29.
Al principio, quizás se sorprenda usted al ver exactamente lo que enseña la Biblia respecto a la condición de los muertos. Esa fue la primera reacción de un hondureño que comenzó a estudiar su Biblia católica. Pero después se indignó contra la Iglesia Católica por haber ocultado la verdad de la Palabra de Dios. Inmediatamente dejó de ir a misa, aunque anteriormente había asistido todos los días a las seis de la mañana. En vez de eso, comenzó a llevar a su familia a las reuniones de los testigos de Jehová, donde sabía que se enseñaba la verdad dadora de libertad.
Librados de adorar imágenes
Los cuadros y las imágenes religiosos son vistas comunes en hogares, establecimientos comerciales y vehículos motorizados en la América latina. Arroja luz sobre la esclavitud resultante este comentario del libro Fiesta Time in Latin America: “A los indios les encantan las imágenes santas; les oran, creen en sus milagros y les hacen regalos . . . En los países andinos los santos cristianos y los dioses paganos han llegado a estar inextricablemente combinados.”
Aunque la Iglesia Católica fomenta esa adoración de imágenes, la Biblia la denuncia inflexiblemente. Es una violación directa del segundo de los Diez Mandamientos: “No debes hacerte una imagen tallada . . . No debes inclinarte ante ellas.” (Éxo. 20:4, 5) Con habla igualmente franca, el apóstol cristiano Pablo exhorta: “Huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14.
Tomando a pechos esas palabras, muchos latinoamericanos están haciendo justamente eso. Así sucede que de Maracay, Venezuela, llega el informe de un señor que había estudiado cuatro años para hacerse sacerdote, pero que, después de solo unos cuantos estudios de la Biblia con los testigos de Jehová, hizo una hoguera y quemó toda imagen y cuadro ‘santo’ que poseía. Después que hizo eso podía decirse de él, tal como se dijo de los conversos cristianos del primer siglo, lo siguiente: “Ustedes se volvieron de sus ídolos a Dios para servir como esclavos a un Dios vivo y verdadero.”—1 Tes. 1:9.
Librados de influencia demoníaca
La Biblia es el único libro que explica el origen del Diablo y sus demonios y que pone de manifiesto sus designios engañosos. Muestra cómo resistirlos ‘poniéndose la armadura completa que proviene de Dios,’ que incluye “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.”—Efe. 6:11, 17.
Ha de esperarse, entonces, que donde no haya entendimiento bíblico abunde el demonismo. La situación religiosa en la América latina confirma esto. Comentando sobre la popularidad del espiritismo en Haití, por ejemplo, el libro Fiesta Time in Latin America dice: “La mayoría de la población afirma ser católica, pero muchos de los que asisten a la misa temprana en las iglesias han ido allí directamente de las ceremonias de vudú que han celebrado durante toda la noche. Los ritos mismos del vudú muestran la influencia del catolicismo.”
Y del Brasil proviene el informe de que “más del 67 por ciento de los católicos del Brasil asiste a sesiones de macumba o vudú.” El obispo auxiliar de Rio de Janeiro culpó de esta condición a la “superficialidad de la instrucción católica en el Brasil.” Aunque la instrucción católica es demasiado somera para impedir que se desarrolle la condición mencionada, la verdad bíblica, que es ‘poderosa por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas,’ puede hacerlo y lo está haciendo.—2 Cor. 10:4.
Testifica de la realidad de esto la siguiente experiencia que se informa desde Venezuela. Allí una señora alegaba que tenía poder para comunicarse con los muertos y predecir muchas cosas de las vidas de sus amistades, y que hasta hacía que las ‘voces’ de los parientes muertos hablaran por medio de ella. Sin embargo, cuando las ‘voces’ le dijeron que se divorciara de su esposo, le dio curiosidad por conocer la fuente de su poder. Por consiguiente, cuando los testigos de Jehová la visitaron, le dijeron franca y claramente el origen de su poder y que aquello era condenado en la Biblia. (Hech. 16:16; Lev. 19:31) Después de solo unas cuantas semanas de estudio bíblico, había conseguido libertad de la influencia demoníaca, una libertad que resultó en bendiciones para toda su familia.
En los Estados Unidos, en Montana, la Palabra de Dios ha libertado del demonismo a una señora de linaje indio. La familia de esta señora ahondaba en el demonismo y ella padecía de muchos problemas raros de salud. Había ‘voces’ que también le decían que se matara. Después de estudiar la Biblia con los Testigos, se le ayudó a librarse de objetos relacionados con la adoración falsa. Se deshizo de una imagen de un “dios del trueno” que llevaba alrededor del cuello, y de otros artículos. Después de eso su salud mejoró inmediatamente. Libertada del demonismo, ella dice ahora que Jehová es más fuerte que sus dioses anteriores.
Por nuestra consideración de esas experiencias relatadas, no puede haber duda alguna de que la verdad bíblica puede quitar de la mente la carga de ideas y prácticas religiosas erróneas. Pero, ¿qué puede decirse de su efecto en la conducta de la gente? ¿Qué puede efectuar en cuanto a la personalidad? ¿Hasta dónde exactamente trasciende la libertad que Jesús indicó que podía dar la verdad? Se le invita a considerar las respuestas a estas preguntas en el artículo que sigue.