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  • Lo que la “venida” del reino de Dios significa
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/7 págs. 419-421

Lo que la “venida” del reino de Dios significa

¿ORA usted el padrenuestro? Si lo hace, entonces, como muchos otros millones de personas, repite las palabras, “Venga el tu reino,” o, quizás en español moderno, usted diga: “Venga tu reino.”—Mat. 6:9-13.

Pero pause y piense. ¿Se da usted cuenta plena de lo que ora cuando dice estas palabras? E igual de importante: ¿Realmente quiere usted que venga ese reino?

La Biblia dice que el régimen venidero del reino o gobierno de Dios efectuará cambios drásticos, nada menos que un glorioso y pacífico paraíso aquí en la Tierra. Esto, por supuesto, es el resultado final. Pero primero considere cómo se hará que venga esta condición.

RÉGIMEN POLÍTICO DE HOMBRES REEMPLAZADO

¿Sabe usted, por ejemplo, que, según la Biblia, el reino de Dios reemplazará a los gobiernos de los hombres que ahora existen? El reino de Dios no será ninguna federación mundial, ni será una continuación del presente concepto de las Naciones Unidas; no será una glorificada sociedad polilingüe para debates cuyos miembros, con poder de veto o sin él, abogan por diversas ideologías políticas.

Las Escrituras abundan de descripciones proféticas de exactamente qué significará la venida del justo reino de Dios. La profecía de Daniel (2:44) dice: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. . . . Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”

¿Comprende usted a grado cabal lo que eso significará? La profecía de Daniel asemeja el reino de Dios a una piedra que muele el entero complejo de gobiernos humanos hasta convertirlo en polvo, después de lo cual el Reino crece hasta llenar toda a Tierra.—Dan. 2:34-45.

Tenga presente que el que lo queramos o no lo queramos no afectará en lo más mínimo la certeza de su venida; éste es el propósito determinado del Dios Todopoderoso. Sin embargo, dependiendo de nuestra actitud, su venida será para bien o para mal para nosotros individualmente. Tenemos que hacer nuestra propia selección. Si sinceramente lo queremos, obraremos en armonía con él, y eso para provecho de nosotros mismos.

No todo el mundo quiere que venga el reino de Dios. “Los reyes de la tierra,” dice el salmista bíblico, “toman su posición y los funcionarios encumbrados mismos se han reunido en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido.” (Sal. 2:2) Obviamente, aquellos cuyos puestos de poder serán eliminados por la venida del reino de Dios no anhelan su llegada, y con frecuencia tratan de acallar a los que instan a otros a cifrar su fe en él.

Muchas personas cuya prosperidad está engranada al presente sistema egoísta de competencia no están deseosas de ver que todo esto se acabe. Grandes estrellas del teatro y de la pantalla, y los héroes del atletismo y de los deportes a quienes les encantan los vivas y la alabanza del populacho no se regocijarán al ver el fin del sistema que los coloca en relucientes tronos de fama adornados con oropel. Los superpatriotas y los racistas radicales que adoran al nacionalismo y se enorgullecen a causa de sus orígenes raciales no quieren perder sus distinciones acariciadas; sin embargo, bajo el reino de Dios no habrá “ni griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre.”—Col. 3:11.

A pesar de esas actitudes egocéntricas, la necesidad de un gran cambio, un cambio global, se hace diariamente más patente. La solución de Dios a los problemas graves que afronta la humanidad es reemplazar el inicuo viejo sistema con el justo nuevo sistema diseñado por Él. El entero sistema social y económico de la actualidad tiene que ser terminado con la demoledora destrucción del régimen humano por el reino de Dios como se prometió: “¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas,” dice el Gobernante Soberano que autoriza a este nuevo gobierno.—Rev. 21:5.

Si usted verdaderamente ama a su Creador, a su prójimo, a su familia, sí, a su propia vida, estará deseoso de que venga ese cambio. Usted no quedará desilusionado tampoco, porque su venida significará muchos más beneficios esenciales, sí, deleitables.

FINALMENTE... EL FIN DE TODA GUERRA

Bajo la nueva administración del reino de Dios, “no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:4; Miq. 4:3) ¡Qué bendición será esto! No más bombardeo de ciudades, no más matanza de hombres, mujeres y niños inocentes. En toda la Tierra, la gente “verdaderamente [hallará] su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:11.

Casi todas las personas están de acuerdo en que la paz es algo que se desea muchísimo, y dicen que con toda sinceridad la desean. Están desilusionadas con las negociaciones internacionales para la paz que continúan por años sin resultados tangibles. Se dan cuenta de que el almacenamiento de armas mortíferas no es una manera razonable de promover un ambiente que conduzca a seguridad genuina. No pueden concordar con los que protestan contra las normas bélicas de sus gobiernos participando ellos mismos en actos de violencia. También reconocen cabalmente que las Naciones Unidas no han colocado a la humanidad en el camino a la paz. Pero, ¿están dispuestas a escuchar lo que dice la Palabra de Dios acerca de la paz? ¿Lo está usted?

El propósito de Dios de traer paz no depende de negociaciones con algún otro gobierno, ni es estorbado por los almacenamientos de armas de éstos. Jehová es el Todopoderoso, y todas las fuerzas del universo están a su disposición. Es por medio de su reino que “está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” (Sal. 46:9) Hará esto quitando a todos los perturbadores de la paz.

Como hemos visto, esto significa la destrucción de los gobiernos políticos egoístas, pero esa no es todo. La Biblia también muestra que los que personalmente participan en contiendas, odio y enojos, así como los que desbaratan las relaciones con su semejante practicando fornicación y adulterio, “no heredarán el reino de Dios.” (Gál. 5:19-21) Por eso, si personalmente queremos disfrutar de la paz que el reino de Dios traerá, tenemos que dar pasos ahora para desarraigar de nuestra propia vida las tendencias hacia esas cosas. Eso es algo que podemos hacer por medio de un estudio concienzudo de la Biblia y la aplicación diligente de sus principios.

NO MÁS RELIGIÓN FALSA

La venida del reino de Dios también significa el fin de toda forma de adoración falsa. ¿Sabe usted que esto también es lo que pide en oración cuando repite el padrenuestro?

Su Magnífico Creador no tolera rivalidad alguna. Como él declara en los Diez Mandamientos: “No debes tener otros dioses contra mi rostro [o, “en desafío de mí”] . . . porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva.” Si Jehová insistió en devoción de esa clase cuando rigió sobre Israel como Juez, Dador de Estatutos y Rey, no puede esperarse menos cuando su régimen se extienda sobre toda la Tierra.—Éxo. 20:3-5; Isa. 33:22.

Esto significa que vendrán cambios drásticos cuando el Reino se haga cargo de los asuntos de la Tierra, pues, tal como fue en el día de Pablo, así ahora “hay aquellos que son llamados ‘dioses,’ sea en el cielo o en la tierra, así como hay muchos ‘dioses’ y muchos ‘señores.’” (1 Cor. 8:5) Pues, se dice que tan solo en la India hay 330.000.000 de dioses y diosas, y éstos además de muchos otros son adorados por muchas personas entre los más de 2.500 millones de la población del mundo que no forman parte de la cristiandad. Obviamente, si ha de haber un solo mundo unido hay que quitar las fuerzas divisivas de toda esa adoración politeísta.

Igualmente Jehová pronto pondrá fin a los centenares de diferentes sectas llamadas cristianas que componen el sectarismo de la cristiandad. Solo puede haber una manera de adorar al único Dios verdadero, la única manera que él aprueba. El apóstol escribe, hay “un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos.”—Efe. 4:5, 6; 1 Cor. 1:10-13.

Por eso cuando usted al orar pide que venga el reino de Dios, podría significar que usted está pidiendo el fin de su propia iglesia. ¿Sabía usted eso? Si usted pertenece a una de las más de 230 sectas activas tan solo en los Estados Unidos, la probabilidad matemática de que su iglesia sobreviva para entrar en el nuevo orden de Dios, solo es aproximadamente de cuatro décimas del uno por ciento. Pero si consideramos la gran variedad de otros grupos religiosos que se hallan en todas partes del mundo, entonces la probabilidad matemática de que su religión sea la correcta se reduce a una décima de uno por ciento o aun menos.

¿Por qué arriesgarse en tan importante asunto cuando significa la mismísima vida de usted? ¿Por qué no asegurarse de que su religión sea la que sobreviva? Sobrevivirá únicamente si está de acuerdo con la Palabra de Dios, la Biblia. Escríbanos hoy y lo pondremos en comunicación con maestros de la Biblia en su comunidad que verdaderamente creen en el reino de Dios y que gozosamente le ayudarán a escudriñar las Escrituras para conseguir la verdad que lleva a vida eterna.—Juan 8:32.

[Ilustración de la página 421]

A casi toda persona le gustaría ver desaparecer la guerra y las ‘espadas batidas en rejas de arado,’ pero, ¿acogen con el mismo regocijo la expectativa del fin del nacionalismo divisivo y la religión falsa?

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