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  • Mi esfuerzo por servir Jehová desde la niñez

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  • Mi esfuerzo por servir Jehová desde la niñez
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/9 págs. 565-568

Mi esfuerzo por servir a Jehová desde la niñez

Según lo relató Ruth Cannon

GÉNOVA, Italia, donde ahora vivo, está muy lejos de Montana, EE. UU. Pero han pasado muchos años y ha sucedido mucho desde mi niñez temprana. Nací en 1928 y me críe en una granja pequeña desde donde podían verse las majestuosas montañas Rocosas. El extensamente conocido Parque Yellowstone está solo a unas cuantas horas en auto desde allí.

Un día de primavera lleno de sol vino un joven a la granja de mis padres y se presentó como testigo de Jehová. Habló con mi madre y le ofreció un libro que explicaba la Biblia, pero ella lo envió a hablarle a mi padre, que estaba en el jardín. Parece que mi padre no podía decidir si tomar el libro o no y dejó que mi madre tomara la decisión. Finalmente, ella aceptó el libro Liberación.

Mis padres creían firmemente en Dios. Aunque eran miembros de una iglesia protestante, gradualmente dejaron de ir a los servicios de la iglesia, porque no hallaban consuelo allí. Según su parecer no eran lo suficientemente buenos para ir al cielo, y eso dejaba como alternativa solo el fuego ardiente que se les había predicado tan a menudo.

Cuando se les mostró una verdadera esperanza con la información de la Biblia, se alegraron mucho. Comenzaron a aprender la condición verdadera de los muertos, que están como dormidos y no en tormento. (Hech. 13:36; Ecl. 9:5) Y eso solo fue el principio, porque al seguir adelante aprendieron que se les habían enseñado muchas ideas falsas, no bíblicas. Con el tiempo comenzaron a estudiar aquel primer libro que habían recibido, así como otras publicaciones de la Sociedad Watch Tower. También se suscribieron a La Atalaya y a la revista que ahora se conoce como ¡Despertad!

Con el transcurso del tiempo se enteraron de que cerca se celebraba un estudio de La Atalaya en el hogar de una familia. Comenzaron a asistir al estudio, y, por supuesto, me llevaron. Mis padres jamás pensaron otra cosa sino que yo debía estar allí con ellos.

En poco tiempo comenzaron a participar en la obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios, lo que causó mucha sorpresa a parientes, vecinos y amigos. Con el tiempo, dedicaron su vida a Dios y se bautizaron. Eso fue más o menos cuando alcancé la edad escolar.

Al mirar atrás a aquellos tiempos puedo recordar algo que verdaderamente me impresionó. Representantes viajeros especiales de la Sociedad Watch Tower solían venir y visitar a nuestro grupito. Eran personas ocupadas, y estoy segura de que a menudo se sentían bastante cansadas. Pero, a pesar de eso, siempre tenían tiempo para hablar conmigo. Esto me hacía sentir como si yo formara parte de lo que sucedía.

Durante los años escolares también me hice activa en la predicación. Esto fue cuando usábamos fonógrafos y discos, que tocábamos para la gente dondequiera que fuera conveniente... a la puerta, en la sala, en el granero, a campo raso o en otros lugares. Además, teníamos conferencias más largas, de una hora, que podíamos tocar para la gente al volver a visitarla. ¡Era maravilloso cómo este método de predicar ayudaba a muchos a entender las verdades bíblicas!

UNA CARRERA CON FUTURO

Varios Testigos estaban ocupados en la obra de predicación de tiempo cabal como “precursores” en Billings, Montana, a corta distancia de nuestra granja. El asociarme con ellos de vez en cuando despertó en mí un fuerte deseo de servir a Jehová con todo mi tiempo y con toda mi energía. En 1941 mis padres me permitieron pasar mis vacaciones trabajando con este grupo de precursores. Al año siguiente terminé la escuela y poco después me bauticé. Me pareció que nada podía ser más urgente que servir a Jehová.

Mi primera asignación, al recibir mi nombramiento de precursora, fue en Livingston, Montana. Más tarde, me mudé a Miles City, Montana, donde una familia de Testigos me suministró todas las comodidades de un hogar. Andando el tiempo le escribí a la Sociedad en cuanto a conseguir una compañera y la posibilidad de que se me asignara a territorio donde hubiera más necesidad de ayuda. Eso resultó en otro traslado, a Saline County, Nebraska, donde vivía mi joven compañera. Estuvimos alojadas en la casa de sus padres, donde otra vez vi cumplida la promesa de Jesús de que conseguiríamos muchos padres y hermanos y casas como resultado de dedicarnos a su servicio.—Mar. 10:29, 30.

Puesto que la gasolina estaba racionada, caminábamos mucho, en particular por largas veredas hasta las granjas. Y otra dificultad era hacer frente a los perros, porque parecía que cada granja tenía uno o dos perros “policías,” algunos de los cuales no eran muy amigables. Sin embargo, nunca tuve verdadera dificultad con ellos.

Con el transcurso del tiempo mis padres vendieron la granja y vinieron a acompañarme en Nebraska, donde también empezaron a servir de precursores. Cuando consiguieron una casa de remolque, pudimos, nosotros tres, mudarnos a otra población donde se necesitaban nuestras actividades... Lincoln, Nebraska. Debido a enfermedad ellos no pudieron continuar, aunque me animaron y me ayudaron para que yo continuara.

PREPARATIVOS PARA MÁS SERVICIO

Fue en 1947, mientras asistía a la Asamblea “Expansión en Todas las Naciones” en Los Ángeles, California, que llené una solicitud para servir en la central de la Sociedad o “Betel,” como se le conoce. Por mucho tiempo había esperado tener el privilegio de servir allí. Pasó aproximadamente un año, y entonces, para gran sorpresa mía, en vez de una respuesta a mi solicitud de servir en Betel, recibí una invitación para dar consideración a solicitar matrícula en la Escuela Bíblica de Galaad de la Sociedad. Eso quería decir que recibiría entrenamiento para servicio misional en el extranjero.

Aunque dudaba mucho de que pudiera completar el curso, llené y entregué la solicitud de todos modos. Fui aceptada, y en agosto de 1948 estuve entre los estudiantes de la Duodécima Clase de Galaad. Había tenido seis años de experiencia en el precursorado. Ahora iba a conseguir mucho mayor aprecio de la organización del pueblo de Jehová. Iba a aprender muchas cosas nuevas de la Biblia, cosas que fortalecerían mi fe y mi determinación de seguir sirviendo a Jehová con todo mi tiempo y todas mis facultades.

Fui una de un grupo que fue escogido para una asignación en Italia, de modo que eso quiso decir estudiar italiano junto con nuestros otros cursos. Los meses pasaron velozmente, y entonces llegó el día de la graduación y los preparativos para nuestro viaje a través del océano a Italia.

ASIGNACIÓN MISIONAL

Nos tomó diez días viajar en barco de Nueva York a Nápoles. Cuando llegamos pudimos ver los estragos que había hecho la guerra aquí. Las condiciones eran muy diferentes de lo que son ahora.

Viajamos como grupo por tren a nuestra asignación de territorio en Sicilia. En camino el tren casi se descarriló cuando dio contra una vaca en la vía, pero no pareció que nadie se preocupara mucho por ello. Más bien, muchos se interesaron en oír acerca de nuestra obra cuando supieron que el propósito de nuestra misión era enseñar la Biblia. Muchos vinieron a nuestro compartimiento para oír más.

Fue una maravillosa experiencia estar al fin donde podíamos usar nuestro limitado italiano. Poco a poco fue haciéndose más fácil hablar con la gente que mostraba interés en nuestro mensaje. Por supuesto, el territorio era bastante diferente al que yo estaba acostumbrada a trabajar en el Oeste de los EE. UU. Como en las ciudades de todas partes, muchas personas en Italia viven en casas altas de apartamientos, de siete, diez o más pisos, con varios apartamientos en cada piso.

Al principio tuvimos algunos problemas con el idioma y las costumbres. Por ejemplo, a menudo cuando tocábamos a la puerta contestaban los niños, y cuando preguntábamos si su “mamá” estaba en casa no recibíamos ninguna respuesta audible. Esto sucedía vez tras vez. Sabíamos que entendían la palabra “mamá,” pero ¿por qué no respondían? Al observar más cuidadosamente entendimos que todo era asunto de ademanes. Una ligera sacudida de la cabeza y un chasquido agudo de la lengua, sin decir una palabra, quería decir: “No, no está en casa.” De modo que, como habíamos aprendido en Galaad, los ademanes son importantes.

La obra del Reino ha progresado maravillosamente en los años desde entonces. Cuando llegamos en 1949 solo había unos cuantos centenares de Testigos, y en las asambleas parecía que todos se conocían unos a otros. Pero año tras año la organización ha crecido, de modo que la asistencia total a la celebración del Memorial en marzo de 1970 fue de 45.884... más de 10.000 más que la asistencia de 1969. Y en el mes de abril hubo un aumento de 28 por ciento en el número de Testigos activos sobre el año anterior.

Y podemos ver la vasta diferencia que se advierte en la gente. Ahora hay interés definitivo en la Biblia, y casi toda familia tiene su ejemplar. Hace unos años casi nadie siquiera había leído la Biblia o poseía un ejemplar. De modo que nuestras visitas son más interesantes ahora. Podemos animar a la gente a leer su Biblia junto con las ayudas para estudiarla que le ofrecemos.

EL PASADO Y EL FUTURO

Durante los años en que he servido en Italia he disfrutado de muchas bendiciones, entre las cuales sobresale la bendición de haber tenido alguna participación en la vasta expansión de los intereses del Reino. Las asignaciones me han llevado a ciudad tras ciudad en diversas partes del país, y mis recuerdos de cada asignación son preciosos. Algunas de las personas con quienes he estudiado la Biblia ahora también han dedicado su vida a Jehová y se han bautizado. Algunos hasta se encuentran en la predicación de tiempo cabal y otros han progresado a mayores privilegios en la organización teocrática del pueblo de Dios.

Además, disfruté del privilegio maravilloso de asistir a varias asambleas internacionales, notablemente las de Nueva York en 1953 Y 1958. Y en 1969, gracias a la generosidad de compañeros Testigos y la provisión de la Sociedad, atravesé de nuevo el océano y tuve el gran gozo de visitar a mi familia y asistir a la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra.” En cada una de esas asambleas hemos sido edificados y fortalecidos para perseverar en el servicio de nuestro Dios, teniendo siempre delante de nosotros la excelente dirección dada por la clase del “esclavo fiel y discreto” de Jehová de tiempos modernos.—Mat. 24:45-47.

Al mirar atrás a mi niñez temprana no puedo menos que pensar en lo generoso que ha sido Jehová al tratar conmigo. Por su dirección mis padres no solo aceptaron el mensaje de la Biblia, sino que también dedicaron tiempo a entrenarme de acuerdo con sus principios divinos. Me animaron a asirme de los privilegios de precursora, y eso, a su vez, me preparó para las responsabilidades añadidas del campo misional.

También puedo estar muy agradecida por las multitudes de cristianos verdaderos con quienes me he asociado, todos los cuales me han ayudado a lograr madurez en el ministerio de Jehová. En particular he apreciado la camaradería de mi compañera misionera, con quien he pasado tantas horas y años felices. Verdaderamente espero que podamos continuar esta relación preciosa por muchos años en el futuro. Ciertamente parece que a medida que este viejo sistema se acerca a su fin hay mucho que hacer todavía y simplemente no parece que habrá suficiente tiempo. Pero podemos estar seguros de que Jehová coronará con buen éxito su obra.

Si es la voluntad de Jehová, mi deseo sincero es permanecer en esta asignación, que ha llegado a ser como hogar mío, y continuar en su servicio para siempre. ¡Será maravilloso ser una de sus siervas de tiempo cabal en el nuevo orden de cosas ya tan cerca!

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