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  • Poncio Pilato... político romano

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  • Poncio Pilato... político romano
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
w73 15/5 págs. 294-295

Poncio Pilato... político romano

EN 1961, en el sitio donde estaba la antigua ciudad costera de Cesarea, a unos ochenta y siete kilómetros al norte y noroeste de Jerusalén, se halló una inscripción parcialmente derruida. Esta inscripción lleva el nombre “[Pon]tius Pilatus.” Fue delante de este Poncio Pilato que los líderes judíos acusaron falsamente a Jesucristo de subversión, de abogar por no pagar impuestos y de hacerse rey en competencia con César. Pero, ¿quién fue este hombre que finalmente cedió a las demandas de ellos de que Jesús fuera fijado en un madero? ¿Por qué lo hizo?

Tiberio César nombró a Pilato gobernador de Judea en 26 E.C. Según el historiador Josefo, Pilato ofendió a sus súbditos. Una noche envió soldados romanos a Jerusalén con estandartes que llevaban imágenes del emperador. Subsecuentemente una delegación de judíos viajó a Cesarea para protestar contra la presencia de los estandartes y pedir que fueran quitados. Después de cinco días de discusiones, Pilato trató de atemorizar a los demandantes amenazándolos con ser ejecutados por sus soldados, pero la determinación con que rehusaron ceder hizo que accediera a la petición de ellos. (Antiquities of the Jews, Libro XVIII, cap. III, párr. 1) Filón, escritor judío del primer siglo E.C. en Alejandría, Egipto, describe un acto algo similar por Pilato que tuvo que ver con escudos de oro que llevaban los nombres de Pilato y Tiberio.—De Legatione ad Gaium, XXXVIII.

Josefo registra otro disturbio más. Para construir un acueducto que condujera agua a Jerusalén por una distancia de unos cuarenta kilómetros, Pilato usó dinero del tesoro del templo en Jerusalén. Cuando visitó la ciudad, grandes muchedumbres clamaron contra este acto. Entonces Pilato envió soldados disfrazados para que se mezclaran entre la multitud y, al darse una señal, atacaran a los judíos. (Antiquities of the Jews, Libro XVIII, cap. III, párr. 2; Wars of the Jews, Libro II, cap. IX, párr. 4) Si Lucas 13:1 no se refiere a otro incidente, puede haber sido en esta ocasión que Pilato ‘mezcló la sangre de galileos con sus sacrificios.’ Esto parece indicar que él hizo que los mataran allí mismo en la zona del templo. Puesto que los galileos eran súbditos de Herodes Antipas, el gobernante de distrito de Galilea, es posible que esta matanza por lo menos haya sido un factor que haya contribuido a la enemistad que existió entre Pilato y Herodes hasta el tiempo del juicio de Jesús.—Luc. 23:6-12.

El 14 de Nisán de 33 E.C., al amanecer, los líderes judíos llevaron a Jesús ante Pilato. Cuando Pilato les dijo que se llevaran a Jesús y lo juzgaran ellos mismos, los acusadores contestaron que no les era lícito a ellos ejecutar a nadie. Entonces Pilato llevó a Jesús dentro del palacio y lo interrogó acerca de las acusaciones. Era patente que Jesús era inocente. Sin embargo, los esfuerzos repetidos de Pilato por libertar al acusado solo hicieron aumentar la gritería de los que pedían que Jesús fuera fijado en un madero. Temiendo un motín y tratando de aplacar a la muchedumbre, Pilato accedió a sus deseos, lavándose las manos como si se limpiara de culpabilidad por homicidio.

Ahora Pilato hizo que Jesús fuera azotado y los soldados colocaron una corona de espinas sobre la cabeza de Jesús y lo vistieron con ropaje real. Pero de nuevo Pilato se presentó delante de la muchedumbre, dando a saber que no había encontrado a Jesús culpable de nada. Los líderes de la gente continuaron exigiendo a gritos que Jesús fuera fijado en un madero, revelando ahora por primera vez su acusación de blasfemia. El referirse ellos a Jesús como quien se hacía “hijo de Dios” aumentó la aprensión de Pilato, y él hizo que Jesús entrara para hacerle más preguntas. Los esfuerzos finales por ponerlo en libertad ocasionaron la advertencia de parte de los opositores judíos de que Pilato estaba haciéndose vulnerable a la acusación de oponerse a César. Después de oír esta amenaza, Pilato se sentó en el tribunal. Cuando los principales sacerdotes rechazaron de nuevo a Jesús como rey y declararon: “No tenemos más rey que César,” Pilato les entregó a Jesús para que lo fijaran en un madero.—Mat. 27:1-31; Mar. 15:1-20; Luc. 23:1-25; Juan 18:28-40; 19:1-16.

Lo ya dicho ilustra que Pilato fue un típico gobernante romano. Aunque obviamente no era del tipo condescendiente, Pilato desplegó falta de integridad. Estuvo interesado principalmente en su puesto, en lo que dirían sus superiores si se enteraran de más disturbios en su provincia. Temía parecer demasiado indulgente para con los individuos acusados de sedición. Pilato reconoció la inocencia de Jesús y la envidia que impelía a sus acusadores. No obstante, más bien que correr el riesgo de causar daño a su carrera política, cedió a la muchedumbre e hizo que un hombre inocente fuera ejecutado.

Josefo informa que la remoción posterior de Pilato de su cargo fue el resultado de quejas que presentaron los samaritanos al superior de Pilato, el gobernador de Siria. El historiador Eusebio alega que Pilato murió suicidándose.

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